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CAPÍTULO 08

«Jeon JungKook, Jeon JungKook, Jeon JungKook... » Ese nombre era lo único que se repetía una y otra vez, en su mente, fastidiándolo de sobre manera.

De reojo, dio un vistazo a su lado izquierdo, encontrándose con el chico que parecía haber sido sacado de una revista de millonarios jóvenes. Estaba totalmente concentrado en su consola DS jugando Iron man 2 mientras que Emily, dormía profundamente sobre su hombro izquierdo con los audífonos puestos. Apretó lo mandíbula molesto. No estaba seguro que le molestaba más, si la imagen que acaba de ver o la presencia de aquel muchacho sentado junto a él, mismo que días atrás intentó partirle la cara por un mal entendido que ni siquiera le dejó explicar.

El mundo daba muchas vueltas, y a HoSeok nunca se le pasó por la cabeza que, en una de ellas, terminaría viajando a otro país con el mismo sujeto con el que por poco, termina en un confrontamiento físico. Le fastidiaba JungKook. Mucho. Y a pesar de que en un inicio creyó que su rechazo hacia él no era capaz de aumentar, el joven le sorprendió con una faceta nueva que Jun denominó como guardaespaldas de Emily o perro faldero, ya que la acompañaba en todo momento y se encontraba presente en cada conversación. Solo faltaba que entrara al baño con ella para ponerle broche de oro al asunto y sacar de quicio a HoSeok.

Dios, ahora se arrepentía de haberse rendido a las constantes suplicas de sus amigos para asistir a Real life Tokyo Drift con ellos. Pero, en su defensa, cuando dijo que sí, lo hizo imaginando que solo serían sus amigos y Emily. Jamás se le pasó por la cabeza que aquel chico de cabellos castaños con tatuajes decorando sus brazos, fuera a ir con ellos en aquel viaje.

«Estúpidas vueltas de la vida»

Bufó molesto. Se acomodó en el asiento del avión, estirando sus piernas, y desvió la mirada a la corrida de tres asientos a su lado derecho, topándose con la imagen de Jimin y TaeHyung disfrutando en silenció de una película. SeokJin, por otra parte, se encontraba jugando con su móvil al lado de los chicos y en la corrida de atrás, sentado junto a dos extraños, se encontraba YoonGi durmiendo profundamente sus audífonos y mascarilla negra puesta.

Aburrido, pero agradecido de tener todos sus deberes universitarios casi al día como para tomarse esa libertad de viajar, tomó su mochila y decidió que lo mejor sería perderse un rato en la lectura mientras esperaba a que aquel eterno viaje, finalizara de una vez por todas.

Se encontraba ansioso de poder pisar por fin tierras japonesas y abandonar ese estúpido asiento a un lado del estúpido de JungKook.


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— Parece que alguien está de mal humor.

— Lo debió haber picado ese pequeño bichito llamado celos — dijo Jimin en susurros a TaeHyung, siguiéndole el juego que tenía como claro objetivo fastidiar aún más a un ya molesto HoSeok. Ambos chicos rieron con ganas al ver la cara de enfado que les envió su hyung y corrieron como niños pequeños a esconderse detrás de la fornida espalda de Jin, quien se había perdido de la escena por ir conversando con el famosos JungKook.

Bufó sonoramente e ignoró a los dos muchachos.

¡Por supuesto que estaba molesto y no era para menos! ¡¿Por qué diablos Emily y Jungkook debían compartir habitación?! ¡Ella era una chica y el un chico y....! ¡¡SIMPLEMENTE NO ERA CORRECTO!! HoSeok no conocía a Jungkook y no se le era posible confiar en él, en lo absoluto. Jeon podía ser alguien amable con carismático con sus amigos, pero él vio su otro lado. Su lado agresivo y no le gustó para nada. ¿Y si en la noche a él se le ocurría hacer algo más que dormir con Emily?

No, simplemente no lo podía aceptar. Le enfermaba el solo pensar en ello y, la molestia empeoraba, cuando se daba cuenta de que era el único en aquel diminuto grupo que pensaba así. Ya que todos los demás parecían estar bien con la idea de que ambos durmieran en el mismo cuarto... ¡Hasta SeokJin! El chico "Eso no es correcto... " que siempre los sermoneaba por todo.

«Se nota que ninguno de ellos tiene una hermana menor»

Ya en el cuarto, sentado en la orilla de la cama con la mirada perdida en la nada, sintió como una mano se posó en su hombro, llamando su atención. Se encontró con el rostro apacible de Jin, quien parecía ser el que más comprendía su situación emocional en estos instantes a pesar de no decir nada en voz alta.

— Oye, ¿no has pensado que JungKook podría ser su hermano mayor o quizás hasta su novio? — preguntó, intentado apelar a su lado racional.

El mayor no quería lastimar a su amigo destruyendo sus esperanzas. Pero, abrirle los ojos al moreno a las posibilidades existentes, le parecía lo mejor a que el chico fuera de cabeza contra una muralla llamada realidad y se destrozara.

«¿Hermanos? Pero si no se parecen en nada»

— No son hermanos.

Todos miraron a YoonGi, el cual se veía muy concentrado buscando algo en el interior de su bolso de mano.

— ¿Hermanastros? — trató Jimin, dejándose caer en la cama de HoSeok y rebotando.

— Tampoco — Negó, muy seguro de sus palabras sin dejar de hacer su trabajo y consiguiendo que todos fruncieran el entrecejo.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso?

— Porque hablé con él en la cafetería del aeropuerto. No lo digo para hacerte sentir mal, Hobi — Su mirada felina y sería se encontró con la suya. — Pero creo que lo correcto es que no te engañes a ti mismo creyendo que aquel chico no tiene ninguna intención romántica o física con Emily. Sé que no son novios, pero no sé cuánto durará aquello. Así que, si pretendes hacer algún movimiento con ella, es mejor que lo hagas pronto antes de que te arrepientas.

Las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo, en una mueca triste, y fijó sus ojos en la punta de sus tenis. Se hundió en su desánimo, consciente de que lo que dijo YoonGi era cierto y que también, él era lo suficientemente cobarde e inseguro como para no hacer ningún movimiento. Como siempre, se rendía antes de dar batalla para evitar salir herido. Un método de defensa que adoptó desde que era un infante, y que TaeHyung criticó como mediocre y cobarde hace un par de años.

El silencio en que se sumió la habitación lo irritó y, por eso mismo, es que agradeció de una manera desmesurada el que TaeHyung hablara para romperlo tras percatarse de lo tensa que se encontraba la mandíbula de Jung luego de perderse en sus propios pensamientos.

— Quiero ir a dar una vuelta por las calles de Tokio —Se levantó con su característica sonrisa dibujada en su cara mientras se estiraba. — ¿Alguien más quiere acompañarme?

— Yo le caigo.

— Por mí bien — respondió YoonGi, tomando su cámara y revisando que tuviera todo en su bolso. SeokJin asintió de acuerdo con el chico y todas las miradas se fijaron en HoSeok, quien luego de soltar un lento suspiro, asintió.

— Iré a preguntarle a Emily si quiere venir con nosotros — avisó, colocándose de pie y saliendo antes de que algunos de los muchachos fuesen capaces de decir algo.

Hablando con sinceridad, más que querer ir a buscar a la azabache para preguntarle si deseaba participar de la excursión, HoSeok deseaba estar unos segundos a solas y supuso que el recorrido hacia el cuarto de la muchacha, sería suficiente para calmar esos amargos sentimientos que hicieron presencia dentro de él. Al llegar a la habitación se encontró con la puerta entre abierta, algo que llamó su atención, pero a lo que no le dio mayor importancia. Simplemente, al entrar con las maletas, alguno de ellos debió empujar la puerta con muy poca fuerza para cerrarla correctamente, por lo que no era la gran cosa.

Formó un puño con su mano derecha y antes de que esta hiciera contacto con la superficie de madera, se detuvo al escuchar la voz de Jungkook desde el interior. Se escuchaba molesto.

— ¡Mira cómo tienes el rostro, mujer! ¡Sabes que no puedes ir a visitarlos, Em! ¡Tú no eres su madre! —Se quejó el chico. — Ellos ya fueron adoptados y el estado es quién se encargará de velar por su bien. No tú. No tienes por qué ir a vigilar a todos los niños que adoptan.

Acercó su rostro a la abertura y pudo ver la clara imagen de la chica sentada a los pies de la cama con la vista estática en sus zapatos, moviendo sus pies de un lado al otro como lo haría un niño pequeño mientras es regañado por su madre.

«Es malo espiar, hombre»

— ¡¿Qué hubiera pasado si te hubieras golpeado la cabeza al saltar la pared?! ¡¿Si está vez no hubieras corrido con tanta suerte como las demás y te hubieras partido el cráneo al tratar de salir de esa casa?! ¡¿Eh?! — peguntó en un gruñido, posicionándose frente a ella con las manos en forma de jarra.

— Yo solo quería verlos — habló tan bajo Emily que casi se le hizo imposible a HoSeok oírla.

Silencio.

