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Los pasillos tras el escenario estaban llenos de movimiento. Técnicos, músicos y asistentes se apresuraban de un lado a otro, organizando el desmontaje tras el exitoso concierto. Mina avanzaba con cautela entre ellos, siguiendo las indicaciones que una de las asistentes le había dado para encontrar el camerino de Chaeyoung.

Con su cámara colgando y una flor escondida detrás de su espalda, Mina se detuvo frente a una puerta con el nombre de Chaeyoung escrito en una pizarra improvisada. Inspiró profundamente antes de levantar la mano y tocar.

Unos segundos después, la puerta se abrió, revelando a Chaeyoung, con el cabello algo alborotado y el rostro aún brillante por el sudor del escenario.

— ¡Mina! — exclamó, sorprendida pero genuinamente feliz de verla. — ¿Qué haces aquí?
Pensé que ya te había ido.

— Quería felicitarte por tu actuación. Estuviste increíble — respondió Mina con una sonrisa tímida mientras daba un paso al interior del pequeño camerino.

Chaeyoung rió suavemente y se apartó para dejarla pasar.

— Gracias. No esperaba que vinieras hasta aquí.

Una vez dentro, Mina se giró hacia ella y extendió la flor que había estado escondiendo detrás de su espalda.

— Es para ti.

Chaeyoung la miró con asombro antes de tomar la flor con cuidado, como si fuera algo extremadamente frágil.

— ¿Para mí?

Mina asintió, sonriendo con cierta timidez.

— Me pareció apropiado. Creo que te lo mereces después de lo bien que lo hiciste en el escenario
— comentó con sinceridad. — De verdad brillaste allá arriba, tienes una voz única.

Chaeyoung bajó la vista hacia la flor y luego volvió a mirar a Mina, con una expresión cálida y agradecida.

— Es... muy dulce de tu parte. Gracias — hizo una pausa, sosteniendo la flor cerca de su pecho.
— Pero aún lamento que no haya nadie aquí para acompañarte y que tuvieras que haber disfrutado sola del show.

Mina soltó una leve risa, mirando al suelo por un momento antes de responder.

— No te preocupes por eso.

— ¿Por qué sonríes? — preguntó Chaeyoung, inclinando la cabeza con curiosidad.

Mina levantó la mirada, encontrándose con los ojos oscuros de Chaeyoung. Su sonrisa se tornó un poco más tímida, y sus manos jugaron con la correa de su cámara mientras respondía.

— Porque... bueno, mi situación actual con mi pareja... está llegando a su fin.

La confesión cayó como un susurro entre las dos, pero el peso de sus palabras llenó el pequeño espacio. Chaeyoung permaneció en silencio por un instante, estudiando el rostro de Mina, quien parecía a la vez vulnerable y aliviada por haberlo dicho.

— Entiendo — murmuró Chaeyoung, dando un paso más cerca de Mina.

La distancia entre ellas se redujo, y por un momento, el ruido del exterior desapareció. Chaeyoung la miró a los ojos, una mezcla de comprensión y algo más en su expresión, algo que ni siquiera intentó ocultar.

Mina sintió cómo su respiración se aceleraba ligeramente bajo la intensidad de la mirada de Chaeyoung. No necesitaban palabras para entender lo que estaba ocurriendo; la conexión era palpable.

— ¿Por qué siento que esto es algo importante para ti? — preguntó Chaeyoung en un susurro, sus labios curvándose en una ligera sonrisa.

Mina no respondió de inmediato. En lugar de eso, sostuvo la mirada de Chaeyoung y, sin darse cuenta, dio un pequeño paso hacia adelante.

— Tal vez porque lo es — respondió finalmente, apenas audiblemente.

Chaeyoung sonrió también, una sonrisa que no solo era de ternura, sino también de algo que parecía esperar desde hacía tiempo. La tensión entre ellas se volvió casi tangible, un hilo invisible que las unía en ese pequeño camerino iluminado por una tenue luz.

Y aunque ninguna se movió más allá de ese punto, ambas sabían que esa noche marcaba un antes y un después en su relación.