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-Capítulo 02: Una copa o dos-

- ¿A qué esperamos? - Preguntó el británico, cruzando de brazos frente a un establecimiento cerrado.

- Unos amigos van a venir con nosotros, ya sabes, para que conozcas gente nueva, ¡Seguro te llevas bien con ellos! - Contestó el de melena rubia, sacándole una calmada sonrisa al menor.

Ambos jóvenes habían quedado frente a la pastelería del francés, según lo que este mismo le comentó a Arthur iban a ir directos hacía el pub, pero llevaban ahí más de 20 minutos y todavía sus pies no habían dado ni un solo paso hacía el local, al principio pensaba que Francis estaría viendo algo en su teléfono antes de ir, luego entendió que solo lo veía para pasar el tiempo.

- Pensaba íbamos a ser nosotros dos... - Añadió el propio Arthur , cruzándose de brazos, aquel comportamiento hizo reír a su amigo.

- ¿Celoso~? - Tras la mirada de horror de su compañero, y su propia satisfacción por esta misma. Francis continuó con su explicación. - Espera sentado... el récor de uno de ellos fue hacernos esperar durante 2 horas en plena lluvia, si llega en menos de 10 minutos es un milagro.

Esta vez no hubo respuesta, ¿Qué clase de persona tardaba tanto en una quedada? El estuvo ahí al minuto exacto que el francés le dijo y eso que perdió algo de tiempo debido a las cajas que iba vaciando en su nueva casa, y al parecer eran más de uno, ¿Qué clase de amigos tenía Francis?

Ambos rubios se conocían desde su niñez, Francis iba un par de cursos por encima que Arthur pero solían verse por el barrio, eran vecinos antes de que los padres del ingles decidieran mudarse a una casa algo lejos pero que le seguía permitiendo ver a Francis a veces tras clases.

Arthur sabía como era Francis, siempre había logrado entablar amistad con cualquiera, pero contando que el ultimo amigo que el francés le presentó era su actual ex-prometido pues algo en él se retorcía. No sabía si había segundas intenciones en su presentación, pero evitó pensar en ello. Total, cuando vas a beber hasta el vagabundo de la esquina es tu mejor amigo.

En cierto modo el rostro de Honda pasó por su mente, había intercambiado mensajes con él los primeros meses tras mudarse y nunca supo nada más del japonés. Cuando se giró para preguntarle a Francis por el mismo chico pudo ver al mayor levantar su mano y saludar a alguien. Volvió su vista al frente y vio como dos chicos que físicamente eran polos opuestos le devolvían el saludo.

Se detuvo a analizarlos. Uno de ellos, ligeramente más bajo que el anterior, de pelo y piel tan pálidos que Arthur juraría que era albino, y aunque no pudo ver bien el color de sus ojos percibió un cierto brillo violeta. Cuando su vista pasó al otro no pudo evitar ahogar un jadeo. Ligeramente más alto, de piel morena y con un pelo que juraría que tocarlo sería como tocar una oveja de color castaño y ojos verdes que brillaban en la oscuridad de las calles. Pudo confirmar su teoría una vez los 4 estaban uno frente a otros, pero parecía que aquel joven se adelantó a sus pensamientos.

- ¡Hey! ¡Tú estabas en la floristería hoy! - Habló aquel joven con un acento extranjero y un tono más elevado de voz. - El chico de las orquídeas.

- ¿Te acuerdas de lo que compré? - Preguntó sorprendido, normalmente la gente de la zona no se acordaba ni de tu nombre, bueno, aquel chico tampoco lo hizo, pero sí le reconoció.

- Sí, claro, es parte de mi trabajo. - Explicó antes de que Francis entrará a la conversación.

- Bueno, pues Le Garçon Orchidée - Empezó a decir, pasando su brazo por el hombro del ingles. - se llama Arthur, es un viejo amigo, acaba de volver a la ciudad desde New York.

- ¡New York! ¡Estados Unidos! ¿Eres americano? - Preguntó el chico que definitivamente era albino, y por alguna razón aquella pregunta molestó a Arthur.

- Inglés. - Se limitó a decir. - Vosotros dos no sois de aquí... ¿no?

- Yo soy alemán, y este de aquí de Puerto Rico. - Aquello último hizo saltar al otro chico.

- ¡Soy español! - Se quejó en un tono como si lo llevara repitiendo todo el día, y por la reacción de tanto Francis como el alemán, ambos lo sabían, quizás era un chiste interno...

- Vale... gracias por las nacionalidades y eso, pero... ¿Vuestros nombres? - Al preguntar aquello el joven de ojos verdes respondió.

- Él es Gilbert - Dijo, señalando hacia el albino - Y yo - Se señaló a si mismo.

- Tu futuro esposo - Interrumpió Francis, Arthur no pudo evitar girarse tan lentamente hacia él que por un preciso momento parecía que lo iba a matar, pero no fue así por suerte, principalmente por aquella voz que le cautivo de vuelta.

- Me llamo Antonio, aunque mis amigos me dicen Toño - Comunicó, recibiendo de nuevo la mirada del rubio.

- ¿Tonio? - Preguntó, algo confuso por la pronunciación del castellano quien rió por lo bajo y solo asintió.

- ¡Vale! ¡Muchas presentaciones! Muy bonito el reencuentro entre amigos y tal, un gusto conocerte - Resumió Gilbert, caminando por el final de la calle y girándose a ver a sus amigos - ¡¿Y la cerveza?!

- ¡Casi se le olvida! - Bromeó el francés, caminando hacia el contrario - Venga, que con lo que habéis tardado me podría haber dado un coma etílico...

- Culpa mía - Se excusó el joven a quien llamaban Toño.

Aquel chico de aspecto despreocupado captó toda la atención del inglés, no sólo por su voz o su aspecto, si no por la vibra que daba. Por un momento algunos pensamientos se mezclaron, los actuales con hechos del pasado que sentía haber ya vivido.

Definitivamente estaba viviendo un deja vu sobre el aquella misma noche donde conoció a un joven rubio y de gafas... y no le agradaba aquel sentimiento.

Las jarras se volvían a rellenar mientras que en aquella mesa reinaban las risas y las bromas. Hacía años que Arthur no se sentía así de cómodo, aunque también podría haber sido cosa de llevar su 3⁰ cerveza en el cuerpo.

Aquellos chicos eran imbéciles, el trío de mosqueteros mas tontos con el que había hablado, pero a su vez eran divertidos, aunque eso último no lo diría en voz alta.

- ¿De qué trabajas? - Preguntó Toño tras quedar a solas con Arthur en la mesa, pues Gilbert y Francis se habían ido a ligar con algunas chicas que estaban en la barra.

- Oh, Ammm... de momento de nada, antes trabajaba en una editorial - Contestó, dándole un pequeño sorbo a su bebida.

- Tienes pinta que te gusta escribir... yo diría... -hizo una pausa- ¡fantasía!

- Tienes buen ojo... - Afirmó, cruzándose de brazos y apoyándolos en la mesa, mostrando cierto interés por el contrario. - Algo sí he escrito, pero nunca he logrado publicarlos.

- Es una pena, ¿Y has pensado en auto publicar? - Volvió a cuestionar, Arthur solo negó, restándole importancia al tema.

- ¿Y tú? Modo... ya sé que trabajas en esa floristería pero, no sé, ¿Eres el dueño? - Aquella pregunta pareció alegrar al castaño.

- Soy el dueño, sí - Sonrió con orgullo en sus propias palabras, apoyándose en la palma de su mano - Aunque antes era de mi madre.

El rostro de Arthur lucho por no gesticular de más, cuando alguien hablaba de antiguas pertenencias de sus padres ante los oidos del inglés siempre sonaba como si estuvieran muerto, pero no tenía porqué ser el caso... ¿No?

- Oh... y... ¿Por qué ya no es la dueña? - Preguntó de forma sutil, quizás era muy mayor y se júbilo, evitó un poco el contacto centrándose en su vaso.

- Se mudó de vuelta a España - Aclaró, eso quitaba un pequeño peso de encima del inglés - Ahora es profesora en una escuela de Barcelona, aunque hace poco estuvo en Málaga, y también pasó un año en Galicia rotando un poco.

- Vaya, parece que tiene una vida ocupada - Denotó asombró, dejando el vaso sobre la superficie y alejando sus manos de este, cruzando sus brazos - Mi padre es cirujano y mi madre biologa.

