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¿Parte Uno?

Sorprendente pero cierto, el profesor universitario japonés Ishigami Byakuya se estaba casando con la cantante estadounidense mundialmente conocida Lillian Weimberg.

Aunque los medios de comunicación lo estuvieran haciendo sonar como el cuento de la Cenicienta versión masculina o algo así, la historia era más compleja que eso.

Después de mucho esfuerzo, Byakuya había sido aceptado para ser un astronauta por JAXA y luego de años de entrenamiento logró ir a la estación espacial internacional justo con la famosa cantante, que había pagado para viajar al espacio y había pasado varios meses entrenando con él.

Luego de haberse acercado mucho durante su estadía en el espacio exterior, Byakuya y Lillian no perdieron el contacto, y cuando ella hizo una gira por Japón ellos se acercaron muchísimo más.

Y hoy, más de un año después de que hayan tenido ese viaje juntos en la estación espacial internacional, Byakuya y Lillian se casaron.

Senku observó la ceremonia con ojos suaves, más que feliz por que su padre adoptivo haya encontrado una pareja que lo hiciera realmente feliz. Merecía eso y más.

La fiesta era en Tokio, porque Lillian había decidido que se mudaría con su padre a Japón después de todo. Y aunque habían hecho un esfuerzo para que la ceremonia fuera solo entre amigos y familiares, todavía había muchísima gente y una vez terminada la ceremonia formal todo empezó a ponerse demasiado escandaloso.

Senku gruño después de quince minutos de vagar a través del salón de fiesta donde todos estaban celebrando, bailando y bebiendo. Estaba buscando a su padre y Lillian pero no lograba encontrarlos por ningún sitio.

Je, probablemente esos dos conejos hormonales se habían ido temprano a celebrar solos.

Bien por ellos, pero al menos podrían haber avisado.

Taiju y Yuzuriha se habían retirado temprano debido a que los padres de ella no querían que llegara tarde y él quiso acompañarla. Así que Senku no conocía a nadie más en esa fiesta o al menos no tanto como para querer quedarse pegado a ellos el resto de la noche.

En el escenario un mentalista famoso estaba haciendo un show de magia barata que no le interesaba en lo más mínimo, así que, como no quería quedarse en un rincón solitario, decidió irse a sentar frente al pequeño bar del salón de fiestas.

En una punta un tipo rubio no mucho mayor que él estaba haciendo mucho escándalo mientras hablaba con el barman, con dos chicas rubias agarradas a sus brazos y una castaña con coletas sentada en su regazo.

Senku miró al tipo con disgusto y decidió sentarse en la punta más alejada, aunque tuvo que acomodarse justo al lado de una chica rubia con una coleta desordenada que parecía ser de su edad y que tenía toda la pinta de ser una supermodelo o algo así. Sin embargo, esta chica estaba muy tranquila, sin beber nada, solo mirando a la mesa con el rostro en blanco.

¿Por qué en el bar habían puros raritos? Y él tampoco estaba tan dentro de los estándares de normalidad que se diga...

Sacó su celular y volvió a repasar sus apuntes sobre las golondrinas petrificadas.

El año pasado pasó algo que dejó a todo el mundo con la boca abierta: todas las golondrinas del mundo se volvieron de piedra prácticamente al mismo tiempo.

También hubo rumores sobre humanos convertidos en piedra en Sudamérica, pero nunca se confirmaron.

Bastaron unas pocas semanas para que descubrieran una forma de despetrificar a las golondrinas, con una mezcla de ácido nítrico y alcohol, y con eso comenzaron a notar que las golondrinas volvieron a la normalidad completamente sanas, incluso a las que les faltaba un trozo de ala o a golondrinas mascotas que se confirmaron con enfermedades, todas volvían sanas.

Y entonces empezó la carrera para replicar la tecnología de petrificación. Y Senku estaba en esa carrera a pesar de ser un simple adolescente de dieciséis años, y quería ganarla.

El año anterior logró enviar un cohete al espacio en una feria de ciencia, ahora tenía toda su atención centrada en este proyecto. O al menos la mayor parte.

—¿Le ofrezco algo de beber, joven? —La voz del barman lo hizo levantar la mirada.

Bueno, ya que estaba allí, una bebida no haría daño.

—Solo una copa de vino está bien.

El barman asintió y rápidamente le dio su pedido, y Senku se sorprendió bastante al probar el sabor del vino. ¡Era diez billones de veces mejor que las botellas que le robaba a su padre del refrigerador!

—¿Desea más, joven? —El barman sonrió con diversión.

—Deja la botella.

Mientras se servía otra copa y el barman se retiraba a hablar con el tipo rubio otra vez, Senku pudo sentir sobre él la mirada curiosa de la chica rubia a su lado.

Volteó a verla con una ceja en alto y ella le devolvió la mirada.

—¿Eres de los que investigan las aves de piedra?

—¿Disculpa?

Ella hizo un gesto con la cabeza, señalando a su celular.

—¿Investigas las aves de piedra?

Aunque un poco extrañado, Senku decidió contestarle.

—Sí, de hecho. ¿Por qué te interesa tanto como para admitir que estabas husmeando en el celular de un completo extraño? —La miró seriamente.

Ella se estremeció.

—Lo siento —dijo apresuradamente—. Me llamó la atención una foto y leí que estabas haciendo una recopilación de datos así que me dio curiosidad porque tengo un amigo que también las está investigando y eso...

Una vez más, Senku quedó intrigado.

¿Qué tan buena era su vista como para leer eso aún a distancia considerable, el brillo de la pantalla y la letra tan pequeña que usaba?

—¿Tu amigo es un científico? —preguntó un poco curioso.

—¿Eh? Oh, no. Realmente no. Es solo el presidente del club de ciencias de su escuela y está muy interesado en esas cosas... aunque no tengo ni idea de por qué es tan importante.

—¿Qué no tienes ni idea? —La miró incrédulo—. ¿Cómo puedes no tener ni idea? Es un hecho comprobado que debieron convertirse en piedra debido a factores externos, y si podemos lograr replicar algo así también podríamos copiar su efecto de restauración periférica. ¿Tienes idea de cuántas vidas se podrían salvar si podemos manejar algo así a nuestro antojo?

La chica se quedó en silencio por un momento, con los ojos muy abiertos y la cabeza ligeramente ladeada.

—¿Restauración peri-qué?

Y Senku no pudo callarse la boca.

Le explicó absolutamente todo lo que sabía respecto a las golondrinas petrificadas.

Perdió una hora de su vida hablando con esa completa extraña, pero no podía decir que se arrepintiera. A pesar de que ella no parecía entender mucho de ciencia, parecía genuinamente interesada en lo que decía y le hacía preguntas de lo que no entendía, mientras que él intentaba explicarle de la manera más sencilla que podía.

En medio de toda esa charla, Senku apenas se dio cuenta de que se había terminado toda la botella de vino.

Y, apenas terminó la última gota, el barman volvió a aparecerse.

—¿Desea más, joven? —Senku normalmente le habría dicho que no, pero tanto hablar daba sed y estaba muy enfrascado en su conversación como para pensarlo dos veces antes de asentir—. ¿Usted desea una copa, jovencita?

—¿Eh? Oh, no. Tengo dieciséis, no puedo.

—Pff, yo también. —Senku se rió entre dientes, por alguna razón encontrando todo más gracioso ahora mismo.

—Bueno... supongo que podría probar...

Para cuando Senku acabó toda su explicación sobre las golondrinas petrificadas, él y la chica rubia ya iban por la tercera botella de vino. Y ella estaba bebiendo mucho más que él.

—Eso último de que podría ser efectivo hasta con el cáncer es mera especulación, pero existe la posibilidad... creo... —Rió demasiado fuertemente—. Mierda, estoy muy borracho. Pero bueno, ¿ya entiendes por qué es tan importante?

Ella lo observó fascinada, con sus mejillas rosadas probablemente por el alcohol.

—Sí, ya entiendo... Es impresionante. ¿Y tú podrás hacer todo eso? ¿Podrás encontrar el modo de replicar esa tecnología?

—No lo sé. —Frunció el ceño—. No soy el único interesado en esto, ya viste que hasta tu amigo está buscando la respuesta. Hay muchas mentes brillantes alrededor del mundo, y yo recién he podido comprar equipo para estudiar las estatuas también a nivel molecular.

—Bueno, tú eres sin duda la persona más inteligente que he conocido, con perdón de Chrome. —Rió tontamente—. Yo creo que lo lograrás.

—Bueno, gracias. —Sonrió ladinamente—. Apreció el voto de confianza.

Le agradaba esta chica.

—Desearía que esta posibilidad hubiera podido existir antes... —De repente su gesto decayó y Senku por alguna razón se sintió preocupado por ella—. Mi madre murió de cáncer —explicó—, aunque ella se fue tranquila por aliviar el dolor de luchar contra la enfermedad, eso arruinó a mi familia. —Bebió de golpe su copa de vino y se sirvió más de inmediato, llenando la copa.

Senku la observó en silencio por un tiempo, viéndola beber hasta que pidió otra botella.

—Lamento oír eso —dijo sinceramente—. La ciencia muchas veces puede parecer fría y ajena a las emociones, pero trabaja para mejorar la vida de las personas. Impide tragedias, cumple sueños y ayuda a comprender al universo y a nosotros mismos. Mientras más rápido avance, más bien podrá hacer. Es por eso que la ciencia es lo más valioso para mí y quiero entregar mi vida a ella.

Una vez más, los ojos azules de su nueva amiga lo observaron con fascinación, y de repente ella se le lanzó encima para estampar sus labios contra los suyos en un beso torpe e incómodo que lo tomó completamente por sorpresa.

Antes de que pudiera siquiera procesarlo, ella se apartó riendo sonoramente.

—¡No sé por qué hice eso! —Se carcajeó.

Senku hizo una mueca, sintiendo un ligero dolor en sus labios debido a la fuerza con la que ella los había presionado.

Si así se sentía un beso, no le gustaba ni un milímetro.

—Estás borracha, idiota. —Rodó los ojos—. ¿O acaso te es costumbre besar completos desconocidos en bodas?

—No. —Siguió riéndose—. Ese fue mi primer beso. Fue horrible ¿verdad? —De repente pareció preocupada y un poco culpable.

—Seh, bastante —admitió—. Aunque no es que tenga nada con qué comparar, pero no me gustó.

—Lo siento... —Bajó la cabeza, jugando con el lazo atado alrededor de su cuello, desatándolo levemente.

—Está bien, evidentemente has bebido demasiado. En parte es mi culpa, como que te alenté un poco a que lo hicieras —reconoció.

—No, no, para nada. Fue mi decisión. —Suspiró—. Creo que iré a tomar aire... —Se levantó de su asiento.

Senku frunció el ceño al verla retirarse tambaleante.

¿Era buena idea dejar que una chica borracha anduviera sola en el bosque que rodeaba ese salón de baile? Y una tan bonita.

Hizo una mueca, preguntándose si de verdad era asunto suyo o no, pero entonces por el rabillo del ojo vio el lazo rosa que antes había estado decorando el cuello de su amiga rubia.

Bueno, eso era excusa suficiente para él.

Casi se cae al levantarse de su asiento y también al inclinarse para tomar el lazo.

Rió divertido al darse cuenta de que tampoco era idea que otro borracho debilucho como él andará solo por el bosque. Pero bueno, ya se había decidido.

Siguió por el camino que la chica había tomado, saliendo del salón y volteando hacia los lados hasta que la vio recargada en un árbol, luchando por recuperar el equilibrio.

—Aparte del equilibrio ¿no habrás perdido otra cosa? —Ella brincó en su sitio, volteando a verlo con sorpresa antes de fijarse en el lazo entre sus dedos.

Llevó una mano a su cuello, antes de sonreírle enormemente.

—Gracias. —Caminó lentamente hacia él—. Eres muy amable.

—Bueno, no podía dejar que alguien se lo robe. —Encogió los hombros—. Tampoco creo que sea muy buena idea que tú te pasees sola por el bosque.

Ella lo miró confundida por un segundo, antes de carcajearse a viva voz.

—¡JA! ¡No tienes que preocuparte por mí! Te aseguró que sé defenderme. —Sonrió arrogantemente—. Y solo necesitaba un momento para estabilizarme. ¡Ya me siento mucho mejor! —Y, como si quisiera probar sus palabras, saltó al árbol en el que antes se había apoyado, trepando con la gracia de una leona a pesar de que claramente estaba borracha.

Él la miró impresionado.

—Bien, te creeré. —Rió entre dientes—. ¿Eres atleta o algo así? Ese fue un gran salto.

—Soy velocista y practicante de kendo, mayormente. —Brincó a otro árbol y a otro más y Senku la siguió desde abajo—. Pero me interesan todo tipo de deportes. Y soy de las mejores.

—Esperó que eso también aplique si estás borracha, no quiero que me encuentren con tu cadáver si llegas a caerte, la policía de Tokio ya me guarda rencor desde que hackee sus sistemas para acceder a la información confidencial del crimen de informática que se cometió contra el gobierno el año pasado.

Mientras que cualquier persona normal se habría horrorizado, Kohaku solo se rió como si no hubiera un mañana.

—¡Me aseguraré de no morir, entonces!

Senku la siguió mientras ella saltaba de árbol en árbol, sin estar realmente seguro de por qué encontraba esto tan entretenido y no podía dejar de mirarla.

Y, de pronto, escuchó el crujido de una rama.

—¡Mierda! —gritaron ambos.

Senku, que había estado cerca, sintió el impulso de correr para posarse bajo ella y atajar su caída... aunque obviamente no tenía la fuerza suficiente para soportar su peso y ambos acabaron en el suelo con ella sobre él, que aparte obtuvo un dolor espantoso en su tobillo.

Gruñó adolorido y ella lo miró muy preocupada.

—¡L-lo siento mucho! Cielos, ¿estás bien? —Lo ayudó a ponerse en pie.

—Obviamente no —masculló adolorido—. Creo que es un esguince... Mierda.

—Lo siento tanto... —Se vio realmente arrepentida—. No debí hacer esas tonterías...

—No te preocupes por eso. Solo llévame adentro, necesito revisar mi tobillo. Ayúdame a pararme.

—M-muy bien.

Ella siguió su orden y lo llevó hasta el salón de baile otra vez, pero ahora el bar estaba lleno y no encontraron un lugar donde pudiera sentarse y estar en paz.

—Creo que hay un almacén arriba junto a los baños y la cocina. Ahí debe haber al menos unas cajas donde pueda sentarme y revisar esto tranquilo.

Ella lo llevó hasta el almacén y se encontraron con la sorpresa de que había un viejo sofá allí. Que oportuno.

Lo ayudó a sentarse, observando con preocupación y culpa como se quitaba uno de sus mocasines y su calcetín.

Apretó los labios, mirando con ojo crítico la leve hinchazón.

—¿Y bien? ¿Es grave?

—Hmm... diría que no llega a ser un esguince como tal, realmente tampoco es que duela tanto. Diría que para mañana estará mucho mejor y en unos días estará como nuevo. —Suspiró aliviado—. Aún así debería descansar un poco aquí antes de bajar y ya irme a casa directamente.

—De verdad lo...

—Ya deja de disculparte, estás comenzando a fastidiarme. —Rodó los ojos con cansancio. Se quedaron en silencio un tiempo hasta que él la miró con confusión—. No tienes que quedarte conmigo si no quieres, ya sabes...

—Pero quiero —susurró—. Al menos hasta que vayas a tu casa quiero quedarme contigo.

Él la miró en silencio, antes de suspirar profundamente.

—Bien, bien, haz lo que quieras. —Hurgó en su oído con indiferencia.

—Gracias. —A pesar de su tono desinteresado, ella le sonrió de una manera suave y sincera.

Esta vez se quedaron juntos en silencio, sin decir nada, y Senku debía admitir que se sentía bastante cómodo así.

Esta chica era agradable, le había gustado conversar con ella y tener ese paseo extraño en el bosque, y casi no quería que el dolor pasara ahora de lo cómodo que se sentía en su compañía.

¿Tal vez debería sacar otro tema de conversación?

Debía admitir que tenía curiosidad respecto a por qué había estado tan decaída cuando la vio por primera vez... aunque no sabía si sería algo de lo que ella quería hablar incluso aunque estuvieran asquerosamente borrachos.

¿Tal vez podría preguntarle su nombre de una maldita vez?

Volteó para hablarle, solo para sorprenderse al ver su gesto decaído una vez más.

Rayos. ¿Fue algo que dijo? ¿Tal vez se sentía mal por qué fue brusco con ella antes?

—¿Estás bien? —Ella se estremeció y se quedó callada, confirmándole que él tenía la culpa de lo que sea que la estuviera preocupando—. Oye, lamento si fui grosero antes. No quise...

—¿Qué? ¡No, para nada! —lo interrumpió, agitando las manos de un lado al otro—. Yo solo... estaba pensado en... —Apartó la mirada—. Estaba pensando en el beso...

—Oh. —Se incomodó—. ¿Qué con eso?

Ella apartó la mirada, con sus mejillas levemente enrojecidas.

—Solo estoy un poco decepcionada de que se sintiera tan mal para ti. Quiero decir... tus labios eran cálidos y... me gustó un poco. —Cruzó los brazos bajo su pecho, ceñuda—. No es justo que haya sido así... ¡Quiero intentarlo de nuevo! —Lo miró con los ojos ardiendo llenos con pura determinación y los puños firmemente apretados.

Él la miró con las cejas arqueadas.

—No.

Ella se desinfló por completo.

—Bien, rayos... —Hizo un puchero infantil—. Supongo que tendré que esperar...

—¿Esperar a qué? —La miró incrédulo.

No importa a qué demonios quisiera esperar, no había forma de que lo convenciera de una tontería así.

—Esperar a que encuentre a otro chico que me guste tanto como tú...

Senku la miró en silencio.

¿Qué diablos? ¿De qué demonios estaba hablando?

—Estás más borracha de lo que creí —señaló secamente.

—No es porque esté borracha. —Lo miró mal—. Es porque... ¡Agh, no lo sé! Solo me gustas ¿de acuerdo?

—Ni siquiera nos conocemos.

—Ya lo sé. —Se relajó sobre el respaldo del sofá—. Mira, voy a callarme, sé que ya te moleste demasiado y hasta te lastimaste por mi culpa, no quiero fastidiarte más —dijo tristemente, cerrando los ojos.

Senku suspiró.

Ella era una chica muy sincera. No la conocía y podría jurarlo. Así como podría jurar que la había hecho sentir mal otra vez.

No sabía qué decir para hacerla sonreír otra vez... aunque sí sabía qué hacer.

Sin pensarlo dos veces, casi de forma inconsciente, se inclinó más cerca de ella. Y más cerca... y un poco más, hasta que sus labios rozaron los suyos de forma suave y ligera. Pero eso bastó para hacerla abrir sus ojos azules de golpe.

En vez de apartarse, él presionó más sus labios, intentando sentir algo agradable.

La sensación era cálida... sus labios eran suaves y sabían al delicioso vino que estuvieron bebiendo toda la noche.

Sí... No estaba tan mal. Le gustaba.

Se apartó de ella y observó extrañamente complacido su rostro enrojecido.

—No estuvo mal. ¿Contenta?

En toda respuesta, ella volvió a lanzarse sobre él para besarlo otra vez.

Y esta vez ambos cerraron los ojos, dejándose llevar por la agradable sensación.

Siguieron y no se detuvieron hasta que fue demasiado tarde y ninguno de los dos quiso parar, entregándose a las sensaciones nuevas y placenteras hasta las últimas consecuencias.

.

A la mañana siguiente, Senku se despertó con una resaca horrible y una bofetada volteándole el rostro.

—¡Pervertido aprovechado!

Mientras él seguía aturdido y sin saber ni dónde estaba, la chica rubia se vistió apresuradamente y se marchó a paso fuerte, evitando siquiera verlo a la cara.

Una vez pudo acomodar sus pensamientos y recapitular todo lo que había pasado, gruñó por lo bajo.

Mierda que estuvo borracho anoche.

Y su agradable amiga resultó ser una perra loca. ¿Por qué abofetearlo así? ¡Ella fue la que se le tiró encima y la que insistió cuando él quiso parar!

Como sea, no es que le importara una mierda haber perdido la virginidad con esa lunática. No había eyaculado dentro de ella y ya le había advertido tomar un anticonceptivo de emergencia por las dudas anoche, así que técnicamente todo debería estar bien. No había razón para siquiera tener que volver a verla.

De hecho, ¡esperaba no volver a verla nunca!

Vaya loca. Lo seducía, se lo cogía, lo abofeteaba, lo insultaba y se marchaba. ¡¿Qué mierda?!

Por él que se fuera al diablo.

Agh, y pensar que hasta había pensado que fue la mejor noche de su vida... Pff, más bien la peor borrachera que tuvo.

Definitivamente no volvería a beber.

Llamó a un taxi antes de vestirse con calma, para luego examinar su tobillo. Tal como pensó, ahora se veía mucho mejor.

Una vez el taxi vino y lo dejó en su casa, Senku solo pudo agradecer que Byakuya y Lillian hayan preferido pasar su noche de bodas en un hotel. Aunque de todos modos tendría que ayudarlos con la mudanza hoy así que ya debería ir pensando una excusa por su tobillo.

Cuando Byakuya y Lillian llegaron, aunque ya había esperado ver a una tercera persona con ellos, nunca habría esperado quién era esta.

Era esa leona loca, mirándolo tan horrorizada como él se sentía.

—¡Senku! —Su padre y Lillian estaban muy acaramelados abrazándose sin soltarse incluso mientras caminaban como el par de enamorados ridículos que eran—. ¡Te presentamos a tu nueva hermana Kohaku!

Senku sintió su boca secarse por completo.

¿Kohaku? ¿La chica con la que se acostó era Kohaku? ¿La sobrina que Lillian había adoptado ya que tenía problemas con su padre y que viviría con ellos de ahora en adelante?

—¡Ahora la familia está completa! —celebró Lillian, totalmente ajena a la mirada shockeada y espantada de los dos adolescentes.

Oh, sí, Senku y Kohaku estaban completamente jodidos.

Fin.

¿O no?

Realmente no lo sé, me gusta esta idea pero ya tengo muchos proyectos así que digamos que fin por ahora xP

Ojalá que esto les haya gustado!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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