«No seas cotilla, HoSeok»

Jungkook se hincó ante ella y posó su mano en la rodilla izquierda de la chica. Su expresión ya no reflejaba el mismo sentimiento de furia como hace unos pocos segundos, sino que era más comprensivo y suave.

— Si tanto quieres saber cómo están, deberías pedirle ayuda a...

— No — habló de inmediato, firme, viéndolo a los ojos.

— Emily, sabes que él te ayudará si se lo pides.

«Ella se enojará si se entera que escuchaste su conversación. Es un momento privado...» Le dijo una voz en su cabeza, haciendo que se mordiera con fuerza su labio inferior, odiando profundamente su moralidad.

— ¿Por qué no me ayudas tú? — Su labio inferior sobre salió levemente.

— Porque yo no tengo el mismo poder que... — Pero el muchacho de cuerpo fibroso se calló al oír dos golpes seguidos en la puerta.

El cuerpo de Jung se tensó y la sangre abandonó su rostro por el susto que se llevó. Agradeció que el grito de terror que quiso escapar de su boca quedara atrapado en su garganta y, con la vergüenza pintada en la cara, se enderezó y se giró para encontrarse con SeokJin, el cual lo regañó con la mirada por andar de chismoso.

Eso no es correcto — susurró, solo para que el chico pudiera escucharlo.

El moreno colocó los ojos en blanco en señal de fastidio.

Ahora sí se dignaba a hacer presencia el señor: esto no es correcto.

«A la horita. Justo cuando ya no lo necesito, aparece. Pésimo servicio»


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— ¡Maldición! ¡Observa que preciosura! — chilló YoonGi, acercándose maravillado a un glamoroso Aston Martin db11 de un brillante color plateado.

Todos se agruparon para admirar el interior y exterior del vehículo, al igual como llevaban haciendo la última media hora con los demás autos. HoSeok, a diferencia de todo el grupo, se quedó atrás, más interesado en buscar con la mirada un baño para depositar todo lo que bebió de gaseosas y agua que en los hermosos automóviles.

«¿Por qué tuve que beber tanto?»

Picó el hombro de la primera persona que pasó por al lado y le preguntó sobre la ubicación del baño, ya rendido de no poder hallarlo por sí mismo. Los chicos que se detuvieron, amablemente, le indicaron por dónde ir y, ya sabiendo en dónde quedaba su objetivo, simplemente les avisó a sus amigos que iría al tocador y que volvería de inmediato para que lo esperaran en el mismo lugar en dónde estaban.

Se apresuró. Al llegar, sintió un alivió tremendo el entrar y encontrar un flujo pequeño de gente esperando su turno por ingresar, algo que ya le había sucedido en eventos anteriores a los que asistió con sus amigos. Dejó escapar un suspiro de satisfacción cuando pudo orinar finalmente y, tras terminar, se acercó a los lavamanos para lavarse y mojarse un poco el cabello y el cuello.

Salió al pasillo secándose las palmas de las manos en la parte trasera de sus pantalones. Cuando se dispuso a volver con los chicos, dos tipos, notablemente más grandes que él, le bloquearon el camino de forma repentina. Los miró con el entrecejo fruncido y retrocedió un paso de forma inconsciente, para crear más distancia entre él y los desconocidos.

— ¿Me permiten pasar? Por favor — pidió de manera amable, ya que por lo angosto del pasillo no se le era posible rodear a tremendos animales y seguir con su camino.

Ninguno de los dos respondió. Abrió la boca para hablar nuevamente, pero en vez de eso, se le escapó un chillido de sorpresa al sentir como un pesado y fuerte brazo rodeaba su cuerpo, inmovilizándolo. Intentó zafarse del firme agarre, sintiendo como ponían un paño con un penetrante olor en su boca y nariz. Gritó de forma inútil, gracias a la mano tapando su boca, y se sacudió con desesperación para intentar liberarse mientras sus ojos estaban abiertos de par en par, reflejando el terror que sentía. Contuvo la respiración todo lo que pudo hasta que sus pulmones ardieron y no pudo hacer nada más que respirar para no morir terminar ahogado, odiando que la gente, de forma mágica, hubiera desaparecido de la zona. ¿Qué ya nadie más quería orinar?

«¡Me están raptando! ¡A mí! ¡¿Por qué diablos me están raptando?!»

La impotencia de ser tan débil ante aquellos tipos lo inundó y quiso llorar cuando la sensación de sueño, causada por el cloroformo, comenzó a hacer presencia en toda su anatomía. Luchó todo lo que pudo por permanecer despierto, pero se le fue imposible soportar más. Sus parpados cayeron y todo se volvió de color negro sin que se pudiera percatar de ello. 

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