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CSB

Había leído en libros y había visto en películas que cuando alguien extraña algo mucho, sueña con ello. Que los recuerdos saltan justo cuando estamos más vulnerables, en los sueños.

Jamás me había ocurrido, por lo que creía que era tonto. Hasta que me pasó.

Una y otra vez, desde que lo conocí.

Su sonrisita felina y ojos achinados, parecían ser todo lo que había en mi mente en ese tiempo.

Supongo que lo supe desde que abrió la boca.

Ya iba a cumplirse una semana desde que empecé a llevar a Yeonjun a sus terapias.

Tuve que aplazar y mover unas cuantas cosas en mi horario, tanto el de la universidad como el personal.

Demonios, mi vida era un desastre. Bueno, la verdad siempre lo fue.

Ser un adulto con su propia tienda, que lleva clases universitarias durante las mañanas y las tardes, realmente me mantenía ocupado.

O me la pasaba en clases, o trabajando en nuevas obras personalizadas para algunos compradores recurrentes, o en la tienda en sí.

Como esa era mi única fuente de ingresos, debía mantener el trabajo como prioridad. Así que me veías haciendo tareas en el mostrador de la tienda cuando las cosas se me complicaban y acumulaban en la universidad.

Como habrán sospechado, mis obras no se valorizaron nunca en muchos dólares o algo por el estilo. Debo admitir que soy bueno en lo que hago, pero también se sabe que dicha forma del arte es la más infravalorada en la sociedad a comparación de otras expresiones artísticas. Por lo tanto, tenía una vida promedio, mis ganancias eran realmente bajas, pero felizmente suficientes para poder pagar mi alquiler, mi comida, las facturas, y el poder abastecerme de más material para trabajar.

Ahora se preguntarán, ¿cómo pude ingresar a la universidad más costosa de la ciudad para estudiar Bellas artes?

La verdad es que jamás habría podido solo: Mis padres murieron cuando tenía trece años, dejándome nada más que deudas y obligándome a vivir con un tío lejano hasta cumplir los dieciocho. Nunca fuimos cercanos, es más, estoy seguro que el desgraciado pensó en envenenar mi comida una decena de veces. Ya saben, las miradas decían mucho además de los tratos fríos e indiferentes.

Para ese alcohólico barrigón era como un castigo el tener que mantenerme cuando habían sido él y su novia (igual de amargada) toda la vida.

Apenas fui legal, me echaron a patadas, de la manera más despreciable y engañosa posible. Así que era un chico perdido y solitario a punto de dormir en la calle.

Fue entonces que conocí a Kook.

Un chico algo mayor que me crucé en un bar al que fui para matar mis tantas penas con alcohol. Por casualidades de la vida, me lo encontré justo ese día, terminamos hablando en la barra. Y ahora el idiota es mi mejor amigo y hermano.

Su padre era dueño de aquel bar en ese entonces, y como nos hicimos cercanos rápidamente, él se ofreció a ayudarme a pagar el alquiler.

Así pasaron años hasta que por fin decidí hacer algo. No quería ser un mantenido.

Mi vocación siempre había sido el arte, desde que era un niño de seis años. Tenía talento, siempre fui halagado por mis dibujos, desde mi maestra de kinder, mis padres, amigos y hasta mi tío el patán. Sabía que era a lo que quiera dedicarme. cuando en mi etapa adolescente preuniversitaria, esa en la que todos ya estaban tomando tests vocacionales y volviéndose locos por el futuro, no podía prestar verdadero interés a ningún curso, excepto arte. Me la pasaba dibujando o haciendo bocetos desprolijos todas las clases en vez de prestar atención.

Cuando se lo comenté a mis padres no parecían estar muy felices, principalmente porque no querían que "muriera de hambre". Pero al final, confiaron en mi talento y me dijeron que me apoyarían en mi elección y que querían verme feliz.

Hasta ahí duró mi sueño, porque un año y medio después, mis padres murieron. Y bueno, ya saben lo que sigue en la historia.

En fin, volviendo al tema de la universidad.

Si no pude pagarlo cuando cumplí dieciocho: ¿qué hacía yo a mis veintisiete en segundo año de la carrera? Siendo el más viejo, por cierto.

