🤍VIII: Perseguidas🤍
Tragué saliva, intentando mantener la calma. Debía pensar rápido, encontrar una manera de salir de esta situación antes de que fuera demasiado tarde.
—¿Qué es eso, Jungkook? —pregunté, mi voz temblaba mientras señalaba el álbum que había caído al suelo—. ¿Por qué tienes esas fotos?
Jungkook se detuvo, su mirada estaba fija en mí mientras una sonrisa oscura se dibujaba en su rostro.
—Es la historia de mi familia, Hana. Algo que todos los Jeon debemos hacer para mantener el equilibrio en Ravenbrook. Es un ritual, uno que se ha pasado de generación en generación. Cada hombre en mi familia debe atraer a chicas nuevas, alguien que nadie extrañe demasiado, y... bueno, completar el rito.
—¿Asesinarlas? —susurré, el horror estaba creciendo en mi pecho—. ¿Por qué? ¿Por qué harían algo así?
—Para mantener el poder, para asegurarnos de que la familia siga siendo la más respetada y temida en este maldito pueblo. No es solo por diversión, Hana. Es por supervivencia, y ahora es mi turno.
Sentí una oleada de náuseas, y mis ojos buscaron desesperadamente una salida. La puerta del sótano estaba justo detrás de Jungkook, bloqueando mi única vía de escape. Necesitaba ganar tiempo, hacer que él hablara, algo que me permitiera pensar en un plan.
—Jungkook, por favor... no tienes que hacer esto. Tú no eres como ellos. Tú puedes cambiar esta historia, romper el ciclo. No tienes que seguir con esto —intenté apelar a cualquier rastro de humanidad que quedara en él, pero sabía que era una apuesta arriesgada.
Jungkook dejó escapar una risa baja, amarga.
—¿Romper el ciclo? Hana, esto es lo que soy. Esto es lo que siempre he sido, lo que he estado destinado a hacer. No puedo cambiarlo, y tú no puedes detenerme.
Sentí la desesperación apoderarse de mí. No había forma de que pudiera razonar con él. Solo había una opción: escapar.
En un movimiento rápido, agarré una vieja lámpara de aceite de una mesa cercana y la lancé hacia Jungkook. Él se apartó justo a tiempo, pero el golpe fue suficiente para que pudiera correr hacia las escaleras. Subí de dos en dos, mi corazón martilleaba en mis oídos. Escuché a Jungkook maldecir mientras me seguía de cerca.
Llegué al primer piso y corrí hacia la puerta principal, pero antes de que pudiera abrirla, sentí que una mano fuerte me agarraba del brazo y me empujaba contra la pared. Jungkook estaba sobre mí, su rostro estaba distorsionado por la furia.
—¿Crees que puedes escapar de mí? —espetó, apretando mi brazo con fuerza—. Nadie escapa de un Jeon, Hana. Nadie.
Jadeé de dolor, pero usé toda mi fuerza para empujar a Jungkook hacia atrás, haciéndolo tambalearse. Aproveché el momento y corrí hacia la puerta trasera de la cabaña, saliendo al gélido aire nocturno. El bosque era un laberinto oscuro y siniestro, pero no tenía más opción que adentrarme en él.
Mientras corría, escuché los pasos de Jungkook acercándose, y mi corazón latía desbocado. Sabía que él conocía este bosque mucho mejor que yo, pero no podía dejar que me atrapara.
De repente, vi una figura conocida aparecer entre los árboles.
—¡Hana! —gritó Tzuyu, corriendo hacia mí—. ¡Por aquí, rápido!
Corrí hacia mi amiga, sintiendo alivio y terror al mismo tiempo. No nos detuvimos a hablar, sabíamos que no había tiempo. Tzuyu me guió por un camino estrecho entre los árboles, intentando perder a Jungkook en la oscuridad.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunté, luchando por respirar mientras corríamos.
—Sabes que nunca confié en Jungkook —respondió, sin dejar de mirar hacia adelante—. Cuando supe que venías a la cabaña, preparé todo y te seguí. Te dije que algo andaba mal.
Las ramas de los árboles arañaban nuestros rostros mientras nos adentrábamos más en el bosque, pero apenas lo notaba. Mi mente estaba enfocada en sobrevivir, en encontrar una manera de salir de esta pesadilla.
—No podemos seguir corriendo —dije, entre jadeos—. Él conoce este bosque mejor que nosotras. Necesitamos un plan.
—¿Sabes algo que pueda ayudar? —preguntó Tzuyu, mirándome con preocupación.
