Tenemos un problema
Un día normal, como cualquier otro podría serlo, soleado, brisas leves, y una agencia de detectives con habilidades especiales, con un día aburrido.
No era algo extravagante para nada el que no tuviesen misiones para hacer, pues no todo era acción, y hoy era un día donde los papeles eran los principales ocupantes de las oficinas, como tampoco era raro que Dazai, quien debería estar ayudando, estaba tirado en el sofá, leyendo su libro favorito "El Completo Manual del Suicidio" un libro con buenas críticas.
Osamu, quien gustoso de pasar de la cara de Kunikida, se puso unos auriculares que traía siempre consigo, y poder escuchar algo se música relajante, y dormirse un rato, claro, ésto se vió interrumpido cuando una notificación llegó a su celular, y no pudo contener la curiosidad de leerla, cuando pasó sus ojos en la misma, pegó un grito que podrías escuchar hasta el café del primer piso.
- ¿Pasa algo, Dazai-san...? - preguntó preocupado un cierto chico de cabello blanco y habilidad felina.
- Tengo que irme ¡Necesito ver ésto con mis propios ojos! - y sin más rodeos, se levantó de un salto, con todo la intensión a irse - Atsushi - se paró y lo miró serio, quien en respuesta imitó al mayor - Necesito que resuelvas algunos de los papeles que dejé en mi mesa - se lo encargó como la cosa más importante del mundo.
- ¿Otra vez...? - se vió harto - ¿Podría al menos decirme a donde va tan apurado? - resignado a obedecer, preguntó curioso ante tal exaltación.
- A la Port Mafia.
Miró los altos edificios de la mafia, y decidido entró como si se tratara de su propia casa, aunque mucha diferencia no había, pues es que habían reglas estrictas de no dispararle a Dazai, obviamente impuestas por Mori, con esperanza de que regresase a su puesto como ejecutivo.
Cuando llegó al tercer piso, se encontró con nada más y nada menos, que con Black Lizard, quienes lo escoltaron cautelosos pero rígidos hasta la oficina del jefe, que era a donde quería llegar en primeras instancias.
Al estar parados frente a frente con la puerta, Hirotsu tocó la puerta con educación, pero aún algo de fuerza para que sonase, y llamó a adentro, pocos segundos después recibió una positiva de pasar.
- Jefe - habló el mayor pasando primero - Ha venido Dazai Osamu a hablar con usted - Mori enchuecó la cara confundido por tal situación, no se lo esperaba, más tarde le pidió al trío que se retirasen, Dazai le dio tres palmadas de despedida a Hirotsu.
- Heey, Mori, ¿Qué pasa? - saludó pasando a sus anchas.
- No lo sé Dazai, ¿Qué pasa? - preguntó retórico - ¿Qué se te ofrece al pasarte por aquí? - ladeó un poco la cabeza mientras oía los crayones de cierta persona rayar contra el papel - ¿Acaso te aburriste de esa empresucha de detectives, y volviste a buscar un puesto?
- pfff - rodó los ojos levemente molesto - no me hagas reír - aclaró, parándose recto y acercándose más - ya sabes a qué he venido - el mayor, lo miró esperando una explicación, y Osamu al captar ésto, comenzó a hablar - me han llegado rumores de...
Pero antes de terminar de hablar, la puerta volvió a ser abierta, no sin ser tocada con anterioridad como aviso, de ahí pasaron dos hombres de veinte años para arriba.
- Jefe, me ha llamado... - se detuvo en seco al notar la presencia del castaño - ¿Qué hace él aquí? - puso la cara de asco y rechazo más real que tenía, su contrario no se quedó atrás.
- Dazai-san - habló Akutagawa estático, quien era el acompañante del joven ejecutivo.
- ¿No me diga que su llamado está relacionado con éste tipo? - se acercó peligrosamente al lugar del más alto. Chuuya lo inspeccionó de arriba abajo.
- Chuuya, que estamos en público, no me des esas miradas- lo molestó el castaño, obviamente lo había logrado.
- ¿Y tú quién te crees...- nuevamente interrumpidos, la situación anterior, vuelve a tomar lugar, alguien toca a la puerta, y pasa.
- Mori - por la puerta, una hermosa mujer de cabellos rosados, con un atuendo típico del folklore japonés, se hace lugar, para automáticamente clavar sus ojos en el intruso de 1,81 parado frente a ella - ¿Enserio hacia falta? - al igual que Chuuya, lo destierra solo con la mirada, la cual denotaba odio.
- ¿Se puede saber que tanto esconden todos, que nadie me dice? ¿Y qué tiene que ver con Dazai? - preguntó un Chuuya notablemente irritado por toda aquella situación innecesaria.
- Bueno, yo en realidad no lo he llamado - acotó Mori, ante las quejas de su inferior - ha venido él solo, y creo saber a qué. Kouyou, ¿Podrías hacerlo pasar?
