Sentí mis piernas flaquear en el instante que sus tiernos labios posaron sobre los míos. Fue algo inmediato, mi cuerpo estuvo a punto de desmoronarse...

El alarido de los fanáticos fue lo único que me mantuvo consciente, no esperé tal acción por parte de la chica bajo la piel de White.

¡Lo peor, fue que fuimos el principal atractivo de las cámaras durante más de veinte minutos y justo en el beso, hasta casi el doble de personas se pelearon para capturar el mejor ángulo!

Ella soltó su agarre y me dejó ir. En la parte más profunda de mi ser ansiaba que aquel “incómodo” —es decir ¡jodidamente incómodo— momento no acabase.

Había dado mi primer beso. ¡Y nada menos que con la hermosa White! Bueno, o una chica disfrazada de ella...

Se acercó cautelosamente a mi oído y me se susurró ante el suspirar de los fanáticos.
—Vamos al café, los fans se están pasando de la raya. Te invitaré un latte si me acompañas. De veras me duelen muchísimo los pies.

Mi rostro enseguida enrojeció. Digamos que no he tenido mucha suerte con las chicas en tiempos anteriores. Esta no era la excepción.

Al separarse de mí, tuve una mejor apreciación de sus cautivantes ojos azulados. Su rostro se comprimía en una amplia y pícara sonrisa de oreja a oreja. ¿Cómo podía estar con tanta naturalidad si acababa de besar a un completo extraño en medio de un mar de gente y flashes por doquier?

—¿C-café? —confieso que cuando me pongo nervioso comienzo a tartamudear de manera descontrolada.

—Sí, café —ella arqueó de manera tierna su ceja derecha mientras ponía ambas manos en sus caderas —. Ya no te lo tomes para tanto, solo fue un simple beso.

—Y-yo...

—Sí, lo sé. Lo supuse. Te he robado tu primer beso —reprimió frunciendo los labios arqueando levemente la comisura de éstos.

Había llegado a la conclusión de que soy demasiado evidente o ésta chica en serio era una bruja o adivina.

Me tomó por una muñeca y me fue arrastrando entre la multitud que suspiraba alegre al vernos con tantas similitudes a los personajes del mismo manga. En cuestiones físicas y psicológicas. Debo decir que esa chica era idéntica a White en varios sentidos.

El café del lugar no se encontraba muy lejos de allí y aunque la gente no dejaba las cámaras de lado al vernos pasar, ya no nos molestaban como hace cinco minutos. Como que se hubieran dado cuenta que necesitabamos un breve descanso para conocernos mejor.

Ella apartó una mesa y me dijo que esperara un momento para ir a tomar la orden. Obviamente no iba a permitir que una chica tan agradable como ella me invitara a tomar algo. Yo y mi cabeza dura e inconsciente sobre las reglas de la etiqueta y cortesía.

De mi bolso azul característico de Black saqué un billete de cinco dólares, iba a devolverle lo que me comprara.

Al cabo de quince minutos, la chica regresó con un vaso grande de milkshake en su mano derecha y un pastelillo con decorado de grageas de colores en la otra. Se sentó frente a mí dándole un largo sorbo a su bebida helada con una sonrisa de agrado.

Al sentir mi incómoda y fija mirada sobre ella, abrió los ojos como platos y desvío la mirada algo intimidada. Luego dejó el milkshake para continuar con el pastelillo. —¿No vas a pedir nada?

Vaya que soy un idiota. Un idiota que se ruboriza por todo lo que le sucede si tiene que ver con el sexo opuesto.

—E-enseguida vuelvo... —murmuré ocultando mi rubor en mi chaqueta mientras agarraba el billete de un zarpazo y me alejaba hacia el mostrador.

Juro haber oído una pequeña risilla a mis espaldas.