Capítulo 4
⊙▽⊙ Cuatro años después ⊙▽⊙
-Ahí viene la pareja más ridícula del orfanato –se burló Erika por eso –nadie los quiere adoptar por ridículos.
- ¿En serio Erika? –Preguntó Isabelle mientras se acercaba por la espalda a la chica y ésta se sobresaltó–. No puedo creer que seas tú precisamente la que diga eso, cuando llevas tantos años en este lugar y nadie te ha querido adoptar –espetó con burla y dulzura antes de acercarse a su hermano.
-Pero mira quien habla, Isabelle –espetó Erika cruzándose de brazos –a ustedes tampoco los han querido adoptar por ser tan raros.
Isabelle sonrió encantadoramente.
-Bueno esa es nuestra escusa ¿cuál es la tuya? –Preguntó con su voz dulcemente letal. Erika se sonrojó y agachó la mirada.
-Ustedes son unos idiotas –refunfuñó molesta y se giró antes de retirarse con sus amigas. Alec soltó una risita.
-La has hecho enfadar.
-Bueno, pues que no se meta con mis chicos –Isabelle abrazó a Alec y a Magnus por el cuello–. ¿Ahora vamos a jugar con algunos demonios?
-Isabelle –reprendió Magnus y le volvió el cabello a la morena –porque mamá te haya revelado que eres una cazadora de sombras no significa que tengas que ir a arriesgar así tu vida.
-En realidad Magnus, ese es el punto de ser cazador de sombras –señaló Isabelle obvia mientras rodaba los ojos.
-Sí, ese es el trabajo de un cazador de sombras con entrenamiento, pero no estamos en nuestro mundo, lo importante es que ustedes están a salvo de toda la guerra que ahí del mundo, así que por favor, obedece.
-Pero Magnus –Alec se sentó en una banca y junto a él, su hermana y el moreno–. ¿Por qué no nos dejan participar en esa guerra?
-Pues no sé mucho de eso ya que mamá no me ha querido contar sobre la guerra, pero lo poco que podido averiguar es que hay hombre muy malo que se llama Valentine Morgenstern y quiere purificar al mundo de las Sombras acabando con los subterráneos y demonios.
-Pero... –Alec hizo un puchero –eso te incluye...
-Sí, me incluye a mí, a mamá y a mis tíos y a todo aquel que tenga sangre demonio, Valentine cree que somos unas abominaciones.
- ¡Pero tú no lo eres! –Gruñó Alec golpeando con fuerza el suelo –tú eres muy bueno, siempre ha sido muy bueno.
Magnus sonrió de lado y acarició con suavidad la mejilla Alec.
-Gracias mi Alexander, es muy dulce, pero él no piensa así y nos quiere muertos.
- ¿Pero nosotros que tenemos que ver? –Preguntó Isabelle confundida–. No quiero ser mala, pero si la guerra es contra los subterráneos ¿nosotros no estamos a salvo?
-Verás Izzy, sus padres son Cazadores de sombras y por lo que he escuchado, Valentine está en su contra, aunque no sé por qué, pero él es un hombre rencoroso y quiere lastimar a la familia de los Lightwood, a la cual ustedes pertenecen, por lo cual sus padres pensaron que era mejor ocultarse entre los mundanos, encajar entre ellos...
- ¡Pero nunca lo haremos! –Se quejó Alec haciendo un profundo puchero–. Ellos creen que somos unos fenómenos...
-Pero nosotros tres sabemos que no lo somos ¿está bien? –Magnus tomó de la mano de Alec y la besó suavemente antes de mirar a Isabelle con orgullo–. Ustedes dos nacieron para ser unos guerreros...
- ¡Pero nos ocultan de la guerra! –Señaló Isabelle.
-Lo sé, lo sé, pero eso pasó porque sus padres los amaban y no querían que nada malo les ocurriera ¿pueden culparlos? A veces cuando amas a alguien tan profundamente, quieres que esté siempre a salvo, sus padres sabían que ocultar su existencia de Valentine era lo mejor, así que no se preocupen, todo estará bien, ustedes estarán a salvo y aunque se demore, el bien siempre triunfará, Valentine será derrotado por grandes guerreros y ustedes podrán volver a su mundo.
- ¿Sólo nosotros? –Alec miró con una sonrisa a Magnus–. Tú también eres parte del mundo de las Sombras.
-Lo sé pero... bueno... yo ya tengo una mamá, una que me ama a pesar de mi naturaleza.
-Catarina te adora con toda su alma, ella es como una madre para nosotros también –aseguró Isabelle–. Ella también es nuestra madre y eso no cambiará, pero tú eres parte de nuestro mundo –aseguró Isabelle y besó suavemente la mejilla del moreno –cuando regresemos a nuestro mundo, tú estarás con nosotros –Isabelle le sonrió encantadoramente a Magnus –ahora iré a ayudar a mamá, diviértase –dijo la chica antes de salir corriendo hacia el edificio.
Magnus rió mientras negaba y seguía la chica con sus ojos hasta que ésta desapareció, luego se giró hacia Alec, que lo miraba con el rostro ceñudo.
- ¿Hay algo que te moleste? –Preguntó Magnus preocupado por el chico, Alec suspiró.
-Creo que le gustas a Isabelle.
Magnus se sorprendió y parpadeó rápidamente.
-Bueno... no lo creo... somos como hermanos...
-No Magnus, yo la conozco, le gustas.
Magnus se sonrojó levemente.
-Oh... bueno... Isabelle es muy linda –murmuró pensativo, eso pareció molestar aún más a Alec.
-Así que ella también te gusta.
-Bueno... –Magnus frunció el ceño –nunca lo había pensado, pero Isabelle es realmente hermosa...
Alec bufó molesto.
- ¡Qué tonto! –Gruñó Alec molesto.
Magnus lo miró sorprendido.
- ¿Porque te enojas?
- ¡Eres un tonto! –Espetó nuevamente antes de caminar enfadado hacia el edificio.
Magnus lo miro sin entender que le pasaba a aquel tierno ojiazul.
.( •̥́ ˍ •̀ू )
- ¿Porque estás enojado mi niño? –Preguntó Catarina acariciándole suavemente el cabello a Alec, quién se encontraba en la sala de estar leyendo el libro Gris, regalo de su tío Ragnor, ya que él e Isabelle debían aprender a identificar las diferentes clases de runas para no estar tan quedados en sus estudios una vez volvieran al mundo de las Sombras, si es que volvían.
-Mami ¿tú crees qué Magnus quiera a Isabelle?
La bruja azul se sorprendió por la pregunta y parpadeó con rapidez.
-Pero por supuesto que sí, él la adora, siempre ha sido como una hermanita para él, la quiere muchísimo al igual que a ti.
- ¡No me refiero a eso! –Alec cerró el libro con brusquedad antes de abrazarlo contra su pecho–. Me refiero a si la quiere como tío Ragnor quiere a tío Raphael.
Catarina se sorprendió aún más por la pregunta.
-Bueno... Alexander, Isabelle aún es una niña al igual que Magnus...
-Pero...–Alec soltó un suspiro cansado–. ¿Mami está mal si yo quiero a Magnus y no como un amigo o como un hermano? Tú me entiendes –musitó completamente sonrojado.
La bruja sonrió enternecida, pues desde pequeño Alec había demostrado ser bastante diferente y no tenía nada que ver con la sangre de ángel en sus venas, aquello sólo era una confirmación de lo que ya se había imaginado.
-Así que esa es tu preocupación, que Magnus quiera tu hermanita, porque tú lo quieres a él.
Alec se sonrojó hasta las orejas.
-Los niños me dicen que yo soy raro, que soy un fenómeno y a Magnus y a mi nos dicen que somos maricas ¿está mal que yo lo quiera de tal forma?
-Bueno Alexander, te diré algo que a mí me dijo un muy viejo amigo pero también muy sabio: "En sí la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad; lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano sin sentir miedo, inhibición u obligación". ¹
Alec frunció el ceño como intentando procesar las palabras de Catarina.
-Así que... –dijo después de un rato–. ¿No está mal que yo quiera a Magnus?
La bruja azul rió suavemente.
-Por supuesto que no, sé feliz Alexander, sé feliz a tu modo, sin preocuparte por lo que digan los demás, porque naciste siendo especial, diferente a las personas de tu alrededor, eso no es malo, tú eres diferente y Magnus también lo es, los dos se entienden, se aman y se cuida, me sorprendería más que los dos no se quisieran.
- ¿Tú crees que Magnus me quiera a mí como yo a él?
-Bueno mi niño, sólo hay una forma de saberlo.
- ¿Cómo? –Preguntó Alec ladeando su cabecita.
-Pregúntale, pregúntale si te quiere, la respuesta quizás te sorprenda.
Alec asintió con fervor y abrazó a la bruja.
-Muchas gracias mami –le dio un suave beso en su mejilla antes de salir corriendo hacia su habitación, aquella que compartía con Magnus, pero se detuvo en el umbral de la puerta cuando miró a Magnus abrazando con fuerza a Isabelle, que escondía su rostro en el pecho del moreno.
Alec no tuvo que preguntar para saber la respuesta.
Magnus no con lo quería, o al menos no como Alec deseaba.
El ojiazul suspiró y miró el suelo. Se había hecho demasiadas ilusiones.
¿Cómo es que alguien tan maravilloso como Magnus querría a alguien tan ordinaria como él?
Alec se retiró en silencio y cabizbajo mientras salía de aquel lugar, del orfanato, camino Central Park sin saber que aquel mismo día, el mundo le daría una gran sorpresa.
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1) Frase de Simone DeBeauvoir, escritora, profesora y filósofa francesa defensora de los derechos humanos y feminista.
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