CYJ
Sentía que estaba haciendo las cosas tan mal... pero al mismo tiempo no sabía cómo cambiarlas, no me veía capaz de hacerlo, tal vez por cobardía.
Estaba siendo un idiota, no, idiota me queda corto; estaba haciendo un idiota, egoísta y mal agradecido, sí, eso está mejor.
Sin justificación alguna estaba siendo grosero con la única persona que trataba de ayudarme.
Y por supuesto estaba mal.
Los días junto a Soobin se empezaron hacer rutina. Una semana puede ser poco tiempo para muchos, pero para mí, esa semana se sintió interminable. Sufrí mucho los primeros días, era muy incómodo, no solamente por la parte física, sino también la psicológica, y como yo me estresaba por cada mínimo detalle, Soobin se llevaba la peor parte. Nunca fui muy bueno controlando mis emociones.
La dinámica de mis terapias era sencilla, sin embargo, creo que lo que no me gustaba, era primero, el hecho de que fuera grupal, y segundo, que no podía hacer algo tan simple como estirar los músculos. De repente era todo un reto para mí. Y considerando que de las cosas que más odio en el mundo es sentirme inútil, eso explicaba mi inaguantable genio.
——¿Quieres que te ayude? ——ofreció con amabilidad Soobin. Todos los demás ya se habían levantado para iniciar, mas por alguna razón, yo no podía. Mire a mis costados empezando a sentirme un completo inútil, ansioso.
Recuerdo claramente ese día no fue uno bueno, pero me marcó.
Soobin había extendido sus manos hacia mí, queriendo ser mi apoyo, literalmente, para que yo pueda levantarme de la silla. Cualquiera hubiera agradecido tal caballerosidad y hubiera aceptado la ayuda sin rechistar, no obstante, yo era intratable, orgulloso también.
Lo vi con la mirada más desdeñosa que tuve para ofrecer y alejé sus manos con brusquedad.
——¡No, y ya te dije mil veces que puedo solo! Honestamente Soobin, ¿qué haces aquí? No hay punto en ello. Solo el fisioterapeuta puede indicar los ejercicios, no hay forma en la que puedas ayudar porque tengo que hacerlo solo si me quiero ir de aquí pronto. Entonces, ¿para que te quedas, para verme fracasar? No quiero eso. Mejor no desperdicies tu tiempo conmigo y ve a hacer los tantos trabajos que mis padres dicen que no haces por mi culpa, cosa que no pedí. No pierdas tu tiempo conmigo, ¿quieres?
Y por más que esa no fue la primera vez que me ofreció ayuda, sí fue la primera vez que yo la rechacé de esa forma tan hosca.
Me bastó con ver aquella ligera contracción en su rostro que aparentaba dolor para arrepentirme de mis agrias, directas e impensadas palabras.
Soobin retrajo las manos solo y asintió con la mirada baja.
A pesar de que era tan alto como un poste, en ese momento me recordó a un gatito triste.
Intenté remediarlo de inmediato, pero mucho no pude hacer.
——S-Soobin, sabes que agradezco muchísimo el que me traigas, que cuides de mí y demás. Es algo que no solo yo sino mis padres también te agradecerán siempre, pero siendo honestos, me siento mal porque siento que estás perdiendo tu tiempo aquí conmigo, ya que literalmente, no haces más que observar, y por lo que me han dicho a mis padres, estás colmado de trabajo y de responsabilidades en la tienda...
——No ——interrumpió más serio de lo que espere ——. Entiendo. Siento si estoy siendo una molestia. Si no deseas que me quede más, me retiraré. Lo lamento, no sabía que te incomodaba de esta forma.
Soobin se enderezó, y lo sabía, tenía claras intenciones de dirigirse la puerta.
——Soobin, espera.
No solo se veía dolido, también algo irritado.
——No te preocupes, te dejaré hacer tu terapia tranquilo, estaré afuera hasta que termines.
Dicho y hecho, Soobin salió del salón dejándome con una sensación desagradable.
No me quedó de otra que terminar la sesión del día por mi cuenta. Ya estando acostumbrado a sentir sus ojos sobre mí, fue algo... extraño que no estuvieran más, pero yo lo había pedido, ¿por qué me sentía así?
