—Debemos apresurarnos... pronto iniciará la tormenta.

—Changmo... debemos sacar una muestra más profunda...por la reciente sequía ha sido imposible conseguir agua.

—Haon basta, ya es suficiente, debemos irnos.

—Este lugar también necesita de nuestra ayuda.

—Lo se, pero no ahora, estamos más profundo, si la tormenta nos alcanza podríamos estar en peligro. Yo sé que quieres hacer todo lo posible por recuperar todos estos lagos  pero nuestra vida es más importante. Haon es hora de irnos.

Los relámpagos empezaron a caer a sus alrededores, los árboles recibían el duro golpe logrando perder alguna pieza de su majestuosidad.

Changmo protegía a Haon con cada paso pero en un descuido, ambos fueron arrastrados por la tierra que se desprendió de lo más alto. Haon gritaba el nombre de su amigo, y este le decía que se sostuviera de algo y se aferrara pero su voz cada vez se escuchaba más lejana.

—¡Changmo!

Sentía su cuerpo siendo golpeado por las ramas, el lodo cubrir cada parte suya y de golpe, un sonido ahogado paso por sus oídos junto con un pitido incesante.

Haon se había golpeado la cabeza con el tronco de un enorme árbol. Su vista borrosa solo la llevo a ver una estela de humo rojo hasta que su cuerpo la hizo caer inconsciente.

Los momentos siguientes solo las voces que escuchaba se sentían lejanas ,ahogadas ,no comprendía del todo que era lo que decían.

—¿Que es?

—No lo se...es demasiado pequeña, es...¿podría ser del clan Zuris?

—Puede ser ,las suricatas no son muy grandes, pero tampoco tan delgadas.

—¿Que hacemos mamá?

—Llevemos la a casa, el frío la matará si la dejamos aquí.

Cortos fragmentos de un lugar cubierto por la nieve era lo que veía cada vez que trataba de abrir sus ojos, la gente que se asomaba al lugar donde ella era transportada y después un lugar cálido.

—Cariño prepara la tina. Debemos bañarla.

—Trajiste a una intrusa.

—Papá estaba enterrada en la nieve y bañada en lodo... posiblemente escapó.

—El rey nos castigará si se entera.

—No lo hará. Él es piadoso, la entregaremos a la corte una vez que se recuperé.

Entre su inconsciencia sentía como el agua tibia limpiaba su cuerpo, como ellas la vestían y recostaba su cuerpo en un lugar cómodo y caliente .

—¿Que te hicieron pequeña Zuri?

—¿Cómo estás tan segura de que es una Zuri?

—Es pequeña y no tiene mucho músculo...los Zuris son así cuando nacen.

La mujer desconocida coloco un ungüento en cada herida causada por las ramas ,rocas y en su mismo intento de salir con vida.

—Descansa...y despierta bien.