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-Capítulo 10: Flores-

- ¿No es muy temprano? - Preguntó el inglés recién llegado al local.

- Hay que preparar todo antes de abrir~, odio madrugar más que nadie, pero trabajo es trabajo. - Explicó el joven castaño, haciendo girar las llaves en la puerta principal, desbloqueando la y dejando entrar primero a Arthur.

Eran apenas las 7 de la mañana, aunque Arthur genia acostumbrado el madrugar no se esperaba una hora tan temprana y el frío mañanero para el trabajo en aquella floristeria, afortunadamente para él, el interior era más cálido.

- ¿Alguna vez has cuidado plantas? - Cuestionó el ibérico, yendo tras una puerta tras el mostrador que llevaba a un pequeño cuarto al cual Arthur apenas pudo entrar.

- Se me han muerto 3 cactus. - Contestó.

Aquella habitación era pequeña, por primera vez Arthur pudo divisar mejor la tienda: Tenía el suelo del lugar con baldosas de un rojo terracota, las paredes de un verde pastel que daba color al lugar lleno de plantas de distintos tipos, aquel cuartito estaba lleno de cajas, objetos de limpieza y un armario contra la pared con más cajas encima, en otras palabras, un almacén.

- Ven.

El rubio se acercó al contrario con cuidado de no pisar nada o tirar las cajas, al estar lo suficientemente cerca inclinó la cabeza unos centímetros al ver cómo le ponían el delantal, mientras Antonio hacia esto y se giraba para atarlo, iban hablando.

- Con que atiendas en la caja sirve, al final estás aquí como ayuda, no voy a ponerte a fregar ni a hacer el trabajo sucio~ - Comentó el joven, riendo por lo bajo. - Yo estaré haciendo los ramos y los arreglos, cualquier encargo me lo apuntas en la agenda del mostrador y listo~.

- ¿Siempre has trabajado tú solo? - Preguntó, girándose a ver al castellano sin mover su cuerpo.

- No, mi hermano me ayuda cuando viene, y a veces Francis o Prussia me ayudan a reponer - Explicó, terminado de atar el delantal de Arthur.

- ¿Y antes? Dijiste que la tienda era de tu madre, ¿no teníais empleados? - Ambos ojiverdes salieron del almacén, volviendo a la zona del mostrador.

- Bueno... tuvimos uno - Empezó a hablar, acercándose a la puerta principal - Se llamaba Lovino.

El cuerpo del inglés se heló, reconocía ese nombre y se hacía una idea de quién se trataba, tardó un poco en notar que Antonio había girado el cartel que ahora indicaba "abierto" y vuelto al mostrador.

- Lo siento por... eso - Soltó de forma casi automática, juntado su mirada con el castaño. El dolor de su pecho desapareció al escuchar la risa de este. - ¿E-Estas bien?

- Oh, claro, modo... - Hizo una corta pausa, apoyándose en el mostrador - sí dolió, y sigue doliendo, pero... no puedo quedarme pensando en eso toda mi vida... - Su vista pasó fija al mostrador - Todos evitan ese tema, creo que eso lo hace más... doloroso... no lo sé... - Seguido se incorporó, sonriendo y viendo hacia Arthur - Bueno, ¡Vamos a dejar ese tema de lado y vamos a trabajar!

- S-Sí...

- Antonio - Llamó el británico a aquel chico, dueño del nombre - A llegado un encargo de un "ramo de reconciliación" - Leyó en el papel que le habían entregado al final de aquella jornada - Es el último cliente.

- ¡Marchando! - Habló con energía, agarrando varias flores y acercándose a una mesa donde reposaban varias herramientas de jardinería para el trabajo de los ramos.

Arthur se acercó a él, dejando un espacio entre ambos para que no le molestase a la hora de trabajar en aquella zona, era como un pequeño invernadero en la parte trasera de la tienda donde había flores plantadas y la mesa de trabajo, era simple pero lindo.

- ¿Por qué se llama Ramo de Reconciliación? - Preguntó con curiosidad, viendo cómo iba uniendo flores.

- Es por las flores - Resumió - ¿Te sabes sus nombres? - Arthur negó - Depende de la flor el significado cambia, también pasa con los colores de esta... por ejemplo, este ramo incluye rosas amarillas y rosas; las amarillas son símbolo de la reconciliación y el rosa es del amor.

- ¿Eso no era las rojas?

- Las rojas es más de un amor pasional, si hablamos de amor romántico y puro queda mejor las rosas - Justificó.

- ¿Y esas largas y blancas? - Señaló a unas flores que se adaptaban a la descripción, siendo añadidas al ramo.

- Son gladiolos, se usan para pedir una cita. - Terminó su explicación, dejando el ramo listo y envolviéndolo el tallo con cuidado - ¡Terminado! Se lo entregare yo al cliente, puedes dejar el delantal e irte si así quieres.

- O-Oh... sí...

Antonio salió del lugar con flores en mano, dejando a Arthur en la compañía de sus pensamientos. Como escritor sabía que las flores tenían una finalidad u otro, pero sus conocimientos no llegaban a tanto. Era sorprendente como el reglar una planta tiene es tanto significado y tan variante.

Se sacó el delantal, doblándolo en sí mismo y dejándolo en sus manos, tenía que devolverlo al almacén...

Sus ojos se detuvieron en la mesa de trabajo, algunas flores habían sobrado de los últimos arreglos, se acercó a esta y, de entre las maderas, eligió una en concreto, una flor de grandes pétalos en un tono rojo-rosado y con el centro amarillo. No sabía identificarla, pero era bella...

Con ella en mano salió del invernadero, el último cliente se había ido, Arthur se acercó al mostrador y dejo el delantal en un gancho junto al de Antonio.

- Oh, es un Hibisco - Sonrió el español, viendo cómo Arthur mantenía la flor en sus manos. - ¿Se la vas a regalar a alguien~?

- Aja...

Tras esa vaga pregunta su mano se estiró, manteniendo aquella flor sobre la oreja derecha del español, rozando con cuidado su mejilla antes de separarse. Los ojos de Antonio se abrieron ante este acto, pestañeó un par de veces antes de seguir con la conversación.

- ¿Arthur?

- ¿Sí?

- ¿Sabes lo que significa el Hibisco?

- No, pero... - Hizo una corta pausa - La propia flor me pidió que la posada sobre tu oreja

- En ese caso, es ella la que sabe lo que significas... - Contestó, agarrando del mostrador uno de los gladiolos y dándole este al británico. - Busca su significado...

Entre cierto nerviosismo, el cual golpeó su cuerpo, este aceptó la flor y salió del local sin siquiera la idea de despedirse.

"Le había regalado una poción de amor a aquel curandero el cual solo con el olor pudo reconocerla, pero este se hizo el tonto, fingiendo beberla, aunque su efecto no fue distinto a la realidad ."

Una vez en casa Arthur se tiró a su sofá, agarrando su portátil entre sus manos tras haber terminado de cenar, de fondo sonaba la televisión por la cual pasaba un reality show (el gusto culposo del inglés).

Tardo un poco en recordar el nombre de la flor, casi tardó más en recordarlo que en buscarlo y entrar al primer link, Hibisco, esa era la flor, y el significado era tal que los ojos verdes del joven se abrieron del nerviosismo al ver la situación de esa tarde desde los ojos de Antonio, quien supo el dato desde el principio.

En el lenguaje de las flores, el Hibiscos hablaba sobre una primera cita, un amor.

Sin darse cuenta ¿le había pedido una cita al español?

Miró la flor que ahora reposaba en el mismo jarrón que el florero le dio, el gladiolo, flores usadas para pedir una cita, en otras palabras, había aceptado.

Rápidamente agarró su teléfono nada más escuchó el vibrar, miró la pantalla y aquel nuevo mensaje: "Mañana a las 10 de la noche en la puerta del local de Francis, descansa <3", atentamente: Antonio.

Tuvo que releer el mensaje tantas veces que sintió que iba a vomitar, y en ese preciso momento lo pudo ver, lo pudo notar... esa presión en el pecho, las ganas de gritar, sus ojos brillando aunque el no lo viera...

Amaba a ese hombre...

La sexualidad de Arthur siempre fue un tema delicado, su familia nunca lo aceptó en ese sentido y el mismo empezó a negarlo hasta que fue algo demasiado obvio como para ocultarlo, no por su actitud, ni por su ropa o su forma de hablar, si no porque uno no puede ocultar cuando está enamorado, cuando mira a la persona que le gusta y su sonrisa es distinta a la que le da a los demás, y sumando que Arthur era tan transparente que parecía cristal, iba claro.

Sabía que se le notaba, pero pocas veces se había enamorado, así que no tuvo tantos problemas por eso, pero aún así... un miedo le invadía.

Sabía que a Antonio le gustaba los hombres, ¡Le había aceptado una cita! Pero, ¿y si era solo un juego? O la típica "Cita tinder" de solo sexo... no podía estar tan seguro de que fuera una cita de "te amo, casemonos". Y odiaba eso.

Finalmente empezó a grabar un audio, contándole todo lo sucedido a Francis, hubieron unos 15 minutos en los que no supo nada, por lo que lo dio por dormido, la verdad es que si era tarde y Francis dormía sus horas correspondientes (si no se le arrugaba la piel).

Camino hacía la cama tras apagar todo, sus ojos se posaron en el blanco techo y luego en sus propios párpados que les impedía verlo.

Definitivamente no quería pensar en aquello, solo dormiría y ya mañana hablaría con Francis, total... todavía no había aceptado nada, y no necesitaba pareja en ese momento, ¿No?

Quería darle una pequeña mención a Crespuded por dar la idea para la primera mitad del capítulo <3. Es lo bueno que tiene Wattpad, ¡si os gustaría ver algo comentad y si queda bien con la historia intentaré añadirlo!

Recordad votad, comentar y seguirme para leeras, Gracias por leer y chau chau <3

1621 palabras.

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