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CAPÍTULO 15

Sus oscuros orbes se encontraron con los de ella cuando se giró a verla. Por un par de segundos, que le parecieron interminables, intentó encontrar su propia voz para decir algo, pero no funcionó. No pudo dar con ella, ya que esta había sido ahogada por esas cuatro simples palabras que soltó la chica con tanta naturalidad y odio, que hasta consiguieron erizarle el vello de la nuca.

"Mató a mi madre"

Era algo complicado de asimilar de forma inmediata y hasta un poco difícil de creer para cualquier persona. Sin embargo, HoSeok, ya había tenido el honor — o la desgracia — de conocer al padre de Emily, por lo que el trabajo de creer las palabras que acababan de salir de la pequeña boca rosada, no era tan complicado después de todo. El hombre de por sí, parecía un mafioso — si es que no lo era ya—, por lo que atribuirle un homicidio era algo muy fácil de hacer en los pensamientos del chico.

Con los labios entre abiertos de manera inconsciente, dejó que ella volviera a su tarea de cepillarle como si no hubiera dicho nada. Emily rompió el contacto visual entre ambos, dejándole en la memoria una expresión facial suave que no podía combinar bien con lo que acaba de decir. En un profundo mutismo lleno de estupefacción, HoSeok se hundió en sus propias cavilaciones mientras su cabeza se llenaba de preguntas sin respuestas. Como si de una plaga se tratasen.

Si hace unos días creía él creía que convencer a Emily de volver a hablar con su padre era una mala idea debido que ese tema parecía fastidiar mucho a la azabache, ahora, el siquiera pensar en hacerlo, le causaba un gran repelús.

"Quiero que convenzas a mi hija de hablar conmigo. Quiero que Emily vuelva a casa y tú... Me ayudarás con eso"

Su mandíbula se tensó de manera automáticamente al oír esa voz en su cabeza y, los de dedos de su mano sana, formaron un puño arrugando su pantalón de buzo.

¿Podía hacerlo ahora que sabía aquello?

¡Por supuesto que no! ¡Él tipo mató a su madre! ¡Era un bastardo y no se merecía que Em volviera a su lado!

Lo que la chica le acaba de decir la muchacha era una razón más que valida para querer alejarse de un tipo como él y HoSeok, no pensaba intentar convencerla luego de eso.

«Que te jodan. Maldito hijo de puta»

Cerró los ojos aspirando con pesadez en el instante en que la imagen del sonriente rostro de su hermana, aparecía en su mente. Con su corazón contrayéndose por el dolor que le causaba el ser consciente de que no solo su hermana perdería tan importante oportunidad de estudio, sino que también su familia tendría que despedirse de una ayuda económica tan grande, se lamentó y disculpó en silenció porque ya ni siquiera lo meditaría más. Ahora estaba más que seguro de qué camino tomaría, y sería al lado de la hermosa chica de ojos pardos.

«Los amo, pero no puedo obligar a Emily a hacer algo así. Ni siquiera puedo intentarlo»

HoSeok abrió los ojos cuando los largos dedos de Em, comenzaron a acariciar su cabeza como si de un cachorro se tratase, jugueteando con las suaves hebras oscuras. El moreno se encontraba tan perdido en sus propias cavilaciones que ni siquiera, se había percatado de la confortable sensación de sus dedos deslizándose por su cuero cabelludo.

Se dedicó a disfrutar en silencio lo que ella le regalaba, saboreando el pacífico momento en el que se encontraban envueltos. Pasó saliva con pesadez y, tras ser capaz de hallar su voz, se obligó a sí mismo a decir algo, a pesar de ser consciente de que las palabras, muchas veces, no aliviaban el dolor. Pero era una costumbre muy arraigada el dar las condolencias a los demás cuando han perdido a un ser querido. Era algo moral que le habían inculcado desde pequeño y no podía no hacerlo.

— Lamento tu perdida — murmuró con pena, incapaz de alzar mucho la voz dado que una parte dentro de él, quería cuidar lo más posible aquel ambiente tranquilizador.

Ella, simplemente, ladeó la cabeza al lado derecho con sus ojos brillando de una manera peculiar que el chico no era capaz de admirar.

Silencio y quietud. Eso fue lo que recibió como respuesta el universitario.

«Tal vez quiere llorar» Pensó y se preparó mentalmente para consolarla. Pero Em no lloró, en cambio, volvió a acariciar su cabeza mientras una nostálgica sonrisa curvaba sus rosados labios.

Jung tradujo su acción como un "gracias" y sonrió también. Su mano sana subió hasta encontrar la de ella y, sin pensar en que el gesto le podía molestar o no a la azabache, besó el dorso de esta cuando la acercó a su rostro.

