Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Estaban haciendo el equipaje para disfrutar de las vacaciones de invierno y pasar la Navidad junto a la familia de los Danvers en Midvale. Aunque este año iba a ser diferente porque habría otra invitada más: Sam. No porque hubiese hablado con Alex, no. Todavía sentía vergüenza de lo que pasó.

Era porque habló con Lena por teléfono junto con Kara donde la familia Arias no estaba disponible de tanto trabajo y le apenaba encontrarse sola entre las cuatro paredes de su habitación de la residencia de la universidad. Entonces Kara pensó que, si Lena lo pasaba todos los años con ellos, Sam también podría sumarse y, después de tantas insistencias y amenazas por parte de las dos, llegó a aceptar.

Cuando estuvieron a punto de partir, Lena cogió a Kara del brazo y se escabulleron hacia un lado para hablarle de su hermana y su mejor amiga (ambas compartieron opiniones después de aquella noche donde se quedaron a dormir juntas) cuando éstas vieron que estaban ignorándose al dejar las maletas en sus respectivos coches. Solo compartieron un simple saludo y la pelinegra no aguantaba más esta patética situación cuando antes no paraban de hablar por los codos.

—Como estas dos sigan así se van a arrepentir de perder tanto tiempo —susurró Lena cerca de su oído y Kara asintió con la cabeza.

—¿Y qué podemos hacer? —las miró viendo cómo ni siquiera se miraban de soslayo.

—Hum... ¿te acuerdas de aquella encerrona que nos hicieron? —preguntó llamando su atención con una sonrisa diabólica, pero Kara frunció el ceño.

—Sí, pero no estamos en un centro comercial y esas dos que se gustan no están enfadadas, sino siendo estúpidas —sacudió la cabeza sin entender y la pelinegra no pudo evitar sonreír con ternura—. ¿Qué?

—Nada; eres muy dulce e inocente, pero es algo bueno —elogió con cariño y Kara la miró, apartándose un poco entre que se rascaba la nuca.

—¿Gra-gracias? —susurró un poco tímida, no sabiendo a qué venía ese comentario, pero le alegró escucharlo de todos modos y Lena soltó una pequeña risa—. Bueno... ¿y que tiene que ver uno con lo otro? —carraspeó un poco dirigiendo su mirada nuevamente a Alex como cerraba el maletero de su coche y a Sam dejando las cosas en el de su mejor amiga.

—Pues que vamos a hacer lo mismo para que así se junten y hablen.

—¿Cómo...? —intentó preguntar señalando a ambas cuando ni siquiera se acercaban y Lena se giró para ponerse frente a ella para luego andar de espaldas dirigiéndose a los coches.

—Tú vendrás conmigo y Sam irá con tu hermana —expresó guiñándole un ojo entre que se daba otra vez la vuelta y se dirigía a su coche y Kara abrió los ojos de par en par, sonriendo de lo astuta que era su mejor amiga.

Sin nada más que añadir, cuando Sam cerró el maletero después de cargar las cosas, Kara y Lena se dirigieron a su coche entre risas. La pelinegra se subió y la rubia le indicó a la morena si podía mirar las luces traseras porque parecía que uno de los cristales estaba roto. Sam asintió entre que la chica de ojos azules se limitó a dar las gracias para ir corriendo al asiento del copiloto.

—¿Lena? ¿Kara? —preguntó Sam frunciendo el ceño cuando escuchó el motor encenderse.

No le dio tiempo a reaccionar cuando arrancó y aceleró, dejando a Alex y a Sam en el aparcamiento. La pelirroja arrugó la frente sin entender al igual que lo hacía la morena, pero cuando se miraron, dijeron al unísono:

—Hijas de puta.

.

—Lena, cariño, sabes que puedes quedarte aquí con Sam todas las vacaciones, no solo el día de Navidad —ofreció Eliza como todos los años después de saludar entre abrazos y besos—. Sé que ahora no estarás sola, aunque bueno, nunca lo has estado porque mi cielo siempre se quedaba contigo y algunos días te quedabas aquí en vacaciones.