Y fue todo lo que dijo, no era momento para sacar los traumas familiares de si sus padres le dejaron de hablar cuando dejó la carrera de medicina, o si cada vez que les llamaba le recordaban que desperdiciaba su vida en la escritura...

- Una familia chapada a la antigua - Añadió, aunque más bien pensó en voz alta.

Finalmente, derrotados, Francis y Gilbert volvieron junto a los dos chicos, juntándose y siguiendo la conversación del empleo, está vez un poco mas dirigida a los otros dos o alguna anécdota mas informal. Arthur descubrió que Francis tenía a un par de chicos contratados en la pastelería pero solo trabajaban los findes, también descubrió que Gilbert era profesor de historia en la misma secundaria en la que él estudio, quizas su rostro fue muy expresivo al escuchar aquello, pues Gil rió de forma algo descarada.

- ¡No parezco profesor! Lo sé lo sé, me lo dicen mucho - Habló de forma calmada, restándole importancia - El primer día de clase me senté en un pupitre y pensaron que era repetidor, ¡Casi me sacan de mi propia clase!

El resto de la noche se pasó volando, primero unas cervezas, luego picaron algo, finalmente Francis acabó pidiendo algo de vino y entre ambos latinos se acabaron una botella, pero seguían como si nada. Arthur después de dos jarras de cerveza y probar media copa de vino ya no podía con su vida, Gilbert por su parte había entrado en un mundo interno y se encontraba dormido en la mesa... o quizas muerto, tampoco importaba mucho.

- Llevaba mucho sin beber... - Aclaró el británico, viendo cómo, sin pedirlo, Francis le rellenaba su copa de vino - No debería tomar mas...

- Ajá, mejor que ahogues tus penas en alcohol con amigos que solo en tu casa - Comentó el francés, trayendo un vago recuerdos del americano a su mente. Sus ojos se cristalizaron en Cuestión de segundos.

- I'm dumb... - Murmuró, recibiendo la mirada de los otros dos chicos restantes.

- ¡Oh venga! ¡No digas eso! - Contestó Francis, luego se giró y señaló con su pulgar al español - ¡Antonio volvió 5 veces con su ex en el mismo mes aunque tiene tremenda cornamenta que no cabe ni por la puerta!

- ¡¿Y yo que tengo que ver en esto?! - Preguntó el castaño, viendo confuso hacia Francis.

- ¿Volviste cinco veces con... tu pareja? - Preguntó Arthur de forma lenta, viendo hacia el contrario.

Una pregunta pasó por su mente, conocía a Francis y sabia que sería raro verlo en un ambiente tan calmado con dos heteros, y no era por caer en estereotipos, pero Antonio le encendía su Gay Radar.

- Realmente... perdí la cuenta hace tiempo - Confesó de forma algo avergonzada - Pero eso fue hace como... 7 años, quizás. Ahora es solo eso, una ex-pareja.

Arthur se fijó en Antonio durante los minutos en los que los otros dos chicos conscientes hablaban de que hacer con Gilbert. Tenía el pelo bien cuidado, al igual que la piel, y su estilo era simple pero cuidado. Su radar nunca fallaba, pero tenía una pequeña confusión. Quizás solo necesitaba descansar y dejar de pensar en eso, ¡¿Por qué si quiera lo hacía?! Aquel chico solo lo había visto dos veces en toda su puta vida, Francis no se lo presentó como cita, si no como su amigo, y hasta ahí iban a llegar. Solo un amigo de su amigo.

Cuando volvió a si mismo su copa estaba vacía y el intentaba beber aire, la dejo algo avergonzada sobre la mesa y vio a su alrededor.

- ¿Y Francis? - Preguntó, notando la ausencia del francés y el alemán.

- A ido a llamar al hermano de Gilbert - Contestó Antonio, de nuevo, el único presente en la mesa - ¿Quieres otra copa? - Preguntó, alzando la botella a la que le quedaban solo dos dedos de líquido.

- Ammm... sí, está bien.

Vio como las manos del contrario vertían el líquido en su copa de forma delicada. Tenía algunas pequeñas heridas que pudo suponer eran por las flores, pero quitando eso sus manos estaban bien cuidadas. Cierto sentimiento le lleno al notar que no llevaba anillo alguno... aunque, de nuevo, eso no significaba nada.

Finalmente Gilbert no fue el único a quien tuvieron que arrastrar hasta su departamento aquella noche.

2037 palabras.

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