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Noche de Halloween


La noche de Halloween recién había iniciado. Los niños disfrazados se despedían de sus padre e iban a recolectar sus dulces en las casas del vecindario; pero la noche de brujas no sólo era para los más pequeños, eso era lo que creía Kagome Higurashi: una joven pelinegra de ojos azules perteneciente a una familia de abogados reconocidos en la ciudad.

—¿Mamá, ya lo arreglaste?. — gritó la chica desde su habitación. Kagome le daba los últimos retoques a su maquillaje de bruja: consistía en labios levemente rojos, sombra de ojos negra, deliniado con forma de telaraña y un suave rubor rosa pálido. Al terminar sonrió y bajó las escaleras con su bolso negro cargado de estampado de calabazas.

—Ya está. — dijo Naomi, la madre de Kagomw, y colocó el sombrero puntiagudo sobre la cabeza de su hija.

Kagome dejó el bolso sobre el sofá y modeló en un espejo que había en la sala. Su vestido ajustado y a mitad de los muslos le quedaba muy bien; mucho más con ese revelador escote de corazón y las finas cadenas blancas que hacían función de tirantes.

—Te ves muy bien. — reconoció la madre.

—Me esforcé bastante en el maquillaje.

—Me hubiera gustado que te disfrazaras de algún personaje un poco menos...revelador. — volteó a ver a su padre, el cual bebía de una taza de café humeante mientras veía la tele.

—Las brujas sexys están de moda. — sentenció con una sonrisa.

La puerta principal fue abrida por Sota y por ella entró un albino de tamaño gigante. Sesshomaru se guardó las llaves del auto en el bolsillo y al terminar miró hacia Kagome. Sus labios que antes formaban una fina linea de seriedad, moldearon una pequeña O de sorpresa e impresión.

—¿Te gusta?. — le dijo Kagome. Se acercó a él y le plantó un beso en los labios.

—Así no vas a ningún lado, Kagome. — le dijo él. —¿Qué eres? ¿Una mujer de barrio bajo?. — inquirió el llevándose un caramelo que había encontrado sobre la mesa.

—Soy la bruja Kagome. — sonrió la pelinegra mientras se ponía las manos en la cintura. Caminó hacia atrás y recogió su bolso, besó las mejillas de su padre y hermano y se llevó a su novio hacia afuera de la casa. —¿A dónde iremos?.

—Mmh... — murmuró mirando el cielo estrellado. —A la casa embrujada.

Miró a su novia y sonrió: conocía el motivo de esa cara de miedo. Desde pequeña; sus abuelos se encargaron de asustarla lo suficiente contándole entañas historias de esa mansión abandonada. Desde espeluznantes fantasmas hasta los más terroríficos monstruos peludos habitaban esa casa. Tragó grueso mientras se aferraba más al brazo de su pareja.

—No quiero ir. Me da miedo. — dijo con un suave y miedoso hilo de voz.

—¿No me dijiste hace una semana que querías hacerlo en Halloween? Esa casa es un buen lugar. — dijo él mientras el brazo sobre los hombros de la contraria y la pegaba más a él.

—Sí dije eso pero imaginaba el cementerio o algún hotel. Jamás creí que se te ocurriría ese lugar.

—¿Podrías pensar lo terroríficamente excitante que sería si follaramos ahí?. — al ver la cara de duda de su amada; besó su frente y le quitó el sombrero negro. —No voy a obligarte. — se colocó el sobrero sobre la cabeza y le sonrió.

—Gracias. — ella le devolvió la sonrisa.

—Tengo paletas de diferentes sabores.

—Dame.

Sesshomaru se metió una mano en uno de los bolsillos delanteros y sacó tres paletas de direfentes colores. Kagome escogió la roja y sonrió como niña al tener el dulce. Estando casi al abrir el plástico se dio cuenta de que no era un caramelo; sino un condón con un palo de paleta clavado. El de ojos dorados comenzó a reír y Kagome, un tanto enojada, le metió el supuesto dulce en la boca.

—¿De dónde sacaste eso?. — le preguntó ella contagiándose de la risa de su novio.

—Encontré la idea en Google y decidí hacerte una broma. — Kagome río. —¿Dulce o travesura?.

—Dulce. — le dijo ella. Se acercó a sus labios poniéndose de puntitas y lo besó. —¿Sabes qué? Vallamos a esa casa, sí.

—Esa es la actitud de toda una bruja.

Caminaron sonrientes por la calle plagada de niños y adultos disfrazados. Ambos iban tomados de las manos como toda la pareja de tórtolos que era.

—Por cierto, ¿que no ibas a disfrazarte también?. — le preguntó ella.

—¿Mmh? Vengo disfrazado.

—Sesshomaru, unos jeans negros y una camisa con una calabaza dibujada no es un disfraz: es una estupidez.

—Suficiente tengo con estar soportando ese disfraz tan erótico. Además no sabía de que disfrazarme. — torció un poco la boca.

—Puedes haber venido de fantasma o sacerdote. Hasta pudiste haberte disfrazado de gatito. — sonrió ella.

—Pude. No quise.

—Pero...

—Este es mo disfraz de mí y ya. — sentenció y le cubrió la boca con un chocolate que había recogido sobre una mesa.

Casa embrujada

Abriendo apenas las viejas puerta de la mansión comenzaron a devorarse a besos. Las puertas hicieron un escalofriante sonido al cerrarse que hizo que Kagome se asustara un poco. Todo pizca de miedo que le quedase fue eliminada por las manos de Sesshomaru agarrando por el trasero, alzándola y pegarla a una pared.

—Desesperado. — dijo Kagome, sonriendo al sentir ese bulto entre sus piernas.

—Me tienes así desde que te vi con eso por si no lo sabes. — la calló a besos.

Delicadamente las manos masculinas fueron retirando el vestido y dejándolo caer al suelo. Los senos de Kagome brillaron con la delicada luz lunar que lograba colarse por el techo. Kagome no se quedó atrás y como si fuera una bestia le sacó la camisa al contrario; casi destruyéndola al hacerlo, y posó sus manos en su pecho. Las pequeñas manos femeninas fueron bajando por el abdomen hasta llegar al botón del pantalón. Esta vez deshizo la seguridad del botón con más calma y bajó la cremallera; quedando ambos con una sola prenta interior.

Sesshomaru dejó el cuello de Kagome y la cargo para llevarla a un lugar un poco más cómodo. La azabache aprovechó y mordió la unión del hombro y el cuello como felina; dejándole una marca de dientes y colmillos muy notable.

—Casi me provocas el éxtasis con esa mordida... — susurró él en su oído. Kagome rió y se dejó acostar sobre una superficie algo suave.

—Ya tenías esto preparado. — sonrió.

Sesshomaru fue dejando un camino de besos por la figura femenina. Humedeciendo sus labios fue besando sus pechos; mordiendo suavemente los pezones en el acto, y continúo dejando ese delicado rastro mojado hasta posicionarse en la intimidad de Kagome.

—Vine ayer con Miroku. — respondió. Retiró la tanga de encaje negro y comenzó con el oral.

Kagome al sentir la legua de su amado en su interior no pudo evitar gemir de placer. Llevó sus manos a las largas hebras platinadas de su novio y tiró de ellas suavemente. La lengua de Sesshomaru pasó sobre mojados pliegues hasta el clítoris y ahí mordió ese rosado punto. Se puso de rodillas sólo para sacarse el bóxer y liberar esa erección.

—Recuérdame aprender a hacerte orales. — dijo ella tomándolo de las mejillas y hacercándolo a ella. Sesshomaru la besó apasionadamente; ligando saliva con el sabor salado y dulce de los jugos de Kagome.

—Lo haré. — de debajo de la alformbra sacó un preservativo y lo abrió con los dientes. Pasó la protección por su miembro y al estar correctamente puesto entro en Kagome. —Oh...joder...

—Ah... Más... Más...

Ante las súplicas de Kagome las embestidas fueron aumentando. Rápidamente el sudor fue cubriendo los cuerpos de ambos amantes; dándole un punto más erótico al momento. Kagome llevó las manos a la espalda contraria y arañó la zona. Lejos de sentir dolor alguno; Sesshomaru bajó un poco la cabeza y chupó ambos pezones nuevamente. El sonido acuoso de la vagina de Kagome al ser penetrada cada vez era más claro y perceptible.

Las penetraciones fueron aumentando cada vez más; sintiendo ambos el final a punto de llegar. Kagome cambio de posición, colocándose sobre Sesshomaru, y continuando y sintiendo el acceso mucho más adentro.

—Sesshy estoy...apunto.... — gimió y jadeó la azabache.

—Córrete, hermosura. Es el único dulce que quiero en este Halloween.

La sonrisa traviesa de Sesshomaru provocó el orgasmo de Kagome. Segundos luego él también se dejaba llevar por el estrecho de las paredes vaginales de ella. Kagome se dejó caer sobre el pecho de su novio; jadeando y riendo suvemente. Sesshomaru retiró su miembro de la deliciosa cavidad de su novia, envolvió el condón y lo tiró muy lejos.

—No siento las piernas... — dijo ella recuperando por completo el aire.

—Fueron los fantasmas. Ellos te comieron los músculos. — bromeó él robándose un beso.

—Con ese pelo blanco serías el fantasma perfecto. — ella sonríe sobre sus labios.

Sesshomaru fue el primero en levantarse y ayudarla a ella hacerlo. Fueron a donde estaban sus cosas y poco a poco se volvían a poner la ropa. Cuándo ya Kagome tenía su vestido puesto y Sesshomaru los jeans, la puerta fue abierta. Sesshomaru escondió a Kagome detrás de él mientras veían como el sheriff del pueblo revisaba la casa con una linterna.

El oficial se alejó un poco y esa fue la oportunidad que ambos tomaron para escabullirse y correr del lugar. Estando lejos se les escuchaba reír a carcajadas mientras corrían tomados de las manos.

—¿Mm? ¿Y esto?. — el hombre vestido de oficial se agachó y en sus manos agarró un sombrero de bruja. —Lo llevaré a la comisaria. De seguro algún idiota dejó esto aquí de travesura.

Lo que el sheriff no sabía es que ese pequeño sombrero negro pertenecía a la misma chica que besaba apasionadamente a su novio frente a un cementerio.

—¡Te amo, Sesshomaru!. — grito ella a toda voz.

—No haré esa ridiculez. — dijo él cruzando de brazos y sonriendo.

—¡Vamos! Es divertido. — lo alentó ella. — el peliblanco de 1.85 metros tomó aire y exhaló en un grito muy escandaloso.

—¡Te amo, bruja Kagome!.

Ella rió abrazándolo fuertemente. Él le besó toda la cara, manchándose un poco con el maquillaje.

The End
🎃

Holiwis ^^ lamento la inactividad. Siempre que estoy desocupada y puedo escribir, no puedo porque me surge algo.

Con el mayor de los esfuerzos terminé este pequeño One-Shot para ustedes. Así disfrutan el Halloween con un pedacito mío en su mente.

Los amo babys! Feliz Halloween! 🎃

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