—Por no añadir que eso ya lo hacemos algunos días más del año sin ser vacaciones —se echó a reír Kara donde Lena asintió en de acuerdo y Eliza acarició su brazo con cariño.

—Lo que quiero decir es que a Jeremiah y a mí no nos importa que os quedéis para estar todos juntos —repitió haciendo que Lena volviese a asentir con la cabeza, pero luego negó.

—Ya lo sé, Eliza, y lo agradezco de corazón, pero que no queremos ser una molestia. Es suficiente que nos acojáis para la cena y los regalos y mi casa está prácticamente al lado —le recordó nuevamente con una sonrisa genuina—. Además, como tú has dicho, Sam se queda conmigo. Es nuestra acogida y seguro que, si le digo de quedarnos aquí, se sentiría un poco cohibida porque, a pesar de hablar por los codos, al principio es un poco vergonzosa y también está la excusa de que así podéis compartir más tiempo con Alex y Kara —explicó tranquilamente y Eliza ladeó la cabeza, dándole un poco la razón, aunque le apenada porque le tenía mucho cariño a Lena y le gustaba su compañía y, aunque no conociera tanto a Sam, también la apreciaba.

—Además, así podemos irnos a hacer nuestras propias fiestas en tu casa sin tener adultos delante —susurró Kara en broma dirigiéndose a su mejor amiga, pero su madre la escuchó y se ganó una palmada en el hombro, aunque sonriendo.

—Bueno... Está bien, pero la oferta sigue en pie—finalizó derrotada abrazando esta vez a Lena—. Por cierto, hablando mis hijas y tu mejor amiga... ¿Dónde están Sam y Alex? —preguntó frunciendo el ceño y, antes de que pudieran contestar, abrieron la puerta de la casa haciendo que todas se asomasen por el marco de la puerta de la cocina.

—Ya estoy aquí —Alex entró sujetando su mochila y tiró la de su hermana a los pies—. La próxima vez también intercambia tus cosas con las suyas que me haces cargar el doble —susurró cogiendo a Kara del cuello y la rubia la miró con una mueca cuando se separó—. Hola, mamá —pasó por su lado para darle un beso en la mejilla que ella también le devolvió el saludo cariñosamente y agitó el pelo de la pequeña Luthor como hacía siempre.

—¿Y Sam? —preguntó Lena preocupada arreglándose el pelo alborotado al no verla con ella y la pelirroja alzó las cejas.

—En la universidad.

—¿¡Qué!? —preguntaron ambas al unísono donde ambas chicas se miraron atónitas y Eliza frunció el ceño sin entender nada, mirando como su hija soltaba su bolsa a los pies de la escalera.

La pelirroja encogió de hombros y las dos pequeñas se dirigieron fuera con el mismo pensamiento: en ir a recogerla y en disculparse por todo lo que habían causado. Pero en cuanto cruzaron la puerta, vieron a Sam apoyada en el coche de Alex y arrugó la frente al verlas casi sin aire.

—¿Qué está pasando? —preguntó Eliza antes de que ninguna lo hiciera junto a su hija mayor, saliendo también de la casa.

—Nada, mamá —señaló a la morena que la estaba fulminando con la mirada, aunque se mordió el labio sacudiendo la cabeza, aguantando la risa—. Le dije a mi novia que, si no dejaba la vergüenza a un lado y no entraba, los haría salir para saludar.

—Espera —Kara sonrió al igual que lo hacía Lena—. ¿¡Novia!? ¡Sí! —gritaron victoriosas entre que la pelinegra y la rubia chocaban las manos para luego abrazarse.

—Vale, creo que soy la única perdida aquí —Eliza habló contagiada de la sonrisa viendo como todas tenían una pintada en el rostro y Alex rodeó su brazo en su cuello para abrazarla.

—Tranquila, te lo explicaremos dentro, ¿no, chicas? —preguntó Alex con una sonrisa genuina, dedicándoselo especialmente a Sam que finalmente asintió antes de coger a Lena y a Kara para dirigirse dentro.

.

Varias horas después de contar la encerrona que le hicieron Kara y Lena a Sam y Alex y de cómo por fin hablaron las cosas, confesándose nuevamente de que habían hablado en serio en aquella fiesta y que no iban a perder tiempo en conocerse ni tener citas cuando llevaban años juntas, se propusieron a ir al jardín hasta que regresara Jeremiah de trabajar. Aunque hiciera un poco de frío, el sol pegaba fuerte y aprovecharon el poco calor que derramaban los rayos solares.

Entre conversaciones de risas sobre la patética situación que ha llevado a cabo la pareja, Eliza se alegró enormemente por ellas. Al final, como siempre, Sam se fue soltando poco a poco. Conocía a la mayor de las Danvers de antes, pero jamás habían entablado una conversación duradera y menos ahora que era novia de su hija, pero le resultó bastante fácil cuando Eliza le daba tema de conversación, interesada y alegre por ella.

Cuando Kara dejó el té para su madre, ésta la miró y cogió rápidamente su mano para tirar de ella para que se sentara en su regazo. Acarició su cabello largo para depositar un suave beso en su brazo y la rubia la miró con el ceño ligeramente fruncido porque sí, Eliza era muy cariñosa desde que la acogió, sintiéndose como en casa en todo momento y que no costó en llamarla madre a los pocos meses, pero ahora estaba muchísimo más mimosa.

A punto de preguntar que le rondaba por la cabeza, la mayor de las Danvers se acercó un poco a ella y susurró mirando como las otras chicas estaban metidas en una conversación sobre Jack y lo imbécil que podría llegar a ser.

—¿Y a ti cómo te va?

Oh, no. Ahora todo tenía sentido. Sabía que no hablaba sobre los estudios o sobre su día a día o sobre cualquier chorrada. Más que nada porque ya lo había hecho hace una hora. Su mirada lo decía todo. Ya habían hablado muchas veces de este tema, donde Eliza le explicaba y le recordaba alguna que otra vez las cosas básicas del amor; el enamoramiento, los gustos, las emociones, las sensaciones y un largo etcétera.

Sobre todo, cuando se enteró lo que pasó con Kenny, intentando ayudar cómo podría manejarlo y dándole algún consejo que otro a pesar de que la rubia siempre rechazaba todas esas ideas por miedo.

No era algo importante, a decir verdad; su madre se lo repetía pocas veces, pero sabía que su hija lo pasaba mal con eso, que era con lo único terrestre que no se había familiarizado o no lo había cogido del todo, pero ahora era un momento clave y más cuando su hija adoptiva miraba con cierta envidia las manos entrelazadas de Sam y Alex.

Aunque Kara había avanzado un poquito sobre el tema, que podía manejar un poco su nerviosismo teniendo un poco de control sobre su fuerza, y a pesar de no saber con certeza el significado del amor y todas esas sensaciones y emociones y que por supuesto tampoco contaría como hizo ese avance, no cambió su respuesta.

—Como siempre.

—Cariño...

—Estoy bien, mamá... —susurró Kara mordiéndose el labio entre que apartaba la mirada y la mayor asintió sin presionarla, sabiendo que no quería hablar del tema.

Vieron como Lena gritaba a la par que se levantaba diciendo que Jack fue un cerdo entre risas, pero que ahora estaba muchísimo mejor de lo que pensaba. Ni siquiera, después de la fiesta, derramó una gota más por él a pesar de haberle visto algunos días; no se lo merecía. Es más, parecía que se había quitado un peso de encima y por alguna razón estaba más contenta de lo normal. Eso también lo envidiaba Kara.

Tanto su mejor amiga como los demás asintieron sabiendo que la pelinegra decía la verdad. Al principio estaban preocupadas porque la rubia contó cómo se la encontró en la biblioteca, pero con el paso de los días demostró de que lo había superado a la perfección, cosa que también sorprendió a todas, pero estaban feliz por ella.

