Los días siguientes al encuentro en el apartamento de Harry se sintieron como un limbo para ambos. Aunque habían abierto la puerta a la posibilidad de una reconciliación, el peso de sus pasados seguía siendo un obstáculo. Ninguno de los dos estaba listo para comprometerse del todo, pero había un hilo invisible que los mantenía conectados.

Harry estaba en la biblioteca, terminando un ensayo para su clase de macroeconomía, cuando su teléfono vibró. Era un mensaje de Louis.

Louis: "¿Te gustaría tomar un café algún día de esta semana? Nada serio, solo hablar."

Harry leyó el mensaje varias veces antes de responder.

Harry: "Está bien. El viernes a las 4 pm, en la cafetería cerca de mi edificio."

Aunque se sentía nervioso, sabía que esta era una oportunidad para medir dónde estaba Louis y si realmente estaba cambiando.

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El viernes llegó más rápido de lo que Harry esperaba. Se sentó en una mesa junto a la ventana y esperó. Cuando Louis apareció, llevaba una camisa limpia y su cabello ligeramente peinado, una señal de que había hecho un esfuerzo por lucir presentable.

—Hola —dijo Louis, sentándose frente a Harry.

—Hola.

La conversación comenzó torpemente, con ambos evitando los temas delicados. Hablaron sobre cosas triviales: la universidad de Harry, las reuniones de rehabilitación de Louis, e incluso sobre el clima. Louis también le comentó a Harry sobre como decidió vivir con su tía un tiempo para evitar a sus ex compañeros de cuarto, quienes seguían en el ciclo de consumo.

Finalmente, Louis rompió el hielo.

—Sé que no te he dado razones para confiar en mí, pero estoy intentando cambiar, Harry. Quiero que lo sepas.

Harry asintió, apreciando su sinceridad.

—Eso es lo que importa, Louis. Que lo intentes.

Aunque la reunión fue breve, dejó a ambos con una sensación de esperanza. Era un pequeño paso, pero lo sintieron como un avance significativo.

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Una semana después, Harry recibió una llamada de Louis en mitad de la noche.

—Harry... no sé a quién más llamar —dijo Louis, su voz temblando.

—¿Qué pasa?

—Acabo de pelearme con mi tía. Estoy tratando de no recaer, pero no puedo dejar de pensar en ello.

Harry sintió una mezcla de preocupación y orgullo. Louis estaba buscando ayuda en lugar de ceder a sus impulsos.

—Voy para allá —respondió sin dudarlo.

Cuando llegó, lo encontró sentado en el suelo con la cabeza entre las manos. Sin decir una palabra, Harry se sentó a su lado.

—Gracias por venir —murmuró Louis, su voz cargada de emociones.

Harry simplemente asintió, sabiendo que lo importante no eran las palabras, sino estar allí para él.

Se abrazaron durante horas, hasta que Louis se sintió mejor. Se sentaron en el sofá y bebieron té.

Harry solía observar los ojos de Louis cuando estaban juntos en el café y la luz amarillenta caía sobre su rostro pálido y ojos azules o en su propia sala de estar durante las noches que ambos tenían insomnio, y aunque nunca sucumbió a sus deseos de verlos de cerca, esa noche tomó una valentía que no creía que existía; se acercó a Louis, haciendo que este ponga una cara de total desconcierto, cambiándola por una de sorpresa cuando Harry posó sus labios sobre los del mayor. Un beso que suponía ser corto se convirtió en una sesión de besos extendida, donde ambos sanaban sus corazones con la compañía del otro, esa noche durmieron abrazados. Por primera vez en su vida Harry Styles se sintió a salvo en los brazos de un hombre.

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Con el tiempo, los encuentros entre Louis y Harry se volvieron más frecuentes. No eran citas románticas, aunque todas terminaban en una sesión de besos lentos y torpes que ambos buscaban, junto con momentos para compartir y apoyarse mutuamente mientras seguían trabajando en sus propios problemas.

En una de sus sesiones de terapia, Harry mencionó a Louis por primera vez en meses.

—Ha estado tratando de cambiar —dijo—. Y creo que lo está logrando.

Su terapeuta asintió, alentándolo a explorar sus sentimientos.

—¿Cómo te hace sentir eso, Harry?

—Es extraño. Por un lado, estoy orgulloso de él. Pero por otro, tengo miedo de volver a confiar y que me lastime de nuevo...

—Ese miedo es válido —respondió la terapeuta—. Pero también es importante reconocer que ambos están aprendiendo y creciendo. Tal vez no se trata de volver a lo que tenían antes, sino de construir algo nuevo.

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Una noche, después de varias semanas sin incidentes, Louis tuvo una recaída. Había estado lidiando con una presión constante en casa y, en un momento de debilidad, tomó una botella de vodka de la alacena de su tía.

Al día siguiente, llamó a Harry, avergonzado y lleno de remordimiento.

—Lo arruiné —dijo entre lágrimas—. Pensé que estaba mejorando, pero...

Harry lo interrumpió con calma.

—Louis, el progreso no es lineal. Una recaída no significa que hayas fallado. Lo importante es cómo decides seguir adelante después de esto.

Aunque Louis seguía sintiéndose culpable, las palabras de Harry lo ayudaron a retomar su camino.

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Una tarde, mientras paseaban por un parque, Louis decidió abrirse completamente con Harry.

—Quiero que sepas algo —dijo, deteniéndose y mirándolo a los ojos—. No sé si alguna vez podré ser la persona que necesitas, pero quiero intentarlo.

Harry sintió que su corazón se aceleraba.

—Louis, no necesito que seas perfecto. Solo necesito que seas honesto conmigo y contigo mismo.

Louis asintió, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud. Por primera vez, comenzaba a creer que tal vez tenía una oportunidad de redimirse.

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Harry y Louis habían establecido una rutina silenciosa pero funcional.

Se veían algunas veces por semana, se tomaban de la mano y se sonreían como dos adolescentes enamorados, se besaban siempre que podían.

Louis era gentil, respetando los límites de Harry cuando las cosas llegaban a algo más que un simple beso, diciéndole que con solo acurrucarse está bien. Harry estaba agradecido por ello, los traumas del pasado seguían jugándole malas pasadas, temiéndole al dolor de proyectar su abuso con su presente. Buscando junto a su terapeuta la forma de lidiar con aquello.

Harry sintió la necesidad de procesarlo y seguir adelante, intentar más allá.

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Había pasado un mes y medio, él y su terapeuta habían estado hablando sobre su trauma y abuso durante muchas sesiones. También hablaron sobre limites, de cómo Harry siempre podía decir "No".

Había decidido invitar a Louis a cenar esa noche, el mayor dijo que si de inmediato. 

Fue algo simple, pidieron una pizza y vieron algunas películas algo tontas. Estaban felices, tranquilos, como si por arte de magia sus problemas nunca hubieran existido. Solo eran ellos dos, siendo felices.

Estaban recostados sobre una manta en el suelo, la larga sesión de besos los llevó a respirar algo agitados, sintiendo que el calor era algo insoportable.

—Quizá deberíamos parar...—dijo Louis, sus ojos estaban cerrados, estaba sobre Harry, acariciaba su cara con una delicadeza que solo él podría otorgarle.

—No... Lou, creo que... Estoy listo, solo si tú lo estás—Harry estaba ruborizado de pies a cabeza, se sintió atrevido por un instante y algo tonto al no obtener una respuesta inmediata. Louis abrió sus ojos y le miró fijamente unos segundos.

—¿Estás seguro de esto? Sabes que esperaré por ti, todo lo que necesites...—

—Lo estoy. Te quiero a ti, borra las huellas, solo... Hazme sentir bien— Tembló al decirlo, sintiendo miedo, algo de desesperación... Aunque las gentiles manos de Louis le recordaron que todo estaría bien, él nunca lo dañaría. 

Aunque la relación entre ellos seguía siendo incierta, ambos comenzaban a encontrar consuelo en el otro. Sin embargo, el destino tenía planes más complicados.