Capítulo 6: Espejos rotos
El otoño se deslizaba lentamente hacia el invierno, y con cada día que pasaba, la relación entre Harry y Louis se volvía más compleja. No había un nombre para lo que compartían, pero ambos sabían que era importante, aunque también doloroso.
Louis, con su actitud desafiante y su naturaleza autodestructiva, parecía un reflejo distorsionado de los propios miedos de Harry. Y Harry, con su lucha silenciosa y su perfección rota, hacía que Louis cuestionara su indiferencia hacia sí mismo.
Era una noche fría cuando Harry recibió una llamada de Louis. No era algo habitual; Louis apenas usaba su teléfono para algo más que mensajes cortos o llamadas de emergencia. Pero esta vez, había algo en su tono que hizo que Harry dejara todo y corriera hacia el pequeño apartamento donde vivía Louis.
Cuando llegó, encontró a Louis sentado en el suelo de la sala, rodeado de botellas vacías y restos de cigarrillos.
—¿Qué pasó? —preguntó Harry, entrando con cuidado, como si temiera romper algo más en ese espacio ya caótico.
Louis alzó la vista, sus ojos vidriosos pero llenos de algo que Harry no pudo identificar de inmediato.
—Hoy habría sido el cumpleaños de mi mejor amigo.
Harry se detuvo, sorprendido. Louis nunca había hablado de su familia, y menos de un mejor amigo.
—Nunca hablaste sobre alguien importante para tí... —dijo suavemente, acercándose para sentarse frente a él.
Louis dejó escapar una risa amarga.
—Murió hace dos años. Sobredosis. Igual que casi me pasa a mí.
Harry sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. No sabía qué decir, pero también sabía que Louis no necesitaba respuestas, solo alguien que estuviera allí.
—Lo siento mucho —dijo finalmente, poniendo una mano sobre la rodilla de Louis.
Louis no respondió de inmediato. En lugar de eso, tomó una de las botellas vacías y la giró entre sus manos.
—¿Sabes qué es lo peor? —dijo finalmente, su voz temblando ligeramente—. Yo estaba en casa esa noche. Lo encontré. Y no hice nada.
Harry abrió la boca para protestar, para decir que no era su culpa, pero Louis lo detuvo con un gesto.
—No quiero que me digas que no fue mi culpa. Sé lo que hice, o lo que no hice. Ambos estabamos tan drogados que ni siquiera pude ver que no respiraba.
Harry asintió, respetando el silencio que siguió.
Esa noche, Louis compartió más de lo que jamás había compartido con nadie. Habló de su infancia, de sus padre ausente, el suicidio de su madre y de cómo siempre se había sentido responsable por todo lo que salía mal en su familia.
Harry, por su parte, se sintió obligado a compartir también. Aunque no era algo que planeaba hacer, las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas.
—Yo... fui abusado cuando era niño. Por un amigo de mi familia.
Louis levantó la mirada, sorprendido, pero no dijo nada. Sabía que interrumpir solo haría que Harry se cerrara.
—Nunca se lo dije a nadie. Ni siquiera a mis padres. Pero creo que ellos lo sabían... y no hicieron nada. Él solía hacer cumplidos sobre mis muslos, sobre lo bien que me veía. Pensé que si adelgazaba lo suficiente para que mis piernas no se vieran como antes él dejaría de buscarme, luego no pude parar, simplemente odiaría verme como antes y que él vuelva a lastimarme.
El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Era un silencio lleno de entendimiento, de heridas abiertas que ambos reconocían en el otro.
Cuando la madrugada llegó, ambos estaban agotados, pero había algo diferente en el aire. Por primera vez, sentían que no estaban completamente solos. Ya no sentían esa carga de incomodidad o incomprensión.
Ahora Harry entendía por qué Louis buscaba paz en las drogas y Louis entendió por qué Harry insistia en usar ropa demasiado grande para él.
Antes de irse, Harry miró a Louis con una seriedad que pocas veces mostraba.
—No sé cómo ayudarte, Louis. Pero quiero intentarlo.
Louis asintió, sus ojos reflejando algo parecido a la esperanza.
—Supongo que eso es más de lo que merezco. Pero también quiero ayudarte, Harry.
Los días que siguieron fueron una mezcla de avances y retrocesos. Louis intentaba mantenerse sobrio, aunque no siempre lo lograba. Y Harry, aunque estaba dispuesto a ayudarlo, empezaba a darse cuenta de que el peso de esa responsabilidad lo estaba afectando más de lo que quería admitir.
Louis lo llamaba siempre que sentía estar al colapso, Harry le llamaba llorando luego de sentirse culpable por haber ingerido 30 calorías de más.
Destinados a romperse mutuamente o a sanar cada rincón de ellos mismos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro