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Capítulo 28




















- ¡Mamá! –Gritó Magnus corriendo escaleras abajo; Catarina lo miró furiosa.

- ¡Magnus Bane ten más cuidado! –Vociferó molesta–. ¿Y si te caes? ¿Y si te hacen daño? ¡Deja de ser tan irresponsable y...!

-Eso no importa mamá, Clary ya encontró a Alec.

Todo el enojo de la bruja desapareció y dejó caer el libro que llevaba en la mano y aquel que tenía planeado lanzarle a Magnus por ser tan irresponsable al correr por las escaleras.

-Mi niño... –musitó con voz suave–. ¡Quiero verlo!

-Están en el instituto, van a visitar a Izzy.

- ¡Vamos ya!

-Clary dijo que iba a preparar una cita en la noche conmigo y Alexander, pero no puedo esperar...

-Magnus estás a punto de ver a Alexander, que sea especial, ten paciencia.

-pero Alexander...

-No, entiende...

-Pero...

-Por favor ten paciencia, el chico se está enterando de muchas cosas que no sabía.

-Bien, pero dame un momento –Magnus chasqueó sus dedos para aparecer un libro y se lo entregó a su madre–. Dáselo.

Allí estaba el libro Gris de Alec que le habían dado cuando tan sólo era un niño, Catarina sonrió abiertamente.

-Estoy segura que esto lo ayudará mucho.

-Por supuesto que sí, hay una runa

-Para traer recuerdos, lo sé –dijo la bruja.

-Trata de ayudarlo con ella –pidió Magnus–. Ayúdalo a que recuerde.

La bruja sonrió abiertamente.

-Esta noche es tuya, hazlo tú y has que sea memorable.

Magnus sonrió completamente feliz.

-Lo haré, de eso no hay duda.

Catarina sonrió y asintió.

-Confío en ti mi niño, ahora recupera a tu hombre.

Magnus chilló emocionado y asintió con fervor.

-Por supuesto que lo haré.









































- ¡Mi niño! –Gritó Catarina una vez llegó al instituto y se aferró a Alec como si su vida dependiera de ello; Alex sintió todo su cuerpo helarse, su cabeza dolió pero no le importó y correspondió le el abrazo a la bruja sintiendo la calidez del cuerpo de ella, sintiendo seguridad y confianza, sintiéndose protegido, sintiéndose completamente feliz.

-Mamá –musitó el ojiazul enterrando su rostro en el cabello blancuzco de la bruja, ella sonrió abiertamente.

- ¿Te acuerdas de mí?

-Quisiera decir que sí, pero no, aunque Isabelle me hablado mucho de ti, me ha dicho que has sido una madre para nosotros, que eres nuestra madre.

Maryse, que estaba allí, se aclaró la garganta con fuerza pero Alec la ignoró, la mujer estaba dolida, ni siquiera sin recuerdos Alec dejaba de preferir a aquella bruja que habla a la mujer que le había dado la vida.

-Mi niño... no me importa, poco a poco te irás acordando de todo, lo importante es que estás de vuelta, te amo tanto mi pequeño.

El ojiazul sonrió.

-Yo también te amo mami.

El corazón de la bruja comenzó a latir con rapidez, desde muy pequeño Alec no le decía mami, escuchar aquellas palabras la hicieron sentir completamente feliz.

-Hay algo que te quiero mostrar, Magnus te lo envía.

Alec abrió los ojos de golpe.

- ¿Magnus? ¿Él ya sabe que me encontraron?

-Por supuesto que sí y está ansioso por verte esta noche en Pandemónium.

-Tengo miedo mamá.

-Todos tenemos miedo, pero ustedes están destinados a estar juntos.

-Desearía que todos dejarán de decir eso.

-Mi niño ¿por qué?

-Porque siento que es una obligación...

-No es una obligación Alexander, pero créeme, cuando veas a Magnus lo entenderás, ustedes dos se aman, siempre ha sido así, el amor como el de ustedes no desaparece sólo por el hecho de que falten recuerdos, confía en mí.

Alec asintió.

-Yo confío en ti, ahora, de vuelta al regalo de Magnus... –Catarina chasqueó sus dedos y allí en las manos de la bruja apareció un pequeño libro.

- ¿Qué es?

