Conjunción
Artista imagen multimedia: NoodsBlackery (twitter y facebook)
Por supuesto que al día siguiente Enid no podía salir a caminar. Tuvo que quedarse en cama descansando, luego de que le pusieran algunos puntos en la herida, que por suerte no afectó ningún órgano interno. A pesar de esto, la loba sabía que se recuperaría durante el día, ya que su cicatrización era más rápida de lo normal. Aunque sabía que tuvo suerte, ya que si hubiera sido un cazador experimentado, en vez de ocupar un cuchillo de plata, probablemente hubiera ocupado plata líquida, que básicamente es un veneno para lobos.
Como estaba en su cuarto en Nevermore, al cuidado de Dedos ya que Wednesday tuvo que ir a la comisaría, Yoko fue a visitar a su amiga para animarla.
—Hola Dedos, hola Enid ¿ya te sientes mejor? ¿Y Addams? —preguntó mirando a su alrededor.
—Estoy mucho mejor, ya no me duele. Wends se fue a la comisaría, Dedos se quedó conmigo porque va tardar un par de horas.
—¿Addams te deja decirle así? Momento, si ya te recuperaste, ¿por qué sigues en la cama?
Enid se sonrojó antes de responder con un puchero.
—No me he recuperado del todo, y me gusta la atención que me da Wends...
—Espera —la interrumpió Yoko—, ¿desde cuándo necesitas la atención de Addams? No me digas que por fin asumieron que se gustan.
—Eeh... Bueno, la verdad es que... ella es mi destinada.
—¡¡No puede ser!! ¡¿Mi ship se hizo canon?! ¡¡¡Siiiiii, mi ship se hizo canon!!!
Enid estaba impactada, mientras su amiga la sacudía por los hombros y gritaba feliz como una loca.
—¿De qué estás hablando?
—Siempre pensé que hacían buena pareja, desde que vi que se hicieron amigas. Pero tanto tú como ella necesitaban algo de tiempo para darse cuenta, y esto lo confirma. ¿Entonces ya están saliendo?
—Bueno, aún no le he pedido que sea mi novia ni ella a mí, pero ayer, digamos que ella se dio cuenta que era mi destinada y...
—¿Ya se besaron? —la interrumpió nuevamente Yoko, con una sonrisa perversa.
Enid se rascó la nuca, mirando hacia abajo, se sentía algo avergonzada con el interrogatorio de su amiga, Yoko nunca había demostrado tanto interés en una relación de ella.
—Sí, ayer, y hoy en la mañana me dio un beso en la frente de despedida —respondió mirando hacia abajo con timidez. Yoko pareció chillar de alegría, algo raro en ella.
—Y... cuándo crees que...
—¡No lo sé! Ya deja de preguntar por favor. Pareces otra persona.
—Oh, sí, no sabes lo mucho que se transforma una fanshipper. Lo siento, voy a comportarme, dejaré de molestarte, ¿ok?
—¿Por qué estás molestando a Enid, Tanaka? Está recuperándose. No deberías interrumpir su descanso —una voz seria se escuchó en la entrada de la habitación, era Wednesday que había regresado.
—Oye, tranquilízate Addams. Además Enid ya se siente mucho mejor. ¿Verdad?
—Sí.
—No sabía que eran doctoras. Déjame ver tu herida, Enid. Muévete, Tanaka.
Yoko se levantó de la cama de Enid con los brazos arriba en señal de rendición. Wednesday subió la camiseta de pijama de la loba, haciendo que el corazón de ella se disparara. La pelinegra estaba muy cerca, y estaba tocando muy suavemente su piel, era obvio que Enid reaccionaría, su respiración se hizo pesada, el olor de Wednesday la embriagaba.
Yoko, que notó la manera en la que se comportaba su amiga sólo por un roce de Addams, carraspeó un poco y se despidió de ambas, desapareciendo de aquella habitación, claramente necesitaban algo de privacidad. Enid sentía los delicados y fríos dedos de Wednesday recorrer la piel de la zona de su herida, ella parecía seria y concentrada en lo que estaba haciendo, mientras la loba estaba sonrojada y nerviosa.
—Mmm, realmente fascinante. Debo quitarte los puntos, Enid, tu herida ya está cerrada. Quédate así, voy a buscar lo necesario. Ah, sí, creo que es mejor que te recuestes totalmente, será más rápido.
Enid se recostó, intentando relajarse, pero era difícil cuando Wednesday se portaba así, preocupándose por ella. En ese momento, se dio cuenta que en verdad estaba enamorada de ella. Le gustaba ser su centro de atención, pero más que eso, le gustaba que cuidara de ella, aunque fuera algo brusca para demostrarlo, era una señal de que la pelinegra si sentía algo por ella.
Contuvo la respiración mientras Wednesday quitaba los puntos con habilidad y precisión. Enid no sintió dolor alguno, pero suspiró con fuerza cuando todo terminó. Mientras Wednesday guardaba las cosas en una pequeña caja metálica, Enid la observaba, pensando, aunque tal vez era su loba hablando por ella, que era capaz de morir por Wednesday, matar por Wednesday, y aun así, sería un deleite hacerlo.
Se sonrojó al pensarlo, ¿desde cuándo usaba la palabra deleite? Probablemente la había aprendido de la pelinegra, la cual volvió a acercarse a ella, pero esta vez se recostó a su lado. Suspiró con cansancio. Enid acarició su rostro, embobada con los rasgos delicados de su acompañante, sus pestañas largas y negras, sus ojos profundos, su nariz perfecta, y esa boca tan apetecible.
Wednesday notó que Enid miraba sus labios, la atmósfera se hizo pesada, podían escuchar claramente la respiración de la otra, el tiempo parecía arrastrarse lentamente hasta que unieron sus labios, besándose intensamente, deleitándose en las sensaciones que aquel vaivén húmedo producía en el resto de sus cuerpos. Enid estaba en desventaja, sólo estaba en pijama, por lo que las manos de Wednesday se colaron debajo de su camiseta, esta vez, su toque no era tan tímido, esta vez, estaba acariciando la piel suave de la rubia.
La loba se sentía algo frustrada con el uniforme de la pelinegra, así Wednesday se separó de ella, y comenzó a quitárselo. Enid no podía quitarle la vista de encima, no sabía que ver alguien desnudarse podía ser tan excitante, pero lo era. Ver los pechos de su destinada era simplemente glorioso. Tragó saliva, tenía ganas de tocar, de besar, pero la pelinegra la detuvo con un gesto en la mano.
—Faltas tú, desnúdate.
Enid asintió, creía que le fallaría la voz si hablaba, además, la mirada oscura de Wednesday escondía algo más, algo que sólo la loba podía ver: deseo. No supo en qué momento se abalanzó sobre ella. La loba comprendió que la pelinegra se había estado conteniendo, quizás por tiempo del que parecía a simple vista. Mientras se besaban, el exquisito cosquilleo en sus pezones hacía que algo más que sus bocas se humedecieran.
Pronto desaparecieron los pantalones y falda de ambas, Enid sentía las manos de Wednesday en todo su cuerpo, creía que enloquecería en cualquier momento, hasta que la pelinegra besó y mordió su cuello, lo que la hizo jadear de placer. Abrazó a Wednesday, acercándola más hacia sí misma, para sentir su piel, mientras ardía por dentro, tocó suavemente la espalda de la pelinegra, posando las manos en su trasero, el cual apretó sutilmente.
El muslo de Wednesday presionaba el centro bastante mojado de Enid, que gimió al sentir la leve presión. La pelinegra parecía presa de una especie de frenesí, no era capaz de dejar de besar o morder a la loba, que cada vez gemía más.
—Déjame probarte, cara mia —murmuró con voz ronca Wednesday. Enid susurró un sí, estaba demasiado excitada, no sabía que podría ser estimulada de esa manera por la pelinegra.
Dejando un camino de besos húmedos, Wednesday se posicionó entre las piernas de Enid, donde dio una suave lamida primero, para ver la reacción de la loba, la cual gimió con ese pequeño gesto, así que se sumergió para beber de ese elixir que manaba de su interior, sin olvidar estimular ese nodo de placer ya expuesto. Muy pronto tuvo que sujetar a Enid, ya que sus caderas se movían descontroladamente debido a la intensa estimulación que le brindaba la lengua de Wednesday.
