Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo





















- ¡Abuelito te he extraño! –Gritó el niño azul mientras abrazaba al brujo color verde qué lo recibió encantado en sus brazos.

-Yo también te he extrañado mi niño –musitó Ragnor acariciándole los azules cabellos a Max.

-Hola yo –saludó Rafael al novio de su abuelo Ragnor; Raphael rodó los ojos riendo exasperado por el típico saludo del pequeño morenito.

-Hola yo respondió –el vampiro mientras le revolvía el cabello.

-Ay chicos, creí que no volverían –señaló Ragnor haciendo un puchero–. Creí que se habían olvidado de mí.

- ¡Eso nunca! –Gritó Max sonriendo.

-Nunca podríamos olvidarte abuelo –dijo Rafael corriendo para abrazar al nombrado y sonrió mientras apretaba a los dos chicos contra su pecho.

-Hola tío Ragnor –saludó Alec sonriendo y Ragnor le sonrió al ojiazul.

-Hola Alexander, hola Magnus.

-Hola tío –saludó el brujo de ojos de gato–. Lamentamos no haber venido antes, pero por fin Alec ha tenido vacaciones de ser Nefilim, así que fuimos a Perú.

-Pero regresaron pronto –señaló Raphael.

-Sí –Rafael rió–. Resulta que a papi Magnus le prohibieron volver –señaló riendo a carcajadas; Ragnor frunció el ceño.

- ¡Magnus Bane! ¿Cómo conseguiste que te expulsaran de Perú?

-Bueno, es que... –empezó Alec pero Magnus la fulminó con la mirada.

-Alto ahí Garbancito, ni te atrevas a decirlo.

Alec rodó los ojos.

-El caso es que nos expulsaron así que decidimos venir, los niños querían verte, te extrañaban.

- ¿Sólo los niños? –Inquirió Raphael con burla.

-Sí, bueno, nosotros también los extrañamos –admitió Alec.

- ¿Dónde está mamá? –Preguntó Magnus.

-Está en la biblioteca –señaló Ragnor–. Seguro estará encantada cuando vea a los chicos.

- ¡Abuelita! –Gritó Max tomando a su hermano del brazo y arrastrándolo hacia la biblioteca; Alec y Magnus rieron mientras los seguían para saludar a su madre.

La escena cuando entraron los conmovió completamente.

Catarina estaba tirada en el suelo mientras que Rafael y Max se aferraban a ella sonriendo.

-Mis niños, los extrañaba tanto –musitó Catarina abrazando a los pequeños.

-Y nosotros a ti –señaló Max dando suaves brinquitos; Rafael asintió con fervor.

-Papi Alec no nos da dulces, dice que son malos para nosotros.

- ¡Alexander Gideon Lightwood! –La bruja fingió reprender a su hijo–. No seas cruel con los chicos, son niños.

-Mamá, no lo consientas tanto, luego tendré problemas para que se coman las verduras –refunfuñó el ojiazul.

-Son mis niños, además ellos están muy bonitos y saludables.

-Sí, porque yo lucho a diario para que coman, Magnus y tú los están malcriando.

-No es cierto –la bruja llenó el rostro de Magnus con besos antes de hacer lo mismo con Rafael–. Mis niños son muy juiciosos y sé que se comerán sus verduras para tener el postre más dulce del mundo ¿verdad? –Preguntó la bruja y los chicos empezaron a gritar afirmaciones; Alec miró exasperado a su madre, que se encogió de hombros sonriendo con su inocencia–. Tú eras exactamente igual, así que no te quejes –dijo la bruja burlona.

-Está bien –Alec suspiró rendido–. Magnus y yo prepararemos la cena.

-Por supuesto que no, ustedes están de visita.

-No importa, vamos mamá, déjanos consentirte un rato.

-Está bien mi niño, pero tú encárgate que Magnus no quemé nada.

Rafael rió mirando a su padre, que se cruzó de brazos como un bebé.

-Papi –Max lo tomó de la mano–. Yo te enseñaré a cocinar y haremos un rico postre ¿verdad abuelita?

La bruja asintió.

-Pero por supuesto que sí, mi niño –musitó Catarina mientras se dirigían a la cocina; Alec miró con exasperación a su novio.

