THE BIRTHDAY PT. I
*En este capítulo voy a meter cultura mexicana. YA SÉ QUE VIVEN EN COREA Y NO TIENE SENTIDO PERO ESTÁ BONITA LA IDEA. Déjenme ser, gracias*
(Yeonjun y Soobin aquí tienen cabello negro)
Lamentamos errores, ya sabemos que la pinche autora nunca revisa ni corrige.
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Las mañanas pasaron de ser una maldición enmascarada por rayos de luz, a una bendición, todo gracias a su existencia. Todas las mañanas a su lado eran mágicas, curativas. Soobin no lo pensaba conscientemente pero era algo que apreciaba y atesoraba cada segundo que tenía la oportunidad. Definitivamente sus mañanas eran mejores ahora que amaba y era correspondido con la misma intensidad. Ahora sus mañanas eran felices, por esa razón, aquellas en las que el calendario marcaba el 13 de septiembre, él mismo dictaminó que serían los días más importantes de los 365 días de todos los años que les faltaba vivir como medias naranjas. No quería aceptarlo en voz alta porque tal vez era demasiado, pero para él, el 13 de septiembre equivalía al mejor día de su vida.
—¿Seguro que está dormido? —le susurró una vez más el padre de Yeonjun a Soobin. Necesitaban corroborar.
Soobin sonrió por el nerviosismo de los Choi. A pesar de que realizaban la misma actividad con cada uno de los miembros de la familia todos los años, seguían emocionándose de la misma forma. A Soobin le encantaba su familia, eran personas maravillosas; estaba seguro de que sus propios padres los habían puesto en su camino.
—Lo está —Asintió convencido —. Tiene sueño pesado y no se levanta si es que no es por la alarma, recién suena a las 7:00 —musitó, pues los tres estaban fuera de la habitación del único hijo de la pareja, debían regular su volumen si es que no querían arruinar la sorpresa.
—Listo. Agárrame la torta un momento, cariño. —Le pidió a la señora Choi a Soobin. El mencionado la sostuvo con cuidado mientras la señora sacaba de uno de sus bolsillos una cajetilla de fósforos para poder encender la vela que yacía en el centro de la torta de chocolate.
Con la vela encendida los tres partícipes en el plan sorpresa se miraron cómplices y a la cuenta muda de tres, abrieron la puerta de la habitación, adentrándose y cantando al unísono:
"¡Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, Hoy por ser día de tu santo te las cantamos a ti".
Después del primer verso, el que dormía plácidamente envuelto en sus cobijas frunció el ceño y gradualmente comenzó a despertar.
"Despierta, mi bien, despierta
Mira que ya amaneció
Ya los pajaritos cantan
La luna ya se metió".
Después del segundo verso, con un puchero adorable y unos ojitos chinitos que denotaban el sueño que tenía, Yeonjun se incorporó lentamente, apenas captando imagen y asimilando la sorpresa (que tan sorpresa ya no era).
Los Choi rodearon la cama y le hicieron la serenata justo a un costado de esta.
"Qué linda está la mañana
En que vengo a saludarte
Venimos todos con gusto
Y placer a felicitarte".
Yeonjun frotó sus ojitos hinchados al mismo tiempo que una sonrisa burbujeaba y se construían en esos belfos de patito.
"El día en que tú naciste
Nacieron todas las flores
En la pila del bautismo
Cantaron los ruiseñores".
Después de aquel verso, ya estaba totalmente despierto, mirando con ojitos grandes y mucha adoración a las tres personas que amaba más en el planeta. Si bien es cierto que era algo que hacían todos los años, no podía evitar emocionarse cada vez que él cantaba la canción o era el emisor de dichos cantos. Simplemente estaba agradecido de tener una familia tan hermosa y a un novio tan perfecto.
"Ya viene amaneciendo
Ya la luz del día nos dio
Levántate de mañana, mira que ya amaneció".
Los trabajos de la universidad no le habían permitido dormir bien el día anterior, pero qué era un poco de cansancio y ardor ocular cuando el día de su cumpleaños era iniciado de una forma tan cálida. Sus ojos danzaban entre aquellas tres personas que lo significaban todo para él, aquel era un momento que deseó capturar para siempre en su memoria; observó cada detalle en esos rostros que con efusividad y por medio de una melodía celebraban su llegada al mundo. Yeonjun quiso recordar cada ínfima acción.
En ese mismo momento fue consciente, ¿en qué momento se había vuelto un chico tan sensible y sentimental? Sonrió para sí mismo justo cuando la vela estaba por consumirse y la canción llegaba a su fin.
"Si yo pudiera bajarte, las estrellas y un lucero
Para poder demostrarte lo mucho que yo te quiero
Con jazmines y flores este día quiero adornar
Hoy por ser día de tu santo
Te venimos a cantar".
El último verso fue seguido de su persona soplando la vela, una ronda de aplausos, y una calida sesión de abrazos.
Primero fue la señora Choi.
—Mi niño hermoso... —Abrazó a Yeonjun con fuerza, él correspondió con una risilla avergonzada —. ¡Mírate nada más! Estás cada día más guapo —Apretó su mejilla con cariño.
Luego fue su padre, quien se limitó a darle un abrazo a su único hijo para finalizar revolviendo sus cabellos ya desordenados, solo un poco más.
Y el último pero no menos importante, fue Soobin, quien se sentó en la orilla de la cama y miró a Yeonjun directamente, embobado, apreciando esos hermosos ojos, sin inhibirse; habrían pasado minutos para ellos cuando en la realidad no habían sido ni uno completo.
Con una de sus manos acomodó un mechón rebelde detrás de su oreja y seguidamente se acercó con lentitud a esos labios cerezos que añoró besar desde temprano ese día.
Su mano acunó su mejilla, y sintiendo la tersa piel de esta, se fueron acercando hasta que sus labios se unieron como si estuvieran predestinados a hacerlo. Uno de tantos, pero uno en un millón; Yeonjun sonrió un poquito en medio del beso porque tal vez besar a Soobin era de sus actividades favoritas por hacer, y qué mejor forma de empezar su cumpleaños. Su mano se posicionó sobre la del mayor. Los señores Choi, se miraron cómplices invadidos por la ternura.
Fue un beso casto pero uno de los más bonitos y tiernos, sobre todo emotivos, porque fue el último.
—Feliz cumpleaños, mi amor —musitó al separarse. Yeonjun lamió y mordió su labio inferior en respuesta.
—Gracias, Binnie.
—No queremos interrumpirlos, pero es momento de apurarse. —La voz de la señora Choi rompió la burbuja. Miró su reloj de mano y anunció que tenían menos de una hora.
Yeonjun vio la apariencia de sus padres y suprimió una risa: no podían relajarse completamente un día. Claro que hasta en su cumpleaños tenían que estar pulcramente listos: con terno, corbata bien atada, camisa planchada, blusa, maquillaje, moño perfecto, tacones.... Todo a las 6 am. A Yeonjun le hubiera gustado ser un chico mañanero de buenos hábitos al igual que sus padres, pero él no se levantaría a las 5 de la mañana ni por su vida, tenía que aceptarlo.
—Los esperamos abajo para desayunar, tortolitos. No demoren mucho o llegaran tarde a la universidad, ¿sí?
Dicho esto, ambos padres abandonaron la habitación con torta en mano, dejando a la pareja sola. Apenas esto sucedió, Yeonjun volvió a emplazar un adorable puchero en su rostro.
—No quiero ir a la universidad —se quejó.
—¿Por qué no? —rió Soobin volviendo a repetir la acción del mechón, era un hábito.
—¿Y lo preguntas? Estoy cansado, ayer no dormí nada por terminar de diseñar unos planos para mi taller de diseño, además que es mi cumpleaños.
—Si te costó tanto hacerlo, con más razón tienes que ir a presentar.
—Noooo —canturreó Yeonjun abrazando a Soobin por el cuello y tumbándolos a ambos en la cama —. Quedémonos... Porfi.
Soobin rió levemente y se acomodó sobre sus codos con cuidado de no aplastar a su bebé.
—Tus padres no te dejarían faltar.
Yeonjun posó sus manos en la nuca contraria y lo vio con ojitos de cachorro, esos manipuladores que siempre usaba.
—Lo harían si es que tú les dices... Vamos, dale, quedémonos así, ¿vale?
Soobin sabía a donde quería llegar.
—Yeonnie... tu mamá pidió bocaditos para desayunar, bajemos y-
El pequeño travieso abrazó más a Soobin por el cuello pegando por completo sus cuerpos, susurrando lascivamente:
—¿No quieres estar así conmigo, cariño? —susurró y con la punta de su lengua provocó apenas rozando sus labios —. Yo soy todo el desayuno que necesitas.
Pequeño manipulador.
Soobin usó toda su cordura restante para separarse un poco.
—Yeonjun —enserió —, son las 6:30 de la mañana.
El pelinegro sonrió con picardía pero de alguna forma viéndose adorable a la vez. ¿Cómo era posible? Soobin iba a volverse loco.
—¿Y? 3 am, 2 am, 5 am, eso nunca te detuvo antes. —Sus piernas se enroscaron en la cadera del mayor.
No, Soobin tenía que salir de ahí.
—Yeonjun, tus papás están abajo —dijo ya más serio. Podía desearlo con todas sus fuerzas, pero simplemente ese no era el momento.
Yeonjun rodeó los ojos y lo soltó, permitiendo que se pueda levantar, y respirar.
—Qué aburrido.
Oh, eso sí no.
Soobin ya de pie, con un movimiento brusco tomó a Yeonjun de la cintura y jaló hacia él, obligando al menor a pararse hasta que sus cuerpos se estrellaron juntos. Yeonjun ahogó un suspiro que fue amortiguado en la lengua contraria cuando Soobin atacó sus labios con decisión. El menor solía dormir con shorts, entonces cuando Soobin tomó su muslo desde abajo y lo elevó a la altura de su cadera, apretó con devoción un poco de la dotada musculatura que su novio poseía. Otro gemido fue ahogado en aquellos labios.
Tan rápido como empezó terminó. Apoyaron sus frentes juntas mientras recuperaban aire.
—Te prometo que cuando volvamos no vas a poder levantarte de esta cama en días. Pero ahora no, ¿entendido?.
Esa voz, esa tonalidad de orden... Joder. Soobin era un idiota, sexy, imbécil, caliente, estúpido egoísta. Yeonjun se separó de él con una nueva molestia, de un ligero empujón.
—Ugh, te odio maldita sea.
Soobin rió al confirmar con una mirada que alguien más se había emocionado. Era un mocoso insaciable, realmente.
Burlón, se acercó y beso la cien del malhumorado.
—Ve a bañarte, amor. Te espero abajo.
Despues del desayuno familiar y unas cuantas bromas en la mesa. Soobin y Yeonjun por fin llegaron a la universidad.
Caminaban hacia sus clases correspondientes, las primeras del día.
—Estoy por reventar —se quejó el menor.
—Creo que tu mamá se emocionó un poco con la comida. Hay hasta para tres días más.
—Nah, eso se acaba hoy en la noche, yo me encargo.
Oh, Soobin sabía que era capaz. Rió y le dio un beso en la mejilla, haciendo que este sonriera igual
—¿Te gustó el detalle?
—Siempre he hecho esto con mi familia. Pero que estuvieras tú lo hizo mucho mejor —Yeonjun buscó la mano de Soobin y las entrelazó juntas, regalándole una sonrisa de labios cerrados —. Es desde ya el mejor cumpleaños que he tenido.
—El día aún no acaba, va a ser mejor todavía.
La sonrisa era tan grande en el rostro del cumpleañero que sospechaba que para el final del día le dolería la cara por ello.
—Es que todo fue tan hermoso —continuó emocionado —. No creo que nada pueda ser mejor. Ni siquiera las clases aburridas me van a arruinar esto. ¿Sabes lo que pedí cuando soplé la vela? Recordar este día para siempre, que se repita el próximo año y todos después de ese.
Soobin lo vio con desaprobación a pesar de estar sonriendo como tonto.
—Eso no se dice en voz alta, tonto, sino no se cumple.
—Oh cállate, pues este sí. Voy a recordar este día como los más bonitos días de mi vida. Nuestro primer cumpleaños juntos juntos... Quiero que siempre sea así — El Yeonjun del pasado nunca se hubiera animado a expresarse así, pero vaya que cómo cambiaban las cosas, Ahora solo quería decirlo muchas veces —. De verdad, Binnie, sé que no lo digo con la frecuencia que debería, pero desde que estás en mi vida todo es mejor. Gracias, amor.
Y Soobin... Soobin solo podía mirarlo embobado y enternecido, Soobin estaba tan enamorado de ese pequeño que ni él mismo podía creerlo: era su mundo, su razón para sonreír y no rendirse, su chispa. Veía a Choi Yeonjun todos los días, pero siempre el mismo pensamiento cruzaba su mente: "es el ser humano más hermoso del planeta".
Lamentablemente fueron interrumpidos una vez más por un grupo de chicas menores que se cruzaron en su camino, haciendo que la pareja soltara su agarre.
—¡O-Oppa, esto es para ti! —Una de las tres exclamó avergonzada entrengándole a Yeonjun un ramo de rosas, Yeonjun estaba sorprendido pero aún así las tomo, las otras dos muchachas también tenían algo preparado, una le extendió una caja de bombones en forma de corazón mientras que la otra le dio tres cartitas pequeñas. Eran probablemente el doble de pequeñas en cuanto altura, eso lo hacía más adorable, también el hecho de que ninguna de las tres fuera capaz de verlo a los ojos —. ¡F-Feliz cumpleaños, oppa! —exclamaron al unísono para después salir corriendo del lugar con las mejillas transformadas en pequeños tomates.
—Eso fue tierno —comentó Soobin una vez se fueron.
Yeonjun seguía con los ojos bien abiertos, abrazando los objetos para no dejarlos caer.
—Déjame te ayudo —ofreció Soobin tomando los chocolates. Yeonjun demoró en salir de su impresión.
—Wow, eso fue tan aleatorio, no esperaba eso.
—¿Las conoces?
Yeonjun negó.
—Otras de tus fans enamoradas —se burló el mayor.
—¿Acaso no nos vieron de la mano?
