ElianeLightwoodBane éste capitulo va dedicado especialmente para ti, feliz cumpleaños hermosa, espero que tengas un lindo día y una linda vida con mucho Malec en ella. Gracias por leerme y apoyarme, por favor se muy, muy feliz hoy y siempre.

-Cállate Alexander, si mi mamá nos escucha nos matará –murmuró divertido el brujo; Alex asintió mientras se abrazaba a su novio–. Ya nos prohibió compartir cama de somos novios, así que compórtate Alexander –reprendió el brujo mirando a su novio reírse–. La ventaja de vivir en una casa fuera del orfanato es qué podemos ser nosotros mismos... la desventaja es que mamá no nos deja compartir habitación.

- ¿Qué piensa que vamos a hacer? –Preguntó Alec robando los ojos; Magnus miró a su novio enternecido por la inocencia que éste reflejaba y le acarició con suavidad la mejilla.

-Ni te imaginas lo que podríamos hacer aquí –musitó del moreno acariciándole suavemente los labios; Alec cerró sus ojos disfrutando de la caricia del chico.

Pasó un largo rato acariciándole los labios al ojiazul con sus dedos antes de que Alec sintiera los labios del moreno presionar contra los suyos; el ojiazul inmediatamente le correspondió sintiendo la calidez del cuerpo del chico. Es así como pasaban todas las noches, los dos jóvenes se perdieron el uno en el otro, Alec disfrutó de las caricias que Magnus le brindaba a sus brazos, a sus piernas y a su pecho; Magnus disfrutó los suaves besos de Alec que le recorrían el pecho, el cuello y todo el rostro hasta detenerse en sus labios.

El corazón de Alec comenzó a latir con desenfreno cuando Magnus introdujo sus manos bajo su camisa.

Alec tenía apenas catorce años, pero ya llevaba dos años de novio con Magnus y aquellos dos años habían sido los más maravillosos para los chicos.

Se besaron hasta que perdieron la noción del tiempo.

Se besaron hasta que sólo estuvieron los dos sin presiones, sin temores, sin prejuicios, sin que nada los molestara.

Se besaron hasta que...

- ¡Alexander Gideon Lightwood y Magnus Bane, les prohibí que durmieran en una misma habitación! –Gritó Catarina furiosa–. ¿Qué tengo que hacer yo para que ustedes obedezcan? ¿Por qué nunca hacen caso? ¿Es tan difícil seguir órdenes? No, no lo es –cortó antes de que cualquiera de los chicos dijera algo–. Ahora Alexander, te irás a tu habitación, ya mismo y no saldrás de allí, no irás a tus entrenamientos.

-Pero Jace...

- ¡No me importa Jace Herondale! Tú estás castigado ¿Lo entendiste? Y tú Magnus Bane, nada compras con Isabelle.

-Pero mamá...

- ¡Te dije que no irás a comprar! Debieron pensarlo antes de estar aquí juntos.

Los dos chicos hicieron un gran puchero pero Catarina no se dejaría conmover.

-Bueno ya que nos castigaste, supongo que Alec puede pasar el resto de la noche aquí.

- ¡Por supuesto que no! –La bruja tomó al ojiazul del brazo–. ¡Te vas ya mismo para tu habitación!

-Pero...

- ¡Pero nada! Te vas ya mismo Alexander.

El ojiazul asintió antes de besar a Magnus suavemente, el brujo le correspondió de inmediato, estaban a punto de perderse nuevamente en los labios del contrario cuando la bruja aclaró bruscamente su garganta.

Alec salió con tristeza de la habitación de su novio para encaminarse a la propia suya, Catarina miró molesta a Magnus.

- ¿Algo que decir?

El brujo negó.

-Por supuesto que no, no me arrepiento de nada –y se metió bajo las mantas; la bruja miró exasperada a su hijo antes de rodar los ojos y salir de la habitación dando un portazo.

(ﾉ≧∀≦)ﾉ

- ¿Estás seguro qué es buena idea? –Preguntó Magnus recostado en el muro de la cocina.

-Por supuesto que sí –Alec asintió sonriendo mientras revolvía el guiso–. Con esto mamá no podrá negarse a quitarnos el castigo ¿Quieres probar?

Magnus estuvo a punto de negarse, pues aquella mescla olía... extraño, pero al ver a Alec sonriendo emocionado, no puedo hacerla, así que abrió la boca cual niño esperando ser alimentado; Alec sonriendo orgulloso de su creación, metió en la boca de su novio la cuchara con el guiso, el brujo gimió gustoso y asintió mirando al Nefilim feliz, antes de que Alec pudiera decir algo, escuchó como u tío Ragnor lo llamaba, por lo cual salió corriendo de la cocina. Magnus corrió hacia el lava platos y escupió el guiso antes de tomar bastante agua.

-Creo que Isabelle no es la única Lightwood que apesta en la cocina –se quejó el brujo frunciendo el ceño–. Por Lilith, mamá jamás nos perdonará con éste guiso –gruñó Magnus antes de chasquear sus dedos para arreglar la comida mágicamente.

El brujo sonrió satisfecho y probó un poco de guiso antes de hacer un sonidito complacido por el sabor, Alec llegó a la cocina a tiempo para ver aquello y le dio un suave golpe en el hombro a su novio.

-Magnus no –reprendió Alec–. Sé que me quedó delicioso, pero es para mamá, no te acabes todo.

El moreno se abstuvo de poner los ojos en blanco y le brindó su mejor sonrisa al Nefilim.

-Por supuesto que sí amor, lo siento.

Alec sonrió y se encogió de hombros.

-Está bien Magnus, lo entiendo, es imposible resistirse a mis delicias –señaló y estaba tan feliz que no notó el resoplido que dio su novio.

(*≧ω≦*)

Catarina había quedado sumamente encantada con "el guiso de Alec" y les había levantado el castigo; los chicos habían conseguido salirse con la suya, pero la bruja les había advertido con severidad que si volvían a desobedecer, el castigo sería peor, por lo cual los chicos quedaron en ser más discretos.

-Lo hice –dijo Alec orgulloso mientras le acariciaba el pecho a su novio–. Me quedó delicioso ¿verdad que cocino excelente?

Magnus miró divertido a su novio, pero no pudo decirle la verdad, Alec se veía demasiado hermoso estando tan emocionado, por lo cual asintió con fervor.

-Por supuesto que sí, Garbancito.

El brujo se sintió orgulloso al ver a su novio sonreír, pero se arrepintió os años siguientes casi a diario cuando Alec insistía en prepararle de comer.

¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por amor?

Magnus estaba dispuesto a comer la asquerosa comida que le preparaba su novio.