-Ella terminará haciendo todo de nuevo ¿verdad?

Magnus encogió de hombros.

-Como siempre Alexander, como siempre.






















()























-Me sorprende que tío Ragnor pueda controlarlos después de tanto azúcar que les diste –murmuró Alec mirando a sus pequeños reír mientras que Ragnor les contaba un cuento los dos pequeños, los dos ya estaban en pijama.

Max tenía una pijama completa de gatito naranja con cola y orejas incluidas, el pequeño estaba en brazos del brujo que lo mecía con suavidad; Rafael por otro lado estaba con una pijama de dos piezas color gris, tan sencillo como lo era su padre Alec, el chico se encontraba sentado enfrente de ellos mientras escuchaba atentamente la historia de su tío Ragnor.

-Siempre ha tenido un don con los niños ¿no?

Catarina asintió.

-Puede que no lo tenga con las personas mayores, pero sí, definitivamente tiene un don con los niños.

- ¿Seguro que no te molesta que nos quedamos acá mamá? –Preguntó Magnus–. Entiendo que los niños pueden ser un poco agobiantes.

-No te preocupes mi niño –Catarina sonrió pasándole el brazo por el cuello al brujo–. Sabes que nos encantan que nos visiten, hace mucho no los veíamos.

-Mamá, sólo han pasado dos semanas –señaló Alec.

-Lo sé pero son dos largas semanas.

Tanto Magnus como Alec rieron mirando divertidos a su madre y los dos le besaron las mejillas a la bruja que los miró divertida.

-Son niños buenos, ustedes son grandes padres –musitó abrazando a los chicos.

-Bueno nosotros tuvimos los mejores padres, así que es lo mínimo que podemos hacer –señaló Magnus; la bruja sonrió mientras Ragnor acostaba a un dormido Max en su cama mientras que Rafael se dirigía a la suya.

Aquella habitación había sido construida en la casa de Catarina para que los chicos se quedarán cómodamente allí cuando quisieran; Ragnor se sentó en medio de la habitación para empezarles a cantar por un rato, lo cual le dio la señal a Catarina, Magnus y Alec para que salieran de allí y les dieran su espacio.

Los tres se dirigieron a la sala de estar, Alec se tiró en el sofá y Magnus se hizo bolita en el regazo de su novio mientras que la bruja los miraba encantada.

-Ustedes son una belleza, recuerdo tanto cuando los trajeron a mí, recuerdo aquella mañana que abrí la puerta y miré a ese pequeño brujito mirarme con sus ojos de gato, era el chico más inquieto del mundo, Ragnor permanecía preocupado por ti siempre –señaló la bruja; Magnus rió.

-Bueno, Alec siempre fue más inquieto que yo.

-Es un Nefilim y su naturaleza –indicó la bruja–. Normalmente les aplican disciplina, pero Alec no sabía nada de eso cuando arrastraba a Luke por todo el patio con las corbatas de Ragnor.

-Muchas de ellas quedaron destrozados –señaló el verdoso brujo apareciendo en la sala de estar–. Y ni hablar cuando Alec y Magnus me tomaban de los cuernos para tirarme por todo el patio de juegos.

Tanto Alec y Magnus rieron divertidos mientras recordaban aquello.

-Fueron buenos tiempos –dijo Alec.

-Ahora te toca la siguiente generación –señaló Magnus; Ragnor suspiró fingiendo estar cansado.

-Esto nunca acabará.

-Por supuesto que no –señaló Alec mientras le sonreía al brujo–. Siempre fuiste un padre para nosotros, ahora eres el abuelo y algún día serás el bisabuelo...

El brujo rodó los ojos.

-Definitivamente estoy destinado a estar rodeado de locos –musitó el brujo con cansancio; Magnus asintió sonriendo orgulloso.

Alec miró a su alrededor, habían pasado muchas cosas, su madre lo había abandonado, pero había encontrado una familia que sí valía la pena.

No todas las familias se componen por una madre, un padre y un perrito, Alexander lo había entendido hace mucho tiempo, una verdadera familia era aquella qué te aceptaba, te apoyaba y te amaba sin importar que tan diferente eres, su familia era diferente. Alec se sentía completamente orgulloso de ellos, lo era, siempre lo sería sin importar que los tomarán por chicos extraños.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro