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La sala de conferencias se encontraba abarrotadas de
diversas cajas llenas de carpetas que contenían toda la información del cliente en cuestión. Tras varias horas de revisar y leer detenidamente cada hoja con información JungKook se encontraba junto a su cuñado y colega buscando una estrategia para ganar un caso donde su cliente era claramente culpable. La solución más viable era un acuerdo. Sin embargo, el problema radicaba que la parte demandante no quería un acuerdo, por que se veían obligados a buscar algo que le fuera de utilidad.

No obstante, la búsqueda estaba resultado ser una verdadera pérdida de de tiempo, porque entre todos los documentos lo único que lograban encontrar eran más cargos en contra de su cliente logrando desesperar y frustrar al par, quienes tenían demasiadas cosas sobre sus hombros tanto en lo laboral como en lo personal; soltando un pequeño suspiro y dejando caer su espalda sobre el respaldo de la silla giratoria, JungKook lanzó la carpeta que tenía entre sus manos sobre la superficie de cristal de la mesa. Necesitaba un respiró o su cabeza terminaría estallando.

Cerrando sus ojos y llevando sus dedos al puente de su nariz, Jeon trato de relajarse y linter un poco la tensión que lo acogía.

JungKook realmente esperaba terminar ese jodido caso antes de su boda, ¿la razón? Quería pasar su luna de miel sin preocupaciones del trabajo, más allá de la preocupación de complacer y hacer feliz a su omega en todos los aspectos; la simple imagen de su omega en su cabeza le hizo soltar un protundo suspiro. En los últimos días Jimin había padecido de un humor muy impropio de él a tal punto de que ni siquiera él mismo se soportaba y únicamente se encontraba en clama cuando dormía—lo cual están siendo la mayor parte de tiempo-o comía algún postre sumamente dulce. Y aunque podía atribuir todo ese mal humor a los nervios y estrés de la boda, JungKook presentía que había algo más ahí, solo que aún no podía descifrar que era.

Sin embargo, a pesar de todo ello, JungKook estaba dando todo de sí para calmar y hacer sentir mejor a su omega comprándole flores casi a diario y esos delicioso bombones de chocolate que a Jimin tanto le encantaban.

—Le asignaré este caso a otro. Tu boda es en tres días y esto se ve que va para largo.—la voz de NamJoon lo obligó a abrir sus ojos y dejar atrás todo estado de letargo.—No es que desconfié de su capacidad para ganar este caso, pero quiero que disfrutes de tu boda y luna de miel sin agobios del trabajo. Además, de que, tras tu luna de miel voy a otorgarte unas largas vacaciones. Quiero que todo ese tiempo estés entocado en Jimin..., creo que al fin se merecen un tiempo de calidad juntos como recién casados.

—¡NO!—JungKook exclamó rápidamente.

NamJoon frunció levemente su entrecejo.

—No, si realmente crees que soy el mejor abogado de esta firma, no me quitarás este caso. No lo voy a permitir.—sus palabras brotaron con firmeza de su boca.

—No dejare este caso a medias. Lo ganaré de cualquier forma, así lo haga consiguiendo un acuerdo o llegando a juicio. Yo ganare este caso si o si. Y entonces, solo entonces podré tomar esa largas vacaciones junto a mi omega.—JungKook estaba decidido a hacer todo lo posible para ganar.—Así que, antes de mi luna de miel este caso ya estará terminado y archivado. Y de no ser así, en cuanto termine mi luna de mil voy a retomarlo.

NamJoon negó levemente ante la terquedad de su colega y cuñado. Sin embargo, no se atrevió a refutar en su contra o mucho menos hacerlo cambiar de opinión, porque lo conocía a la perfección y sabia que nada, absolutamente nada lo haría cambiar de opinión. Y había sido esa actitud tan comprometida en su trabajo lo había convertido en el mejor abogado y el más solicitados en las firmas de la ciudad. Pero la fidelidad que JungKook le había demostrado a él a la firma lo que lo llevó a convertirlo en un socio mayoritario.

No cabía duda que JungKook hubiese sido un alfa grandioso para su hermano, pero TaeHyung era un caso demasiado complicado. Casi como un acertijo difícil de resolver. Y había sido así desde que era solo un pequeño cachorro travieso y escurridizo. No obstante, por mucho que había tratado insaciablemente fortalecer su comunicación con TaeHyung, no fue capaz de lograr demasiado y todo su avance se fue a la mierda solo unos años después, tras la muerte de sus padres. La muerte de sus padres había ocasionado que TaeHyung se volviese más hermético y menos comunicativo a tal punto que nunca le había presentado a sus parejas.