Pensé en las fotos, en las historias que había oído sobre la familia Jeon. Había algo, un detalle que me había llamado la atención en el sótano. Un símbolo que había visto en un viejo libro, aquel que también estaba en las puertas de algunas casas del pueblo, algo que parecía importante.
—Hay una leyenda en Ravenbrook —dijo Tzuyu, recordando de repente algo que leyó hace tiempo—. Habla de un pacto que la familia Jeon hizo con una entidad oscura, algo que les dio poder a cambio de... sacrificios. Si rompemos ese pacto, si hacemos que Jungkook lo rompa, podría salvarnos.
—¿Pero cómo hacemos eso? —me sentía escéptica, pero también desesperada—. Necesitamos llevarlo a donde empezó todo. El viejo altar en la cabaña —dije, respondiéndome a mi misma—. Si lo hacemos romper el juramento... podría funcionar.
No tuvimos tiempo de discutirlo más. Los pasos de Jungkook estaban cada vez más cerca, y el sonido de su respiración pesada llenaba el aire. Las dos nos desviamos y corrimos en dirección contraria hacia la cabaña.
Al llegar, entramos rápidamente y buscamos en el sótano, encontrando el viejo libro con el símbolo. Lo abrimos en la página del ritual, que describía cómo se podía anular el pacto con un sacrificio voluntario, pero con una condición: el descendiente debía renunciar a su poder por voluntad propia.
—Tzuyu, tenemos que hacer que Jungkook lea esto —señalé el pasaje—. Si podemos convencerlo...
No terminé la frase cuando Jungkook apareció en la puerta del sótano, su rostro era una máscara de furia. Pero antes de que pudiera acercarse a nosotras, Tzuyu se interpuso.
—¡Jungkook, escucha! —gritó, sosteniendo el libro—. ¿De verdad quieres seguir con esto? ¿Quieres ser otro peón en el juego de tu familia? ¿O quieres ser libre?
Jungkook se detuvo, su respiración era agitada, mientras sus ojos se posaban en el libro. Aproveché el momento de duda para hablar.
—Jungkook, no tienes que seguir este camino. Puedes ser más que ellos. Si renuncias a este ritual, si rompes el pacto, serás libre. No tendrás que cargar con la oscuridad de tu familia —intentaba llegar a él, apelando a cualquier rastro de humanidad que quedara—. Jungkook por favor, yo de verdad... te... te amo.
Hubo un largo silencio, roto solo por el sonido de la tormenta que comenzaba a rugir afuera. Jungkook parecía debatirse internamente, su mirada estaba fija en el símbolo.
Con un suspiro, extendió la mano para tomar el libro. Lo miró detenidamente, en sus ojos se podía ver el dolor y la resignación.
—No sé si puedo hacerlo —dijo, en voz baja—. Pero... ya no quiero ser esto.
Tzuyu y yo intercambiamos una mirada de esperanza mientras Jungkook comenzaba a recitar las palabras del libro. La atmósfera en el sótano parecía volverse más tensa, como si el mismo aire estuviera cargado de energía oscura, pero algo no estaba bien.
De repente, Jungkook se detuvo y lanzó el libro al suelo, su rostro volvió a estar distorsionado por esa sonrisa siniestra que a penas reconocía.
—¿De verdad pensaron que sería tan fácil? —su voz estaba burlona y llena de desprecio—. No soy tan débil como para romper el pacto por unas palabras en un libro, o por tus ridículas palabras. ¿De verdad me amas, o solo lo dijiste para convencerme?
Sentí que el suelo se hundía bajo mis pies. Todo había sido una trampa, una farsa para hacernos bajar la guardia. Tzuyu dio un paso hacia atrás, horrorizada.
—¡Corre, Hana! —gritó Tzuyu, empujándome hacia las escaleras.
Reaccioné al instante, agarrando el álbum de fotos y cualquier otro objeto que pudiera incriminar a la familia Jeon. Subí las escaleras a toda velocidad, seguida de cerca por Tzuyu. Jungkook nos persiguió, pero logramos llegar a la puerta principal y salir al exterior antes de que él pudiera alcanzarnos.
La tormenta rugía con fuerza, y el viento cortaba nuestros rostros mientras corríamos hacia el bosque...
Esta historia casi llega a su fin. 😅
¿Creen que Hana y Tzuyu logren escapar? ¿Lograrán exponer a la familia Jeon? 👀🤭
Nos vemos en el siguiente capítulo. 😉💕
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