"Nunca es demasiado tarde" Esa frase de mierda la había escuchado varias veces antes.

Pero fue que recién tomó sentido cuando la escuché de ella, la señora Choi, madre de Yeonjun, quién me lo dijo después de haberle compartido a tan dulce mujer, mis aspiraciones frustradas.

En ese entonces, la historia de Yeonjun y yo recién estaba empezando a cobrar vida por decirlo así. No obstante, no solo fue Yeonjun quien se robó mi corazón, sino toda su familia.

Los Choi son probablemente, las mejores personas que he conocido en la vida.

Amables, trabajadores, sinceros... Supongo que me recordaban tanto a mis padres que no pude evitar agarrarles cariño.

Kook me dijo alguna vez que yo era frustrantemente adorable, y bueno, supongo que cause el mismo efecto en los señores Choi.

Cuando no solo fue Yeonjun quien me abrazó y me dijo: "Somos una familia", no pude evitar llorar como un niño pequeño. Amo tanto a esas personas que es indescriptible.

Yeonjun y yo ya habíamos empezado una relación, cuando un día, de pronto, entré a la casa con la copia de la llave que me habían dado, hambriento y emocionado por la cena, cosa que para ese entonces ya era rutinario. Los vi a los tres en la mesa, serios, me miraron como si me hubieran estado esperando.

Me senté con ellos extrañado y pude darme cuenta de que habían unos papeles en la mesa. Como si fuera una negociación, con una sonrisa cálida, la señora Choi deslizó por la mesa de vidrio uno de los papeles hasta mí.

Cuando lo leí, tuve que cubrir un jadeo.

Eran los papeles de matrícula de la universidad de Seúl para la carrera de Bellas artes, ya firmados, cancelados. En la misma universidad a la que había ingresado Yeonjun.

Intenté decir que no unas trescientas veces por lo menos, llorando por lo conmocionado que me sentía, por el agradecimiento de que me tuvieran tal consideración.

Era una universidad muy cara y tan solo no podía pensar en que yo mereciera algo como eso.

Eran tres tercos contra uno, así que terminé perdiendo.

Yah, probablemente ese fue uno de los días más felices de mi vida, después de haber conocido a Yeonjun y después de que él me correspondiera, por supuesto.

Pero incluso si ellos me estaban dando ese maravilloso regalo, yo era demasiado orgulloso. Entonces una vez dentro, me saqué el ancho estudiando.

El primer puesto recibía una beca.

El día que vi orgullosos a los Choi cuando lo supieron, fue también uno de los mejores días de mi vida. Cualquier cosa que estuviera relacionada a ellos era lo mejor para mí.

Pero como sospecharán, ser primer puesto no era fácil, no es fácil.

Estudiar y estudiar, trabajos y trabajos, exposiciones y exposiciones.

Estresante, pero me encanta solo porque lo amo. No podría imaginarme estudiando alguna otra cosa.

Si antes batallaba, ahora que tenía que llevar a Yeonjun a sus terapias (obviamente me quedaba con él toda la hora), todos los días, tres veces por día. Era mucho más difícil para mí mantenerme cuerdo por la universidad.

Pero valía la pena, completamente lo valía.

Moví varias cosas y estaba volviéndome loco por los tiempos, pero estar con Yeonjun, de alguna forma era una clase de gasolina para mí. Me daba fuerzas cuando estaba cansado.

Porque, por más que no lo recordara y me tratara de aquella manera tan amablemente fría cada vez que nos veíamos en el día, yo todavía podía recordar a ese Yeonjun que se escapaba de la universidad para ir a mi tienda tan solo para robarme un beso; o el cuando yo estaba ocupado haciendo tareas en silencio, él venía a mí, envolvía su brazo con el mío, apoyaba su cabeza en mi hombro y me decía con tanto cariño: "Yo sé que es difícil, pero tú puedes, Binnie, yo sé que puedes".

Y ahora tal vez ya no tenía a ese Yeonjun conmigo, pero vivía tan vívidamente en mi cabeza, que no me permitía renunciar.

Él creía en mí, él cree en mí.

Esa mañana no había dormido bien tampoco. Me había quedado estudiando unas diapositivas hasta tarde.

La peor parte fue que volví a soñar con él.

