Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

-Capítulo 13: Ir lento o no ir-


╰➝Antonio.

Desperté en mi propia cama, en una habitación que claramente reconocía, pero había un ligero olor distinto, una colonia que poco a poco habia inundado mi vida.

Me giré lo máximo que pude, unos brazos me impedían el movimiento. Detrás de mi, pegado a mi espalda, se encontraba Arthur quien dormia con la calma de un bebe.

Era invierno, hacía frío y, aun en mi propia casa, llevaba un pijama suyo. Culpa mia no era que tengamos la misma talla.

Había llovido desde que Arthur y yo empezamos con aquella relación, mas bien, esta. De momento era cierto secreto. A veces venia a dormir a mi casa o yo a la suya, íbamos a comer o visitaba la floristeria, fueron unos meses de paz, casi idílico. Pero entre los dos habíamos quedado en mantener esa felicidad de puertas para dentro.

Decirle a Francis o Gilbert no era una opción, son mis amigos y por eso mismo sé que nos joderían durante años. ¿Sospechaban de algo? No los creo tan tontos como para no hacerlo. Pero tampoco se comentaba nada.

Mi alarma sonó, indicando que era hora de despertarse, pero la fecha en la misma pantalla recordó que era domingo. No abro la tienda los domingos, oh, benditos domingos.

Apagué la dichosa musica antes de despertar a todo el barrio al mismo tiempo que una presión se ejercia en mi espalda. Esta vez si me giré.

— Buenos días~ — Sonreí con cierta calma, como respuesta obtuve unos murmullos inentendibles. — Supongo que dormiste bien.

Arthur solo se volvio a acurrucar, atrayéndome a su pecho cubierto por el calentito pijama. Este hombre queria volverme un vago...

Por desgracia no seria posible, mi teléfono sonó y resonó, giré pensando que sin querer pospuse la alarma en vez de apagarla, pero era una llamada de mi hermano.

— Ahora vuelvo. — Avisé, él solo asintio y volvió a su placido sueño mientras yo caminaba a la cocina, descolgando la llamada. — ¡Joao! — Saludé con energía.

— Meu querido irmãozinho — Saludó en mi mismo tono. — Hemos terminado de organizar lo mas grande de la boda, al final será a mediados del siguiente año. En Junio.

— ¿Traje en junio? Par de psicópatas.

— Calla. — Ordenó, antes de seguir hablando. — Claramente te quiero como padrino de honor~, como tiene que ser.

— Vaya, no me pones como padrino y me opongo a la boda en cuanto pregunté el cura. — Aquello hizo reir a ambos.

— ¿Vas a venir con acompañante? Arthur me cayó bien. Prefiero que lo traigas a él en vez del pijo ese... — Joao hizo un sonido de arcadas antes de volver a hablar. Es verdad que él no me contacto desde entonces... — ¿Tu novio viene?

— ¿Ah? — Salí de mi trance. — ¿Novio?

— ¿Arthur? — En ese momento casi se me cae el café que estaba sirviendo.

— ¡Él no...! — No pude ni terminar.

— ¡ANTONIO FERNÁNDEZ CARRIEDO QUE LA TENEMOS! — Me volvió a callar. — Que veo tus estados y los suyos, y muy felices parecéis juntos. Muy guapo nos has salido tú para que ahora te indignes con el pasado. — Hizo una pausa — Eso o el chico folla para atrás...

— ¡No folla para atrás! — Contesté, sirviendo la segunda taza de café. — En realidad... Ni se lo hemos dicho a nadie, ni lo hemos hecho. Así que deja de suponer cosas Joao...

Pude escuchar un murmullo al otro lado de la línea. Seguro sin creer mucho lo que estaba contándole.

— Oye... Solo... No quiero meter tanta presión de golpe... Poco a poco y eso... Vaya a ser que termine tan rápido como empezó.

De ahí la conversación derivó a la futura boda. No hubo mucho más respecto a Arthur, pero Joao se adelantó a felicitarnos "por adelantado".

╰➝Arthur.

Las mañanas como estás eran calmadas. Antonio apenas tenía clientela, por lo que me había acostumbrado a sentarme en una mesita posicionada a un lado de la floristería junto a li portátil. Continuando con el libro el cual, si todo salía bien, terminaría en poco.

Solo quedaba limar algunas cosas y poco más... ¡Hacia años que no me emocionaba tanto por escribir!

La campana de la tienda sonó y pude escuchar a Antonio saludar al cliente. Él había estado en el mostrador revisando su teléfono, por lo que no tuvo que moverse mucho. Al contrario yo mismo di un giró algo brusco tras escuchar la voz del cliente.

Sabía que estaba con Kiku. Y que Kiku había vuelto a la ciudad... Pero ... No me esperaba escucharle por aquí... Con ese estúpido tono de voz de don gracioso y su boba y deslumbrante sonrisa.

Alfred, en carne y hueso.

— ¡Arthur! — El muy imbécil se atrevió a saludarme, sonriendo con calma y moviendo su mano de un lado a otro. — ¡Cuanto tiempo!

Sí. Desde que me volví un ciervo.

— ¿Q-Qué haces aquí? — Pregunté, caminando hacia el mostrador y dejando mi portátil en la mesa.

— Visitar a mis amigos, no sabía que estabas tú también por la zona... — Rascó su nuca y luego miro a Antonio. — Ah, Toño, él es...

— Arthur Kirkland, sí, Francis nos presentó cuando de mudó aquí. — El español contestó con calma, con su típica y calmada sonrisa. Ignoraba la tensión que había entre nosotros.

— Oh, entonces os conocéis. — Antonio asintió ante aquella afirmación. Intercambiaron algunas palabras de las cuales pude distinguir una entre las frases "amigos".

¿Amigos? Claro... Antonio y yo no se lo habíamos contado a nadie. Ni si quiera sabia si proclamarnos pareja. ¿Somos pareja? Oh, no jodas. Duermo en su cama y tengo hasta un puto cepillo de dientes en su baño. Lo somos. Y si alguien debe saberlo es ese capullo de Alfred. Que sepas que ya pasé página.

— En realidad, Alfred. Antonio es mi novio. — Comenté, ambos se giraron a verme, sin saber cómo reaccionar. — ¿Qué? ¿Pensabas que te iba a estar llorando durante meses?

— ... Pufff~, ¡Venga Arthur! Me saber que no hay resentimientos... — Contestó. Eso no era por qué esperaba. — Yo he tenido algunos líos, pero nada serio. Ya sabes. El compromiso nunca fue lo mío.

— Literalmente me pediste matrimonio.

— Y ya vemos que fue un error.

Mire a Antonio, él solo nos veía sin entender que poder hacer. No le culpo...

— Pues me alegro. Tampoco fue difícil pasar página ... — Crucé mis brazos, viéndole con molestia. — Para ninguno..

— ¡Mejor así! Me alegro que podamos ser amigos.— ¿Amigos? — La verdad nunca estuve del todo seguro que fuéramos totalmente compatibles en ese sentido. ¡Estaría bien volver a quedar como los viejos tiempos! Iba a comprarle unas flores a Francis e ir a visitarlo, a la noche nos pasaremos por alguna discoteca. ¿Por qué no os venis?

Antonio solo me miró durante los escasos segundos donde me quedé en silencio, luego caminé hacia la mesa.

— Tengo trabajo. — Fue lo único que dije.

— Si las flores son para Francis te recomiendo un ramo de lirios. Ven, te mostraré los que tenemos.

Pude escuchar de fondo el murmullo de ellos dos, había veces donde la calma y ética laboral de Antonio me sorprendían, pero era uno de esos detalles que me gustaban de él. Alfred siempre trataba su trabajo como un juego...

— De verdad me encanta como escribes, Arthur. Al paso que va el libro te animaría a hacer una segunda parte. Adoro la relación que tienen los protagonistas y tú forma de describirlos. ¡Parecen tan reales! — Sonreí ante sus elogios, el director de la editorial era un hombre animado.

— Mu-Muchas gracias... — Intenté mantener la compostura. ¡Pufff! ¡Obvio mi libro iba a ser aclamado!

— Has entregado muchas paginas por adelantado... ¡Tomate un descanso por el resto del mes! Han puesto ya las luces de navidad por la zona, ¿Las has visto? — Negué — Deberías.

Estuve hablando un rato mas con aquel hombre mucho mayor que yo, tanto que cuando salí tenia una llamada perdida de Antonio. Caminé hacia el final de la calle y marque su número, como de costumbre tardó en responder.

— Oye, acabo de salir de la editorial, me dieron un par de semanas libres, ¿Pasó algo? — Pregunté, caminado en dirección hacia mi casa.

— ¡Mejor! — Contestó con entusiasmo — Arreglate. Pasó a recogerte en media hora.

— ¡¿Ah?! ¿P-Pero a que-? ¿Que tanto tengo que-?

Y colgó, dejándome a mi con un paso acelerado hacia mi edificio. Por suerte no tarde en llegar, no vivía tan lejos. Subí a mi apartamento y lo más rápido que mi cuerpo me permitió me duche y me cambié. En momentos como estos me alegra la impuntualidad de Antonio...

Pero no parecía ser un día como esos. Justo a media hora de la llamada la puerta sonó. Todavía estaba en ropa interior y medio mojado por la ducha. ¡Pero a tomar por saco! ¡Culpa suya por ponerme tan nervioso!

— ¡Ahora te esperas en el sofá hasta que esté listo! — Abrí la puerta de golpe. Juré que mi corazón se iba a salir.

Como era costumbre, Antonio no iba a llegar a tiempo. Pero había otro hombre con problema de llegar a sitios en momentos oportunos en mi vida. Alfred.

Y peor, Alfred borracho.

— ¿Cómo sabes...? — Pregunté entrecortadamente.

— Francis. — Ese capullo... — Yo... Lo de esta mañana — Recordé la conversación en la floristería.

— N-No me vengas con idioteces... ¡No necesito que me recuerdes como pasaste página! ¡Estoy mejor sin ti! — Agarre la puerta con molestia, apunto de cerrarsela en toda la cara.

— Yo no.

El silencio volvio al pasillo, apreté el pomo entre mi mano y me apegue a la puerta, viendo s cualquier lado menos al de aquel rubio.

— ... Pa-Pasa antes que la del 5⁰ se entere de la charla... ¡Tsk!

Me hice a un lado, él solo asintió y entró a mi apartamento, esta vez cerré la puerta. Dejando afuera todo lo que no fuéramos él, yo y nuestra no-relación...

1616 palabras.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro