Capítulo 29
- ¿¡Por qué demonios lo trajiste!? –Preguntó Clary mirando irritada a su novio.
-Porque tú me dijiste que lo hiciera, se supone que hoy se va a reencontrar con Magnus.
-No habló de Alec –gruñó la pelirroja–. Me refiero a Jonathan.
-Vamos hermanita.
- ¡No me digas hermanita! ¡Por tu culpa está pasando lo que está pasando!
- ¿A qué se refiere? –Preguntó a Alec sin entender.
-Verás hermanito –murmuró Isabelle abrazado al ojiazul como si fuera una sanguijuela; no lo había soltado desde que se habían encontrado en el instituto–. Él fue el chico que te besó siendo novio de Magnus.
Alec frunció el ceño y miró mal al rubio.
- ¡Por tu culpa mi novio me terminó, su padre se llevó al infierno y ahora yo estoy sin recuerdos! –Espeto molesto antes de ver a su Parabatai–. ¿Por qué demonios lo trajiste?
- ¿Tú no escuchaste? Él quería venir –se defendió Jace.
- ¿¡Y qué me importa!? Yo siempre he querido un pijama de Stitch, pero no la tengo.
- ¿Quién es Stitch? –Preguntó Jace sin entender; Isabelle rodó los ojos.
-Es un extraterrestre azul...
- ¿Qué tienen ustedes con los extraterrestres? –Cuestionó Jace sin dejarlos terminar–. Como sea, ignora a Jonathan, no tiene importancia.
- ¡Oye, sigo aquí!
-Lastimosamente –dijo Isabelle–. Aléjate de mi hermano y de Magnus o te golpearé tan fuerte que a tus nietos les dolerá ¿entendido? –Gruñó la chica y Jonathan asintió con fervor; Isabelle sonrió encantadoramente–. Excelente, ahora Simon –fue la primera vez que la pelinegra se alejó de su hermano–. Vamos a bailar.
-Pero yo no sé bailar –murmuró Simon.
-Bueno, entonces voy a enseñarte –la chica lo tomó de la mano y lo arrastró hacia la pista de baile.
-Sí bueno, yo también quiero bailar, claro por supuesto, pero...
-Alec, sé que reconocerás a Magnus cuando lo veas.
-Pero...
-Además, tendrán su tiempo a solas.
-Pero...
Antes de que pudiera hablar, Clary y Jace ya habían desaparecido entre la multitud.
-Genial, nos dejaron solos –dijo Jonathan sonriendo; Alec lanzó un gruñido.
-Sí, genial –espetó con amargura.
-Pareciera que te molestara mi compañía –murmuró Jonathan.
-Nada de esto hubiera pasado si tú no me hubieras besado.
-En realidad tú me correspondiste, creo que ese fue el problema mayor.
- ¿Qué?
- ¿No lo recuerdas?
-No, no lo recuerdo y agradezco no recordarlo.
-Alec por favor... –Jonathan se acercó al ojiazul–. Quizás tú no lo recuerdes, pero los dos tuvimos un momento especial.
-No es verdad, yo amo a Magnus.
-Pero tenías tus dudas.
Alec resopló.
-Déjame en paz.
-Es en serio, los todos tenemos una conexión especial, me duele que me lo recuerdes.
-Quizás no lo recuerdo porque no fue tan especial –señaló Alec–. Pero sí recuerdo algo, recuerdo a un hermoso moreno con ojos de gato que me hacías sonreír, recuerdo que me sentía bien junto a él y quiero volver a sentir eso.
- ¿Crees que puedas? –Preguntó Jonathan suspirando–. Puede que eso sintieras en tu vida anterior, tienes la oportunidad de empezar de nuevo ¿por qué repetir lo mismo?
Alec frunció el ceño.
-Porque lo correcto es que Magnus y yo estemos juntos.
- ¿Eso es lo correcto o eso es lo que todos te han dicho?
Alec tragó grueso.
-Yo lo amo.
- ¿De verdad lo amas o sólo recuerdas amarlo?
- ¿No es lo mismo?
-No, no es lo mismo Alec, dame una oportunidad, tú y yo tenemos algo especial ¿por qué perderlo cuando podemos intensificarlo? Por favor –musitó Jonathan–. Déjame intentarlo.
Alec suspiró.
-No, quiero conocer a Magnus, quiero volver con él.
-Te vas a decepcionar, no es tan fascinante como todos dicen.
-Pero todos dicen que tú eres realmente despreciable y veo que lo eres –murmuró una voz con frialdad detrás de Jonathan; el rubio se congeló y se giró para ver allí a Magnus fulminándolo con la mirada–. Yo sí recuerdo haberte pateado el trasero antes por tocar a mi chico ¿quieres repetirlo?