Enid no tardó mucho en alcanzar el clímax, por lo que Wednesday se apartó, relamiéndose, había esperado mucho para probar a la loba, y había valido la pena haber confesado lo que sentía, cada maldito segundo. Se recostó al lado de Enid, viendo cómo recuperaba el aliento, contemplando su hermoso cuerpo, sus pechos que rebotaban suavemente mientras calmaba su respiración. Ya no había necesidad de contenerse, se sentía satisfecha.
Una vez que se calmó, Enid observó la sonrisita satisfecha de Wednesday, lo que hizo que una chispa se encendiera en ella. No se quedaría como la princesa de almohada, también quería probar a Wednesday, recorrer su cuerpo como correspondía. Sus colmillos estaban algo afuera, no podía evitarlo, su grado de excitación en ese momento era muy alto. Al menos no estaba con las orejas y el rabo afuera, aunque estaba segura que a la pelinegra no le molestaría.
—Es mi turno —murmuró Enid, con renovada energía.
—Muéstrame tus colmillos —le sonrió con lascivia Wednesday.
Enid por toda respuesta se puso sobre ella, besándola como si quisiera devorarla, con tal voracidad que estuvo a punto de detenerse, pero escuchó a Wednesday jadeando, lo cual era una buena señal. Tal vez era el olor de la pelinegra, pero Enid tenía las pupilas dilatadas, como si estuviera drogada. Besó también el cuello de Wednesday, tomándolo con una mano también, sintió el primitivo deseo de morderla, pero eso significaba reclamarla como suya, algo que no haría sin su consentimiento.
En cambio, decidió bajar a sus pechos, donde se regodeó con sus sensibles pezones, estimulándolos con la lengua, y tal vez con el filo de sus colmillos. Wednesday estaba muy excitada también, no sólo por haber estado entre las piernas de Enid, sino porque el peligro de ser cortada por aquellos colmillos era doblemente estimulante.
Enid retrajo sus uñas todo lo que pudo, para bajar una mano al centro de Wednesday. Tocó superficialmente, todo estaba muy mojado, y recibió un gemido como respuesta. Introdujo lentamente un dedo, que se deslizó con facilidad gracias a la creciente humedad.
—Enid, más —murmuró Wednesday. La loba sonrió al escucharla, pero obedeció e introdujo otro, y luego otro.
Comenzó moviéndose lentamente, se sentía cálido, y cada vez más mojado. Mientras subía el ritmo, no dejó de prestarle atención a los pechos de Wednesday, que eran más sensibles de lo que esperaba, ella se movía bajo su cuerpo, gimiendo de placer, su piel estaba ardiendo, Enid estaba maravillada ante la vista.
La loba se asustó cuando vio un hilillo de sangre en uno de los pechos de la pelinegra, apartándose brevemente.
—No te detengas, solo lámela —le ordenó Wednesday, con cierta desesperación en su voz.
Probar la sangre de la pelinegra estimuló de una forma diferente a la loba. Su instinto pareció despertar, quería el cuello de Wednesday, quería morderla. Se acercó a su cuello, sin dejar de mover sus dedos en el interior de la pelinegra, que parecía al borde del orgasmo. Estuvo a punto de clavarle sus colmillos sin preguntar, pero se detuvo a último segundo.
—Hazlo. Mi corazón y mi alma te pertenecen —murmuró Wednesday en su oído.
Entonces Enid hundió sus colmillos, un poco de sangre brotó, la cual bebió con placer, aquello fue estimulante de una manera única. Tan así, que Wednesday alcanzó el clímax al sentir los colmillos de la loba hundirse en su carne. El sol y la luna habían alcanzado una conjunción, sólo que esta vez, era un lazo más indeleble que un eclipse.
***
Nota autora: Bueno, aquí está la parte final de este fic que iba a ser de un capítulo xD Es un poco más corto pero intenso, espero que les haya gustado :3 Si son fans del catradora tengo varios fics, me pueden seguir y los leen. Nos leemos por ahí gente.
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