4.- UNO PARA DOS
Dos pares de manos acariciaban su cuerpo bajo el edredón. Sentía su piel suave y receptiva a las caricias como pocas veces recordaba. Sentía cada pasada, cada presión de los dedos en su espalda, en el interior de sus muslos, en cada zona sensible. Fue entonces que abrió los ojos, recordando donde y con quien estaba.
Kouki no entendía las miradas, no entendía los cuchicheos hasta que ellos se lo dijeron.
Kouki era un chico de gustos simples, sencillo de tratar y nada problemático. Sus amigos a veces eran ruidosos, y el no dudaba en entrar en algunas de sus boberías. Pero fue en su segundo año que las cosas cambiaron. Un grupo de chicos de su misma edad; y muy guapos cabe destacar, se habían transferido a su preparatoria.
Rápidamente escalaron en la pirámide de la sociedad, pronto eran el grupo más importante, el más conocido, el que más llamaba la atención y al que más querían pertenecer.
Y ahí; en ese grupo, en la cima de la pirámide se hallaban los reyes.
Kouki se mentiría si decía que no les había visto más de una vez, se mentiría si se decía que no los había deseado también; como más de media población femenina y un gran porcentaje de la masculina.
Esos reyes tenían nombre, Akashi Seijuuro y Akashi Seishiro, hermanos gemelos.
Uno era el dulce príncipe, Seijuuro; el de ojos rojos como las cerezas en almíbar. Un chico dulce; por supuesto que apuesto, cordial y de fácil palabra. Todos pululaban a su alrededor como abejas a la miel.
Luego estaba el príncipe tirano; Seishiro, el de ojos dispar. Uno como el color de la sangre recién derramada, otro como el sol al brillar. Era un chico más bien frio, de mirada calculadora y pocas palabras. Aun así parecía que era un imán; pues todos deseaban aunque fuera despectiva, una mirada suya.
Pero donde Seijuuro era dulce, estaba Seishiro para cuidar. Donde Seishiro era arrogante, estaba Seijuuro para calmar. Eran como una perfecta melodía a escuchar.
Es por eso que estaba ahí, donde lo habían citado. Habían cruzado palabras en un par de ocasiones, después de que Kuroko Tetsuya se volviera su compañero en el aula de la biblioteca. El chico de cabellos celeste, lejos de ser el principito de hielo de quien hablaban, más bien era un hablador descarado de aquello que amaba; como el básquet en ese momento.
Fue gracias a el que de alguna manera se acercó al grupo selecto. Kise era el novio de Kuroko, el rubio; además de modelo, era una gran persona, su personalidad parlanchina y brillante lo hacía alguien divertido y a pesar de que odiaba leer, no negaba el olor de un buen libro.
—"Me recuerdan a Kurokocchi, por eso me gusta"— Había dicho una vez
Así que moría de nervios ¿Había ofendido a Kuroko o a Kise y estos habían recurrido a su rey? ¿Moriría sin poder decirle a alguien que babeaba por ese par de dioses? No lo sabía, pero si moría por sus manos, no sería una mala muerte.
Kouki se muerde las uñas, no sabe que hacer. Mas cuando ve al par de pelirrojos caminar en su dirección ¿Quiza debio de encontrar un lugar mas transitado, por si había que levantar su cadaver?
—Ho-Hola...— les dice cuando por fin a su lado han llegado
—Me complace mucho que estés aquí— dice Seishiro con suma tranquilidad
—La verdad es que nosotros; es decir ambos, mi hermano y yo...—
Kouki nunca pensó ver al gran Akashi Seijuuro sin palabras, que tan malo debía de ser para lograr eso.
—Lo que Seijuuro quiere decirte Kouki; lo que ambos queremos decirte es que salgas con nosotros—
Ahhh.... Solo eso; piensa, no hay problema, no hay problema.
—¡Claro! Aunque no conozco lugares divertidos, podemos salir a donde sea—
—No— le dice Seishiro mientras le sonríe; acercándose a su espacio personal —Lo que queremos es que salgas con nosotros como pareja—
El oído de Kouki hierve por la grave voz con la que es llamado, su rostro igualmente se colorea mostrándoles su vergüenza. ¡¿Cómo es eso posible?! ¿Es una broma? Sí; eso debe de ser.
—No es una broma— remata Seijuuro.
Así que esa; hasta esos momentos, dos meses después, es la razón de los cuchicheos. Kouki les había advertido al par de chicos que; a pesar de que ambos le gustaban; pues como no si eran la viva imagen del otro, no podía asegurarles que no los defraudaría.
—Jamás pensaría en engañarlos— les había dicho esa vez; porque parecía que eso habían pensado —Eso solo que no me sentiría a su altura—
¿Cómo era posible que ese chico sin chiste fuera receptor de ambos pelirrojos? Pensaban unas cuantas. Debe de ser por una especie de reto, ya sabes; para entretenerse.
Más Kouki no podía decir lo mismo.
En ese par de meses, Kouki podía afirmar sin temor a dudarlo, que ambos; Seijuuro y Seishiro, sentían una conexión más allá de lo fraterno con él. Obviamente les pregunto que le habían visto, sonrojándose por cada palabra romántica salida de labios de Seishiro ¿Quién iba a pensarlo que a veces le hablaba en prosa? Y de cada palabra cargada de lascivia dicha en su oído por Seijuuro, y tan tranquilo que se veía.
Ambos hermanos le habían dicho que habían quedado prendados de su sonrisa y secretamente esa noche Kouki sonrió hasta cansarse frente al espejo, no viendo nada más allá de lo normal.
—Kouki tiene algo que nos llama como la miel— le había dicho Seijuuro una vez
—Hemos compartido todo en la vida— hablo Seishiro —Intentamos una vez enamorarnos por separado, pero siempre encontrábamos algo en las parejas del otro que no aceptábamos en su totalidad—
—Kouki ha sido el único que ambos aceptamos— siguió Seijuuro —Y cuando comenzamos a pelear sobre quien te tendría, decidimos hacerlo juntos en lugar que separados—
Kouki conoció cada aspecto de los gemelos. Seijuuro era propenso a quemar el desayuno, mientras que Seishiro odiaba levantarse temprano.
Seishiro también era muy volátil con aquello que no controlaba, como esa vez en la que falto a clases sin avisarles, dándose cuenta ambos que hervía en fiebre en la soledad de su departamento, sin poder hacer nada por ayudarle. Es decir; Seishiro no podía obligar al virus de la gripa a abandonarle con solo palabras.
Seijuuro a pesar de su obvia tranquilidad, de su personalidad como el caballero perfecto, escondía un hombre de ardiente mirada, uno que con un par de palabras te hacia fallar las piernas. Además era muy vulnerable a críticas y desaciertos.
Fue entonces que exactamente medio año después, Kouki les dio el sí definitivo. Kouki los amaba, con sus muchas virtudes y defectos. Pero sobre todo ellos le amaban, aun a pesar de no ser un chico perfecto.
Kouki se acababa de levantar. Son pasadas las once de la mañana de un sábado bastante caluroso. Sale de la habitación que comparte con los gemelos para ir a comer algo. Kouki es de los que necesita comer algo cuando se levanta, lo que sea.
Aunque es sábado la puerta del despacho de los gemelos esta abierta. Casi nunca molesta a sus novios cuando trabajan, pero es tarde y necesitan alimentarse. Entra en la sala y se queda de piedra cuando ve a Seijuuro con un par de anteojos frente a la computadora, y a Seishiro sin camisa cerca del ventanal mientras ojea unos documentos.
Decir que no ha fantaseado con el sexo seria mentir, por lo que muerde sus labios.
—Me preguntaba que querían de desayuno— les dice
Seijuuro deja de lado la computadora mientras le da una de esas sonrisas tranquilas, esas que ama tanto. —Si te pudiera comer a ti, quedaría satisfecho—
—Pienso igual— secunda Seishiro —Ven aquí y bésanos—
Y Kouki eso hace. Primero va donde Seishiro, parándose en sus puntas para alcanzar esos dulces labios. Seishiro le suelta, dejando que se acerque a su hermano.
—Buenos días Kouki—
—Buenos días Sei— le responde
Seijuuro ha acercado a Kouki a sus caderas, haciéndole sentarse en sus piernas, pasa las manos por su espalda, hurga debajo de la ropa hasta dar con su piel canela. Seishiro no duda en apretar a Kouki desde atrás en un beso obsceno, deleitándose por la mirada castaña perdida entre los brazos de su hermano.
Los besos y las caricias se van intensificando. Ya no está Kouki sobre las piernas de Seijuuro, es ahora Seishiro quien lleva las riendas. Los tres ya se han movido a la cama, ya han olvidado el desayuno. De entre las cortinas la luz es apenas molesta. Y es mejor ya que pueden apreciar el cuerpo del castaño, al cual ya han desnudado
—¡Sei!— gime por todo lo alto
Kouki no deja de mover sus caderas, necesita esa sensación, necesita...
—To-Tocame Seishiro, Seijuuro, me gusta mucho— les dice
Kouki no tarda en reaccionar y lleva sus manos al pecho de Seijuuro. Amando la piel blanca de este. Kouki juega con su lengua, turnándose para que le posean bien su boca. Suavemente Seishiro le abre los glúteos.
Siente un pequeño cosquilleo en la entrada de su agujero, haciéndole con un pequeño gemido de placer por la expectación.
Mientras, Seishiro acerca un dedo a su ano y empieza a acariciarlo. El sudor y el lubricante con el que ha llenado sus dedos hace que lo pueda deslizar fácilmente en su interior, mientras Seijuuro le besa todavía más fuerte. Kouki apoya su cabeza en el hombro de éste cuando le da un respiro, mientras se queda abrazado a él. Ahora Seishiro ya lo está intentando con un segundo dedo, mientras que Kouki muerto de placer intenta contener sus jadeos.
—¿Te gusta eh?¿Te gusta sentir mis dedos dentro de tu culo?— le dice cuando tres de ellos entran de golpe
Poco a poco siente como Seishiro los mete lo máximo que puede y los saca, y repitiendo el movimiento una y otra vez.
—Dame su culo— le dice Seijuuro a su hermano —Que quiero follarle ya, joder—
Seijuuro se escucha desesperado por meterle su falo en su interior. Así que con todo el valor de su cuerpo se aleja de ambos mientras apoya sus rodillas en la cama de manera que su torso queda sobre el las colchas. Coloca sus brazos en la parte superior y simplemente relaja su agujero para sus novios. Separa bien las rodillas y ya nota la punta de la erección dando caricias a su agujerito.
Su ano sigue estando virgen, caliente y húmedo, por lo que Seijuuro siente como su erección se desliza maravillosamente muy apretado. Entra y sale con lentitud provocándole un masaje increíble. Sus dedos se pasean por sus nalgas como si nada, cuando le acaricia.
Mientras tanto, Seishiro se presenta a Kouki con su majestuosa pene.
—Abre la boca Kouki—le dice, a lo que el castaño obedece al instante
Seishiro la mete directa en su boca para comenzar a follársela sin piedad. El trio se siente en la gloria. Los gemidos de Kouki, la estreches de su agujero, lo resbaladizo de sus labios.
—Eres tan lindo Kouki— le dice Seijuuro
—Y tan erótico— acota Seishiro
Seishiro no se detiene de follarle la boca al castaño.
Kouki siente como se le cae la saliva por los lados, su respiración entrecortada, el pulso de su duro y goteante pene, la sensación llena en su agujero. Se le escapa alguna lágrima por la sensación los penes que le están metiendo. El placer es tanto que Kouki se siente indefenso totalmente. Siguen así un buen rato. Metiendo sus penes bien al fondo, disfruta del del placer que les confiere.
Lleva tanto deseándolo que no puede evitar correrse como un loco.
Kouki ahora está en el borde de la cama, es ahora Seijuuro quien le sujeta del hombro con una mano. Con la otra, coge su cadera. Kouki echa la cabeza hacia atrás. Este es el momento que había estado esperando, esta es la sensación que buscaba.
—Tú no te mueves— dice Seishiro sujetándole —Quieto—
Obedece, a penas. Está deseando cabalgar a su novio, moverse a su antojo con esa buena polla dentro, pero ambos están quietos.
Es cuando se da cuenta que Seishiro está esperando el pene de su hermano entrando en su culo, llenándole todo, aprovechándolo bien.
Kouki asiente, mareado de placer, a la espera, porque es algo que desea.
Cuando ambos están dentro de su muy bien estirado agujero, sintiendo como todo el espacio está ocupado. Los siente a los dos dentro de él y no puede evitar gemir al sentirles moverse, despacio, volviéndole loco.
— ¡Cómo me gusta! ¡Más rápido Sei, Shiro!— les dice.
Seijuuro casi le come la boca a besos, mientras Seishiro le agarraba del pelo moviéndose al compás de sus embestidas, que empiezan a coger ritmo y siente que le falta el aire, que se le sale el corazón por la boca, que se va a deshacer del placer y cuando parece que no puede más, Seishiro acelera mientras le sujeta fuertemente, las sensaciones estallan y se corre entre gritos de placer, mientras su cuerpo se retuerce en un orgasmo interminable, intenso, como no ha tenido hasta ese momento.
Los gemelos se relamen los labios al ver la cara erótica de su novio. Se mueven sin parar, Seijuuro buscando una liberación que llega pronto, junto con la de Seishiro que hace que el agujero del castaño gotee gruesas gotas de semen.
En definitiva planeaban algo más romántico, una primera vez de ensueño, pero asi fueron las cosas, tanto que no pudieron evitarlo. Pero eso si; con seguridad planean volver a intentarlo.
Muy pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro