Capítulo 18
-Nunca había venido a este lugar sin que todos me miran con temor –murmuró Jonathan mirando atentamente a su alrededor.
-Qué bien que tú si puedes conocer el mercado de las sombras –gruñón Jace con acidez–. Algunos no tuvieron la oportunidad.
Tanto Clary como Jonathan sabían lo que había querido decir el chico de ojos pardos, algunos cómo, que Alec no había podido conocer aquel lugar y ya no tendría la oportunidad de hacerlo. Alec no había podido ir al mercado de las sombras ya que tenía que mantenerse con perfil bajo si no quería que todos supieran que estaba entrenando, que estaba relacionándose con otros Nefilims.
Nunca había tenido oportunidades que otros Nefilims sí y nunca las tendría.
Jonathan quiso disculparse de nuevo pero Clary le puso una mano en el hombro y negó, la pelirroja había intentado convencer a su hermano de que no era su culpa, él había sido sólo un experimento y una herramienta de Valentine, nada de lo que había ocurrido era su culpa, sólo era la consecuencia de que llevara sangre demoniaca en sus venas.
Sangre que él jamás pidió y sangre que le fue otorgada mucho antes de nacer.
-Jonathan, hermano ¿qué tal si Jace y yo averiguamos lo que La Clave quiere y tu exploras un poco más en mercado? Nos encontraremos a la salida de éste dentro de una hora ¿qué te parece?
Jonathan frunció el ceño.
-No lo sé, me parece un poco peligroso.
-Estaremos bien, Jace es uno de los mejores guerreros...
-El mejor –corrigió el elogiado; Clary rodó los ojos.
-Jace es el mejor, así que puedes irte tranquilo.
El platinado frunció el ceño, llevaba un par de semanas con su nueva familia pero en ese par de semanas se había vuelto completamente sobreprotector y no le agradaba la idea de que su hermanita se quedara con el chico que obviamente la estaba pretendiendo, y Clary no parecía enojado por ello.
-No lo sé...
-Vamos Jonathan –Clary casi que le suplicaba con los ojos que la dejara sola con Jace–. Tú sabes que quieres.
-No, no quiero –Jonathan quiso discutir más pero mirando la súplica en los ojos de su hermana asintió resignado–. Está bien, una hora o iré a buscarlos.
La chica asintió antes de irse con Jace, que ya había comenzado a alejarse.
Jonathan rodó los ojos y siguió caminando por el mercado de las sombras, dejándose llevar por su curiosidad, entró a una parte completamente cubierta oscurecida, donde se veía sólo negrura, Jonathan sacó su piedra de luz mágica para ver a qué había en el lugar y sólo habían vampiros.
- ¿Qué buscas cazador de sombras? –Preguntó una vampira acercándose al chico.
Lily, la representante de los vampiros de Nueva York, la conocía, ella estaba reemplazando a Raphael mientras éste se encargaba de un asunto sumamente importante, aunque nadie sabía cuál era ese asunto.
-No, yo sólo estoy explorando –Lily frunció el ceño.
-No deberías estar explorando por aquí ¿no es que los Nefilims repudian tanto a los subterráneos?
- ¿No es que los subterráneos han dejado de repudiar a los Nefilims desde que uno salvo su vida?
La vampira chasqueó sus colmillos.
-No lo metas a él en esto, por tu culpa murió –espetó la chica–. Tu padre y tu asesinaron a Alexander Lightwood, el único Nefilim que ha valido la pena de siglos –soltó frunciendo el ceño–. Así que cuida tus palabras pequeño hijo del Ángel.
-Lily por favor, compostura –dijo una voz con diversión; La vampira sonrió abiertamente y asintió.
-Sólo déjame molestarlo un poco ¿lo ves? Está todo pálido.
-Estoy bastante seguro que es su color natural, la última vez que lo vi era muy blancuzco.
Y allí lo vio...
Sí, quizás Jonathan era bastante pálido, pero al ver allí a Alexander Lightwood aparecer entre las sombras, su piel se tornó completamente albina.
Estaba vivo.
.( •̥́ ˍ •̀ू )
- ¿Qué haces aquí? –Pregunto Jonathan completamente sorprendido; Alec caminó por las oscurecidas calles.
-Estoy buscando algo de ropa para reencontrarme con mi novio que cree que estoy muerto –espetó Alec con molestia–. Eso te lo debo a ti, debería devolverte el favor ¿no lo crees?
Jonathan miró de reojo a Alec.
-No te detendría.
El ojiazul pareció sorprendido y asintió.
-Así que lo que dicen es cierto, el asesino ha desaparecido.
-Quizás –murmuró Jonathan agachando la cabeza.
-Estoy bastante seguro que es más que un quizás, el antiguo Jonathan me hubiera asesinado tan pronto me hubiera visto... hubiera sido peor si le hubiera dicho que quería asesinarlo.
- ¿Y al nuevo Jonathan también quieres asesinarlo?
Alec suspiró y negó.
-Me han quitado el honor de asesinar a Valentine, pero nosotros no tenemos la culpa de los errores de nuestros padres, míranos a nosotros, Izzy y yo, mis padres apoyaron a tu psicópata padre y nosotros tuvimos que pagar las consecuencias, pero nunca fuimos igual de malos a ellos.
-Ellos creían en una causa, creían que iban a defender a los mundanos...
- ¿Defiendes a tu padre? –Pregunto Alec sorprendido.
-No, por supuesto que no, pero defiendo a los tuyos, conservaron la cordura y se retiraron a tiempo.
-Eso es un gran error –Alec negó mientras miraba los cachivaches que vendían en el mercado de las sombras–. Ellos fueron unos cobardes y se escudaron en mí para que La Clave no los castigara tan fuerte, tenían más al castigo que pudiera otorgarles La Clave, luego me escondieron a mí y a mi hermana mientras intentaban proteger el honor de nuestro nombre, conservaron a mi hermanito y adoptaron a otro chico con sangre de ángel, nunca me dejaron conocerlo y ahora estoy muerto en vida ¿qué te parece eso?
Jonathan miró divertido a Alec.
-Me parece que te has liberado ¿te sientes bien?
El ojiazul suspiró.
-No, en realidad no, me siento frustrado pero no puedo decirle a nadie...
-Así que tú eres el asunto de Raphael Santiago.
Alec pareció sorprendido por la pregunta antes de asentir.
-Supongo que esa es su excusa para desaparecer por tanto tiempo.
- ¿Por qué no le dices cómo te sientes? Sabes sé qué hace dos semanas no era muy bueno en el arte de la comunicación... y sigo sin serlo, pero estoy bastante seguro que te falta hablar con alguien, guardarte toda esa frustración no debe ser saludable.
-La cosa es que no quiero hacer sentir mal a mi tío, no pienso que los subterráneos sean inferiores a los Nefilim, pero tengo miedo que al expresar todo lo que siento mi tío piense que yo pienso así.
Jonathan miró enternecido al chico y negó.
-Dudo que piense eso.
-Aun así tengo miedo de herirlo.
- ¿Entonces qué tal tu Parabatai?
-Ya no es mi Parabatai...
-Sabes a lo que me refiero.
-Nadie sabe que estoy vivo... bueno, solo los vampiros y ellos son muy discretos.
-Lo imaginé, Jace sigue destruido, Catarina Loss y Ragnor Fell no se han querido presentar a las reuniones del consejo, por lo cual la representación de los brujos la tiene Malcolm Fade, aunque es un poco torpe, ni siquiera Magnus se ha aparecido por el instituto.
-Ya no tendría porque, supongo –señaló Alec.
- ¿Cuando los verás?
-Hoy, tío Rapha dijo que esta noche, si puedo controlarme... pero... –Alec suspiró–. Ya no estoy seguro que pueda hacerlo.
- ¿Por qué? –Preguntó Jonathan divertido–. Pareces estarte controlando bien, no entiendo.
-Oh bueno... quizás un poco, es solo que...
- ¿Qué? –Preguntó el rubio arqueando una ceja.
-En este momento quiero arrancarte la yugular, así que si eso me pasa contigo que tienes sangre ordinaria, no me imagino estar cerca de Jace, no quiero atacar mi Parabatai, tío Raphael dice que su sangre de ángel es demasiado fuerte como para resistirme.
-Yo tengo sangre de Ángel...
-Todos los Nefilim la tienen –señaló Alec–. Sabes a lo que me refiero.
-Te refieres a sangre pura de Ángel y a eso me estoy refiriendo yo.
Alec arqueó una ceja.
- ¿Cómo dices?
-Cuando mi propia madre me atravesó con La Gloriosa, iba a morir, pero Raziel apareció allí, me dijo que ya no había forma de salvarte a ti, pero que agradecería tu sacrificio salvándome a mí, supongo que Raziel sabía que tú estabas vivo.
-Estoy muerto –señaló Alec.
-Ya sabes a lo que me refiero.
-Sí, los ángeles lo saben todo...
-En fin, Raziel me dio su sangre para que pudiera sobrevivir y aquí estoy, con sangre pura del mismísimo Raziel.
-Eso significaría que tu sangre es más fuerte que la de Jace y la de Clary, ellos tienen sangre del ángel Ithuriel, pero tú tienes sangre del mismísimo Raziel.
-Exacto y te estás controlando.
-No mucho en realidad, me duele la encía.
-Bebe un poco, si eso te alivia.
Alec lo miró aterrado.
-Maldición, eres peor que Jace.
- ¿A qué te refieres? –Preguntó Jonathan burlón.
-Tú de verdad quieres morir y yo quiero matarte, así que no me tientes –señaló del ojiazul.
Jonathan rió.
-Sé que puedes controlarte, esto sería un buen entrenamiento.
-Jonathan por favor no lo hagas...
-Confío en ti.
- ¿Por qué? –Alec preguntó frunciendo profundamente el ceño.
-Porque fuiste capaz de ver en las otras personas, en los subterráneos, algo que nadie veía, su bondad, ello demuestra que tú tienes un corazón puro y que no serías capaz de matar a nadie bueno.
-No eres bueno –señaló Alec resentido.
-Los dos sabemos que el Jonathan con sangre de demonio no lo era y que tú no quieres matarme porque sabes que no fue mi culpa.
-No lo sé, no puedo controlarme.
Jonathan sacó su cuchillo serafín y se cortó la muñeca, todos en aquel lugar gruñeron pero por supuesto se controlaron, atacar a un Nefilim era una de las peores formas de romper los acuerdos y nadie se arriesgaría, no ahora qué con la muerte de Alec y el sacrificio del ex Nefilim se había hecho una clase de paz, aunque no parecían contentos de que aquel rubio estuviera tentándolos de forma tan feroz; Alec sin poder evitarlo sacó sus colmillos, pero al mismo tiempo cubrió su boca.
-Por favor Jonathan, no me hagas esto, ya estoy muerto ¿por qué quieres torturarme?
Jonathan suspiró.
-Quiero ayudarte, si puedes probar de mi sangre y de detenerte, podrás ver a tu Parabatai, podrás ver a tu familia, inténtalo.
Alec negó con fervor.
-Te mataré...
-Soy un Nefilim, podré detenerte con facilidad.
Alec negó.
-No, no puedes, ahora soy más fuerte que tú.
-Confío en ti Alexander –aseguró el rubio mientras extendía su brazo hacia el nuevo vampiro, el cual negaba con fervor.
-Jonathan... esto es muy peligroso –dijo, pero llevado por su instinto, mordió el brazo del rubio, el cual gimió de dolor antes de sentir una ola de placer recorrerle el cuerpo.
Jonathan casi cae cuando sus piernas temblaron complacidas por la sensación de la mordida y Alec, para no dejarlo caer, le rodeó el cuerpo con su brazo apretándolo contra su pecho, Jonathan balbuceaba encantado mientras sentía como el chico lo mordía; Alec abrió los ojos antes de separarse del chico de golpe, Jonathan cayó de bruces contra el suelo y Alec, nuevamente, negó con fervor.
-Lo siento Jonathan, casi no me puedo detener.
El chico parecía débil, pero bien.
-No pasó nada malo, te detuviste.
- ¡Pero fue demasiado!
Jonathan rió y se trazó una Iratze.
-Estoy bien, mira –la cicatriz se estaba cerrando–. Todo está bien.
-Si te hubiera hecho algo...
-No me hiciste nada malo, me mordiste con mi consentimiento, todo está bien –aseguró Jonathan.
Alec sonrió y asintió.
-Me siento realmente mejor...
-Quizás sí pueda controlarme.
Jonathan le guiñó el ojo.
-Por supuesto que puedes, ahora no te preocupes por nada ¿Qué tal si me guías a la salida de esto? Hemos caminado tanto que ya no sé dónde estoy.
Alec soltó una risita.
-Por supuesto, vamos.
Los dos chicos caminaron por un largo rato hasta llegar a la línea de sol que los dividía.
-Entonces supongo que te veré por ahí –dijo Jonathan.
-Desde que sea de noche –señaló Alec y el rubio asintió.
-Por supuesto, ten suerte encontrándote hoy con tu Parabatai.
Antes de que le pudiera decir algo más, unos vampiros que estaban peleando los empujaron haciendo que tanto Alec como Jonathan cayeran de bruces en el suelo quedando Jonathan sobre Alec, pero sin cubrirlo del sol que estaba haciendo. Alec soltó un chillido aterrado, Jonathan abrió los ojos de golpe. Estaban bajo el sol.
Los dos chicos quedaron en shock unos segundos, como esperando que Alec ardiera en llamas, pero cuando no ocurrió, el rubio platinado abrió los ojos de golpe.
- ¿Cómo es posible? –Preguntó sorprendido; Alec negó con fervor no sabiendo la respuesta a eso–. La sangre de Ángel –señaló Jonathan.
- ¿Cómo puedes saberlo?
-Hay unos libros antiguos en la biblioteca, cuando salía el entrenamiento ningún Nefilim me quería hablar, por obvias razones, el ser hijo de Valentine te da una mala reputación, más si lo ayudaste a levantar al ángel, así que leía mucho, leí una antigua leyenda en la que decía que si un vampiro se alimenta de un ángel tendría la habilidad de caminar bajo el sol sin que éste lo calcinara.
-Bueno, puede que tú seas muy guapo y todo, pero no eres un ángel.
-Alec, piénsalo, tengo sangre de ángel en mis venas, sangre pura y puede que...espera un momento –Jonathan rió tontamente–. ¿Crees que soy guapo?
Alec pareció avergonzado y no se sonrojó solo por el hecho de ya no tenía la capacidad de hacerlo, pero tragó grueso.
- ¿Entonces ahora puedo caminar bajo el sol?
Jonathan parecía decepcionado pero asintió.
-Eso decía la leyenda –apuntó Jonathan muy cerca del rostro de Alec, éste frunció el ceño.
-Todas las leyendas son ciertas.
Jonathan asintió, aún seguía sobre Alec y lo estaba mirando fijamente a los ojos, sin poder evitarlo, le acarició la fría mejilla al vampiro que miró a Jonathan sorprendido, abrió los ojos para decirle algo al rubio pero nunca pudo, porque Jonathan se acercó a Alec hasta que sus labios estuvieron unidos.
IMPORTANTE: Una compañera de mi U se unió a Wattpad para empezar a aplicar sus conocimientos aquí. Su nueva historia se llama Coraza en el corazón, está super genial, NO es Malec, pero es buenisima, se las recomiendo, a mi personalmente me ha encantado, pero si no creen, vayan ustedes a confirmarlo.
Historia: https://www.wattpad.com/story/143215480-coraza-en-el-corazón-libro-1
Usuario de Paula: paulaleja3126
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