Oye Black...

Han pasado más de dos días y aún no despiertas. Realmente me duele verte recostado sobre esa cama lleno de moretones y vendajes. Es estresante ver como el cortejo de doctores y enfermeras entran y salen de tu habitación cada hora. Déjame serte honesta, lloré por tí. Y sí, no me avergüenzo de decírtelo. Es más, me siento orgullosa de haber llorado por alguien que realmente si me dió todo, incluso la vida, con apenas habernos conocido esa misma tarde.

No tengo palabras para agradecerte lo que hiciste por mí, eres digno de admirar Matías. Y sí, lo digo con tu verdadero nombre. Fue una gran elección de que hayas adoptado a Black como tu cosplay. Ustedes dos se parecen. Mejor dicho, son casi iguales.

Tengo algo que decirte algo Black y realmente me hubiera gustado habértelo dicho en persona...

La emoción de aquel momento hizo que me aferrara del lateral de la cama y sacara las sábanas del colchón. Había apretado tan fuerte los labios que me mordí el inferior con el canino; la sangre rodó por mi barbilla haciéndome parecer un vampiro luego de un buen banquete.
Me emociono por ella, y siempre lo hacía.

¿Quisieras ser parte de mi agencia?

Tal vez a muchos les parezca estúpido aquello, pero para mí eso era más que suficiente. Recordé el viejo manga de Pokémon cuando sucede lo mismo que acababa de ocurrir, dando comienzo al amor entre Black y White, por lo que claramente llegamos a la conclusión de que se me había declarado por una carta.

Y no era White, era Bianca la emisora de aquellas palabras escritas sobre el papel fucsia.