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Capítulo 6











-Demonios Jace, si llego tarde mi tío me matará –gruñó Alec corriendo lo más rápido que podía.

-Ey, no es mi culpa, fuiste tú quien quiso ayudar a los Seelies, si no nos hubiéramos detenido a ayudarlos, no estaríamos llegando tarde.

Alec quiso alegar, pero no había tiempo para ello, por lo cual siguió corriendo rápidamente. Después de un par de minutos corriendo, los chicos por fin llegaron a la salida del instituto, aún no había llegado Ragnor, Alec suspiró aliviado y se recostó contra la pared.

-Casi...

-Debes aprender a relajarte Alec –dijo Jace totalmente fresco mientras miraba a Alec con diversión.

-No puedo, si mi tío Ragnor se da cuenta que estoy entrenando como Nefilim mientras falto a clase, se enojará –dijo Alec con el rostro deformado por el cansancio.

- ¿Sabes? Una runa de resistencia podría ayudarte con eso –señaló Jace mirándolo con preocupación mientras le tendía una botella de agua que Alec prácticamente se la rapó con fuerza para acabársela de un solo sorbo.

-Sabes que no puedo –respondió Alec jadeando y se tiró al suelo. Jace se tiró a su lado y recostó su cabeza en el hombro del chico–. ¿Cuándo tardaré en acostumbrarme a correr sin cansarme?

-Bueno... no lo sé –admitió Jace sinceramente –mi padre hacía que hombres lobos malos me persiguieran desde que tenía cuatro años –contó como si nada, Alec se sintió nuevamente entristecido por el chico.

-Lamento que hayas pasado por eso...

-Basta –cortó Jace tajante –me hizo fuerte y uno de los mejores guerreros, yo no lo lamento.

Alec miró nuevamente a Jace y sonrío emocionado por tener aquel chico tan fuerte en su vida. Él varias veces había querido ser tan fuerte como lo era Jace.

- ¿Y me enseñarás a mi ser igual? –Preguntó Alec emocionado.

-No lo sé ¿estás dispuesto a ser perseguido por una jauría hambrienta de licántropos? –Bromeó el rubio; Alec palideció y Jace soltó una risita–. Es una broma, relájate, claro que te ayudaré.

Alec sonrió abiertamente pero antes de que pudiera decir algo, miró a Ragnor llegar en su auto, lo que significaba que Raphael estaba con él.

-Lo siento, debo irme –musitó Alec haciendo un puchero; Jace se encogió de hombros.

-Está bien, mañana empezaremos con clases de demonología, así que nos vemos donde siempre –el chico se iba a poner en pie pero Alec lo haló con fuerza de la manga de la chaqueta, Jace de bruces sobre Alec–. ¿Qué pasó? –Preguntó sorprendido.

-Lo siento, es que si tío Ragnor te ve... –empezó Alec completamente sonrojado al sentir la cercanía de Jace, el cual rió suavemente junto a su oído.

-Está bien, no te preocupes –musitó Jace en voz queda mirando a Alec sonriendo abiertamente antes de tumbarse a su lado.

-Jace... –Alec miró al rubio con seriedad–. Acepto.

Al rubio se le iluminaron los ojos y abrazó a Alec con fuerza.

- ¿Estás hablando en serio? –Preguntó Jace sonriendo feliz; Alec asintió con fervor–. Gracias Alec, no te vas a arrepentir, lo juro, gracias.

Alec rió y negó divertido.

-Bueno, es mejor que me vaya.

-Adiós Parabatai –se despidió Jace feliz. Alec lo miró con adoración.

-Adiós Parabatai –respondió Alec sonriendo abiertamente antes de correr a donde se encontraba su tío junto con su hermana.












( '◔ ‸◔')
















- ¡ALEXANDER GIDEON LIGHTWOOD ESTÁS EN MUCHOS PROBLEMAS! –Gritó Catarina una vez llegaron de la escuela. El ojiazul se encogió en su asiento completamente temeroso.

-Pero mamá... yo no hice nada malo... –empezó Alec con su voz temblorosa.

-No te atrevas a decirme mentiras, llamé al director de tu escuela, no fuiste si quiera a reclamar tu horario ¿es verdad que no fuiste a clases para encontrarte con un Nefilim?

El corazón de Alec se detuvo antes de acelerarse mientras que el chico palidecía completamente.

- ¿Quién te...?

- ¡Eso no importa! –Espetó la bruja molesta–. ¿Es verdad o no, Alexander Lightwood?

-Mami yo puedo explicártelo...

- ¡Pues claro que vas a hacerlo! ¿Cómo es posible que hayamos intentado protegerte tanto tiempo y tú estés arriesgando tu vida de tal forma? ¿Qué tan inconsciente tienes que ser como para arriesgarte así? ¿No valoras lo mucho que hemos intentado ocultarte del mundo de las sombras? ¿Es que debíamos ocultarte su existencia para que no fueras tan imprudente? ¿Desde cuándo conoces a ese chico? ¿Quién es? ¿Cómo se llama?

Alec hizo un puchero mientras sus manos jugaban nerviosas sobre su regazo; agachó su cabeza y tomó una bocanada de aire.

-Se llama Jace Herondale, su padre murió en manos de Valentine Morgenstern, Robert y Maryse Lightwood lo adoptaron... sé que ellos dos son mis padres, pero... eso no me importa, mami yo solo quería entrenar... conozco a Jace desde hace cuatro años... la única razón por la que he sobrevivido contra el ataque del miembro del círculo es por qué Jace me ha estado enseñando tácticas de defensa, es por Jace que estoy vivo.

La bruja frunció profundamente, era bueno que Alec aprendiera a defenderse de todo aquellos que le querían hacer daño, pero seguro que a los Lightwood no les haría gracia aquello, no ahora que El Círculo, estaba tomando tanta fuerza... aunque por eso mismo es que lo mejor era que Alec se entrenara.

-No quiero volver al instituto mundano... mamá por favor –suplicó el ojiazul –nunca podré encajar allí... necesito aprender a defender a mi hermanita... por favor...

-Alexander, no me agrada que no vayas al instituto como un mundano cualquiera, eso no es lo correcto.

-Mamá, en realidad lo correcto es que fuera al instituto de Nueva York a educarme como el Nefilim que soy.

-Tú ya sabes porque...

-Sí, lo sé, es por qué quieres mantenerme alejado de toda la guerra contra El Círculo y todo lo que quieras, pero soy un Nefilim, soy un guerrero, Isabelle y yo no tenemos entrenamiento y estamos en peligro, comprendo que no quieras dejar entrenar a Isabelle, pero ya tengo doce años, ya debería tener mi primera marca, ya debería saber un montón de cosas que no sé y que Jace está dispuesto a enseñarme, por favor.

-Lo que hiciste no está bien Alexander, debes de confiar en mí, en nosotros, somos tu familia...

-Exacto, son mi familia y quieren protegerme... y lo agradezco en demasía, pero por sus mismas ganas de protegerme nunca me dejarían entrenar...

-Fue incorrecto Alexander y tendrás tu castigo, debes obedecer, te daré la primera lección como Nefilim: "la ley es dura pero es la ley" y en este lugar, yo soy la ley, estarás castigado sin teléfono, sin computador y sin tus novelas, no podrás entrar a la biblioteca ¿está bien?

Alec abrió la boca sorprendido.

- ¡Pero mamá...!

-Además –prosiguió la bruja ignorando las protestas del chico–. Te quedarás sin postre por un mes durante la cena... pero puedes entrenar... tienes razón, lo hemos intentado demasiado y tú nunca podrás encajar con los mundanos –Catarina miró fijamente a los ojos al chico–. Porque eres especial Alexander, y eso es bueno –la bruja le acarició suavemente la mejilla a su pequeño–. Así que podrás seguir practicando con Jace... pero tendrás la supervisión de tu tío Ragnor ¿está bien?

Alec sonrió abiertamente.

- ¡Gracias mami! ¡Gracias, gracias, gracias!

-No es nada mi niño, pero sigues castigado.

-Lo sé... –el chico hizo un puchero triste, extrañaría los postres que le daba su tío Ragnor–. Ahora, a tu habitación, no podrás salir de ella a menos que vayas a tus entrenamientos ¿entendido?