Dicho ésto, la mujer, quien solo estaba a la mitad de la puerta, se hace a un lado y deja pasar a un chico de unos 15 o 16 años, y una estatura bastante corta, a decir verdad.
Mientras que Dazai al verlo no pudo contenerse la risa, Chuuya estaba estático, no podía creer lo que estaba viendo frente a él.
- Preséntate, cariño - pidió la mujer dulcemente para que todos terminarán de entender.
- Soy Nakahara Chuuya - respondió el adolescente, quien pasó su mirada en cada persona del lugar, deteniéndose en alguien sospechosamente similar a él.
- ¿Y cuántos tienes?
- 16 años... - comentó avergonzado por ser tratado como un niño de jardín. Se aclaró la garganta, y parándose recto, y con una expresión desafiante, repitió- 16 años.
Dazai echándose a reír, sosteniéndose en sus rodillas, habló - ¡Chuuya! ¡Y yo que pensé que no habías crecido! Vaya que me equivoqué - río más fuerte, el mayor lo miró con toda la repugnancia que podía sentir, seguido a ello, aprovechando su posición, encajó una patada directo en el estómago del suicida.
- Cierra el pico por una vez - y luego de pararse correctamente otra vez, miró al chico frente suya, y preguntó - ¿Que diablos pasó aquí?
- Eso es lo que nos gustaría saber a todos - habló la mujer, tomando al adolescente de los hombros y mirando a todos en la oficina.
- ¿Por qué Dazai-san no lo toca con su habilidad? - sugirió Akutagawa, calmado, a lo que recibió una mirada de odio del mayor, y una de regaño por su superior.
- ¿¿Yo no voy a dejar que lo toque con esas manos asquerosas suyas?? - el pelirrojo achinó los ojos en señal de obviedad.
- Bien servirían para extrangularte, Chuuya - contraatacó el castaño levantando las manos en esa dirección.
- Atrévete.
- Ya te gustaría.
- ¡Por Dios! ¿Cuántos años tienen? ¿Diez? ¡¿Podrían dejar de pelear por una vez?! - Kouyou, ya harta de haber lidiado de con ésto años atrás y tener que volverlo a hacer ahora ante tal situación, que ya de por sí, era estresante. Ambos hombres se pusieron rectos e hicieron caso - Necesitamos encontrar una solución rápido - afirmó la mujer mirando directo a Dazai.
- ¿Qué? A mí ni me miren - guardo sus manos en los bolsillos de su abrigo - vaya Chuuya, desde ese entonces ya usabas ese horrible sombrero - río susurrándole al Chuuya de su época.
- Te juro que si no te callas ahora...
- Por favor, Dazai-kun - pidió un siempre sereno Mori mientras de paraba de su asiento.
Dazai enchuecó la boca, alzó una ceja y ya algo resignado, hizo caso - bien, pero me debes una, Mori, y tú también Chuuya.
- ¿Yo qué mierda tengo que ver en ésto? - cuestionó el mayor de ojos azules cruzándose de brazos.
- ¿Tengo que recordartelo...?- alzó los brazos en dirección al menor junto a Ozaki.
Entonces caminó dirección al recién aparecido, y tocó su hombro activando su habilidad - Indigno de Ser Humano - habilitó. Pero nada sucedió, Dazai levantó una ceja ligeramente confundido, pues realmente se esperaba que fuese una habilidad, aunque en el fondo, tenía sentido que no lo fuese, ya que si ese fuera el caso, probablemente habría afectado al Chuuya mismo, y no creado otro, aunque claro, quien sabe que habilidades hay por ahí.
- Bueno gente - alzó los hombros Dazai - ya vemos que no ha funcionado, ¿No será éste un hijo tuyo, Chuuya? - insinuó Osamu - se parecen tanto.
- Porque soy yo, idiota, claro que me parezco - le pegó ligeramente en la nuca.
- Así que así se resumiría todo... - pero interrumpiendolo, recibió una llamada de su compañero, haciendo que se vaya a una esquina para responder - ¿Kunikida-kun? ¿Qué sucede? Te dije que tenía que sali- pero nuevamente interrumpido.
- DAZAI - pegó al grito, que aún sin estar en altavoz, toda la sala pudo escucharlo. Acto seguido, pasó a explicarle la situación, obviamente a gritos, y exigiéndole que volviera a la oficina, los ojos de Dazai eran dos platos de lo abiertos que estaban.
- ... ¿Qué? - habló por fin Dazai - tú... Tú tienes que estar bromeando - se rascó el cuello nervioso- DIME QUE ESTAS BROMEANDO - nuevamente, todos los mafiosos lo miraron extrañados, el castaños sintió ésto como puñales en su espalda, así que se dió vuelta, y respondió ante todo - voy en camino.
- ¿Qué sucede contigo? - preguntó Chuuya curioso por tal grito que había dejado aturdido al detective.
- ¿Realmente te importa?
- No, de hecho no.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro