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El amor en todos sus niveles

Para Yuuji, Nanami era sorprendentemente diferente cuando estaban solos. Por más que lo intentaba, los nervios que no tenía en el día a día en cualquier ámbito, iban contra suya como un camión cargado sin frenos hacia un barranco.



No solo lo cuidaba adecuadamente, viendo por su salud, que se alimentara, que durmiera adecuadamente. Lo abrazaba y llenaba de besos, suaves caricias sin algo más que ese amor dulce que no sabía; o nadie más notaba, que fuera capaz de dar.

Yuuji se había enamorado de esa parte que había conocido desde un principio, sabía que la diferencia de edad era un poco abrumadora para quien viera desde fuera, pero Yuuji no lo veía de esa manera.

Era verdad que al tener a penas 16 años, su experiencia no era nada; más bien nula, al lado del experimentado Nanami quien contaba con 27 años.

Al principio no le importo el pasado y aunque seguía sin hacerlo, lo que le causaba conflicto era que había habido alguien antes que el con quien se besó primero, con quien hizo el amor.

Y ahora que conocía esa faceta suya, la amorosa, tierna y complaciente, su ser hervía más en ira ¿Quién había sido él o la afortunada de tener lo que ahora tenía? No lo sabía, pero le odiaba.





Era profesor y alumno, así que ahí tenían un punto menos para su ya prohibida relación. Yuuji se había mudado a mitad de curso de Tokio, hacia esa prefectura, por lo que; al entrar a medio curso, fue Nanami quien le ayudo a adaptarse. Al principio pensaba que el rubio lo odiaba, porque venía con unas calificaciones lamentables, fue quien poco a poco le ayudo a mejorarlas, haciéndole ver sus puntos fuertes, la forma en la que podía sortear sus debilidades. Yuuji era inteligente, apasionado y responsable, por lo que con la guía de Nanami subió pronto de calificaciones, además de este darse cuenta del problema de atención que Yuuji tenía, haciéndolo un poco reacio a quedarse en un solo lugar, razón por la cual no ponía mucha atención en clase.



Yuuji se dio cuenta demasiado pronto de que sentía algo más que admiración por su profesor, pasando una mala racha en su intento no solo de ocultarlo, sino de intentar olvidarlo.

Fue su profesor Goyo quien le diría que enfrentara el problema y que, en caso de no ser correspondido, estaría ahí para apoyarlo como un buen amigo.



Nanami por supuesto no escucho la conversación de buena manera, dándole otro sentido a las palabras dichas por el albino; no podrían culparlo, puesto que este uso un tipo de voz demasiado insinuante, llegando ahí solo para entender que Yuuji gustaba del peliblanco.

Fue solo en ese momento en el que comprendió la razón por la que su corazón enloquecía por las sonrisas de Yuuji, por su esfuerzo. Solo fue ahí en que noto conscientemente que Yuuji era un joven apuesto, rodeado de un aura y carisma inigualable.



Pero también se dio cuenta con un mayor peso, de que era su profesor, que; aunque lo amara su relación no solo no sería bien vista, sino que reprochable y que lastimaría más a Yuuji que a él.

Se preparo mentalmente para rechazarlo, para romper su corazón por el bien de Yuuji, sin pensar siquiera un poco en el propio. En lo que sus sentimientos ya aceptados lastimarían su corazón.

No espero entonces que su corazón casi fuera destrozado al ver ese sonrojo producto de las lágrimas de Yuuji después de su confesión, la forma en la que momentos después valientemente le diera una sonrisa, un nerviosismo extraño e intentar arreglar palabras en busca de una salida menos humillante.





Los siguientes días fueron una tortura inigualable. Yuuji le cambiaria las tutorías con Gojo, diciendo que era mejor de esa manera, pero asegurando que Nanami sería el primero al que acudiría en caso de algún problema.

Para el rubio Goyo se convirtió en el dolor de una muela picada al pasearse al lado de Yuuji como si se trataran de los mejores amigos, hasta que casi un mes después le vio abrazado de este. Yuuji tenia una apariencia triste, pero le daba una luz de pureza que lo hacía aun mas lindo de lo que ya era. Nanami enfureció lleno de celos, cosa que aumento cuando Goyo hizo el amago de besarle.





No se lo diría, pero el punto extra que Sukuna recibió en sus calificaciones de final de curso ese año, se debió al balonazo que hizo que Goyo se alejara de Yuuji con los labios intactos.

Un año después, Nanami podía decir que ese beso que le dio a Yuuji esa misma tarde en el almacén deportivo, producto de sus celos desbordados fue el mejor beso que había sentido en su vida.

Claramente se sintió seriamente presionado por su acción, pero fue recompensado por el rostro sonriente de Yuuji. No pudo mas negar el amor que sentía por el jovencito, ni a Yuuji ni a el mismo.

Naturalmente escondieron su relación, Goyo le explico que su punto débil siempre había sido la presión, por lo que hizo lo que hizo con tal de sacarlo de su agujero de auto desprecio por dejar a ir a quien amaba.

Nanami se vengo por supuesto, pero le acepto y le agradeció la ayuda, tener a Yuuji a su lado no solo le inyectaba vida, sino que la hacía más dulce.

Dulzura que se termino al poco tiempo. Y no porque no lo amara, sino porque nació y creció entre ambos esa necesidad de contacto, de mas que besos fugaces en los labios, Nanami se daba cuenta de como sus manos vagaban más allá de la cadera de Yuuji y notaba como este se acercaba mas a su cuerpo, como su rostro se sonrojaba mas de lo habitual, su respiración acelerada y esos ojos brillantes por algo más que simple amor romántico.







—Aun eres joven— le dijo una vez







Nanami se había prometido a si mismo que no tocaría a Yuuji a menos que fuera mayor de edad, que no le importaría masturbarse al punto de volverse insensible con tal de manchar la pureza de su joven amante.

Pero Yuuji tenia otros planes, necesitaba mas que amor y besos, necesitaba sentirse validado en el aspecto sexual, sentirse querido de otra manera.





Como un verdadero amante.





Y por supuesto, Nanami no se preparo para ver a un Yuuji consciente de sí mismo, de su sensualidad y lo que podía provocar con ella. Nanami no era de piedra, y así como el no lo era, sabía que otros podían notarlo.

Pronto Yuuji supo controlar los celos a su favor, volviéndose hiper consciente de sus movimientos, de su forma de caminar y hasta de su forma de beber agua. Cada acción que hacia era solo para provocar a Nanami y este sentía que iba perdiendo.

Primero fue el uniforme. Un poco mas ajustado de lo que era o debería ser. Después fue la forma de mirarle, si de por si Nanami sentía que la mirada de Yuuji era poderosa de por sí, la forma en la que lo veía, entre cerrando los ojos, ladeando la cabeza mientras mordía un lápiz, lo hacían enloquecer.

Tanto que al final de cada clase se debatía entre cerrar la puerta de su aula, tomar a Yuuji y lanzar el contenido de la mesa al suelo y tomarlo arriba de ella sin restricción alguna o ir simplemente a las duchas y bañarse con nieve.





Mas Nanami resistió. Aunque no lo suficiente.















Nanami sabía que el sonido era plenamente identificable para quien los escuchara detrás de la puerta. El eco de sus pieles chocando era lo suficientemente fuerte como para llamar la atención.

Tenia a Yuuji con el pecho recargado en uno de los tantos estantes de libros de la biblioteca, en una zona que sabía no era muy frecuentada por el contenido de estos.

Había querido resistir, dios y el diablo lo sabían, mas Yuuji era una combinación de ambos que lo habían orillado a pecar de una manera tan placentera que valía la pena el castigo en el infierno.

Embestía con fuerza ese apretado agujero que solo le pertenecía a él, viendo por el reflejo del vidrio de la ventana la mirada erótica que hacia su Yuuji con cada movimiento de sus caderas. Amaba los sonidos que salían de sus labios, pero en ese momento; y por el lugar donde se encontraban, había optado por cubrirlos con una de sus manos, dándose cuenta que había cometido uno de sus mas grandes errores; pues ver la forma en la que lo silenciaba, no hizo más que elevar su libido.



Levanto una de las piernas de su amante, aguantando el peso de este con su propio cuerpo, embistiendo con más fuerza, más profundo, odiaba no poder besarle en esa posición, mas lo valía por la forma en la que su mano soportaba los gemidos, la sensación de la saliva de Yuuji en su palma, sus lagrimas calientes correr por su piel y perderse en ella.



—Yuuji~...— le dijo al oído, sintiendo como el interior de su joven amante se contraía aún más, haciéndole reír por lo bajo, mientras se acercaba a su cuello, mordisqueando con cuidado de no dejar marcas en su piel— Me siento tan bien en tu interior—





Nanami le hablaba con una cadencia que sabia hacia a Yuuji enloquecer, ralentizando sus movimientos, llevando la mano que antes se encontrara fuertemente aferrada a su cadera a su pene erguido, moviéndola al compás de sus caderas.

El gemido ahogado que escucho le hizo vibrar cada célula del cuerpo, sabiendo que no soportaría mas tiempo de esa manera.



—Me vendré dentro... — volvió a decirle al oído, haciéndole sentir como Yuuji se movía al encuentro de los movimientos de su cadera.





Nanami disfruto la erótica vista de un Yuuji sonrojado y lleno de sudor, la forma en la que el placer que le estaba dando le hicieran virar los ojos, sintiendo también su mano húmeda cuando el orgasmo lo alcanzo. Nanami no resistió la vista, mordiendo el hombro de Yuuji por encima de su uniforme, terminando lo mas profundo que la posición le dejaba.





—Nanamin... — gimió Yuuji cuando libero sus labios, escuchándole su respiración agitada



Nanami regulaba su respiración lo menos notable posible, cosa que sabia era imposible, olisqueo el aroma del cabello de Yuuji sonriendo cuando este rio por las cosquillas que su aliento le provocaban.



—Necesitas un buen castigo Yuu-ji, no debiste provocarme en horario de oficina, ahora tendré que trabajar horas extras—





Yuuji le sonrió, mientras ambos intentaban arreglar sus ropas, solo para ser abrazado con fuerza, con Yuuji colgado a su cuello.





—Lo recompensare más tarde Nanamin~—

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