Estuve distraído gran parte de la sesión, incluso ganando regaños por parte del personal médico. Lo bueno era que todo aquello ocurrió un sábado, el último día de terapias de la semana. Podría descansar.
Chris, mi fisioterapeuta, empujó mi silla de ruedas hasta afuera, donde pude divisar a lo lejos a Soobin, sentado en una de la sillas del salón de espera, viendo su celular, aún manteniendo esa expresión decaída. Me dejó con él y después de intercambiar un cordial saludo, se retiró.
Intenté hablarle, anegado por ese deseo de remediar las cosas para que desapareciera ese sentimiento de culpa.
——Soobin-
No me dejó terminar, se levantó, sacó la llave del auto de su bolsillo y empezó a caminar.
Estaba impactado, creí que me dejaría ahí, pero volteó y me vio con una sonrisa ladina.
——Vamos ——musitó con un tono dulce.
Soobin me empujaba en la silla todos los días, aquel, supe que no sería así.
Cuando llegamos al carro, me ayudó como siempre a subir al asiento del copiloto, y una vez iniciado el viaje, como cada día, encendió la radio. Normalmente él iniciaba la conversación preguntando cómo me había ido a pesar de que él estaba ahí para verlo, pero como no lo hizo, supe que no lo haría después tampoco, tan solo se puso a tararear la canción de la radio.
No sabía si hablar o no. Al final me animé de hacerlo antes de llegar a casa.
——Soobin... ——suspiré ——. Siento si algo de lo que dije te hizo sentir mal. Sé que no es excusa, pero estoy muy estresado por todo este tema. Lamento si fui grosero.
Vi como sus dedos se aferraron con más fuerza el volante, después lo escuché inspirar.
——No estoy molesto ——se pronunció por fin ——, y lo entiendo, sé que es difícil, no te preocupes, pero así como yo hago un esfuerzo para comprenderte, me gustaría que tú hicieras lo mismo conmigo... Por favor.
Era obvio que había herido sus sentimientos, y encima que fuera tan amable para comunicarme aquello, tan solo me hizo sentir peor.
——Sí... Yo... Solo lo siento. De verdad aprecio mucho que te des el tiempo de venir y acompañarme. ——No tuve que fingir nada, en verdad estaba muy agradecido con él, por lo que mi sonrisa fue real y quise que reflejara tranquilidad.
Soobin me sonrió de vuelta, como antes, despreocupado y tan malditamente adorable. Fue cuando vi sus hoyuelos y su dentadura de revista que sentí que todo lo que me estresaba en ese momento, desapareció. En ese momento fui realmente consciente de que su sonrisa era curativa, algo que había oído decir a mis padres.
——Gracias por aclararlo ——dijo.
No dijimos más hasta llegar a casa, no era necesario, la música se encargó de rellenar ese silencio que hubiera detestado por su cuenta.
Entonces, llegamos a casa.
Dentro, Soobin trajo la silla de ruedas desde la sala, y me ayudó a subir; como siempre, me empujó en ella hasta llegar las escaleras, donde cargado me llevaría hasta el segundo piso para después cambiar de silla y así llevarme a mi habitación. Un trajín complicado al que ya estaba acostumbrándome.
Hecho esto, también me cargó para acomodarme por sobre las sábanas. Después de un día arduo de terapia se supone que tenía que descansar.
——Debes tener hambre, ¿no es así? —preguntó.
Asentí, me sonaban las tripas.
——Traeré tu comida ——anunció ——. Creo que se acabaron los fideos. Iré a la tienda por más. Cocino, te dejo la cena hecha, traigo las compresas calientes y me voy a trabajar, ¿vale?
De nuevo asentí. Igual siempre hacía lo mismo, De todas formas, Soobin no dejaba de preguntar por mi aprobación en cada ocasión.
Antes de abandonar mi habitación, Soobin me sonrió. Cada vez que lo hacía, me sentía extraño, era difícil de explicar.
Como él solía demorar un poco más de media hora para realizar todo aquello, puse un vídeo en mi celular para distraerme hasta entonces.
Estuve concentrado en el vídeo durante un buen tiempo, pero el sonido del timbre del celular de Soobin desvió mi concentración. Vi hacia mi mesita de noche y el aparato, con la pantalla encendida, vibraba justo encima de esta: se lo había olvidado.
Estiré mi cuello un poco para ver, más que nada por curioso, porque el aparato había sonado sin parar unas cuatro veces quizá. Tal vez era importante, pero yo no era quien para atender su celular.
Como no hubo respuesta, dichas personas dejaron de insistir, solo entonces puse play de nuevo. No obstante, no pude terminar de ver mi vídeo pues Soobin se apareció cinco minutos después.
Con la pierna empujó la puerta de mi habitación y se hizo pasar con una bandeja en mano. En esta estaba lo que solía comer cada día, un tazón de sopa de verduras y unas cuantas frutas por si me daba hambre más tarde, aburrido a más no poder, pero era lo único que mi cuerpo podía digerir en ese entonces. Yo siempre me quejaba de ello aunque mi madre tuviera razón, que por lo menos comía.
En la misma bandeja también se encontraban las compresas especiales para mis músculos, ya calentitas. Antes de pasarme la bandeja, Soobin la apoyó en una de las repisas de mi habitación y colocó las compresas sobre mis muslos. También contaban con vibradores de estimulación, por lo que al presionar un botón, estas empezaron a vibrar alargando esa sensación placentera.
——Gracias.
——No hay de qué ——dijo al dejar la bandeja en mi mesa de noche ——. Ahí está todo lo que necesitas. Si te hace falta algo o sucede algo, me llamas. Creo que tus padres llegarán un poco más tarde hoy.
——Bien, gracias.
——Hasta mañana, Yeonjun ——se despidió con una sonrisa ladina. Fue a tomar su celular de la mesa de noche, entonces lo recordé.
——Oh, es verdad, te estuvieron llamando.
——¿Quién? ——preguntó curioso mientras lo desbloqueaba.
——Fueron dos personas. Un tal Beomgyu y un tal Taehyun.
——Mmm... ——Soobin llamó a Beomgyu de vuelta, lo vi en su pantalla ——. ¿Que querrán estos muchachos? ——suspiró.
Aquel al otro lado de la línea, respondió. Y por el silencio sepulcral de la habitación, pude oír lo que decía la otra persona.
——¡Hyung!
——¿Qué pasa, Beomi?
——¿Qué hacías que no respondías eh?
——Estaba ocupado, niño tóxico ——rió Soobin.
——Ay sí claro.
——¿Cuál es la urgencia? ——exhaló como si algo en todo aquello tuviera gracia.
——Te llamábamos para invitarte a lo del cinco.
——¿De este mes?
——¡No va a ser de diciembre!
——¿Qué hay el cinco? ——inquirió con una mueca confundida.
——¿Qué, es en serio?
——¿En serio qué?
——Dios mío, eres el peor hyung del mundo.
——Me estoy perdiendo, explícate.
——Ugh. ¡Es el cumpleaños de Taehyun, duh! Agradece que Tae se fue al baño y no escucho semejante falta de interés.
——¡Verdad! ——Soobin se vio frustrado, chasqueó los dedos ——. No me olvidaría de ese detalle, solo que, ya sabes, estoy estresado a más no poder con mil cosas encima y-
——Sí, eso, encubre tu poco interés usando de excusa la vida adulta. Blah blah que es difícil, blah blah que no hay tiempo. Tae y yo estábamos hartos de tus desplantes por eso, señor Choi. Pero como falles para su cumpleaños, eso sí ninguno de los dos te lo va a perdonar.
——Espérate nomás a empezar a vivir todo eso tú, a ver si te sigue dando risa ——Se oyó claramente una carcajada por parte de la otra persona ——. Y sí iré a lo del cumpleaños de Taehyun, no te preocupes, cancelaré toda mi agenda para ese día. Estaré con ustedes.
——Mmm... Más te vale, hyung, es al otro sábado, no lo olvides.
——De acuerdo, ¿algo más para saber?
