Dime quién "realmente" eres
No logré evitar reírme por su tierna actitud. Pobre chico, de seguro había pasado mucho tiempo encerrado en su habitación viendo anime y manga.
—¡Biiiiiaaaaancaaaaa! —susurró una voz en mi oído causando que me zumbara con fuerza.
Emití un leve grito ante la sorpresa, solo para encontrarme con el gesto burlón de mi mejor amiga mientras acomodaba uno de sus mechones rubios detrás de la oreja. En sus manos cargaba dos paquetes plásticos, ya había hecho las compras sin mí.
—Debido a que estuviste al cien por ciento ocupada en tus "asuntitos" —recalcó la palabra haciendo comillas con sus dedos —, he decidido comprar los kigurumis yo misma —. Dicho esto me lanzó uno de los paquetes directamente a mi regazo. Inmediatamente lo revisé, como siempre ella nunca se equivocaba si de mis gustos se trataba.
—Lydia, yo lo... —traté de disculparme.
Ella interrumpió mis palabras colocando su mano en señal de alto. —Ahórratelo. Solo prométeme que haremos una piyamada pronto y que saldremos como unas retrasadas con los kigurumis puestos.
Eso me hizo sonreír de alegría. —¡Obvio mujer! Para eso eran pues.
—Más te vale. No quiero que me consideren una loca por toda la ciudad.
—Igual si nos ven usando estas cosas a las dos nos creerán locas —declaré alzando los hombros en una expresión de obviedad.
Ella se cruzó de brazos y se acomodó sus anteojos de manera cómica. Mucho anime XXX yaoi le estaba pudriendo el cerebro. (Y por eso es que la amaba). —Mejor que nos crean a ambas que solo a una.
—Lydia, te amo y a la vez te odio —le respondí frunciendo los labios —. Y dime, ¿A que hora nos vamos de aquí?
—Tú estás super ocupada con Black y los fanarazzi —Lydia tenía una facilidad para inventar palabras imbéciles extraordinaria —, así que yo no pienso molestarte ningún segundo más. Yo simplemente voy a retirarme lentamente...
Dió dos pasos hacia atrás al sentir como mi aura se volvía agresiva y maligna. —¡¿Cómo?! —aquella voz parecía salida del mismo infierno.
—¡Matanga dijo la changa! —gritó huyendo de mi perímetro de ataque alejándose entre la multitud.
Yo simplemente apreté los puños y le profanaba todo tipo de insultos a esa enana. Estaba cien por ciento decidida de que la próxima vez que se presente frente a mí, la iba a torturar peor que las yanderes de los anime gore. (Deberían rezar por la pobre).
Al cabo de unos minutos, Black regresó con un latte y una dona de fresa con chispitas de chocolate. Buena combinación de sabores.
Se sentó en silencio dándole una mordida a su dona mientras combatía con mi mirada golosa a su dulcecito.
Soy una persona que simplemente adora comer todo lo que se presente en la mesa. Nadie podía controlar mis grandiosas ansias de comer dulces o helados.
Lo mejor era dejar de pensar en aquello mediante una conversación aleatoria. —Y dime, luego de esta extraña manera de conocernos, ¿Cuál es tu nombre?
Dejó de comer y me miró con sorpresa. A mi se me hacía agua la boca por la dona. Si vuelvo a comer como una cerda, tocará volver al gimnasio en mi tiempo libre y como yo soy tan perezosa...
—Matías —respondió antes de acercar el último trozo del dulce a su boca.
Se detuvo con brusquedad y admiró mi rostro de cachorro suplicante oculto tras la viscera de mi gorra. Sin pensarlo dos veces, me ofreció el trozo sin ni siquiera mirarme ni dirigirme la palabra.
Era un lindo gesto de su parte. La dona realmente estaba deliciosa.
—Soy Bianca. Resultó muy extraño tener que conocernos de esta forma. Lamento haberte robado así tu primer beso, aunque no es tan grandioso como muchos piensan —declaré haciendo hincapié a las películas juveniles románticas y a los animes shōjo que solía ver cuando era más joven, los cuales me ponían el mundo alrededor del amor.
Pero igual, luego de enfrentarme cara a cara con el mismo Cupido, descubrí que eso que a todo mundo le encanta es una reverenda mierda.
—Un placer —eran muy tímidas sus respuestas, como si ya estuviesen planificadas en su dico duro. Era como si le estuviera hablando a un robot o una computadora.
—Dime, ¿Que te llevó a disfrazarte como Black? ¿Te gusta su actitud? ¿Su carisma? ¿Leíste todos los capítulos de Pokemon Black and White? ¿Quién es tu personaje favorito? —comencé a abarrotarlo con preguntas del mismo calibre que una balacera.
Me dí cuenta de mi error y detuve mi lengua. Él solo me observaba con un rostro algo insulso mientras jugueteaba con sus dedos algo nervioso.
Suele pasarme. Cuando me emociono mucho comienzo a disparar preguntas seguidas, causando que quién me escuche se maree de tanta palabrería y me deje en media conversación.
Así me pasó cuando le creí las mentiras de Cupido. Solo estaba inmersa en mi mundo de fantasía y felicidad. No me daba cuenta de la hipocresía de las personas.
En cambio, Matías era diferente. Los nervios en sus ojos eran más que apreciables, pero por otro lado podía sentir su inmensa atención hacia mí.
—Me vestí de Black porque es uno de los pocos personajes con quien me siento identificado. Además, amo el Chesssiping —dudó en continuar o no, se frotaba las manos —. Adoro a White, es mi personaje favorito y esperaba encontrarme a alguna chica disfrazada de ella aquí, en esta convención.
Ahora si me resultó incómodo.
—Oh vaya...
No quiero imaginarme que pudo haber sucedido por las noches bajo sus sábanas.
Realmente me compadecí de la pobre White.
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