Alec dio un suspiro frustrado pero asintió y se dirigió a su habitación.

A pesar de su encierro y su falta de postres, se sentía feliz, por fin entrenaría, sería lo que era realmente, un verdadero Nefilim, al llegar a su habitación, entró en ella con una gran sonrisa instalada en su rostro.

-Pareces muy feliz Alexander –dijo Magnus con amargura–. Supongo que te has salido con la tuya.

Alec frunció el ceño.

-Fuiste tú eres ¿cierto? ¿Le contaste a mamá lo ocurrido?

- ¿Quién es él? –Preguntó el moreno con molestia ignorando al ojiazul. Alec se encogió de hombros.

-Es un amigo mío...

- ¡No me agrada! ¡Es un Nefilim! ¡Te meterá en muchos problemas!

-Se llama Jace Herondale y es uno de los mejores guerreros de su edad a pesar de tener tan sólo once años...

- ¿Te gusta? –Preguntó Magnus frunciendo profundamente el ceño.

Alec arqueó una ceja.

- ¿Jace? Bueno... es agradable y ha sido muy amable conmigo...

- ¡No es a lo que me refiero! –Gruñó Magnus perdiendo la paciencia–. ¿Te gusta de gustar? Es decir ¿te gusta más que como un amigo?

Alec se sorprendió, pues Magnus realmente parecía enfadado.

- ¿Fuiste a tú? –Preguntó nuevamente Alec–. ¿Tú le dijiste a mamá sobre Jace?

- ¡Pues sí! ¡Fui yo! Él no me agrada, terminará metiéndote en demasiados problemas ¿es que no lo entiendes? ¿No eres consciente de lo mucho que han intentado mi mamá y mis tíos protegerte como para que tú te pongas en tal riesgo?

-Oye no me sueltes el mismo sermón que me dio mamá, Jace me salvó la vida...

Magnus soltó una carcajada seca.

-Déjame poner en duda eso.

-Pues ponlo en duda si quieres... y a ti no te importa si me gusta o no.

- ¡Si me importa! ¡Yo los vi! –Magnus tomó una bocanada de aire intentando tranquilizarse–. Tú estabas debajo de él, estaba sonriendo y estaba demasiado cerca de ti... y luego se abrazaron ¡estaban demasiado cerca!

Alec rodó los ojos.

-Eso a ti no te importa...

- ¡Por supuesto que me importa! –Gruñó Magnus acercándose Alec con su glamour caído, enseñando sus ojos de gato los cuales mostraban la ira que el chico sentía. Alec no retrocedió, se mantuvo firme en su lugar.

- ¿Y que si me gustara?

- ¡Que a ti no te puede gustar ese niño! ¿No lo entiendes? ¡No debes querer a ese rubio tinturado!

Alec bufó irritado.

-Pues mírame, no sé, quizás sí me guste, quizás quiera estar con él –mintió Alec queriendo poner celoso a Magnus–. Quizás le pida ser mi novio, después de todo él ha sido muy bueno conmigo...

- ¡Te lo prohíbo Alexander Lightwood! ¡Tú no puedes ser novio de ese tonto!

- ¡No llames tonto a Jace!

- ¡Yo puedo hacer lo que quiera! –Gritó Magnus furioso.

- ¡No, no te metas con él!

- ¿Por qué?

- ¡Porque es mi amigo! –Le espetó Alec mirándolo con molestia.

- ¿¡Y lo quieres!? –Exigió saber el brujo.

- ¡ESE NO ES PROBLEMA TUYO!

- ¡SÍ LO ES!

Ahora sí se encontraban gritando con fuerza y llamando la atención de todos los habitantes del orfanato.

- ¡DEJA DE METERTE EN LO QUE NO TE IMPORTA!

- ¡QUE SÍ ME IMPORTA!

- ¿¡POR QUÉ!?

- ¡NEFILIM ESTÚPIDO! –Gruñó Magnus antes de tomar a Alec de la camisa y atraerlo hacia sí mismo, para besarlo con necesidad.

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