——Sí, sabes como es la familia de Tae. Alquilarán un local bonito, con mucho verde, y bueno, medio lujosito. El terno es indispensable, irá mucha gente entre amigos de la escuela y familiares. Ve presentable, por favor, te conozco.
——Con lo que me encanta usar traje. ——Soobin suspiró con claro sarcasmo.
——Tampoco nos agrada la idea, pero quiere que sus padres estén felices ese día también.
——Vale, iré bien acicalado, no te preocupes ——se burló.
——Te llamaré luego para ver detalles de eso.
——Okey.
——Ah, hyung, una cosa más. ¿Crees poder decirle a Yeonjun?
Soobin me miró inmediatamente de reojo. No creí que supiera que yo estaba escuchando todo.
——¿Por?
——¿Cómo que "por"? Sabes lo felices que estuvimos todos cuando nos enteramos de que despertó. Tanto los padres de Taehyun como los míos ansían conocerlo. Nosotros encabezamos la misma por supuesto.
——¿Saben de su condición?
——¿La amnesia? Por supuesto, Tae y yo les dijimos. Eso no quita el hecho de que estuvimos juntos en esto desde el principio.
——No sé si sea buena idea, Beom. ——De nuevo, una mirada fugaz recayó en mí.
——Aunque tienes razón, puede que sea incómodo y abrumador para él. De todas formas, pregúntaselo. No estaría de más.
——De acuerdo, lo haré.
——Me avisas por mensaje.
——¿Taehyun está contigo?
——Sí, fuimos a comer por ahí después del tour universitario del que te comenté. Fue al baño, pero ahorita regresa.
——¿Ya se decidieron?
——Todavía. A mí me gustó esta, pero estamos buscando una que nos guste a los dos. La malla curricular de lo que quiere Tae, en esta uni, no lo convence.
——Sabes que pueden ir a universidades distintas, ¿verdad? ——se burló Soobin.
——Sí, pero no queremos. Y si vas a decir que somos unos pegajosos, antes-
Soobin rió. Y... Como que me perdí mucho en ese hecho, no escuché lo demás.
——Ya Beom, me lo saludas eh, y ni se te ocurra decirle que casi me olvido de su cumpleaños.
——No casi te olvidaste, te olvidaste. Pero está bien, no arruinaré tu imagen más.
——Eres un tonto, Beomgyu ——dijo risueño, chinito.
——Puedo decir lo mismo de ti, hyung, pero así te queremos.
——Vale ——rió airoso ——. Hablamos luego. Tengo cosas que hacer.
———¡Nos vemos hyung, saluda a Yeonjun de nuestra parte!
Tan pronto la llamada terminó Soobin dirigió su atención hacia mí. Abrió la boca para hablar, pero yo le facilité las cosas.
——Escuché todo.
——Oh, ¿en serio? En ese caso...
No pude responder inmediatamente porque tenía que pensarlo bien. Una parte de mí quería conocer a esos chicos, sin embargo, había otra que tenía miedo, ¿de qué? No sabía con exactitud.
Podía ser la vergüenza de estar es una silla de ruedas o la ansiedad que me provocaba la idea de estar rodeado de personas que desconocía, mas sabían quién era yo... O podía ser una mezcla de todo.
——Tengo que pensarlo bien. ¿Son los otros chicos del accidente? ——En realidad desde que vi sus nombres lo supe, mi mamá me había hablado de ellos, tan solo quería corroborar.
——Sí, son personas maravillosas. Te agradarán ——aseguró Soobin con una sonrisa.
Desde que vi a Soobin por primera vez, lo que más destacó para mí fue su sonrisa, tan bonita que me hacía cuestionarme cómo era real. Cada vez que sonreía, no podía evitar mirarlo atontado, esa vez no fue la excepción. Y francamente, sospecho que fue por el efecto de esa estúpida sonrisa que tomé la decisión que dije que pensaría, sin pensar.
Sin dejar de ver la felicidad dibujada en sus labios, asentí levemente, perdido de alguna forma.
——Diles que sí. ——Su sonrisa se amplió con mi respuesta, y eso fue un problema para mí ——. Iré.
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