Tengo que admitir que me alegro haber traído algo de dinero extra a la convención. Realmente me sentí algo incómodo. Por suerte me alcanzó para un café y una dona.

La preguntas de Bianca me arrollaron como un camión de carga a toda velocidad. Estoy más que seguro que ella debió de ganar todos los concursos de trabalenguas en la primaria. No se le enredaban para nada las palabras. En mi mente respondí cada pregunta que salió de su boca sonriente y me extrañé ante su sonrojo inesperado.

Respondí con algo de duda tratando de no tartamudear de nuevo como si diera una exposición en clase. Debo confesarlo, sufro de pánico escénico. Le comenté acerca de mi fanatismo sobre White y Black y el porqué escogí a Black como mi personaje de cosplay.

Su rostro se encogió en uno de asco y sorpresa, lo que me resultó algo extraño. ¿Dije algo malo o inapropiado?

—¿Sucede algo? —me atreví a preguntar.

—No es nada... —sus mejillas volvieron a colorearse de aquel dulce color frambuesa.

Con toda la vergüenza que tenía encima de mis hombros, logré preguntarle ante la oportunidad de pronunciar palabra. —¿Y tú, por qué escogiste a White?

Sus ojos azulados se abrieron de par en par ante la pregunta. Su boca se dibujo una "o" diminuta mostrando sus dientes blancos haciendo el sonrojo más evidente. Justo antes de responderme, prestó atención a su bolsa rosada que estaba vibrando. De ésta, sacó su celular y contestó la entrante llamada que al parecer era de su madre.

Al terminar la breve conversación, se dirigió a mí con una sonrisa reservada y un sentimiento de tristeza. —Mi mamá llamó. Dijo que ya era hora de que regrese a casa. Tengo unos cuantos asuntos pendientes...

Fue por instinto, ni siquiera lo medité. Simplemente solté mis palabras.

—Te acompaño hasta tu casa.

Su sonrojo desapareció dando paso a un gesto de sorpresa. El avergonzado en ese momento pasé a ser yo.