Capítulo 21
-Estoy emocionado –murmuró Alec mientras caminaba de la mano junto con Magnus hacia el Instituto, el brujo ya le había dicho que las personas que le habían comentado sobre su beso con Jonathan había sido Jace y Clary, por lo cual el que él no estuviera muerto no sería una sorpresa para el rubio, pero aun así Alec estaba completamente emocionado de ver a su Parabatai.
-Estoy bastante seguro que Jace se siente igual.
-Bueno, él ya sabe lo sabe.
-Pero debiste ver su cara, estaba tan feliz de no haberte perdido, no todos los días tu hermano resucita de la muerte.
-En teoría no resucité.
-En teoría sí lo hiciste y ya no te amargues Alexander, Jace está feliz, no sé no arruines con tecnicismos ¿está bien? –Alec asintió obediente–. Por cierto, también estará Izzy, al igual que mamá y tío Ragnor.
Alec palideció más, si es que era posible.
-Tío Raphael estará metido en grandes problemas ¿verdad?
-No sólo tío Raphael, tú también, debiste habernos enviado al menos mensaje de texto, lo que hicieron fue muy cruel, nos dejaron creer dos semanas que estabas muerto, mamá estaba destruida y ni te imaginas cómo estaba tío Ragnor, estoy seguro que tío Rapha no tendrá sexo por mucho tiempo al igual que tú, tengo que castigarte.
-Pero Magnus, dijiste que me habías perdonado.
-Y por supuesto que lo hice, pero no te salvarás tan fácil de tu castigo Alexander, hablo en serio, tanto tío Rapha como tú están fuera de servicio por ahora.
Alec hizo un puchero.
-Supongo que lo tenemos bastante merecido.
Magnus asintió no teniendo duda de ello y una vez llegaron al santuario del instituto, Alec tragó grueso.
-Nunca podré verlo nuevamente por dentro, sólo podré llegar hasta el santuario.
Magnus le puso su mano en el brazo al chico.
-Si no estás listo...
- ¡No! Es decir, quiero hacerlo, necesito verlos de nuevo.
Magnus asintió y abrió la puerta del santuario, pero antes de que Alec pudiera ver algo, unos fuertes brazos lo rodearon.
≧▽≦
-Mamá, por favor, no llores...
- ¿¡Cómo no quieres que llore!? –Gruñó Catarina y le dio un fuerte golpe a su hijo en el brazo–. ¿Cómo pudiste ocultarme algo así? ¿Cómo no puedes enviarme un mensaje de texto?
-Eso le dije yo –señaló Magnus; Alec lo fulminó con la mirada.
-Eres un inconsciente, Alexander Lightwood, no te imaginas lo mucho que estuve sufriendo todos estos días porque creía que no te volvería a ver –la bruja suspiró mientras Alec le retiraba las lágrimas de los ojos mirándola con cariño.
-Lo siento mamá...
-Un lo siento no lo reparará nada, estás castigado por toda la eternidad.
-Eso es bastante tiempo.
-Y tú tienes mucho, así que cállate –la bruja lo abrazó con fuerza contra su pecho mientras le acariciaba el cabello–. Mi pequeño...
-En realidad soy más alto que tú...
- ¡Cállate! Siempre serás mi pequeño –Catarina le llenó el rostro de besos a Alec–. Mi bebé, me has asustado tanto...
Una vez los brazos azules de la bruja lo dejaron ir, Alec sintió un fuerte golpe en la cabeza e hizo una mueca.
- ¿Pero qué demonios?
- ¡Eres un tonto Alexander! ¿Cómo no pudiste avisarnos? –Gritó Ragnor furioso–. ¿Te imaginas lo mucho que sufrí?
Alec sonrió abiertamente.
- ¿Lloraste por mí?
Ragnor rodó los ojos.
-No, por supuesto que no, pero tuve que consolar a tu madre todo este tiempo.
Alec rió y abrazó con fuerza a su tío.
-Era un polluelo cuando te escuché llorando en el Gard, estaba en transición pero quise despertar inmediatamente para abrazarte... escuchar tu voz rota fue lo más doloroso del mundo.
Ragnor dejó escapar un par de lágrimas y abrazó con fuerza a Alec.
-No vuelvas a hacerme esto nunca Alexander Lightwood o yo mismo te mataré –Gruñó molesto el brujo mientras le acariciaba el cabello–. Y tú –Ragnor fulminó con la mirada a su novio–. Ya me arreglaré contigo, eres un idiota ¿cómo no me dijiste que estaba vivo?
-Porque en realidad no lo está, es un vampiro...
-No me importa, está con nosotros y tú no dijiste nada.
-Tenía que esperar que se controlara y...
- ¡No me importa! ¡Pudiste decírnoslo! Pero no, preferiste callarte.
-Es que quería que fuera una sorpresa –musitó Raphael haciéndole ojitos a su novio.
- ¡Eres un idiota! ¿Una sorpresa? ¿No sabes lo mucho que sufrí? Sí, lo sabias pero no me dijiste nada, me dejaste llorar por días cuánto Alec estaba vivo...
-En realidad no está vivo...
- ¡No importa si es un vampiro! ¡Está vivo para mí! Raphael Santiago olvídate de tener sexo por al menos unos tres siglos ¿lo entiendes?
-Pero Ragnor...
- ¡Cállate! –Gruñó resentido el brujo verde mientras abrazaba a Alec como si fuera un peluche–. Y tú...
-Estoy castigado, lo sé, mamá ya me lo dijo.
-Bueno, cuando se termine su castigo empezará el mío ¿entiendes?
Alec rió y retiró un mechón blanquecino del rostro de su tío antes de asentir.
-Lo entiendo y lo siento mucho.
-Eres un tonto, Alexander –gruñó y le dio un fuerte golpe–. El más tonto de todos.
-Oigan ya basta, me lo van a magullar –gruñó Magnus mientras miraba enternecido la escena.
- ¡Idiota! –Gritó Isabelle arrojándose sobre Alec y haciéndolo caer, el vampiro la miró divertido y abrazó a su hermanita cómo lo hacía cuando era chica y tenía pesadillas–. ¿Cómo no me podrías decir eso, idiota? –La chica golpeó el pecho de su hermano con fuerza muchas veces–. Te odio, te odio, te odio –decía entre cada golpe–. No te imaginas lo mal que estuve y no me dijiste nada.
- ¿Odias que sea vampiro?
-Por supuesto que no, podrías venir en forma de unicornio y te seguiría amando porque eres mi hermano –le dio un fuerte golpe más–. Te odio tanto –espetó molesta pero abrazó al chico con fuerza; Alec rió mientras la acunaba contra sus brazos y acariciaba los azabaches cabellos largos de su hermanita.
Después de un rato, Izzy se puso en pie y besó sonoramente la mejilla de su hermano.
-Estamos juntos de nuevo, pero hay alguien que quiere verte.
Alec se puso en pie con rapidez y allí lo miró, desde el rincón de la sala estaba el rubio de ojos pardos, lo miraba con una sonrisa radiante instalada en su rostro, Alec corrió hacía el chico mientras lo miraba con adoración.
-No me ruegues que te deje o que regrese cuando te estoy siguiendo –musitó Jace mirando los azules ojos de su hermano.
-Porque a donde tú vayas yo iré –Alec sonrió abiertamente mientras recitaba aquel juramento.
-Y a donde tú vivas yo viviré, tu gente será mi gente y tú Dios será mi Dios...–Jace corrió hacia los brazos de Alec y lo abrazó con fuerza–. Donde tú mueras yo moriré y allí seré enterrado.
-El Ángel me haga esto y mucho más, si nada más que la muerte nos separa a ti y a mí –finalizó Alec mientras lloraba con fuerza–. Lo siento, ya no podré cumplir nuestro juramento.
- ¿Por qué no? –Preguntó Jace ceñudo.
-Jace, si muero... otra vez, no podré ser enterrado en la Ciudad de hueso, no puedo vivir en el instituto y bueno... en teoría ya estoy muerto.
-Alec, tú siempre vivirás para mí –aseguró Jace–. No tenemos que vivir en el instituto.
-Pero Jace, eres un Nefilim y...
-Muchos tienen su casa propia, nosotros la tendremos, tendremos nuestra propia casa, viviremos juntos Alec.
-En verdad tendrás que soportar a Magnus –señaló Alec.
-Y tú a Clary.
Alec abrió los ojos de golpe.
-Sí que has avanzado mucho en estas dos semanas.
La zanahoria que estaba por allí cerca, se sonrojó cuando todos se giraron para verla.
-Y no importará porque estaremos juntos Alec, no importa si no puedes ser enterrada en ciudad de hueso, yo tampoco...
-Jace... tú siempre has soñado con eso, el estar con tus ancestros.
-Mi Parabatai es más importante.
-Puede que yo nunca muera de nuevo.
-No importa, tendrás mis cenizas.
-Eso es algo tétrico.
-Es lo que quiero –concluyó Jace.
Alec suspiró entristecido.
-No tienes que hacerlo hermano, en verdad.
-No, no tengo pero quiero hacerlo, somos hermanos ¿verdad?
Alec abrazó con fuerza al rubio y asintió.
-Hermanos inseparables –aseguró sonriendo completamente feliz.
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