EXTRA 3
Upsi XD subí el extra donde no era XD Quiero agradecerle de sobremanera a GladysElizabethGrego por hacerme caer en cuenta de mi error, te adoro lindura, eres la mejor XD
Dieciséis años, dieciséis años eran los que había pasado Alec con Catarina. La azulada bruja estaba realmente preocupada, sabía que tanto Alec como Magnus tenían una relación bastante seria y aunque se alegraba porque los dos chicos se amarían y se cuidarían, también tenía miedo por la inocencia de Alec, hace no mucho habían descubierto que el padre de Magnus era Asmodeus, Alec era puro, tan... inocente y Magnus... bueno, Magnus era un gran chico, pero Catarina sabía lo calentones que podían ser los brujos, más aún más si era el hijo del demonio de la lujuria. ¿Qué se podía esperar?
Catarina sabía que si Magnus le pedía la virginidad a Alec, el ojiazul no dudaría en dársela, eran unos niños, aún no estaban listos para eso, eran sus bebés.
Aquello la bruja lo estaba meditando sin saber que eso a lo que tanto temía, ya había pasado noches anteriores.
Sólo que no de la forma que ella se hubiera imaginado.
(ಥ_ಥ)
-Odio esa estúpida regla de mamá ¿Por qué querernos separar de habitación? –Se quejó Magnus–. ¿Qué espera que haremos en las noches? –Preguntó con molestia; al ojiazul se le ocurrieron bastantes cosas que le gustaría hacer en la noche con Magnus, pero se calló y su rostro se sonrojó hasta las orejas. En ese momento culpó a sus estúpidas hormonas cambiantes. Magnus por supuesto notó el sonrojo de su novio y soltó una risita antes de arquear una de sus cejas.
-Alexander ¿en qué estás pensando? –Cuestionó con burla; Alec le sacó la lengua al brujo y se encogió de hombros.
-No es de tu interés.
-Alexander, todo lo que tenga que ver contigo es de mi interés –señaló el moreno–. ¿Ahora me vas a decir?
-Por supuesto que no, te vas a reír.
-Alexander ¿yo cuándo me he burlado de ti?
El ojiazul miró a su novio con reproche.
- ¿En serio esperas que responda esa pregunta?
-Oh vamos a Garbancito...
El Nefilim suspiró.
-Es que... bueno, quizás mamá tenga razón... quizás es mejor que no compartamos habitación.
- ¿Por qué? –Preguntó el brujo confundido–. Tú eras el más interesado en que durmiéramos juntos.
«Sí... eso era antes de que con solo verte sin camisa se me parara» pensó el ojiazul, pero por supuesto que no lo diría.
-Es solo que la privacidad es importante...
-No seas bobo Alexander, nunca hemos tenido privacidad el uno del otro, hacemos todos juntos.
-Exacto, quizás sea hora de...
-Alexander –el brujo sonrió como el gato de Cheshire mientras subía y bajaba sus cejas–. ¿Te pones caliente cuando me miras? –No era una pregunta y Alec se sonrojó hasta las orejas antes de tomar una almohada y golpear a su novio con ella.
-Cállate tonto.
-No hagas ruido, mamá se dará cuenta de que estamos en la misma habitación.
-Sí... creo que es mejor que me vaya...
-Nada de eso –Magnus tomó de la cintura su novio y lo recostó en su cama antes de apoyarse en sus codos–. Vamos Garbancito... sólo admítelo.
-Magnus por favor no...
- ¿Por qué? –Preguntó el brujo con diversión mientras le acariciaba el pecho a su novio.
-Detente ahora porque si sigues, yo no lo haré después.
-Eso suena excitante –susurro Magnus junto al oído de su novio, que tragó grueso.
-Mags... por favor.
El brujo soltó una risotada antes de mordisquear el lóbulo de la oreja de su novio.
-Sólo dime que me detenga ahora –musitó el moreno pellizcándole una de las tetillas al ojiazul–. Y lo haré...
Alec que no quería hacerlo, el ojiazul quería que su novio lo desnudara y le hiciera el amor, quería sentir su piel y la del brujo juntas, quería sentir los labios del moreno recorrerle todo el cuerpo, aquel pensamiento hizo que la parte más sensible de su ser se elevara y Magnus abrió los ojos de golpe mientras lo miraba atentamente a través de la tela del pantalón del Nefilim.
-Que grande –murmuró con voz roca–. No creí que fuera as... después de todo eres un niño.
Alec tragó grueso mientras Magnus palpaba su bulto a través del pantalón, el chico estaba sintiendo su erección doler por la necesidad de ser liberada; el brujo trago.
-Está bien Garbancito, creo que ya te he torturado mucho –murmuró el brujo mientras se movía para hacerse un lado y permitir que su novio se pusiera en pie, pero el moreno se resbaló con la tela de la ropa de cama y cayó de golpe sobre Alec, que tuvo que morderse su labio hasta que éste sangrara para no soltar un fuerte quejido de placer cuando el brujo cayó sobre su erección.
-Creo que es mejor que te vayas –murmuró Magnus sintiendo su entrepierna despertarse cuando la erección cubierta de Alec le presionó el vientre bajo.
Alec debía irse, lo sabía, aquello era demasiado y si su mamá los encontraba, estarían castigados de por vida, pero se arriesgó, su cuerpo ardía en llamas y con la habilidad qué son los Nefilim podrían tener, giró al brujo con rapidez dejándolo debajo suyo y con sus piernas rodeándole la cintura.
-Te dije que te detuvieras antes –murmuró el chico con voz ronca–. Ahora es muy tarde.
El brujo tragó grueso y cerró sus ojos intentando desviar toda su atención del ojiazul; Alec tenía sus ojos completamente oscurecidos por la lujuria y aquello sólo hacía que la erección del moreno aumentara hasta el punto de volverse dolorosa. Aquel Nefilim que parecía todo el tiempo tan inocente, había desaparecido, se había transformado, el Alec que estaba frente a sus ojos era un adolescente hormonal que quería que su novio lo cogiera con desesperación. El brujo se sentía atrapado, no quería presionar a su novio a pesar de lo mucho que lo había deseado por tantos años. Eran incontables las veces que se había encontrado en el baño mientras se la jalaba pensando en su novio pensando, en lo delicioso que sería estar en el interior del Nefilim, hacerlo gritar de placer, correrse en su interior... pero quería que fuera especial.
-No –murmuró Magnus–. Lo siento Alexander, pero debes irte.
- ¿Por qué? –Preguntó Alec con desesperación–. ¿Es que acaso tú no quieres?
- ¡Maldición Alexander no puedes preguntar eso! –Murmuró Magnus–. Te he deseado por tanto tiempo, pero sigues siendo un...
-No soy un niño Magnus, ya para, no lo soy.
-No quiero obligarte a nada...
-Vamos Magnus –Alec tomó la mano del brujo antes de posarla sobre su erección y los dos chicos gimieron–. ¿Crees que esto es porque me estás obligando? Magnus te deseo...
-Alexander no por favor...
-Magnus...
-Alexander ya...
-Magnus cógeme –gruñó el ojiazul completamente desesperado–. Aquí. Ahora.
-Pero debe ser especial...
-Será especial si es contigo Magnus, por favor fóllame –imploró Alec con impotencia.
Y eso era todo, el autocontrol del brujo cayó de inmediato y dejó a su novio debajo de él.
-Alexander si en algún momento quieres parar...
Alec alzó su cadera para que ésta chocara con la de Magnus, aquellos bultos que se encontraban presionados por las telas protestaron adoloridos y los dos chicos lanzaron un suave quejido.
-No me voy a repetir Mags, ahora, por favor... –pidió Alec al borde del llanto causado por la necesidad de su liberación.
Magnus no lo dudó y chasqueó sus dedos para que los dos quedaran inmediatamente desnudos; no se pondría preliminares, no cuando sus cuerpos protestaba por sentir la cercanía del otro.
-Eres realmente hermoso –murmuró Magnus recorriendo el cuerpo de Alec con la mirada.
El cuerpo del ojiazul era el cuerpo de un Nefilim, adolescente grande para ser un mundano pero aún pequeño para ser un Nefilim completamente entrenado. Alec era delgado pero con su cuerpo lleno de músculos y de runas, las cuales estaban trazadas en aquella piel pálida que tanto amaba.
-No lo es –murmuró Alec con tristeza–. Está lleno de cicatrices.
-Alexander... –Magnus soltó una risita y negó–. Eso sólo demuestra que naciste para ser alguien grande en la vida, un guerrero que está dispuesto a arriesgar su vida por los demás, éstas cicatrices cuentan una historia, son hermosas, son parte de ti Alec, no hay nada feo en ti ¿lo entiendes?
El ojiazul sintió su corazón latir con rapidez.
Magnus era el indicado, por supuesto que sí, era su primer novio y sería el último, de eso estaba seguro, no quería sentir la cercanía de nadie más que no fuera el moreno, no de esa forma, por lo cual lo tomó del cuello y lo besó con necesidad; Magnus correspondió inmediatamente mientras sus manos le recorrían el pecho a Alec queriendo memorizar con su tacto cada parte de su amante. Alec hacia lo mismo con Magnus, le recorrió la espalda, los brazos, las piernas y mucho más allá. Estaban conociéndose por completo, a partir de aquel momento ya no tendrían secretos el uno con el otro.
-Magnus te necesito –murmuró Alec después de un rato.
-Está bien Garbancito, pero tienes que tener paciencia, no puedo hacerlo así cómo así.
-Pero Magnus...
-Primero tengo que prepararte.
- ¡Entonces hazlo rápido! –Gruñó el Nefilim; Magnus asintió mientras descendía por el cuerpo del ojiazul dejando besos húmedos en el camino.
Aquellos labios pasaron por su cuello, por su pecho, por su vientre bajo hasta llegar a su entrepierna, los labios del moreno rozaron la imponente erección de Alec antes dejar suaves y húmedos besos en ella, Alec echó su cabeza para atrás; Magnus soltó una risita y humedeciendo sus dedos con el pre-semen de Alec, los lubricó lo suficiente antes de introducir el primer dedo en el interior de su novio. Alec se removió un tanto incómodo al sentir la invasión en su interior.
Magnus empezó acariciar las paredes interiores de Alec mientras que el ojiazul se acostumbra a tener el dedo dentro de él; un segundo dedo se introdujo en el interior del chico y Alec echó su cabeza para atrás hundiéndola entre las almohadas. Los dedos de Magnus le estaban recorriendo su interior mientras se abrían y cerraban como si fueran tijeras, al momento que Magnus introdujo un tercer dedo en el interior del Nefilim, éste lanzó un chillido y tomó un puñado de cobijas en sus manos, pero todo el placer estalló en un éxtasis sin retorno cuando Magnus presionó la próstata de Alec con sus dedos, el chico gritó sintiendo todo su cuerpo arder, se sentía mejor que nunca, su cuerpo pedía más y más del moreno, aunque todos sus músculos estaban tensos esperando el maravilloso orgasmo, cuando el brujo notó que su novio estaba a punto de acabar, retiró sus dedos, Alec se quejó mirando mal al moreno.
- Magnus por favor...
-Eres tan impaciente mi amor... –se burló el brujo antes de soltar una risotadas y posicionarse entre las piernas del Nefilim, las cuales rodearon la cadera de su novio–. Alec, si no estás seguro...
-Magnus Bane por favor ¿en serio me vas a hacer implorar más?
El brujo sonrió divertido y se fue introduciendo lentamente en el interior de Alec, qué pasó sus uñas perfectamente arregladas por la espalda de su novio mientras todo su cuerpo se ponía tenso. Magnus acarició los muslos de su ángel para que éste se relajara y Alec así lo hizo, el brujo se quedó completamente quieto un momento esperando a que Alec se acostumbrara a tenerlo en su interior; cuando las piernas de Alec hicieron una fuerte presión a las caderas de Magnus, el brujo soltó una risita sabiendo lo que quería su novio y empezó a moverse con lentitud mientras que los labios de los dos chicos se encontraban, se unían en un beso que decía más que cualquier chorrada de palabras. Alec y Magnus estaban juntos, siempre habían estado unidos por algo demasiado fuerte, inexplicable y ahora sus cuerpos eran uno, al igual que sus almas, las cuales se habían unificado hace mucho tiempo.
Entre dulces palabras que los chicos se dedicaban, las embestidas de Magnus aumentaron en fuerza y velocidad, hasta que el mundo desapareció de su alrededor, empezaron a gritar el nombre del contrario, los dos estaban sumergidos en el placer queriendo que aquello nunca acabara, pero al mismo tiempo deseando una liberación que se aproximaba inevitablemente.
Magnus embestía a Alec con rapidez, con fuerza, con desesperación mientras que con una de sus manos lo ayudaba a tener mayor placer, sólo bastaron un par de minutos más para qué Alec llegara al punto culminante donde alcanzó el tan anhelado orgasmo; al correrse lo hizo de una forma tan salvaje que sus paredes se cerraron presionando el miembro de Magnus cosa que causó el orgasmo para Magnus, que cayó agotado sobre el pecho del ojiazul.
Alec sonrió cansado y le acarició el cabello a su novio, que no tardó en quedarse profundamente dormido, estaba agotado, pero totalmente feliz. Una vez más se habían demostrado el amor que se tenían, sus cuerpos estaban unidos al igual que sus corazones, y ya nada nunca los separaría.
Aquella noche tuvieron suerte que Ragnor al escuchar los quejidos de la habitación de Magnus pusiera un sencillo hechizo para que el ruido se mantuviera encerrado allí, sería la única vez que el brujo los salvaría de ser asesinados por Catarina.
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