Mi alfa
—¿Esto?
JungKook le mostró un traje de bebé sumamente pequeño.
—¿No deberíamos saber primero lo que es?
—No, será sorpresa, lo sabremos en el parto.
—La tecnología ha avanzado por una razón.
—Deja de ser tan amargado Jin, por dios.
—Me gusta más este rosa.
—Este es negro y tiene rayas blancas, parecerá abeja.
—Mi hijo no va a parecer abeja, no, llevamos este.
JungKook lo fulminó con la mirada. —Eres un tarado, no, este, se verá más lindo.
—Por Dios ese bebé se verá lindo con lo que sea, porque es mi hijo y va a sacar mis genes, tienes suerte de haber encontrado a alguien tan apuesto como yo.
—¿Tú no sabes acaso lo que es la modestia? —rodó los ojos—. Bien, llevamos los dos..
—Claro, gasta mi dinero.
—Esa es tu culpa por haberte enredado con un desempleado como yo. Anda, a pagar, tienes que comprarme un helado después.
—Comes demasiado, serás gordo al término del embarazo.
Jin recibió un golpe en la nuca, del cual no se quejó porque lo merecía, las cosas entre ellos habían avanzado bien, de buena forma, eran incomparables, aún peleaban, sin embargo, era divertido hacer que el otro perdiera la cabeza y el sexo era realmente bueno.
El mayor se estaba acostumbrando a JungKook, le gustaba, era dulce, era sexy y muy apuesto, empezaba a sentir cosas por él, le gustaba llegar a su departamento y encontrarlo gritando blasfemias en la computadora cuando estaba perdiendo una partida o mirando aquellos programas de televisión que eran una basura. Su presencia ya era importante para él.
Y sabía que JungKook sentía lo mismo, ya que en ocasiones cuando lo abrazaba o besaba de forma sorpresiva, podía ver un sonrojo en sus mejillas. Sin embargo seguía siendo igual de insensible que siempre.
No habían hablado de su relación, ni de formalizar, daban por hecho que entre ellos ya había algo, serían padres, así que estaban de cierta forma comprometidos.
—Muero por un helado.
—Debes dejar de comer estás muy gordo ya.
—Déjame en paz.
Entraron a la heladería, al principio JungKook iba con una sonrisa, que se perdió al ver al establecimiento.
—Sabes, creo que es mejor que vayamos a casa, se me quitó el antojo.
—Estuviste jodiendo toda la mañana que querías helado y de repente ya no quieres ¿Es lógico eso?
—Ya sabes, los antojos cambian—dijo con una mueca, cubriendo su estómago. Nervioso. Eso no pasó desapercibido por SeokJin.
Miró alrededor, cuando vio en el fondo a un grupo de adolescentes, eran por lo menos cinco, quienes les miraban y reían.
—Pues, yo ahora quiero un helado, vamos.
Tomó la mano de JungKook y lo llevó al mostrador.
—Buenas tardes ¿En qué puedo servirles?
—Dame un doble de fresa y uno de chocolate. Gracias.
JungKook se pegó a su cuerpo tratando de cubrirse, por la marca podía sentir que estaba muy nervioso. La chica les entregó los helados y él pagó.
—Sentemonos.
—Podemos comerlo en el camino de regreso.
—No, no me gusta comer y caminar.
—Bien.
Se sentaron en una mesa para dos, frente a esos chicos que no dejaban de verlos y reír.
—¿Son tus amigos?
—No, yo no tengo amigos, bueno uno, pero está en casa de su novio en estos momentos, es como un adicto a coger—rio.
—¿Por qué nos miran?
JungKook hizo una mueca. —El chico de en medio es a quien le declare mis estúpidos sentimientos, los demás son sus amigos, eran así como los populares, y desde entonces se burlan de mí.
—¿El tipo que dijo que jamás conseguirás a alguien tan bueno como él? Dios, pero si tenías malos gustos, gracias a mí la almendrita no tendrá cara tan fea, ve esos granos y ese cabello grasoso.
JungKook miró al chico de rojo. Sí, no podía ver antes las cualidades malas que tenía, ahora que estaba con Jin, quien eres muy apuesto, se daba cuenta del mal gusto que tenía.
—Y es estúpido, siempre me pedía la tarea porque es incapaz de hacerla por sí mismo.
—Feo y bruto, muy mal.
Jin se acercó y rodeo sus hombros con su brazo, beso su mejilla y le sonrió.
—¿Por qué estás tan tenso? ¿Esa bola de pubertos idiotas te intimida? No, el novio de Kim SeokJin no será un asustadizo. Levanta la mirada y sonríe.
JungKook le miró con burla. —De verdad tú no sabes lo que es la modestia.
—No, y desde ahora tu tampoco deberías saberlo, eres guapo, alto, bonito y sexy, que se joda el mundo. Teniendo un alfa como yo, nada malo pasará jamás.
JungKook soltó una carcajada. —No es la forma en la que uno sueña con una propuesta, pero, hasta para ti, está bien.
Jin acarició su mejilla. —Lindo y peligroso Omega, conmigo siempre espera lo inesperado. ¡Y con mis millones nada malo sucederá!
Esto último lo dijo en voz alta, JungKook le miró con una ceja alzada.
—Creía que el millonario era yo.
—Sigue la corriente.
—Bien—asintió—. ¡Jin debemos hacer dieta, la boda en Versalles es en una semana, después la luna de miel en el crucero por el Mediterráneo! ¡Y debemos elegir entre el Ferrari o el Lamborghini para ir a la iglesia, dios no, usemos los dos!
SeokJin soltó una carcajada cuando vio el rostro sorprendido de los chicos.
—¡Si amor, también tienes que elegir cuál mansión quieres!
—¡¿Por qué elegir si somos estúpidamente millonarios y guapos?! ¡Las dos!
—¡Oh mi vida eres el mejor!
JungKook terminó por besarlo. Jin sonrió entre el beso, dejando de lado a los chicos impresionados y celosos, para centrarse en su pequeño Omega, lo besó con delicadeza, con un cariño inconfundible. Si, estaba totalmente enamorado de ese mocoso jodon.
—Creo que es todo.
—Ya que estoy con mi alfa millonario ¿Puedes comprarme ese nuevo videojuego? Necesito subir mis números bebé. Tengo una reputación.
Jin rodó los ojos. —Ya que, después puedes pagarme con sexo, así es como funcionan los sugar daddys.
—Suena interesante, no pierdo.
—Tambien vamos por ese traje de abeja para la almendra.
—¿Ves Jin? Jeon JungKook siempre gana.
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