🤍XI: Entre la realidad y la ficción🤍
El sol caía lentamente sobre el horizonte, pintando el cielo con tonos anaranjados y púrpuras, cuando Tzuyu y yo encontramos un pequeño motel en medio de la nada. Habíamos estado conduciendo por horas, sin detenernos, huyendo de todo lo que había sucedido. El cansancio se apoderaba de ambas, pero yo, en particular, me sentía extrañamente debilitada.
—Creo que deberíamos descansar aquí por un rato —dijo Tzuyu, mirándome con preocupación mientras apagaba el auto.
Asentí, sintiendo el peso del cansancio en mi cuerpo. Mis manos temblaban ligeramente y había un malestar en mi estómago que no había logrado sacudir desde hacía días.
Al entrar al pequeño y modesto cuarto del motel, me dejé caer en la cama. Una ola de náuseas me invadió repentinamente, y corrí al baño. La habitación se llenó del sonido del agua corriendo, mezclado con los ecos de mi cuerpo sacudiéndose. Tzuyu, aterrada, me siguió al baño.
—¡Hana! ¿Estás bien? —preguntó, preocupada, golpeando suavemente la puerta.
—Solo es algo que comí... no te preocupes —respondí débilmente desde dentro del baño, aunque en realidad no estaba segura.
Cuando salí del baño, mi rostro estaba pálido y me sentía cada vez más agotada.
—Deberíamos ir a un hospital, no me gusta cómo te ves —dijo Tzuyu, acercándose a mí y tocando mi frente.
—No es nada, te lo prometo. Solo estoy cansada —insistí, sonriendo débilmente para tranquilizarla—. Descansaré un poco y mañana estaré mejor.
Tzuyu, aunque inquieta, decidió darme espacio. Sin embargo, mientras yo dormía, ella no podía dejar de notar lo debilitada que estaba. La preocupación no la dejó dormir, así que tomó su teléfono y comenzó a investigar los síntomas: vómitos, náuseas, cansancio extremo. Cada búsqueda la llevaba al mismo lugar, y una posibilidad se hizo cada vez más clara en su mente.
"Mi amiga Hana está embarazada."
Tzuyu se quedó un momento inmóvil, asimilando la información. Decidió que no podía guardárselo, y al día siguiente, cuando desperté, me miró seriamente, llena de preocupación y nerviosismo en los ojos.
—Hana, necesito decirte algo —comenzó, sentándose junto a mí en la cama—. Estuve buscando tus síntomas, y... creo que podrías estar embarazada.
Abrí los ojos de par en par, sorprendida. Mi mente comenzó a correr por los recuerdos de las últimas semanas, especialmente los momentos íntimos que había compartido con Jungkook. Involuntariamente, una sonrisa cálida apareció en mi rostro al recordar esos momentos, pero rápidamente el miedo se apoderó de mí.
—¿Crees que...? —tartamudeé, llevando las manos a mi cabeza, incrédula.
—Solo hay una forma de saberlo —dijo Tzuyu, intentando mantener la calma—. Vamos a comprar una prueba.
Sin perder tiempo, ambas subimos al auto y fuimos a la farmacia más cercana. En silencio, con los nervios a flor de piel, compramos la prueba de embarazo. De vuelta en el motel, me encerré en el baño mientras ella esperaba afuera, mordiéndose las uñas.
Cuando salí, con el test en la mano, mis ojos se encontraron con los de Tzuyu.
—¿Qué dice? —preguntó, con un susurro tembloroso.
—Es positivo —respondí, con sorpresa.
Las dos nos abrazamos, contentas y asustadas al mismo tiempo. Apenas había terminado la preparatoria, y criar un bebé no sería nada fácil. Pero en medio del abrazo, algo rompió el momento de felicidad.
En las noticias, la familia Jeon seguía siendo el tema principal. Se había hecho justícia, y todos los miembros de la familia estaban en prisión. Sin embargo, una noticia de último momento apareció en la pantalla:
"Oh no, Jungkook escapó."
El pánico se apoderó de mí. Mi corazón se aceleró al recordar lo que había sucedido la última vez que lo vi.
Mientras las noticias continuaban en la televisión, nos quedamos petrificadas ante el anuncio. Las palabras del reportero resonaban en el pequeño cuarto del motel como un eco aterrador:
—Jeon Jungkook, miembro más jóven de la familia Jeon, ha escapado de la prisión. Las autoridades lo describen como extremadamente peligroso. Si alguien tiene información sobre su paradero, se ruega contactar de inmediato con la policía.
Tzuyu apagó la televisión de golpe, su mano estaba temblorosa, pero logró alcanzar la mía. Mis ojos, que hasta ahora estaban llenos de miedo, mostraban pánico.
—Hana, tenemos que irnos. Ahora mismo —dijo Tzuyu, con la voz rota por el terror.
Asentí, luchando por controlar el mareo y el nudo en mi estómago. Recogimos nuestras cosas lo más rápido que pudimos y corrimos hacia el auto. La oscuridad de la noche apenas nos permitía ver el camino, pero sabíamos que debíamos huir. Jungkook nos buscaría. De eso no había duda.
[...]
Horas más tarde, después de conducir sin rumbo, paramos en una gasolinera desierta. La carretera desolada apenas estaba iluminada por el letrero parpadeante de la estación. Tzuyu se quedó en el auto para llenar el tanque de gasolina, mientras yo bajaba para comprar algo de comida.
Los pasillos del pequeño establecimiento eran estrechos, y cada paso que daba resonaba con un eco inquietante. Mientras buscaba entre las estanterías, la sensación de que alguien me observaba comenzó a invadirme. Miraba de reojo, pero solo estaba el cajero al fondo, escribiendo algo en una libreta.
Me dirigí a la caja, pero cuando levanté la vista para pagar, el horror me golpeó con fuerza. Jungkook estaba allí, detrás del mostrador, observándome con una sonrisa fría y calculadora. El aire a nuestro alrededor se volvió pesado, y sentí que el mundo se detenía.
—Hola, mi amorcito —dijo Jungkook con un tono suave pero letal, sacando lentamente un cuchillo de su bolsillo—. Te dije que nos volveríamos a ver.
El miedo me paralizó por un segundo, pero el instinto de supervivencia me empujó a correr hacia el auto. Sin embargo, al salir de la tienda, el pánico se transformó en puro terror: Tzuyu yacía en el suelo, inmóvil, con una mancha de sangre en su pecho.
—¡No... Tzuyu! —grité, cayendo de rodillas junto al cuerpo de mi amiga, mientras las lágrimas nublaban mi vista.
Jungkook se acercaba lentamente, su sombra estaba proyectada en la tenue luz de la gasolinera. Me sentía rota, y llorando toqué mi vientre. Con un hilo de voz, le hablé a mi bebé:
—Lo siento... lo siento tanto. No te he conocido aún, pero te amo... te amo tanto. Lamento ser tan tonta, lamento que vayamos a morir en las manos de tu padre —las lágrimas no dejaban de caer, de verdad íbamos a morir en las manos de él, el chico que una vez fue lindo y se convirtió en el amor de mi vida.
Cerré los ojos, resignada a mi destino. Sabía que no podría escapar esta vez. Cuando sentí la sombra de Jungkook rodeándome, abrí los ojos para verlo por última vez. Seguía viéndose guapo, pero no era el chico al que amé al punto de cegarme. Él levantó el cuchillo y, sin titubear, lo bajó con fuerza. Pero en el último segundo, un fuerte grito rompió el silencio.
—¡Corte! —gritó la voz del director—. ¡Escena perfecta!
Me desplomé, respirando con dificultad mientras las luces se encendían de golpe. Aún agitada, miré hacia arriba y vi a Jungkook sonriéndome, con alivio y amor en sus ojos. Guardó el cuchillo de utilería en su bolsillo y me ofreció la mano para ayudarme a levantarme.
—¿Estás bien? —me preguntó, preocupado—. Lo siento tanto, de verdad que grabar esta escena ha sido horrible para mí. No me gusta ni imaginarte en peligro, mucho menos herirte, aunque sea actuando.
Sonreí, tomando su mano y levantándome lentamente. Sacudí el polvo de mi ropa y suspiré profundamente.
—Estoy bien, amor. Lo hiciste increíble. Aunque admito que por un segundo me lo creí todo... —bromeé, intentando calmar los nervios.
Unas horas después, fuimos a cenar a un restaurante elegante, reímos, recordando los momentos más difíciles del rodaje. La serie "Welcome to Ravenbrook" había sido un éxito rotundo. Aunque muchos se quejaron del triste final, eso no impidió que celebráramos. Era el final de una etapa importante en nuestra carrera.
—No puedo creer lo lejos que hemos llegado —dije, mirando a Jungkook con ternura—. Y pensar que todo empezó en una simple audición.
Jungkook asintió, tomando mi mano desde el otro lado de la mesa.
—Y ahora estamos aquí, después de tantas escenas de acción y misterio... —dijo, sonriendo—. Pero creo que la escena que más me costó grabar fue esta última. Verte en esa situación... me rompió el corazón.
Reí suavemente.
—Tranquilo, solo fue actuación. Además... tengo algo que te hará muy feliz —saqué una pequeña caja de mi bolso y se la pasé a Kook.
Jungkook abrió el regalo, curioso. Al ver lo que había dentro, sus ojos se llenaron de lágrimas. Era una pequeña foto de una ecografía, con un diminuto ser dentro de ella.
—¿Es... es lo que creo? —preguntó con la voz temblorosa.
Asentí, emocionada.
—Sí, amor. Vamos a tener un bebé. Después de dos años casados, ¡por fin seremos tres!
Jungkook se levantó de su silla, abrazándome con fuerza y besándome tiernamente.
—No puedo creerlo... —susurró, sus ojos aún estaban llenos de lágrimas—. Este es el mejor regalo de mi vida. Te amo mi amor. A ti... y a nuestro bebé. Me siento el hombre más feliz y afortunado del mundo.
Y así, en medio de risas, amor y lágrimas de felicidad, celebramos la nueva vida que estábamos a punto de comenzar, dejando atrás los oscuros misterios de la serie y abrazando el hermoso futuro que nos esperaba juntos...
Muchas gracias a las personas que leyeron esta historia, me gustó mucho compartir este viaje con ustedes. ⟭⟬✨
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