Ya estaba acostumbrado, pero no dejaba de frustrarme y de dolerme el pecho como la mierda al despertar cada vez.

Cuando dicen que el amor duele, es real. El pecho duele, el corazón supongo.

Todavía podía recordarlo, y ni siquiera era algo creado por mi imaginación, era el maldito pasado.

Despertar con sonrisas flojas entre besos perezosos mañaneros, tan juntos y enredados que no sabíamos donde empezaba uno y donde terminaba el otro.

Despertar por sus besitos descuidados y casi tímidos era la mejor forma de iniciar el día. De pronto sentí un peso familiar sobre mi cuerpo relajado.

——Hola, mi amor ——canturreó bajito, cariñoso. Sentía sus dedos acariciar por detrás de mis orejas.

——Mocoso, no me dejaste dormir. ——Fue lo que dije en un bostezo apenas desperté.

Sentí como apoyó su barbilla en sus manos, manos que ya descansaban en mi pecho. Tuve que abrir los ojos porque quería ver esa tierna imagen. Con los ojos entrecerrados y somnolientos vi su sonrisa de labios cerrados, esa posición inocente que me volvía loco.

——¿Vas a volver a quejarte por eso? ——Bufó una risa.

——¿Qué es tan gracioso? ——Sonreí como idiota solo porque eso era, un idiota enamorado.

——Que por más que digas que no te gusta dormir conmigo porque me muevo mucho, siempre terminas volviendo a mi cama.

——Le dicen tolerancia. ——Cariñosamente deslicé mis manos por la curva de su espada baja y lo mantuve ahí, apegado a mí.

——¿Seguro? ——Me sonrió con picardía, volviendo a acariciar mi cuello ——. Yo creo que le dicen amor.

Yeonjun rió y presionó sus dedos en mi pecho. Me besó lentamente, dulce. Poco a poco fue buscando más.

——No puedo hacer esto ahora ——Lo aparté ——. Tengo trabajo, tú tienes clases, pequeño travieso. Esto no funcionará ahora.

——Pero podemos quedarnos un ratito —— dijo con un puchero ——. Solo un ratito. ——Su mano bajó hasta mi entrepierna.

Reí, sus ojos se veían deseosos.

——Eres realmente un mocoso insaciable, ¿no?

——Jamás puedo obtener suficiente de ti. Llamado como quieras ——Juntó nuestras frentes y acarició con dulzura.

Ambos solo estábamos con boxer por el calor de temporada.

¿Quién en su sano juicio se resistiría a esos ojos tan bonitos?

——Bien, podremos llegar tarde ——resoplé.

Agradecido por mi derrota, me regaló una sonrisa grande y preciosa, y un beso también, uno que terminó en otro, y en otro.

Ojos que solían mirarme con tanta adoración, ahora eran fríos..

——Te estás volviendo loco ——La voz de Jungkook a mis espaldas me sacó de mi concentración absoluta. Había ido a terminar unas tareas a su bar. Como era martes por la tarde, estaba mayormente vacío.

Jungkook estaba en su turno de trabajo, con el mandil negro que se amoldaba a su cuerpo musculoso y una toalla de mano en su hombro.

Dejé el lapicero sobre el cuaderno y exhalé. Me sentía como dijo aún sin saber a qué se refería exactamente.

——Tal vez ——resoplé ——. Pero espera, ¿por qué lo dices?

——Ojeras de mapache, cara de estreñimiento...

——¿Qué? Oye, yo no hago ninguna cara.

——Cuando estás estresado, lo haces. En este momento la tienes, idiota ——Con su pulgar, Jungkook masajeó el surco entre mis cejas haciendo que relajara la expresión tensa ——. Siempre has estado hasta la mierda con cosas que hacer, siempre ocupado. Ahora que estás llevando a Yeonjun tres malditas veces por día, pierdes como seis horas dia-

Le dirigí mi mirada más irritada.

——No estoy perdiendo nada. Yo quiero hacerlo. Sabes que si yo no lo llevo, no tiene nadie más quién pueda.

——Bueno sí, pero no veo necesario que te quedes a ayudarlo en la terapia. No es como si lo valorara en serio, hay enfermeras que pueden hacerlo.

——No quiero ser su chófer y ya, Jungkook.

Me miró con compasión antes de hablar suavemente, bajito.

——Creo que él te consideran como tal.

A veces es bueno y necesario que tu mejor amigo sea un idiota crudamente honesto, otras veces es simplemente una mierda.

Bajé la cabeza, mi mirada fija en el cuaderno que no estaba viendo.

——Él por lo menos me habla ahora. No es que conversemos mucho, pero es un avance, ¿sabes?

Sentí las manos de Jungkook en mis hombros.

——Bin... ——Su tono más reprendedor, pero dulce, condescendiente ——. Sabes que no quiero ser ese amigo, pero lo último que quiero es que te sientas mal, y por cómo estás llevando las cosas, vas por ese camino.

Entendí a Jungkook, claro que lo hice. Conocí a ese idiota básicamente toda mi vida. Lo sé leer perfectamente, lo conozco mejor que nadie, también sé que siempre habla entre líneas con segundas intenciones.

"Ríndete" me dijo de la manera más dolorosamente dulce posible.

"Debes soltar, a veces aferrarte hace más daño que soltar" me decían sus ojos. Y tal vez fuera cierto.

Yo para Yeonjun no era nadie.

Y honestamente, había pensado varias veces en rendirme. Durante ese año de angustia en el que mi bebé dormía profundamente, en el que no hubo un solo día en el que no fui a verlo, a veces me preguntaba si valía la pena esperarlo, si valía la pena que yo sufriera de ese modo por algo tan incierto. Jamás desistí porque mi amor era incalculable, pero lo había pensado, y eso es suficiente para reprenderme.

Cuando despertó, pero me enteré de que había despertado con amnesia, lo volví a pensar, porque, ¿cuál era el punto?

Mi única esperanza era que eventualmente me recordara.

Pero ese día entendí algo mientras lo veía sonreír. Lo decidí mientras miré embelesado la sonrisa que le dedicaba a su mamá.

Sin importar cómo escribiría el destino nuestro futuro en el libro en la vida...

——No voy a rendirme ——declaré con tanta convicción, que sentí la mirada sorprendida de Jungkook.

——Sé que antes te dije que iba a recordar, pero ahora que te veo pensando con la cabeza, más frío, creo que puedo decirte lo que en verdad pienso.

Chisté una risa.

——Como si no me dieras tu puta opinión cada vez, incluso si no te pregunto.

Todos me había mentido para protegerme. Eso lo sabía.

——También es muy probable que el niño no logre recordar. Si te quedas, vas a lastimarte.

——No lo haré ——Sentí la mirada evaluadora y confundida de Jungkook sobre mí ——. Porque si es que no me recuerda, lo enamoraré de nuevo.

Pasaron dos latidos.

——¿Qué?

——Tal cual lo hice la primera vez.

Estaba más que ansioso de pensar en esa posibilidad. Esperaba que mi ansiedad no se notará en mi voz.

——Pero...

——No pienso renunciar a Yeonjun, Kook ——Miré directamente a sus grandes ojos negros ——. Lo amo más que a todo en este mundo. El es lo más importante que tengo, Jungkook.

Puede que suene triste y dependiente, pero no me importa, es la puta verdad: Mi vida sin Yeonjun tan solo seguiría siendo la misma vida patética de ese Soobin de dieciocho años, solo, triste.

Jamás volví a sonreír de oreja a oreja, como cuando era un niño, hasta él.

No pude ser realmente feliz hasta que sus apariciones repentinas en mi tienda, se convirtieron en la parte más emocionante de mi día.

Y lo supe. Supe que siempre sería Yeonjun cuando me sentí tan jodiamente vacío a pesar del dinero, de mis estudios soñados, y de todo el amor que recibía por parte de mis amigos y de los Choi, yo igual caí en una depresión de la cual me costó meses poder salir.

——No podría seguir sin mi vida sin él. ——Volví a ver el cuaderno, porque si seguía mirando los ojos apenados de Jungkook, terminaría por llorar. Sonreí ladino con la amargura quemándome la garganta, tomé el lapicero.

——¿Y que harás si las cosas no se dan?

Congelé esa sonrisa amarga en mi rostro.

——Vámonos Kook. Demos un paseo.

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