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Capítulo 16
























-Maldición son demasiados ¿crees que podamos hacerlo? –Preguntó Alec preocupado.

-Oh vamos Alec –Jace resopló como si fuera la pregunta más estúpida que pudiera hacerle su Parabatai–. Yo soy un Herondale, lo que significa que nací siendo increíble, y tú eres Alexander Lightwood, fuiste criado por submundos, tú más que nadie tiene motivos para ir hasta allí y degollar a ese desgraciado por querer quitarte a tu chico, a toda tu familia y yo, hermano –Jace puso la mano en el hombro del ojiazul–. Estaré allí para ti ¿recuerdas? No me ruegues que te deje, o que regrese cuando te estoy siguiendo.

-Porque a donde tú vayas, yo iré, y donde tú vivas yo viviré –indicó Alec sonriendo mientras miraba a su Parabatai con adoración.

-Sí, bueno, estoy seguro que este es un momento muy íntimo para ustedes –interrumpió Magnus–. Pero Alexander es mi novio... y si perdemos el tiempo, matarán a toda mi gente.

-Cierto –Alec asintió–. Bien, hay dos miembros del Círculo junto a Valentine...

-Los conozco –señaló Jace–. Anson Pangborn y Samuel Blackwell, son unos traidores –escupió el rubio con asco.

-Yo iré por ellos –dijo Magnus con seguridad.

-Mags...

-Nada Alexander, te dije que te ayudaría.

-Jace, cúbrelo...

-No –interrumpió Magnus–. Dos miembros del Círculo no son nada, Valentine es otra cosa.

-Pero...

-Alexander –cortó el brujo con molestia–. Ustedes dos son Parabatai, necesitan luchar los dos para poder vencer a Valentine ¿bien?

El ojiazul miró por un largo rato a su novio antes de arrojarse a sus brazos intentando no llorar, pero expresándole el terror que tenía de perderlo y el amor que le tenía. Después de unos segundos Jace se aclaró la garganta.

-Lamento interrumpir –dijo Jace mirándolos con incomodidad y sintiéndose solo–. Pero Valentine está llegando.

Los chicos miraron por sobre los matorrales, allí estaba Valentine con un joven rubio de ojos completamente negros, delgado pero musculoso y con rostro duro.

Jonathan Christopher Herondale.

E iban a levantar el ángel.

-Magnus yo...

-No lo digas Alexander, no ahora, dilo cuando estemos a salvo.

-Pero...

-Estaremos a salvo.

El ojiazul asintió y miró fijamente a su novio, sintiendo como su corazón se destrozaba. El ojiazul quiso besar a su novio, abrazarlo y aferrarse a él como si su vida dependiera de ello, quiso expresarle lo mucho que lo amaba, que lo necesitaba, pero no podía, por supuesto que no podía hacerlo, no podían perder tiempo, debían ir por Valentine antes de que fuera demasiado tarde, dándole una última mirada, se dejó llevar por su Parabatai, que lo apuraba tomándolo de la mano y tirando de él. Lo último que vio, fue a Magnus retirándose una única y solitaria lágrima que se había escapado de uno de sus ojos gatunos antes de que el brujo corriera en dirección opuesta a los chicos, buscando una mejor forma de llegar a los miembros del Círculo.

-Alexander –Gruñó Jace sin paciencia–. Apúrate.

-Es que si lo pierdo...

-No perderemos a nadie –aseguró Jace; los chicos corrieron de matorral en matorral, pero una vez el camino que les quedaba era descubierto, los chicos se miraron y asistieron.

-Donde tú mueras, yo moriré –murmuró Jace; Alec sonrió.

-Y allí seré enterrado.

Los chicos se tomaron de la mano y juntos corrieron hacia dónde estaba Valentine, que abrió los ojos antes de mirar a su acompañante.

-Jonathan –llamó en voz firme–. Ataca.

El rubio asintió antes de sacar dos espadas de su espalda y correr hacia los Parabatai.







































(n˘v˘•)













































-Vamos Ragnor, tengo miedo, ya es hora y si no llegamos a tiempo...

-Llegaremos a tiempo, ellos estarán bien.

- ¿Cómo éstas tan seguro?

-Porque tú los criaste Catarina, son fuertes, son valientes, defienden lo que aman, no se dejarán vencer tan fácil.

-Creo que en realidad eso lo aprendieron de ti.

-Lo sé, pero tenía miedo que me tiraras del cuerno otra vez.

-No me provoques –señaló Catarina.

Dos miembros del Círculo aparecieron frente a ellos y con un chasquido de dedos rápido, Ragnor partió el cuello de los hombres, Catarina lo miró sonriendo.

-No pareces tener remordimiento por estar matando personas, siempre fuiste muy pacífico.

-Lo sigo siendo, pero ellos se están metiendo con mis bebés y nadie se mete con mi familia –Catarina lo miró sorprendida y Ragnor rodó los ojos.

-Si les dices algo de esto a los chicos, lo negaré.

La bruja rió y negó.

-Seré una tumba.

-Sí, eso serás –escupió un miembro del Círculo, con la ballesta apuntó a Catarina, pero antes de que el tiro afectara a su víctima Maryse bloqueó aquella flecha que se dirigía el pecho de la bruja.

-Qué curioso, estaba a punto de decirte lo mismo –murmuró Jocelyn antes de atravesar el pecho del hombre con su cuchillo serafín; Catarina tragó grueso.

-Gracias por eso.

Jocelyn se encogió de hombros.

-Fue uno de los idiotas que atacó mi apartamento.

Los dos brujos y la Nefilim de ojos celestes asintieron mirando la chica con sorpresa, pero antes de que alguno pudiera decir algo, se escuchó un fuerte grito, era Clary llamándolos; el ritual estaba empezando. Catarina miró con pánico a su amigo pero éste asintió, todavía tenían tiempo, o al menos eso esperaba Ragnor.





































()









































-Así que tú eres el famoso Jonathan –Jace reía mientras los chicos se miraban fijamente–. Creí que serías más impresionante, ya sabes, siendo el hijo de Valentine, bueno...

El rubio platinado sonrió abiertamente.

-Aún no has visto mis habilidades.

- ¿Cuáles habilidades? –Preguntó Alec con furia–. ¿El destruir? ¿El ser un asesino?

-Ah, ahí estás tú, el amante de los subterráneos, he escuchado muchas cosas sobre ti, ninguna buena por supuesto, amante a los subterráneos, un raro fenómeno que disfruta de compartir cama con los hombres.

-En realidad yo diría que sólo un hombre –señaló Jace; Alec rodó los ojos.

-No estoy aquí para discutir mi orientación sexual contigo.

-Por supuesto que no –Jonathan sonrió de forma maquiavélica–. Estás aquí para morir.

Alec sonrió de igual forma.

-No, en realidad estoy aquí para mandarte –gruñó antes de correr hacia Jonathan; se escucharon muchos gritos, se escucharon las espadas tronar, pero nadie se dio cuenta como Magnus se abría paso entre los miembros del Círculo, mientras los asesinados uno por uno caían, Alec estaba realmente preocupado por su novio, pues sabía el alma sensible que tenía éste, tenía miedo por él, no quería que aquella masacre lo destruyera, pero eran aquellos asesinos o todo el submundo, tanto Alec como Magnus ya habían tomado su decisión y sus amigos los estaban apoyando, además, todos tenían la razón de peso para querer muerto a Valentine, pero Alec, Jace y Magnus no estaban dispuestos a irse sin lograrlo, todos los discípulos de Valentine cayeron uno por uno, los Parabatai y el brujo se habían abierto pasó casi completamente para llegar al hombre, casi, porque allí aún se encontraba Jonathan Morgenstern intentando acabar con la vida de todo aquel que se atreviera a impedir que su padre alzara al ángel Raziel.

Alec corría hacia el hombre que estaba en la orilla del lago tras terminar los preparativos para la invocación, Magnus y Jace intentaron distraer a Jonathan, pero no se les hacía nada fácil, aquel cazador era bastante hábil con la espada, Valentine lo había educado de maravilla pero Jace era uno de los mejores guerreros de su generación y no se dejaría vencer de nadie.

Justamente cuando Alec se estaba acercando peligrosamente a Valentine, sintió cómo alguien lo tomaba el cuello de la camisa y lo tiraba con fuerza muy lejos de aquel lugar.

Jonathan Morgenstern lo había alcanzado.





































( ^.^)











































Catarina soltó un chillido cuando llegaron a las orillas del lago Lynn, allí estaba Alec luchando contra Jonathan; Jocelyn, durante el camino, les había dicho que su hijo tenía sangre demoniaca, lo que lo hacía más fuerte y más letal de cualquier Nefilim que hayan conocido antes. Alec por otro lado había tenido solo unos pocos años de lucha, no había tenido todo el entrenamiento requerido para luchar contra él, aunque era un gran guerrero muy bueno y tenía un gran Parabatai, pero aquello no era suficiente para derrotar a Jonathan, todos lo sabían pero Alec no se rendía, forcejeaba con el rubio, pero justamente cuando Jonathan iba a darse golpe final, Jace llegó por detrás y lo quitó de encima de su Parabatai.

Catarina volvió a respirar pero corrió hacia los chicos, Magnus ayudaba a Jace y Alec, ya liberado, corrió hacia Valentine. Con un fuerte golpe, Jonathan se deshizo del agarre de Jace y Magnus antes de correr hacia el ojiazul. Jonathan recibía rayos de magia por parte de Catarina, Magnus y Ragnor volaban, pero Jonathan los esquivaba con gran habilidad.

Alec llegó hasta Valentine, que rugió lleno de furia.

De nuevo las espadas tronaban, Valentine era hábil, Alec lo sabía, él era el asesino más grande de todos los tiempos, pero de todos modos Alec tenía motivos más grandes para triunfar.

Su familia.

El amor de su vida.

Todos sus amigos que lo habían visto crecer...

Y no dejaría que ese psicópata se lo arrebatara.

Los dos lucharon con molestia, cada uno intentando defender lo que quería, hasta que una de las espadas atravesó el pecho del contrario. Todos quedaron hechos hielo al ver como Valentine había atravesado la espada en el pecho de Alec.

El cuerpo del ojiazul cayó inerte mientras Valentine reía con ganas antes de empezar la invocación.

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