Manteniendo sus relaciones en total secreto y misterio.
Mirando a JungKook no pudo evitar traer a su memoria la época en la que ingenuamente llegó a pensar que JungKook terminaría siendo novio o esposo de su pequeño hermano. Sin embargo, todo esos pensamientos habían desechado meses después al notar como su hermano trataba con desdén, frialdad y casi repudio, como si la sola presencia de JungKook le fastidiará, a pesar de todas las veces en las que este había intentado hacer todo lo posible para entablar una pequeña amistad. Y era por ello que agradecía eternamente que JungKook encontrar a un omega que lo amara y supiera apreciar con todo y sus detectos.

—Bien, si así lo quieres, ¿quien soy yo para hacerte cambiar de opinión?—JungKook sonrío triunfante al escuchar las palabras de NamJoon.

El resto del día transcurrió entre documentos y posibles estrategias para ganar el caso. Por lo que ambos alfas no fueron conscientes del pasar de las horas y mucho menos que la hora de marcharse a sus respectivos hogares había llegado de haber sido por la secretaria de NamJoon, quien amablemente les interrumpió para recordarle que esa noche tenía un cita con su omega. Y fue así como ambos altas se dispusieron a recoger todo y colocar todos los documentos y carpetas dentro de sus respectivas cajas.

—Tengo que salir en media hora.-NamJoon dijo mirando la hora en su reloj de muñeca.-Jeon antes de que te vayas pasa por mi oficina, por favor. Necesito entregarte algo.

Sin la más remota idea de que era lo que NamJoon debía entregarle, JungKook llevo varias cajas a su oficina, donde a los pocos segundos de ingresar su secretaria entró con una pequeña tableta en mano.

Sin perder tiempo, la beta de mediana edad comenzó a vociterar todos asuntos importantes que tenía en su agenda virtual, para seguidamente comenzar a ponerlo al tanto de las novedades. Y entre las pocas novedades que habían surgido esa tarde, se encontraba una que JungKook tomo como tastidiosa. Se trataba nuevamente de Hoseok exigiéndole que se comunicara con él con urgencia. Algo que no haría ni en mil años.

—¿Le comunicó al señor Jung?—pregunto la beta sin dejar de mirar su tableta.

—No. Y si vuelve a llamar ignóralo, ¿de acuerdo?—la beta asintió.—Bien, hemos terminado por hoy, Seung. En la oficina dejo cajas con documentos muy importantes, antes de marcharte asegúrate de que mi oficina quedé bajo llave para que nadie entre.

—De acuerdo, Señor Jeon.

—¿Hay algo más que deba saber?—JungKook pregunto al mismo tiempo en el que tomaba su portafolio y demás cosas personales.

—Si. Mañana tiene un reunion a las diez de la mañana en el restaurante Merliot con sus suegro. Después tiene una cita con el juez Kang.

JungKook asintió con levedad.

—Gracias, si eso es todo me retiró.—dicho eso comenzó s caminar hacia la salida de su oficina con su secretaria pisándole los talones.—Nos vemos mañana, Seung. Salúdame a tus hijos, ¿de acuerdo?

—Lo haré. Adiós y hasta mañana, señor Jeon.

A pasos firmes y rápidos JungKook se desplazó por los pasillos de la firma hasta llegar a la oficina de su cuñado. Con leves toques sobre la puerta de cristal para anunciar su llegada y seguidamente adentrarse.

—Estoy por irme. ¿Qué es lo que tienes que darme?—JungKook preguntó una vez estuvo frente al escrito del mayor.

NamJoon se movió sobre su silla giratoria para alcanzar uno de los cajones de su escritorio de donde sacó una bolsa de regalo con un moño de color rosa pastel.

—Antes que nada quiero aclarar que esto es un pequeño regalo que YoonGi y yo hemos escogido para ti. No es un regalo de bodas como tal, pero cuando los vimos no pudimos resistirnos.—la voz de NamJoon comenzó a escucharse afectada y tenue.—Para YoonGi y para mi este regalo es significativo..., porque es algo que muy probable que nunca podamos comparar para nosotros.

Sin decir más, NamJoon extendió la boda de regalo hacia el menor, quien con movimientos rápidos la tomó. Y cuando estaba a punto de abrirla, NamJoon lo detuvo.

—Me gustaría que lo abrieras una vez estés en casa.—
JungKook asintió sin entender.—Bien. Nos vemos mañana, JungKook.

Con esa clara invitación a marcharse, JungKook abandono la oficina de su colega, para encaminarse al estacionamiento, donde llegó tan solo unos cuantos minutos después.

A mitad del trayecto, JungKook pudo observar la bolsa de regalo sobre el asiento del copiloto y la curiosidad de saber que contenía lo obligó a orillarse en una de las avenidas de la ciudad.

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