Jonathan tragó grueso.
-Iré por unas bebidas.
-Buen chico –dijo Magnus–. Ahora lárgate.
El rubio palideció al ver las manos de Magnus encenderse y salió corriendo. El brujo tomó una bocanada de aire antes de controlarse, sus ojos se volvieron marrones como siempre que llevaba el glamour puesto y sus manos se apagaron antes de que mirar a sonriendo a Alec.
-Hola Alexander –musitó con voz de seda–. Un gusto verte de nuevo.
El ojiazul sintió su corazón latir con fuerza y sonrió tontamente.
-Magnus –musitó completamente nervioso; el brujo rió con suavidad.
-Es mejor que nos sentemos, te están temblando las piernas y no quiero que te caigas, te puedes lastimar.
¿Cómo no? Alec había vuelto a recuperar su capacidad de sonrojarse y lo demostraba al ponerse completamente rojo. Magnus suspiró enamorado, extrañaba aquel hermoso sonrojo del chico, había soñado tantas veces con él, que verlo en persona le pareció sumamente adorable y el moreno suspiró encantado ante de sentarse junto a Alec.
- ¿Me recuerdas? –Preguntó con suavidad y teniendo la esperanza de que la respuesta fuera sí, pero Alec negó.
-No... bueno no mucho en realidad, sólo tengo flashes.
- ¿Cómo qué?
Alec se volvió a sonrojar y a Magnus le picó la curiosidad por saber que había recordado aquel chico.
-Bueno... recuerdo estar contigo sonriendo y... be-besándonos –admitió completamente rojo; Magnus rió con suavidad, aquello no era nada malo, pero Alec, por supuesto, con su gran timidez había dicho eso con un hilito de voz.
- ¿Y recuerdas algo más?
-También recuerdo cuando te dije que Jonathan y yo...
-No –lo cortó Magnus–. No volvamos a ello.
-Lo siento –murmuró Alec mientras sus ojos se llenaban de lágrimas; el brujo negó con fervor.
-No, no, no Alec, no te disculpes, ya pasó...
-No, no pasó, yo fui un idiota, fui un cretino que te lastimó, no debí hacerlo, lo siento tanto, entiendo si me odias...
-Alexander Lightwood, eres el amor de mi vida, yo nunca podría odiarte, te amo como nunca he amado a nadie en mi vida, te amo como creí que sería imposible amar, te amo y te necesito, no quiero volver a vivir sin ti, no te recordaba mucho Alexander, pero siempre sentí un hueco en mi pecho, un hueco que dejó estar vacío cuando supe que Clary te había encontrado, un hueco que desapareció por completo cuando entré a Pandemónium, un hueco que fue reemplazado por la mayor felicidad del mundo cuando te vi, no importa Jonathan, no importa el pasado, a mí me importa el futuro, lo mucho que quiero vivirlo contigo.
Las lágrimas de los ojos de Alec desaparecieron, su corazón latía con rapidez, le tomó mucha valentía antes de hablar nuevamente.
-Recuerdo nuestra primera vez –soltó sin más. Magnus lo miró completamente sorprendido.
- ¿Y qué sentiste?
-Sentí que era la persona más suertuda del mundo por tenerte, sentí felicidad y amor... y sentí mucho deseo de verte.
- ¿Sólo eso? –Preguntó Magnus divertido–. Oh vamos –el brujo fingió estar decepcionado–. Creí que habías sentido algo más... excitante.
- ¡Magnus Bane deja de ser tan imprudente! –Refunfuñó Alec–. Pero se encontraba sonriendo.
-Yo no lo recuerdo bien –mintió Magnus; Alec pareció triste. El brujo sonrió con malicia–. Pero sé una forma de que lo haga, sólo que necesito tu ayuda.
Alec asintió sin siquiera escuchar la idea el brujo.
-Quiero ayudarte.
-Perfecto, entonces tenemos que salir de este lugar.
Alec lo miró confundido.
- ¿Por qué? –Preguntó sin entender; Magnus soltó una risita, enternecido por la inocencia del Nefilim y se acercó a su oído para decirle lo que tenía planeado. Alec por supuesto se sonrojó completamente y empezó a tartamudear al notar que no podría expresarse.
Alec sólo tragó grueso.
-Quiero hacerlo –dijo el ojiazul decidido.
Magnus lo miró sorprendido, pues no esperaba que Alec aceptara, sólo buscaba molestarlo un rato, pero no perdería la oportunidad, así que lo tomó de la mano.
-Entonces andando, mi estúpido Nefilim –musitó antes de arrastrarlo fuera del bar.
Los dos chicos estaban tan perdidos en su mundo que no notaron como Isabelle, Clary, Simon y Jace los miraban con ternura mientras que Jonathan era consumido por la envidia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro