
Capítulo 20
- ¿Cómo me veo, tío Rapha? –Preguntó Alec mirándose al espejo por última vez, nunca había sido un chico de trajes, pero Raphael le había conseguido ese que resaltaba bastante el color zafiro de sus ojos, su piel se veía más pálida que de costumbre, pero aquello le sentaba bastante bien con su cabello azabache que combinaba con el traje.
-Como una persona que va a ser honesta con su novio y le va a decir que besó a otro chico.
Alec lo fulminó con la mirada.
-Estoy hablando en serio tío.
-Y yo también.
Raphael lo miró con cariño antes de acercarse y acomodar el nudo de la corbata de Alec.
-Alexander, siempre has sido un chico honesto, no espero menos de ti.
- ¿Pero si me odia? ¿Y se termina conmigo?
-Él te ama Alexander, jamás podría odiarte y si termina contigo, bueno, siempre quisiste ser un adulto, ahora lo eres, y parte ser un adulto es asumir las consecuencias de tus actos.
-Pero yo ni siquiera quería besarlo...
-Pero lo hiciste y ahora debes decírselo a Magnus, quizás te ama tanto como para que escuche, entienda tus razones y se dé cuenta que lo amas, pero si no es así, lucha por él, ustedes hacen una hermosa pareja, esto es un bache en el camino, uno que tú mismo causaste, así que debes solucionarlo, confío en ti.
Alec se recostó en el pecho de su tío con la mirada triste.
Se suponía que aquel día iba a ser uno de los mejores de su vida, pero en lugar de eso estaba nervioso, triste y confundido ¿por qué había besado a Jonathan? Siempre había sabido que amaba a Magnus, lo había amado desde que eran unos niños y aquellas dos semanas extrañaba sentir la calidad del chico, ahora más que nunca lo hacía y no quería perderlo.
-Todo va estar bien mi niño –musitó Raphael palmeando la mejilla de Alec, quizás un poco más fuerte de lo que lo que el ojiazul hubiera preferido; Alec asintió y abrazó con fuerza a su tío antes de soltarlo. Tomó una bocanada de aire y la expulsó con potencia.
-Todo va a estar bien, Magnus y yo vamos a estar bien –se aseguró el ojiazul antes de desaparecer tan rápido como un parpadear de ojos.
Raphael se tiró en el sofá esperando a que verdaderamente todo saliera bien.
(^ω^)
Como había esperado Magnus, le llegó un mensaje de su tío Raphael diciendo que necesitaban encontrarse en Central Park con urgencia, el brujo se había puesto sus mejores ropas, el brillo había vuelto a su rostro y su cabello. Se suponía que debía estar realmente molesto, pero no podía evitar sonreír, volvería a ver a Alec, al chico que tanto amaba, había pasado dos semanas llorando sintiendo cómo su corazón se desgarraba una y otra vez todos los días al levantarse y no ver al ojiazul, pero al parecer Alec estaba muy feliz besando a otro chico, debía estar molesto... y lo estaba, pero su alegría era mayor.
Magnus se sentó en la banca frente al lago donde se supone que se encontraría con su tío Raphael y se cruzó de brazos mirando la luna reflejada en la oscura agua.
Alexander estaba vivo...
Cada día y cada noche de las últimas dos semanas su mente había recreado cruelmente el momento en el que Valentine había atravesado a su amado con aquella espada serafín. Aquellas dos semanas se había odiado completamente por no haberlo podido salvar, pero Alexander estaba todavía con él... estaba vivo ¿Cómo podía ser un vampiro? No lo sabía pero lo agradecía. Tendrían otra oportunidad, el destino les estaba dando otra oportunidad ¿Entonces por qué con aquella oportunidad venían cosas tan dolorosas como el beso con Jonathan? Fácil, porque la vida se burlaba de él.
Magnus suspiró entristecido sin notar que entre los árboles un vampiro lo miraba con tristeza, con miedo, pero también con amor.
Alec sintió su corazón desgarrarse cuando vio la tristeza en los ojos de Magnus, creyendo que esto se debía a su muerte, se acercó rápida y silenciosamente al brujo sentándose a su lado sin que el moreno lo notara.
- ¿Estás esperando a alguien? –Preguntó Alec sonriendo abiertamente; Magnus miró al chico impresionado, las ganas de golpearlo desaparecieron inmediatamente.
Allí, junto a él estaba Alec, demasiado pálido incluso para él, pero seguía siendo el mismo Alec, sólo que mejor vestido. Todo el dolor que el brujo había sentido en aquellas dos semanas había desaparecido, todo lo demás carecía de importancia, pues ahí sentado junto a él estaba su Alexander, aquel que creía nunca volver a ver, a tenerlo allí. Sin poder evitarlo, Magnus se arrojó a los brazos del chico mientras sollozaba con fuerza.
-Alexander estás aquí, te he extrañado demasiado –Magnus se aferraba al chico como si su vida dependiera de ello–. Creí que jamás volvería a verte –el moreno tomó el rostro de Alec en sus manos mientras lo palpaba cómo tratando de que se hiciera cada vez más real; sí, allí estaba Alec y Magnus haría que se fuera jamás estuvieran separados–. Te amo tanto mi dulce Garbancito.
El ojiazul también tenía su rostro empañado de lágrimas y besó a Magnus con necesidad, lo besó como nunca antes lo había besado, ese era su reencuentro, no dejaría que nada más lo separara.
-Te amo Mags, te amo con mi vida –musitó no queriendo alejarse del chico.
Allí permanecieron unos minutos más abrazados, susurrándose lo mucho que se amaban, besándose, lanzándose miradas de amor cual adolescentes enamorados, todo fue maravilloso antes de que la burbuja se rompiera, Magnus se sentó en las piernas de su novio mientras lo miraba con adoración, pero luego suspiró con pesadez.
-Así que Jonathan Morgenstern.
Alec pareció inmediatamente triste.
-Ya te enteraste.
-No por ti.
-Iba a decírtelo –Magnus enarcó una ceja–. Es en serio, te lo iba a decir, pero creo que ya es muy tarde.
- ¿Por qué Alexander? –Preguntó con voz rota–. Creí que me amabas.
- ¡Y te amo!
- ¿Entonces por qué? –Exigió saber Magnus–. ¿Por qué lo besaste? ¿Por qué besaste a un asesino psicópata? A uno de los culpables de que tú seas un vampiro.
-Magnus si alguien está realmente enojado de que yo sea vampiro, obviamente soy yo mismo, pero no puedo culpar a Jonathan por eso –Magnus lo miró con reproches–. Y sí, se que fue un asesino, pero no era culpa suya, tenía sangre demoniaca, era su instinto.
-Yo tengo sangre demoniaca...
-Es diferente y lo sabes, tú sigues siendo parte humano.
- ¡Él también lo era!
-Pero era más demonio, los dos lo sabemos, si no fuera por el Ángel Raziel, Jonathan no hubiera sobrevivido a ser atravesado por La Gloriosa, la maldad lo consumía y como si eso no fuera suficiente, toda su vida Jonathan fue manipulado por Valentine quién lo crió para ser un monstruo, no es tu culpa, pero ya ha cambiado y está completamente arrepentido.
- ¿Cómo puedes saberlo?
-Simplemente lo sé, en verdad lo sé y sí, eso no es excusa para besarlo, fui un idiota, sólo... tuvimos un momento...
- ¿¡Un momento!? –Pregunto Magnus furioso–. ¡Se supone que sólo debes tener momentos conmigo!
-Magnus...
-Es en serio y me duele que tengas momentos con otra persona...
-Sólo fue uno...
- ¿¡Y si sigue otro!? ¿¡Y si sigues queriendo una besar!?
-No, tan pronto como lo hice me di cuenta que había sido el mayor error de mi vida, pero Magnus, yo te amo a ti, eres mi vida entera, estas dos semanas me sentí horrible, sentí mi alma destrozada porque no estaba a tu lado, tenía miedo de matarte...
-Nunca has creído que los subterráneos sean unos monstruos...
-Y no lo creo, pero el hambre que sentía era completamente diferente, mis penas estaban ardiendo, y ahora más que nunca, he tenido dificultades, ahora entiendo lo que sufría tío Rapha cuando el mismo nos curaba de nuestras heridas por jugar, estar entre Nefilims es un asco, cuando estuve cerca de Jonathan se volvió insoportable...
-Desearía que ya no lo mencionaras.
-Lo que quiero decir es que, no quería hacerte daño, así que me mantuve alejado estas dos semanas para no lastimarte, pero lo hice de una peor forma ¿verdad? –Magnus sintió con tristeza–. ¿Crees que puedas perdonarme?
Magnus soltó un sonoro suspiro y la acarició la mejilla Alec.
-Mi dulce Alexander, he estado estas dos semanas atormentándome por no estar a tu lado ¿crees que haría algo para alejarte? –Alec suspiró con tranquilidad y abrazó con fuerza asfixiante a Magnus, que le dio varios golpes en la espalda–. Soy un brujo, pero todavía necesito respirar –dijo con voz ahogada.
Alec pareció realmente avergonzado.
-Lo siento...
-No te preocupes mi amor, sé aún te falta mucho por aprender y estoy seguro que tío Rapha podrá ayudarte.
-Hay otra cosa que te quiero decir Mags.
- ¿Qué es? –Preguntó Magnus.
-Verás, Jonathan y yo...
- ¡Deja de mencionarlo!
-Sé que lo que te diré no te hará feliz, pero es algo realmente importante.
Magnus suspiró.
-Ya que, estábamos en el mercado de las sombras y...
(n˘v˘•)
-Espera un momento –Magnus pareció sorprendido–. ¿¡Mordiste a Jonathan Morgenstern!? ¿Por qué?
- ¿Es en serio Magnus? ¿En serio? Te acabo de decir que puedo caminar bajo la luz del sol, que podemos tener una vida normal en pareja, que ya no tendré que ocultarme en las sombras ¿y tú lo único que captaste es que mordí a Jonathan?
- ¡Por supuesto que sí! ¿Alexander por qué pones tus dientes en el brazo de ese chico?
-Mira sí, sé que no estuvo bien, pero Magnus, puedo caminar bajo el sol.
El brujo refunfuñó, rodó los ojos pero asintió.
-Está bien, eso es genial, me siento feliz por ti pero ¿por qué demonios tenías que morderlo?
-Lo siento Magnus, ya te dije que te amo y...
- ¡Lo besaste!
- ¡Magnus!
-Está bien, está bien –el brujo hizo un puchero que Alec miró con ternura y besó; Magnus sonrió complacido y le correspondió el beso a su novio mientras que le acariciaba suavemente el cabello.
-Eres un Nefilim estúpido.
-Ya no soy Nefilim –señaló Alec con tristeza; Magnus rió y negó.
-Para mí siempre serás un hijo del Ángel, no importa la sangre que lleves en tus venas, no importa si tu corazón late o no, eres mi Alexander y eso no cambiará nunca, así que más le vale a Jonathan Morgenstern alejarse de ti o yo mismo lo mataré.
Alec rió mirándolo con exasperación.
-Eres un brujo celoso.
-Eres mío Alexander y no dejaré que nadie te arranque de mis brazos.
-No creo que eso sea posible –murmuró Alec haciéndose bolita en el regazo de su novio.
-Más te Gideon, más te vale –arrulló Magnus acariciándole el cabello al ojiazul mientras lo miraba con adoración.
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