-Esto se llama el libro Gris, es el libro donde están todas las runas de los Cazadores de sombras con sus diversos poderes, ésta en especial, Magnus quería que la miraras, pero sólo un poco porque es muy fuerte.

La bruja abrió el libro allí a dónde Magnus lo había marcado y la vio, vio aquella runa trazada en el libra, Alec se sintió levemente mareado cuando muchos recuerdos vinieron de golpe.

El siendo niño y corriendo a los brazos de un brujo verde después de que éste le curara las heridas.

Alec entrenando con Jace

Su ritual Parabatai.

El ritual totalmente improvisado de su primera runa.

A su tío Raphael contándole.

Alec haciéndole trenzas a su hermana.

Y allí estaba él...

Un recuerdo que más lo invadió; Alec estaba caminando por el parque tomado de la mano con un moreno mientras los dos chicos se lanzaban miradas de amor antes de que sus labios se unieran y se fundieron en un profundo beso. Alec sintió sus labios picar por la necesidad de sentir aquel beso en ese momento.

Recordó la primera vez que se entregó a Magnus y que el moreno lo trató con suma delicadeza, como si fuera el tesoro más preciado y medicado del mundo.

Y también recordó aquella mirada de dolor cuando Magnus se enteró que Alec le había correspondido el beso a Jonathan, sin poder evitarlo, el corazón de Alec se rompió y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Catarina cerró el libro de golpe al ver lo afectado que estaba a su hijo.

-Sí, creo que eso fue demasiado.

Alec negó dejando escapar un par de lágrimas.

-Soy un idiota...

-Está bien mi niño, no te preocupes –la bruja le acarició suavemente la mejilla a su hijo–. No pienses en el pasado –musitó la mujer imaginando que había recordado su hijo.

-Le hice una promesa a mi tío Ragnor, no puedo verme con Magnus.

-Sí, sobre eso... hay alguien que quiere verte.

Alec asintió aunque su mente aún estaba en los recuerdos de Magnus completamente destrozado, estaba tan elevado en tus pensamientos que no notó como unos brazos lo rodeaban y alguien lo apretaba fuerte contra su pecho mientras que aquel hombre susurraba palabras de amor.



















(/⊙_⊙)/



























Cuando Alec notó quién lo estaba abrazando, correspondió el abrazo y se dejó llevar por el llanto mientras Ragnor intentaba consolarlo y disculparse con el chico por haber sido tan idiota.

-Lo siento Alexander, te amo ¿Lo entiendes?

-Pero tú dijiste que yo no me amabas, tú...

-Recordaste más de lo que hubiera querido...

-Recordé lo necesario, recuerdo que tengo que alejarme Magnus.

-No, mira estaba enojado, triste, me dejé llevar por mis sentimientos, Alexander no quiero que te alejes de Magnus y por supuesto que no quiero que te alejes de mí, eres parte de nuestra familia ¿Lo entiendes? Siempre lo serás, eres mi niño, eso nunca cambiará, te amo Alexander y no quiero volver a perderte –murmuró el brujo acariciando el cabello del chico; sabía que se estaba mostrándose vulnerable, tanto como nunca lo había hecho. Sabía que Catarina luego se lo echaría en cara y no le importaba. Había recuperado a su pequeño y en aquel momento eso era lo único que le importaba–. ¿Alexander, crees que puedas perdonar este estúpido brujo?

El ojiazul rió y negó.

-Tío no hay nada que perdonar, te amo mi verdoso tío.

-Y yo a ti mi Alexander, ahora, sobre Magnus...

-Lo sé, tendré cuidado con él.

-Quiero que tengas cuidado con él, sí, pero también quiero que seas feliz, se lo arrepentido que estas, así sé que no vas a volver a cometer un error como ese, confío en ti, así que no temas, ve con Magnus, ámalo como antes y si no amas así, enamórate de él, ustedes dos están hechos para estar juntos y no porque estén obligados, por supuesto que no, es sólo que su amor es demasiado grande para ser olvidado, pocos tienen la fortuna de encontrar lo que ustedes tienen y no quiero que lo pierdan ¿me entiendes?

Alec asintió mientras miraba a su tío con todo el amor que sus ojos podían expresar.

-Serás valiente mi niño, podrás hacerlo, por Magnus y por ti.

Alec sonrió con mayor confianza.

-Lo haré –dijo completamente seguro.

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