— Tengo curiosidad, Emily — Ella se movió para entrar en su rango de visión y alzó una ceja, invitándolo a que preguntara lo que rondaba por su cabeza. — Si no vives con tu padre y tu madre falleció, ¿dónde vives? ¿Dónde pasas la noche?

Lo único que recibió como respuesta fue una sonrisa. Una respuesta que, en realidad, no le aclaraba nada y que lo hizo pensar que volvía a los inicios, en donde ella disfrutaba hacerse pasar por un mudo.

— Eso no me responde nada, Em...— canturreó, arrugando el entrecejo con fastidio. Él se había percatado que con el pasar del tiempo, Emily fue comenzando a hablar más y lo asimiló a que ya confiaba en él, por lo que le chocaba un poco cuando volvía a su roll de chica misteriosa y muda.— ¿Has pensado en ser mimo? Estoy seguro de que se te daría genial.

Em rió y HoSeok lo anotó como otra victoria a su tabla imaginaria.

— Me tengo que ir.

— ¿Tan rápido? — preguntó el moreno, formando de manera involuntaria un puchero entretanto ella asentía. — Hum... no parece justo, pero supongo que no te puedo obligar a quedarte conmigo, ¿me ayudas a volver al sillón?

— Nop — respondió juguetonamente, simulando que se iba y consiguiendo que la expresión de HoSeok cambiara a una de asombro y preocupación.

«No me dejará tirado aquí... ¿verdad?»

— ¡Yah, no me puedes dejar aquí! ¡Ten piedad que estoy inválido! — exclamó, viéndola con los ojos abiertos a toda su capacidad y con una mueca de total indignación bañando su cara.

La muchacha rió nuevamente y negó, regresando a su lado y ayudándolo a colocarse de pie para volver al sofá.

Lo depositó con cuidado entre los blandos cojines y le acercó el mando de la televisión.

— Gracias por toda tú ayuda, Emily.

Se encogió de hombros, dándole a entender que en realidad no era nada y se quedó ahí, de pie junto al sofá con las manos ocultas en los bolsillos de sus jeans mientras se tambaleaba de atrás hacia adelante. Como si estuviera esperando algo.

— Bueno, supongo que este es el adiós... A no ser que quieras sentarte conmigo a ver un poco de televisión. Hay un programa llamado La teoría del Big Bang que me... — Se calló al ver como ella negaba. — Oh, bien...

— Adiós...— murmuró, dando un paso, como si en verdad, no quisiera hacerlo. Vio la manera en que ella se mordía con potencia el labio inferior, como si se estuviera debatiente algo mentalmente para después, simplemente marcharse.

— ¡EM! ¡No es necesario que salgas por la ventana! ¡La puerta también...! — Inhaló con fuerza en el momento en que Emily apareció nuevamente detrás del sillón e, inclinándose sobe el respaldo, lo tomó por las mejillas para depositar un dulce y casto beso sobre los labios de HoSeok. El beso no duro más que un par de segundos y fue algo básico y hasta infantil. Un simple choque de labios que consiguió que los colores se le subieran al rostro a HoSeok y que el corazón, le latiera desbocado dentro de su caja torácica. De la misma manera en que Emily había conseguido alterarlo con sus alocadas aventuras en el pasado, pero, esta vez, con un sabor diferente. Ahora su corazón no latía por estar siendo perseguidos por algún loco en camioneta o porque la chica lanzara alguna bomba a alguna tienda de conveniencia, sino que se debía al dulce toque de los labios de la muchacha que consiguieron hacerle ver fuegos artificiales por todos lados. — Funciona...— balbuceó de forma estúpida, sumido en un estado de shock cuando la azabache se alejó luciendo una brillante y traviesa sonrisa que HoSeok, guardó en su memoria de inmediato para poder revivir la imagen más tarde, mientras se encontraba recostado en su cama sin poder conciliar el sueño por culpa de la azabache y de los dolores que lo atormentaban.

Goodbye.

Y se fue.

¿Uso la puerta para salir? Jung no tenía la menor idea. Se encontraba demasiado aturdido que apenas y si, sabía que la chica ya no se encontraba en la casa.

Una sonrisa de idiota rompió en sus labios entretanto sus dedos, tocaban la misma zona que tocaron los labios de Em y que, ahora, cosquilleaban con el solo recuerdo de su calidez.

«Puede ser... Que me guste un poco Emily» Admitió en su mente, con las arrolladoras ganas de levantarse a bailar como lo haría un completo bobo para festejar lo sucedido, pero sin poder hacerlo gracias a su actual y penoso estado físico.

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