—Estoy seguro de que sí, pero ya sabes, a la gente no le importa. —El tono de Soobin era burla pura. Otros podían soñar lo que para el era una realidad. (Y la queso).
—Increíble —Sonrió Yeonjun —, ni un poco celoso.
—Soy tu novio, estoy acostumbrado. Además que me encantan los regalos.
—Son míos, no tuyos —Alzó una ceja.
Soobin abrió la caja de bombones y sacó uno.
—Son nuestros —dijo y comió uno bajo la risueña mirada del bajito, el cual terminó por reír, negó con la cabeza. No había mentira.
En lo que iban a sus edificios, alrededor de unas treinta personas se detuvieron a saludar y felicitar a Yeonjun. De alguna forma todos sabían, algunos solo gritaban un "¡Feliz cumpleaños!" a la distancia mientras que otros lo interceptaban, daban obsequios, y algunos chistosos que lo abrazaban y manoseaban más de la cuenta, de lo que Soobin solo podía burlarse. Bueno, no podía quejarse, salía con alguien tan hermoso como Yeonjun después de todo. Poca fue la sorpresa después, pues cuando llegaron a sus casilleros, había una infinidad de notas pegadas y cartitas metidas por las rendijas. Los dos eran muy populares, era algo con lo que debían vivir.
Se despidieron con un pico para cada uno ir a clase. Es así como transcurrieron las primeras horas universitarias, clásicas, aburridas. Cuatro o cinco horas después fue que pudieron volver a verse en el receso, en la cafetería, donde Yeonjun sabía que estarían esperando sus demás amigos.
Sabía que sería probablemente el último en llegar puesto que había sido interceptado por muchas personas de su clase al final de esta, para saludarlo o solo hablar, otras en el camino, en fin, una celebridad.
Cuando entró a la cafetería pudo ver a lo lejos la mesita en donde se reunía con sus amigos de otras carreras cada día: Wooyoung, Changbin, Lia, Yuna, Serim y Soobin.
—¡Pero si ahí está el cumpleañero! —Lia fue la primera en ir a su encuentro, lo abrazó con ánimos.
Uno por uno de sus amigos lo abrazaron dedicándole palabras parecidas. Si su día ya era bueno, eso tan solo lo hizo mejor, él adoraba a sus amigos.
Después del revoltijo en la cafetería se sentaron de nuevo en la mesa, él obviamente sentándose a un costado de Soobin.
—Entonces, ¿cómo es? ¿Qué sale hoy? —habló Changbin emocionado frotando sus manos entre sí.
—Verdad, ¿has pensado en algo, oppa? —preguntó Yuna con una falsa inocencia.
—De hecho... —Wooyoung dijo, de inmediato intercambió miradas con Lia, ambos sonrieron cómplices.
Todos en la mesa sabían, menos Yeonjun, obiviamente.
—Ay no, qué hicieron.
—Nada malo, pff, solo planeamos la mejor fiesta del año —respondió Serim.
—Esa sí es una forma de arruinar una sorpresa. Gracias —se carcajeó Yeonjun.
—Oh vamos, no esperes globos ni serpentinas. Ya estás viejo —dijo Woo.
—De hecho hay todo eso en el local —rebatió Yuna.
—Tú cállate.
Todos rieron.
—Ya, pero no entiendo. ¿Qué han hecho chicos? —Quiso saber la estrella del día.
—Alquilamos la vip room de "Éxtasis" —explicó Lia —, ya media universidad está puesta en lista, solo falta que confirmes tú.
Oh.
Yeonjun abrió un poco más los ojos. ¿Su día estaría colmado de tantas sorpresas?
—¿Media universidad?
—Ya hombre, es tu cumpleaños, todos quieren ir. No te preocupes por nada que todos los gastos los estamos cubriendo nosotros, hasta ya tenemos el permiso de tus padres. Solo tienes que ir —alentó Changbin.
Todavía sorprendido se giró a ver a Soobin.
—¿Tú sabías de esto?
No tenía que haber más interpretación que la pregunta en sí misma, pero por la forma en la que lo miró y algo oculto en la tonalidad que utilizó, le dijo a Soobin que Yeonjun no estaba del todo contento, Y por supuesto que Soobin lo sabía perfectamente, conocía a su novio.
Soobin entornó los ojos.
—Les dije que no planearan nada sin tu consentimiento, pero ya sabes cómo son.
—Democracia, anciano —Lia le sacó la lengua.
—Oh... —musitó Yeonjun.
Esa carita...
Soobin sintió la necesidad de cargar a Yeonjun en sus brazos y huir de ahí. Él sabía que Yeonjun no era del tipo de fiestas. Él era de los chicos que prefería mil veces quedarse en casa a ver una película o salir a comer una pizza con sus cinco amigos más cercanos que una fiesta grande en su nombre. No era que no disfrutara las fiestas, él sabía cómo divertirse y cuándo hacerlo de vez en cuando, pero una reunión social grande en su día... Soobin sabía que Yeonjun hubiera querido algo diferente.
—Vamos Soobin, dile algo, solo a ti te hace caso —habló Changbin.
—Eso no es verdad —refunfuñó Yeon.
Soobin le sonrió para apaciguar su típico mal genio y le dio un beso en la mejilla, rodeó el cuerpo de su chico protectoramente y luego miró el resto del grupo.
—Vamos a hacer lo que él quiera —dictaminó.
Caras descontentas y quejidos se hicieron notar en la mesa.
—Pero Soo-
—Nada —cortó el aludido con tonalidad autoritaria —, es su cumpleaños, y si él no quiere una gran fiesta, no la habrá. Yo les dije que no hicieran nada sin su confirmación.
Grillos.
Ser el mayor del grupo y esa presencia, tenía sus ventajas.
Por su lado, Yeonjun estaba meditándolo, mirando al suelo con los ojitos desenfocados, se sentía ligeramente incómodo por la presión social, Soobin podía sentirlo. Con sus largos dedos sostuvo la barbilla del menor y con mucho cuidado levantó, haciendo que lo mirara.
—Cariño, no estás obligado a nada, ¿sí? No importa lo que digan estos tontos. Si tú quieres ir a comer a casa y hacer una maratón de las siete películas de Harry potter, eso vamos a hacer. Si quieres celebrarlo en una fiesta con tus demás amigos, también. Es tu cumpleaños, tu día, haremos lo que tu gustes, ¿okey?
Yeonjun solo pudo mirarlo un poquito más enamorado, menos tenso y presionado, preguntándose luego cómo podía tener a un novio tan lindo, perfecto.
En respuesta, sonrió para todos. Ya había tomado una decisión.
—Descuida Binnie, los chicos tienen razón, hace tiempo que no salgo así. Será divertido —dijo Yeon y todos empezaron a vitorear.
Si era sincero, hubiera preferido otro plan, pero la presión de los demás, y el esfuerzo que sus amigos habían puesto, lo hicieron aceptar.
Sabía que se divertiría, tenía a sus amigos y Soobin estaría también: con la compañía correcta cualquier plan es perfecto.
—¡Genial! —exclamó Lia —A las 8:00 pm deben estar allá, a más tardar 9:00 pm. Solo le das tu nombre al de seguridad y subes al segundo piso , ¿sí? —indicó Lia con una enorme sonrisa en su rostro, emocionada, fue a abrazar a Yeonjun una vez más —. Vas a ver que te vas a divertir mucho. De eso nos encargamos nosotros. ¿Sí o no, chicos?
Todos asintieron contentos. Justo después la campana de la universidad tocó, indicando el fin del receso.
Era viernes, ya sabían sus horarios. Soobin salía a las 3:00 pm y Yeonjun a las 5:00 pm. Soobin lo esperaría en la tienda de arte hasta que este saliera para poder ir juntos a casa.
Esas dos horas de espera fueron bastante productivas pues se dedicó a terminar unos pedidos que le habían hecho días atrás.
La campanilla del establecimiento sonó cuando el pelinegro entró al local. Soobin dejó de dibujar y de inmediato lo abrazó con cariño.
—¿Cómo te fue?
—Bien, pero estoy algo cansado. Hablar con mucha gente me quita energía. Todavía no me acostumbro a todos esos saludos y esas cosas. En el colegio era tan diferente...
—Amor, eres un encanto, no los culpo.
—No sé cómo voy a aguantar hasta la noche.
Soobin acunó su carita, masajeando su rostro. Sí se le notaban las ojeras, se veía muy cansado.
—¿Quieres ir a casa a dormir hasta entonces?
Yeonjun asintió feliz. Era lo que deseaba desde la mañana.
—Pero antes acompáñame a comprar algún outfit bonito para esta noche. No tengo ropa para salir.
Soobin besó su mejilla, tomó su mano y con las llaves en su otra mano cerró la tienda, subieron a su auto y se pusieron en marcha.
Para ahorrar tiempo, fueron directamente al centro comercial. Tenían varias horas hasta que la fiesta diera inicio, así que se tomaron su tiempo viendo tienda por tienda hasta que hubiera algo que le llamara la atención al que sería el centro de atención esa noche.
Yeonjun tenía gustos particulares, por lo que nada parecía convencerlo, felizmente Soobin era paciente, con él.
—Uh, este me gusta. —Descolgó una casaca de cuero negro. La casaca era grande, se veía de buen material, tenía un cuello de tela. Soobin lo visualizó con ella, se vería espectacular.
—Creo que no tienes una así, está bonita.
—Por lo que veo solo la tienen en dos tallas, me la probaré, y si me gusta, me la llevo.
—¿Solo piensas llevar la casaca?
—Creo que sí, ya tengo pensado con que lo puedo combinar en casa. ¿Me acompañas al probador?
Dada la invitación, ambos se dirigeron a los vestidores.
—Te espero afuera —anunció Soobin quien iba a sentarse en los sillones de espera de los probadores.
—No, espera, mejor ven conmigo. Necesito tu opinión.
Soobin estaba convencido de que igual le quedaría bien, pero como su Yeonjunnie deseara. Ambos entraron a los probadores y el mayor se sentó en la silla dentro de este, se ocupó de cerrar la puerta con seguro antes, no iba a ser que alguien entrara.
Realmente no había mucho que hacer, Yeonjun ya estaba con una camiseta simple, así que solamente tenía que ponerse la chaqueta encima; una vez lo hizo aprovechó por completo el espejo en su delante, posando, acomodando la prenda mejor sobre sí mismo, viendo ángulos y debatiendo consigo mismo si le gustaba o no. Mientras tanto su novio detrás de él admiraba lo bonito que se veía y lo grandioso que le quedaba la chaqueta, lo hacía ver de alguna forma más masculino, le daba ese toque de malote que a veces le faltaba por su personalidad tierna. Se veía ridículamente hermoso.
Con una sonrisita en el rostro, el más bajito se giró para ver a su novio quien ya había estado observándolo desde antes.
—¿Te gusta?
—Me encanta. Te ves hermoso, mi amor. Te ves sexy con cuero.
Sexy... Yeonjun lo sabía, y precisamente eso buscaba. No creerán que lo había llevado hasta ahí solo por las vistas, ¿no?
Se acercó con una sonrisa pícara ladina y se sentó sobre él, sus manos acariciando su cuello.
—¿Sí?
Soobin sonrió ladino también.
—Hmm.
—Hmm, me alegra mucho, señor Choi.
Yeonjun era increíble, en todos los sentidos. Soobin echó su cabeza a reír un poco.
—¿Qué intentas hacer? —preguntó con diversión aún si ya lo sabía. Y quizá... lo había seguido con las mismas intenciones.
El menor acunó su rostro y le respondió con un beso.
Bueno, quién podría culparlo, Soobin existía y él estaba con ganas desde la mañana, su pequeña mente perversa lo había estado maquinando desde que pisaron el centro comercial. Yeonjun disfrutaba cierto tipo de adrenalina.
Las manos del menor se amoldaron a su rostro mientras este lo sostenía de la cintura apegando su cuerpo un poco más al suyo, devolviéndole el exquisito beso.
Los siguientes minutos se redujeron a manoseos y besos, o bueno, más mordidas y acción de lengua que nada, prácticamente tratando de tragarse el otro por completo, pero nadie juzgaba, trataban de ser silenciosos justo por ese motivo, Yeonjun tendía a ser muy ruidoso, por ello Soobin se encargó de tragarse cada uno de sus bonitos gemidos, nadie más tenía por qué escuchar a su precioso bebé.
¿Cinco minutos? ¿Diez? ¿Quince? No estaban seguros. Pudieron haber seguido así muchos minutos más, pero Yeonjun tenía otros planes.
De un brinquito con dobles intenciones, salió del regazo del mayor y observó su obra maestra: labios rojos hinchados, rostro sonrojado, ojos vidriosos. Sonrio con suficiencia, Soobin lo miraba con hambre, probablemente él se veía igual de arruinado.
Podía ver en el semblante de su novio que después de todo ese jugueteo, no estaría con los mejores humores, no si es que lo dejaba allí y le pedía salir como si nada... Cosa que él tampoco haría, porque hablando físicamente, el éxtasis había alcanzado el punto de dolor.
Yeonjun se volvió a acercar con la mirada y apariencia más pecaminosa posible. Miró directamente a sus ojos encendidos, esperaba con expectación los siguientes movimientos que el pequeño travieso haría. Y este, sin dejar de verlo por un segundo, posó sus manos en los hombros contrarios y las bajó lentamente por todo su torso encargándose de acariciar la mayor parte de superficie que pudiera, hubiera sido mejor si hubiera sido piel desnuda, pero dadas las circunstancias era lo que se podía.
En un instante se arrodilló. Tanteó un poco, jugando con la cremallera y luego, sin romper la conexión de miradas, dijo:
—Ahora que lo pienso no es una buena idea, estamos en un lugar público... —Su falso arrepentimiento, inocencia...
—Bien, no podría importarme menos. Ahora termina lo que empezaste. —No fue nada lindo al hablar.
«No es bonito que te lo hagan a ti, ¿verdad Soobin?»
Yeonjun hizo como que lo estaba pensando, ladeando su cabeza ligeramente a los costados, no obstante, al mismo tiempo abrió la cremallera y empezó a acariciar por encima de la delgada tela. Disfrutó mucho observar de cerca cómo estaba desestabilizando a Soobin, su respiración cada vez más pesada; lo disfrutaba, tenerlo a su merced, a pesar de la diferencia de edad, tamaño... Soobin era suyo.
Deteniendo el toqueteo, le tuvo piedad y sacó el trozo de carne de elástico, sonrió al verlo como esperaba. Muy desesperado. Respiró pesadamente sobre este a propósito.
—¿Y si no quiero? —susurró tan cerca que sus labios cosquillearon en la punta.
Soobin también podía ser impredecible. De pronto cambió su expresión totalmente, emplazando una de consideración y hasta algo de pena en ella. Acunó su mejilla y con su pulgar acarició sus maltratados belfos.
—Una lástima... —En un movimiento que fue lo suficientemente rápido para Yeon que no lo pudiera registrar, Soobin pasó su mano de su mejilla hasta su nuca, castigando ahí —. No te pregunté opinión.
Ni le dio la oportunidad, se adentró por completo en esa boquita malcriada de una sola estocada. Una arcada llegó a sus oídos mientras que unas uñas se clavaron en sus muslos desnudos.
Y por dios, a Yeonjun le encantaba, lo amaba, le fascinaba esa dualidad de Soobin. Que fuera tan condescendiente y considerado con él siempre, bueno, casi siempre, porque su novio no fue dulce ni considerado en ese momento, todo lo contrario, no le dio la oportunidad de respirar hasta que haya concluido su trabajo, lo estaba usando, y si se trataba de Soobin, él era herramienta de primera mano.
Solo podían oírse sus respiraciones juntas hechas un desastre, sus propios gemidos y los gruñidos de Soobin. ¿Los estarían escuchando? La idea lo calentó aún más, sus mejillas se pusiero más rositas, abochornado cerró sus ojos, perdiéndose en la sensación y en el sabor de Soobin. Diablos, nunca se cansaría de ello. Bajó una de sus manos para complacerse un poco también, pero no había mucho que hacer, ya estaba tan duro que con unas cuantas caricias le bastó para correrse. De la misma forma, después de unos minutos más, Soobin siguió su acción, derramándose en la boquita de su bebé..
Después de tragar, cosa que Yeon amaba hacer, no había mejor recompensa; se apoyó en el suelo y empezó a toser, intentando recuperar el aire del cual había sido privado, voluntariamente.
Se tomaron sus minutos para volver a estabilizarse, también debían salir presentables del lugar, si es que los sonidos no los habían delatado ya, no querían hacerlo más obvio.
Mientras terminaban de vestirse y arreglarse frente al espejo, Soobin sorpresivamente tomó a Yeonjun del cuello y le estampó un último beso pasional y húmedo. Yeon no era el único insaciable. Este último sonrió en medio del beso, ya decidido a que debían separarse, por el bien de los del centro comercial.
Suponían que la señorita que atendía la tienda ya sabía lo que había pasado detrás de una de esas puertas, pero felizmente no fue así, pues la vieron bastante atareada atendiendo a bastantes clientes que habían llegado en ausencia suya.
Saciados y felices se dirigieron al auto de Soobin de nuevo, con una nueva dirección, a la casa del menor. Soobin encendió la radio: "I knew you were trouble" de Taylor Swift sonaba de fondo.
—Soo —De pronto rompió el silencio el menor —, llegando, ¿qué te gustaría hacer? ¿Qué dices si ponemos una pelicula de fondo o musiquita y dormimos? Si no descanso ahora por lo menos un poco, no sé si vaya a aguantar hasta la noche.
—Sobre eso... No voy a poder quedarme, corazón.
La expresión feliz de Yeonjun desapareció.
—¿Por?
—Tengo algo pequeño que hacer.
Yeonjun se le quedó mirando unos segundos en silencio como pidiéndole que siga hablando, pero como Soobin estaba manejando, se lo perdió.
—No me estás diciendo nada.
—Perdón amor, es que me había olvidado por completo, me había comprometido a ayudar a un amigo hace semanas con un tema administrativo. Pero termino, voy por ti y vamos juntos a la discoteca.
Soobin espero una respuesta que nunca llegó, por ello volteó a ver, solo para encontrarse con esa expresión descontenta, con aquella mueca de patito triste.
—¿Bebé, qué pasa? —cuestionó dulcemente.
—Es mi cumpleaños Soo... —susurró decaído —¿No le puedes decir a tu amigo que lo ayudas en otra ocasión? Estuve esperando todo el día para estar contigo.
Justo en ese momento el carro llegó a su destino, aparcaron. Los tiempos fueron perfectos porque justo Soobin deseaba verlo a los ojos mientras le hablaba.
—Bebe, ya me comprometí —le explicó —. Me había olvidado por completo ese tema, si es que mi amigo no me hubiera escrito mientras estábamos en la tienda para hacerme acordar... Tú sabes que no juego con el tema del compromiso. De todas formas no será mucho tiempo, estaré apoyándolo un par de horas y luego volveré para estar contigo. Vamos a estar toda la noche juntos, ¿sí? Y al día siguiente también, acuérdate que es sábado.
—¿Qué amigo es? —Soltó un poco a la defensiva sin poder evitar su tono mordaz —. ¿Jungkook?
Soobin ya sabía lo que iba a decir. Por eso quería evitar soltar el nombre.
Yeonjun soltó una carcajada agria.
—Por supuesto que tenía que ser el dichoso Jungkook. ¿No puede respetar el cumpleaños de tu novio? Tiene que estropear hasta esto.
—Bebé, ya te dije que lo habíamos quedado antes. Él no sabe qué fecha es hoy.
—Jungkook esto, Jungkok aquello, siempre es él Soobin. ¿Ni siquiera en mi cumpleaños?
El mayor acunó su rostro con ambas manos.
—¿Que estás intentando implicar? Yo te amo Yeonjun, te amo, no seas inseguro, ¿sí? Yo nunca te he dado razones para serlo. Solo iré a hacerle un favor a un viejo amigo, nada más ni nada menos. Con quien pasaré el resto de mi noche, con quien disfrutaré uno de los días más bonitos del calendario es contigo. Siempre eres tú, por sobre todos, ¿me entiendes?
En su carita de pato descontento podía ver que se lo estaba meditando.
—Bueno.
Soobin besó su frente.
—No te enojes, amor, no te hagas eso en tu día. Te prometo que me apurare.
—Bien, pero sube un momentito. Necesito otra opinión en cuanto a mi outfit. Esta vez sí quiero solo una opinión —aclaró, haciendo a Soobin reír.
—Bien, sube, patito bonito.
Subieron a su habitación, y se puso lo que tenía pensado llevar a la fiesta, obviamente con su casaca nueva: polo blanco, cadenas plateadas para su cuello, pantalones de mezclilla algo ajustados y botines negros.
Salió del baño para sorprenderlo.
—¿Qué opinas? ¿Te gusta? —dijo coqueto posando para el espejo de su cuarto, era una persona muy vanidosa.
Soobin sonrió y se levantó de la cama, solo para abrazarlo por la cintura desde atrás, le dio un besito en el hombro antes de halagar lo bonito que lucía.
—Te ves precioso.
Yeonjun sonrió de vuelta, victorioso, le gustaba que Soobin lo halagara. Medio mundo podía decirle que era guapísimo y mil cosas más, pero cuando Soo lo hacía se sentía diferente, mucho más gratificante. Le gustaba gustarle, y que él se lo recordara en todo momento.
—Estaba pensando en esto: quizá unos anillos que hagan juego con la cadena, un poco de delineador negro y tinta de labios. ¿Se vería mejor así?
Soobin lo miraba embobado. ¿Cómo podía ser tan lindo? Con un sprint de ternura, besó su mejilla por décima vez en el día, haciendo a Yeonjun reír un poquito.
—Con o sin todo eso, te verías excelente, todo te queda bien. Aún así te pongas una bolsa de papas encima te verías hermoso.
Avergonzado por la sobrecarga de cumplidos, lo separó lentamente, dándole un último pico.
—Te amo.
—Yo más... —Diablos en verdad quería quedarse, pero su amigo contaba con él.
—Ven temprano, por favor —le pidió enfrentando el espejo del tocador.
—Te lo prometo. Pero bebé, antes de que me vaya, ¿quieres que te traiga algo de comer de afuera? No has almorzado nada.
—No, así está bien, sobraron muchos bocaditos del desayuno y probablemente cuando mis padres vengan en la noche, traerán más comida, no te preocupes.
—Les dijiste lo de la fiesta, ¿no?
—Sip, tranquilo.
—Perfecto, entonces ya vuelvo, bebé. Descansa hasta entonces.
—Sí, eso haré. Deja me quito la ropa para no ensuciarla, bajaré a la cocina a comer un poco y después subo a dormir.
—Está bien, tesoro.
La bulla era invasiva, casi no podía escucharse nada más además de la música en el local que poco a poco iba llenándose, la sala vip era grande, pero estamos hablando de Choi Yeonjun.
Eran las 9:30 pm, las personas empezaban a llegar y ni Yeonjun ni Soobin daban señales de vida. Ninguno contestaba mensajes ni llamadas.
Todos sus amigos estaban preocupados y ansiosos. Si habían quedado en una hora, ¿por qué ninguno de los dos se mostraba todavía?
—¿Aún nada? —Se acercó Lia caminando con dificultad por su vestido rojo apretado y los tacones.
La voz de la señorita de buzón de voz le volvió a responder a Changbin, con inconformidad, colgó una vez más.
—Nada. Ninguno.
—¿Donde mierda están? Dijimos hace dos horas. La gente se está empezando a preguntar dónde está Yeonjun.
—Carajo, no sé. ¿Los demás?
—Están distrayendo a los invitados,
ofreciéndoles de beber. Yuna y Woo están hablando con el dueño del local.
—Diablos.
—¿Qué hacemos?
Changbin no lo pensó mucho.
—Voy a ir a casa de Yeonjun. Seguro se quedaron dormidos o algo, Yeonjun dijo que eso iban a hacer después de clases y que iban a venir juntos después.
—Ya, mejor, apúrate.
Changbin salió en su búsqueda.
Tocó la puerta y le abrieron en menos de un minuto.
Él de verdad creía que se habían quedado dormidos, lo que menos esperó ver fue a un Yeonjun ya vestido, con lágrimas negras cubriendo casi todo su rostro. Había estado llorando, mucho. De hecho cuando fue a abrirle la puerta lo seguía haciendo; todo su maquillaje terriblemente corrido.
No, estaba casi sollozando, su labio inferior temblaba, sus lloriqueos, si bien no eran escandalosos eran audibles.
—¿Pero qué carajos pasó, Junnie? —cuestionó alarmado pasando dentro de la casa. Yeonjun cerró la puerta y lo enfrentó de nuevo.
Yeonjun intentaba hablar pero no podía, se ahogaba en su propio llanto. Sus manitas se movían intranquilas mientras batallaba consigo mismo para poder parar de llorar y poder explicarle a su amigo por qué estaba como estaba.
—Hey, ya, tranquilo, ¿sí? —Changbin puso sus manos sobre sus hombros acariciando suavemente, intentando que se calmara —. Respira, Junnie. Tranquilo. Con calma. Dime que pasó.
Los gestos y palabras de Chang ayudaron bastante. Entonces pudo hablar.
—S-Soobin me plantó, Changbin.
—¿Cómo que te plantó?
—Él me dijo que iba a venir hace horas y nunca llegó. Le escribí y no responde, me desvía las llamadas. Creo que tiene el celular apagado. ¿Y si se olvidó? Iba a estar ocupado a-antes.
—¿Qué dices, cómo se va a olvidar? Imposible, seguro se le descargó el celular o algo así.
—Y-Yo no lo sé.
—Ven subamos a tu habitación, para que te calmes un poco.
Le tomó la mano y subieron. Yeonjun se sentó en su cama mirando al suelo. Si bien es cierto que ya no lloraba como antes, lágrimas silenciosas todavía trazaban un camino oscuro en su piel. ¿Por qué no podía parar?
Changbin fue a su baño y volvió a extenderle papel higiénico, se sentó a su costado
—G-Gracias. —Yeon se sacó las lágrimas y se limpió la nariz.
—Junnie, escucha, dudo mucho... No, es imposible que se haya olvidado, simplemente imposible, de ese hombre tú eres su maldita prioridad, seguro algo más pasó.
—También lo he pensado, por eso también estoy preocupado, ¿y qué si le pasó algo? No avisó nada.
—No lo sabemos... —Con eso pudo ver que se estaba poniendo ansioso de nuevo —, pero no lo sabemos, no creo, seguro ya viene.
Yeonjun apretó su puño sobre sus labios y asintió lentamente, tal vez estaba exagerando, después de todo Chang tenía razón y quizá se había quedado dormido o algo le había pasado a su cargador, se le habría ido la batería... Podrían ser mil opciones, no tenía que pensar en lo peor necesariamente.
—Ahora, amigo, hoy es tu día, no tienes por qué estar así. Yo sé que amas mucho a Soo, pero no puedes depender así de él. Tienes derecho a pasarla genial con tus amigos y beber hasta el cansancio si te da la gana. Soo ya es un hombre adulto y responsable. Estoy seguro de que ya está en camino y cuando te vea te dará las explicaciones y disculpas del caso, y bueno, y si no se aparece porque no le dio la gana, él se lo pierde. Todos hemos estado planeando este día con mucha emoción desde antes, están tus primos más queridos y mejores amigos allá. Conociendo a Soo bien, te prometo que el asunto se va a solucionar, seguramente ya va en camino a la discoteca, él sabe a dónde tiene que ir, tampoco tenemos que esperarlo como si fuera un niño pequeño porque no lo es. De seguro cuando vayamos allá, él ya esté ahí.
Su amigo tenía razón. Él estaba pensando demasiado las cosas, sobrepensándolas y excediéndose de negativo. Tenía que ser positivo, él no quería arruinar su cumpleaños con pensamientos autodestructivos.
—Diablos, tienes razón, carajo.
—Entonces, ¿sí vamos?
Yeon todavía sentía el corazón apretado y no se sentía del todo bien, pero confiaba en que sus amigos iban a ayudar a desatar ese nudo de ansiedad en su interior.
Asintió convencido.
—Vamos.
Un animado Changbin, le palmeó la espalda para darle ánimo.
—La vas a pasar genial, vas a ver. Andando.
Una vez llegaron al local, la gente estalló en aplausos, felicitaciones y abrazos. Antes de salir se había vuelto a maquillar un poco, se había lavado la cara para disimular un poco el hecho de que había estado llorando como María Magdalena, nadie tenía por qué saber eso...
Si bien es cierto que algunos se preguntaban dónde estaba Soobin. Changbin se encargó de advertir a su grupo de amigos que no le preguntaran directamente a Yeon, pues quería distraerlo lo más posible de ese hecho potencial que pudo haber arruinado su noche. Seguro ya llegaría y tendría una conversación con todos. No podía hacerle eso a Yeonjun, menos en su cumpleaños.
Fue gratificante para su grupo de amigos empezar a ver al cumpleañero disfrutando realmente de su noche: había bebido un poco, y para qué mentir, el mayor motivo siendo la tristeza que seguía todavía en él, eso lo motivó a beber un poco de más, no pudo evitar revisar constantemente el chat con Soobin, solo para desilusionarse una vez más pues no había obtenido respuesta. No obstante, con la compañía de sus mejores amigos y familiares, esa tristeza no se expandió más, hasta cierto punto en la noche.
Fueron casi dos horas después. Yeonjun ya no se sentía tan culpable de irse pues veía que a sus alrededores todo el mundo la estaba pasando muy bien y que la gran mayoría de invitados habían tomado un poco más de la cuenta... Quizás ni notarían su ausencia.
—Oye Woo —llamó a su amigo quien estaba bailando a un costado suyo. El rubio se aproximó a su amigo para escucharlo por encima de la música.
—Dime.
—Me iré un momento, ya vuelvo.
—¿A dónde?
—Iré a buscar a Soobin.
Eso era lo que temía.
—Yeon no, no sabes dónde está, no le llegan ni los mensajes ni las llamadas, ¿cómo te vas a lanzar a buscarlo así sin saber nada?
—Es que estoy preocupado. No puedo seguir así. Solo iré a su departamento para ver si por casualidad está ahí. Si no, regresaré, lo prometo.
Su amigo lo vio un poco desconfiado y también preocupado, pero no iba a poder detener al chico, se veía muy convencido en buscarlo.
—Está bien. ¿Te sientes bien como para ir o te embarco en un taxi? —La pregunta fue claramente referida a la cantidad de alcohol que había ingerido, si es que esta le había chocado, pues varios de sus amigos ya se encontraban más para el otro polo.
No podía mentir, sí se sentía un poco borracho, pero estaba bien, todavía podía caminar, podía pensar con claridad. No había querido excederse.
—Estoy bien —le aseguró —. Ahora vuelvo.
—¡Trae a Bin de las orejas! —le exclamó mientras Yeonjun iba en contra de las masas.
Yeonjun se embarcó en un taxi intentando llamar un par de veces más, cosa que no funcionó porque lo seguía llevando al buzón de llamadas. Maldijo y rezó internamente porque estuviera ahí en su departamento, quizá dormido pero sano y salvo.
Estaba tan distraído que casi bajó del taxi sin pagar, luego tropezándose con sus propios pies. Si Soobin estaba en el departamento, se burlaría tan pronto lo viera en ese estado. Quería mostrarse lo más sobrio posible.
«Concéntrate Yeonjun».
Felizmente vivía en un primer piso.
Iba a tocar pero se llevó con la sorpresa de que la puerta ya estaba abierta. ¿Por qué estaría abierta? Algo que odiaba de sí mismo era que siempre pensaba en lo peor primero en momentos así.
No entró de inmediato pues la primera idea que cruzó por su mente fue que quizás se habían metido a robar. ¿Y si Soobin estaba en peligro? Le aterró la posibilidad. Si algo le pasaba a Soobin, Yeonjun moriría también, estaba seguro.
Pero bueno, tenía que armarse de valor, necesitaba entrar. ¿Y qué si lo necesitaba? No podía ser un cobarde en un momento así. Dando un suspiro de valor, se metió.
Ni todas las horas que llevaba sobre pensando lo prepararon para lo que vio.
El sillón rojo aterciopelado que es lo primero que ves al entrar, ese donde hicieron el amor tantas veces, tenía a otros protagonistas en esta nueva cinta.
Fueron segundos de película, malditos segundos de un filme el cual Yeonjun deseó nunca haber visto.
Un chico musculoso, tonificado y tatuado, mucho mayor que él, de cabello ligeramente largo, con piercings en varias zonas de su rostro, estaba debajo, vestido casi en su totalidad, a excepción de su torso: había una camiseta gris en el suelo, y ya que era el único sin una prenda, tenía que ser suya.
Y Soobin, su Soobin, estaba arriba, pero no aplastándolo, Yeonjun lo comparó a como estaban ellos dos en la mañana. Soobin lo estaba mirando directamente pero el otro chico mantenía los ojos cerrados, dios sabe por qué.
Solo Soobin volteó cuando Yeonjun entró, se dio cuenta de inmediato de su presencia.
Esos ojos avellana que eran su adicción de ver y a su parecer eran los más hermosos del mundo, lo miraron con miedo, nunca pensó que lo miraría de esa forma. Se levantó rápidamente del cuerpo del chico tatuado, quien no se inmutó.
—Yeonjun —soltó, asustado, alarmado, queriendo borrar evidencia de lo que estaba presenciando. ¿Para qué se levantaba ya? —, te prometo que esto no es lo que parece. Déjame explicarte-
Salió el primer sollozo, y claro que tenía que ser de su boca, de los labios resecos de Yeonjun. ¿Por qué tenía que ser tan sensible? ¿En qué momento se había vuelto eso? Un chico tan llorón. Soobin lo había transformado por completo.
—Yeonjun, espera por favor, no- —Soobin salió del cuerpo de ese hombre e intentó alcanzarlo, sin embargo, Yeonjun simplemente no podía verlo así. Nunca iba a poder verlo de la misma forma.
Yeonjun corrió, escapó de la escena lo más rápido que pudo, no había corrido así en su vida, de pronto todo el alcohol en su sistema pareció esfumarse. Yeonjun deseó haber tomado más para que así al día siguiente no se pudiera acordar de nada de lo que había presenciado esa noche.
Corrió y corrió cuadras, Soobin dejó de perseguirlo hasta dos cuadras más de dónde quedaba su departamento. Pero eso él no lo sabía, él solo corrió con tal fuerza que su rostro se congeló por las lágrimas que derramaba, algunas reventando en su propio cuerpo y otras siendo llevadas por el viento.
La adrenalina se apoderó de su cuerpo. No supo cuánto más corrió. Solo se detuvo cuando estuvo lo suficientemente seguro de que su pesadilla no estaría detrás de él cuando volteara.
Súbitamente perdió las fuerzas, una sensación de desmayo vino a él. Tuvo que sostenerse de un poste para no caer, el aire le faltaba en los pulmones, se arqueó creyendo que así tendría más acceso a oxígeno; no podía respirar. Empezó a ver borroso, sus dedos congelados de nudillos blancos perdieron la fuerza inicial del agarre. Debido a las lágrimas y a su repentino mareo, solo pudo ver la acera y el cómo sus propias lágrimas reventaban contra esta. Algo zumbaba en sus oídos, el pecho le dolía físicamente, este se movía sin control alguno para intentar restaurar el equilibrio que le faltaba a su cuerpo. ¿Se desmayaría?
Estaba solo; no quería llamar a nadie, no podía llamar a nadie. No quería estar despierto.
Pasaron 25 minutos más así hasta que el color volvió a su cara. Nunca paró de llorar, por lo que sollozando por fin se dio cuenta de que estaba frente a una puerta conocida.
Tocó.
A los pocos minutos abrió una bonita chica de cabellos castaños, ella portaba un pijama de satín corto y negro en forma de camisón. Apenas vio al inesperado visitor, se descolocó, muy desconcertada cuando vio sobre todo su estado, viéndose tan deplorable. Yeonjun no quería saber cómo lucía para provocar esa reacción en ella.
Yeonwoo.
—¿Yeonjun?
Ella también fue su mejor amiga después de todo, ¿no?
No tenía fuerzas para más, prácticamente se lanzó a sus delegados brazos a llorar. Necesitaba que alguien lo sostuviera, y si había ido a ese lugar casi conscientemente, era por algo, quería sentirse protegido, y en ese momento ella era su única opción.
Ella no dudó en sostenerlo, preocupada, se dio cuenta al instante por la forma torpe en la que actuaba y el olor, supo que había estado tomando... Ella también había sido invitada a la fiesta, pero por obvias razones, no había ido. En lo último que pensó que se tornaría su cita con ella misma, era eso, que esta sería interrumpida por la persona que deseaba tener fuera de su mente, y peor aún, en un estado tan vulnerable.
—¿Yeonjun, qué pasó?
Desde que la universidad empezó ella tomó la decisión de ir a vivir sola. A la castaña siempre le gustó la independencia, desde pequeña, entonces desde sus estudios secundarios se le pasó ahorrando para poder pagarse un alquiler aunque sea en un cuarto pequeño, lo que quería decir que estaba completamente sola, y la verdad no hubiera querido encargarse del asunto, pero tampoco tenía a quién llamar: todos sus demás amigos estaban en la estúpida fiesta. ¿Qué hacía la razón de esta en su morada?
Yeonjun estaba más borracho de lo que creía, pues cuando la castaña le dio pase libre a su modesta sala, casi no podía ni caminar, ella tuvo que arrastrarlo hasta el sillón en el cual cayó como bulto.
Ella tomó asiento a su costado siendo de pronto consciente de su atuendo revelador, unos shorts negros y un camisón casi transparente no era la más óptima combinación de ropa, más que nada por respeto, pero bueno, no era como que Yeonjun no la hubiera visto con menos prendas.
Yeonjun se veía... se veía lamentable, su rostro en su totalidad cubierto por maquillaje corrido, se notaba que le pesaba la cabeza y no había parado de llorar desde que llegó.
—Junnie , ¿qué pasó? ¿No deberías estar en tu fiesta?
Al parecer el alcohol se había tomado su tiempo en dar el golpe final, ahora estaba en su cúspide. Su cabeza se meneó de un lado a otro, todo le estaba dando vueltas. Le dolía absolutamente todo, la cabeza, los ojos, pero sobre todo el corazón. La luz de la sala parecía ser el mismo sol. Con dificultad giró su cabeza hacia la chica que mantenía esa expresión preocupada en sus bonitas facciones. Ella nunca le hubiera hecho eso, ¿o sí?
—Soobin me engañó, Yeonwoo —confesó lastimero —, me fue infiel.
El ceño de la castaña se frunció inmediatamente por la oración dicha por el pelinegro. No tenía sentido en su cabeza. ¿Cómo era posible? A pesar de que ella había perdido la pelea, tenía que admitir que su contrincante se lo merecía, ella estaba segura de que Soobin era un buen hombre y que amaba mucho a Yeonjun también. Ella nunca lo hubiera dejado ir tan fácil si no hubiera estado 100% convencida de que la persona a quién dejaría al amor de su vida, era un sol.
—¿Cómo que te engañó? —inquirió incrédula.
—Yo lo vi, él estaba... estaba con otro en su departa- —No pudo seguir hablando porque sus palabras fueron reemplazadas por sollozos.
A Yeonwoo se le partió el corazón.
No importaba lo que ella se dijera a sí misma para olvidarlo y para intentar matar esos sentimientos que todavía se la comían viva en las madrugadas. Ella todavía adoraba a la persona frente a sus ojos, todavía era él... No podía ser indiferente después de tantos años juntos, después de tantos años de amistad y tantas travesías. Le rompieron el corazón, sí, pero ella no era un monstruo y no se iba a aprovechar de la vulnerabilidad de este. En ese momento, si la había buscado, era por algo, tal vez no tenía opciones, pero sabía que confiaba en ella, lo único que ella podía ofrecerle en ese momento era un abrazo, y quizá era lo único que necesitaba.
Yeonwoo levantó su cabeza del sillón con cuidado y lo abrazó, el chico inmediatamente escondiéndose en su pecho y llorando sobre este. Con cariño ella empezó a arrullarlo como si fuera un niño, porque así de pequeño se sentía en sus brazos. Podemos decir que Yeonwoo siempre fue un alma noble, porque a pesar de todo el dolor que entre esos dos le causaron, ella siempre quiso detener el suyo.
—Seguro te habrá parecido, Yeonnie. Soobin te ama.
Cada sollozo le rompió el corazón más a la pobre chica, también empezó a sentir sus ojos húmedos. En los ocho años que lo había conocido nunca lo vio tan desesperado y tan triste, roto.
Él negó con la cabeza con fervor.
—Él no me quiere, Yeonwoo. Él no me ama.
¿Qué iba a discutir? Ella no sabía la verdad y no quería mentir, tampoco quería ahondar mucho en el tema porque sabía que él solamente buscaba sentirse refugiado, y si ella aún era una buena opción, entonces ella podía quedarse con eso. Era un alivio.
No pasó nada entre ellos esa noche, por el simple hecho de que ella no era así y que él no podía pensar en nadie ni nada más que no fuera Soobin y su traición.
Lloró en el pecho de su ex novia hasta secarse hasta que su cabeza se sintió reventar, hasta quedarse dormido.
Fue sorprendente que al día siguiente, todo el mundo estuviera hablando de que una de las parejas más queridas del campus, ya no era una.
Nota:
Con ustedes, Lee Dabin, Yeonwoo mi mujer.
¿Qué conclusiones sacamos del capítulo?
1. Yeonjun es un goloso xD
2. Confirmamos que Soo no es un angelito ni un pan de Dios. Mucha alabanza le tiraban en los primeros caps, nao nao.
3. Solo diré que en la historia del villano, el villano es el héroe.
Bueno, he tomado hiatus social tremendo. No hablo con nadie xD, pero esto me ha ayudado a escribir. Así que si me ven muy activa, ya saben, es porque Mey ya no tiene vida social :D.
Todavía no puedo creer que haya gente que espera actualización de esta historia, es re bajita, pero bueno. Gracias por su apoyo y por los mensajes bonitos que me dejaron la vez pasada <3.
¿Qué creen que pasará?
Psdt: DAHLIA Y MARI LAS AMO Y EXTRAÑO MUCHO. Adri si ves esto, también a ti, Annie...
En sí espero que todos los que estén leyendo esto tengan una muy bonita semana, cuídense mucho.
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