Quizá porque Lena se lo esperaba después de que Jack le daba muchas largas en quedar o se iba a otra parte con "sus amigos" o quizá porque el chico no le había enamorado lo suficiente en menos de un año (que no lo hizo por descuidarla tanto) o quizá porque no había sido una relación tan seria después de todo.

O quizá por otra cosa que todavía estaba por descubrir.

—Oye —Lena le llamó la atención a Kara acercándose a ambas—, ¿podemos hablar un momento?

—Sí, claro —asintió Kara levantándose de su madre después de depositar un suave beso en la cabeza—. ¿Qué pasa? —preguntó momentos después de entrar a su casa, pasando a la cocina.

—He pensado que como Alex y Sam han aclarado sus cosas, por no decir que ahora son novias...

—Suéltalo, Lena —se echó a reír viendo como su amiga se balanceaba de un lado a otro, sabiendo que tenía la expresión en la cara de buscar las palabras adecuadas para no sonar tan ruda, pero Kara sentía curiosidad y le daba igual si soltaba alguna burrada.

—¿Te importaría que me quedase hoy aquí contigo y dejarles a ellas un poco de privacidad? —explicó jugueteando con sus manos y alzó la ceja cuando Kara arrugó la frente—. Que Sam y Alex se queden en mi casa a dormir esta noche —aclaró y la rubia soltó un pequeño 'oh', entendiendo lo que quería decir.

—Sí... Claro... —asintió, pero Lena frunció el ceño al escucharla tan pausadamente, por no decir que al asentir agachó un poco más la cabeza de lo normal.

—¿Qué pasa? —se preocupó cogiéndole el brazo cuando se dio la vuelta—. ¿Estás bien? ¿No te parece buena idea? ¿Crees que es demasiado repentino para todas? —preguntó y preguntó intentando hallar respuesta y Kara sacudió la cabeza—. ¿Tu madre se molestaría si pasase eso? Bueno, aun no se lo he dicho. Si no quieres ni te parece bien...

—No, no. Me parece muy bien, Lena. Es una gran idea —interrumpió calmadamente, pero la pelinegra no se sintió satisfecha—. Si se me hubiese ocurrido a mí también te lo hubiera pedido. Es solo que... —exhaló ladeando la cabeza y luego sacudió la cabeza—. Da igual, esta noche lo hablaremos. No quiero amargarme ni que tengas que escuchar mis penas ahora cuando estamos celebrando prácticamente la unión de estas dos —miró hacia la puerta corredera, viendo a Sam y Alex felizmente hablando con su madre.

—Kara... —susurró su amiga deslizando su mano para agarrar la suya, intuyendo a lo que se refería, pero la rubia se apartó sabiendo que su mejor amiga lo había pillado.

—En serio, no pasa nada. Son tonterías. Prefiero no pensar ahora, así que ¿vamos? —cuestionó rápidamente casi insistiendo con la mirada para que no le preguntase más ni le echara otro sermón y Lena asintió apenada entre que la abrazaba por la cintura.

Kara volvió a exhalar, rodeando a la pelinegra por el cuello, agradeciendo mentalmente que la conociese tan bien y no la agobiase con el tema porque ahora no era el momento y finalmente anduvieron juntas para salir de nuevo al jardín.

.

—Espero que Sam me cambie las sábanas. No quiero dormir donde ellas habrán fo... —murmuró la pelinegra arrastrando las de la cama de Kara.

—¡Lena! —interrumpió la rubia abriendo los ojos de par en par—. ¡No quiero imaginarme a tu hermana y a tu otra mejor amiga, gracias! —chilló incómoda y la azabache se echó a reír entre que se acomodaba en el colchón al igual que lo hacía la rubia.

—Eres adorable —susurró Lena segundos después llamando su atención porque no sabía por qué lo decía, haciendo que Kara al momento, sin que pudiera controlarlo, notase que el calor se extendía por sus mejillas y, por supuesto, Lena se dio cuenta, a pesar de tener una pequeña luz encendida—. Y ahora más... —le señaló el rostro con una sonrisa—. Dios, te voy a sacar una foto de una vez por todas —se dio la vuelta decidida para coger su móvil.

—¡Ni hablar! —se abalanzó sobre ella y comenzaron a forcejear entre risas, quitándose mutuamente el móvil de Lena y haciendo fotos a las paredes.

Esto ya había pasado antes. No era la primera vez que Lena le decía alguna que cosa que otra fuera de contexto ni tampoco que Kara se enrojeciera por la forma tierna de sus comentarios. Es más, Lena lo hacía muchas veces adrede, sabiendo como pillarla desprevenida para que se pusiera así porque le encantaba su rostro sonrojado más de lo normal y muchas veces le había dicho que quería hacerle una foto para tenerlo las veinticuatro horas del día porque su mejor amiga realmente se veía adorable así.

Por supuesto, Kara no la dejó nunca porque lo hacía para meterse con ella, aunque estaba muy lejos de acertar ya que la pelinegra pensaba de otra manera. Además, la rubia siempre le ponía la excusa de que estaba desastrada, aunque la pelinegra insistía que hasta con un pantalón cagado, una camiseta ancha y un moño mal hecho se veía guapa con cualquier pose, haciendo que sus mejillas se sonrojasen más. Como ahora.

Y claro, tampoco era la primera vez que dormían juntas ni que forcejeaban en la cama, ya sea por lo que sea. Incluso algunas veces tenían que parar porque Kara a veces no controlaba bien su fuerza, pero la pelinegra mentía diciendo que se rendía al final de todo, solo para que no se sintiera tan culpable; fue a raíz de todo eso cuando quería ayudarla.

Parecía hasta tradición. Pero esta noche iba a ser diferente.

Kara se puso encima de su espalda, agarrando el brazo que sujetaba el móvil y amenazando de que tenía ventaja, que se rindiera. La pequeña Luthor también había heredado la cabezonería de sus padres adoptivos, diciendo que ni en sus sueños entre risas, pero tenía que parar porque, entre tantos jadeos y sumando a la fuerza de Kara que la aplastaba, sentía que le faltaba el aire.

—Oye, Kara —interrumpió el forcejeo rodando sobre su costado, quitándose a la rubia de encima sin esfuerzo cuando Lena cedió—. Imagina que tu hermana y Sam están haciendo esto despreocupadamente en mi cama, pero sin móvil y... sin ropa.

—¡Lena! —chilló al escuchar su risa, viendo como finalmente le hacía la foto.

Pero esta vez Kara se tomó el comentario una molestia. No por el hecho de imaginarse asquerosamente a su hermana y a Sam feliz haciendo lo que sea que hagan; eso era lo de menos. Es más, se alegraba un montón y más cuando así tenía a Lena a su lado, feliz por su compañía.

Pero lo envidiaba; todo el día de hoy se le hizo pesado. Por su madre, por la pareja y porque Lena, aunque lo hiciese sin querer, le recordaba aquellas cosas que no iba a experimentar hasta que surgiera el momento, sintiendo de que nunca llegaría ese momento. Por no decir que deseaba de verdad quedarse en Midvale para no quedar con James y no pensar en que tendría una desastrosa cita. Y eso era otra, que la pobre tampoco sabía cómo actuar en una cita; agobiándose más.

Además, sabía que la pelinegra mentía de manera piadosa para que no se lo tomase a mal o no pensara mucho en ello; se daba cuenta de que después de cada forcejeo le hacía daño o se cansaba rápido por los latidos de su corazón, su respiración y las pequeñas quejas y gruñidos que captaba con su oído al murmurarlos demasiado bajos.

—¿Kara? —preguntó Lena sacándola de sus pensamientos, haciéndole otra foto donde no requirió mucho esfuerzo—. ¿Estás bien?

—Sí... —exhaló para tumbarse y rodó los ojos cuando Lena la miró con la ceja alzada. Claro que no estaba bien si lo primero que hizo fue borrar las risas y meterse bajo las sábanas.

—¿Qué ocurre contigo? —dejó el móvil en la mesita de noche, apagando la luz en el proceso y se giró para acomodarse a su lado—. Hey... —susurró al escucharla suspirar.

La verdad, aunque supiera lo que pasaba por su cabeza por estos días que han pasado desde la fiesta y exámenes, también se le encogía el corazón porque no era la primera vez que la veía así en la cama después de hacer estas tonterías. Es decir, pensándolo bien, se había callado mucho tiempo. Muchísimo tiempo atrás antes de saber lo que pasó con Kenny.

—Lo mismo de siempre, Lena —se encogió de hombros, mirando el techo con un rostro neutro y la pelinegra se acercó para abrazarla.

Luego se calló, acomodando a su mejor amiga a su lado. Ya se sentía un poco más libre de hablar con ella después de todo, pero incluso así se sentía pesada y no quería que Lena se convirtiera en una especie de psicóloga para su desahogo.

Sin embargo, la pelinegra insistió después de un largo silencio, diciendo nuevamente que estaba ahí, que era todo oídos y que podía confiar totalmente en ella para lo que sea; lo que le dijo también en la fiesta y más cuando tuvieron aquella conversación en la cocina.

—Si no puedo controlarme sin pensarlo con mi mejor amiga haciendo el tonto, ¿cómo quieres que lo haga cuando tenga la cita con James? —soltó al fin en un murmullo, tapándose el rostro con el brazo.

Eso llamó la atención a la azabache, levantándose de su hombro y apoyándose en su pecho para mirarla entre la oscuridad y Kara le explicó brevemente al notar su rostro atónito; que sabía que a veces se pasaba no teniendo en cuenta su fuerza, aunque tampoco la culpó porque sabía que no quería preocuparla. Pero este tema ya lo manejaba tanto a la perfección que no se le escapaba ni una y se sinceró que sabía que ella fingía.

Lena exhaló cuando nuevamente tocaron el tema sobre las relaciones y le apenaba porque pensó que había dejado claro de que ella era capaz de hacer eso y más. Pero ahora entendió un poco más cuando la rubia profundizó el tema: que no era solo por los besos que todavía le costaba imaginarse hacerlo bien, sino porque tampoco sabía cómo manejarse en una cita y mucho menos en ir más allá.

—Hum...

—¿Qué? —exhaló Kara para luego reírse con sorna—. ¿A qué es tema de burla? —esa pregunta hizo que la pelinegra se enfadara. Ya había aclarado de que era todo lo contrario y, si siendo una sumisa con ella no le atendía, pensó en ser agresiva.

—Kara, no es así —regañó golpeando su hombro y ésta rodó los ojos—. ¿Qué piensas hacer? —elevó un poco la voz llamando su atención—. ¿Rendirte y ya está? ¿Pasar todos los días pensando en que siempre lo vas a estropear y huir en vez de intentarlo? ¿Rezar a tu Rao que de verdad no vuelvas a la universidad o que James cambie de opinión?

—Lo segundo estaría mejor... —se burló su mejor amiga, pero en cuanto observó a Lena, borró su sonrisa porque sentía cómo la estaba fulminando con la mirada.

—Kara, si no va a ser con James, va a ser con otro.

—¿Y qué quieres que haga, Lena? —interrumpió cansada, volviendo a mirar el techo—. ¿Crear una máquina para borrar la memoria cada vez que salga algo mal después de contar algo que no puedo? Por Rao, ni siquiera sé cómo comportarme en una cita —vaciló sacudiendo la cabeza y Lena frunció el ceño. ¿No sabía nada de nada? ¿A pesar de escucharlo o verlo con sus propios ojos? Se mordió el labio y sacudió la cabeza sin pensar en nada más: solo en hacerle sentir mejor.

—Pero aquí estoy yo, Kara —esta vez la rubia frenó y alzó la ceja a su dirección—. Mi ayuda no terminó en aquella fiesta. Todavía te sigo ofreciendo mi apoyo para que puedas controlarte. Hasta que salga bien —enfatizó lo último para que se diera cuenta, haciendo que su mejor amiga respirara hondo y apartase la mirada—. Y si te preocupa las citas, también puedo enseñarte eso —añadió sin rodeos y sin pensarlo dos veces.

—¿En serio? ¿Harías eso por mí? —cuestionó irguiéndose un poco sin sonar un poco sorprendida porque Lena ya había repetido cien mil veces de que ella estaba ahí para todo, siendo una amiga de verdad y tampoco iba a preguntarse si estaría bien o mal cuando ya lo hablaron.

—Claro que sí —susurró contenta al notarla receptiva y Kara se mordió el labio, más animada. Se acomodó nuevamente y la pelinegra la abrazó.

Se quedaron en silencio durante un rato entre caricias, sin poder pegar ojo a pesar de ser tan tarde, pensativas. Lena intentó no hacerlo, pero no podía evitarlo más. Antes no lo discutía en su cabeza porque nunca tuvo tiempo o motivos para hacerlo, pero reflexionó y se preguntó por qué se tomaba tantas molestias. Es decir, claro que ayudaría a Kara por lo que sea para que se sintiera mejor. Ayudaría a Kara hasta el fin del mundo y, además, no le desagradaba ni un poquito, pero...

¿Llegar a este extremo? ¿Lo habría hecho si también le hubiese sucedido a Sam? Eso era lo que combatía en su interior. Había un montón de dudas tapando su pecho, recorriendo cada extremidad de su cuerpo, no sabiendo que significaba, aunque tampoco le iba a dar demasiadas vueltas, razonando en que seguro que la rubia también lo hubiese hecho por ella; Kara había hecho muchísimo por ella en realidad, aunque fuese solo existir o incluso sonreír a lo lejos.

Le había perseguido cual acosadora por el instituto, asomando su cabeza en cada taquilla para convertirse en amigas. Le había dado cobijo después de haberle tratado indiferente, después de defenderla sin nada a cambio y al final había hecho que se quisiera a sí misma, a pesar de que odiaba su apellido. Ella tenía mucho que agradecerle; si Kara le pidiera su vida se la daría sin dudarlo.

Kara, en cambio, no paró de pensar en su oferta. Había pasado un día de altibajos, por no decir que estuvo toda la semana así, pero más por su nueva cuñada y su hermana feliz, por no decir que su madre le había recordado su desastrosa vida amorosa.

Rememoró en su mente la fiesta, en concreto los besos con Lena. Volvió a sentir ese hormigueo tonto en los labios y la verdad, tenía un poco de razón por no decir que le apetecía mucho. No los besos (no solo eso), sino practicar lo más antes posible antes de la cita.

—¿Incluso ahora a pesar de no tener alcohol? —preguntó tímidamente rompiendo el silencio y Lena alzó las cejas porque tampoco se esperaba que fuese tan pronto—. Quiero decir, es que pensé en mi hermana y Sam todo el día. James está a la vuelta de la esquina... Y, por supuesto, si estás de acuerdo y... —titubeó un poco nerviosa al no saber que significaba los movimientos de su mejor amiga y más cuando quitó el brazo.

—Sí. Incluso ahora —interrumpió la pelinegra despreocupadamente en un susurro, poniendo la mano nuevamente sobre su vientre. Kara exhaló aliviada y se irguió al igual que se giraba un poco—. Es más, tienes permiso para hacerlo cuando te plazca, ¿de acuerdo? Sin preguntar, cuando prefieras —musitó acercándose a ella y la rubia asintió con la cabeza—. ¿Todavía tengo que cerrar los ojos? —preguntó entre risas y Kara rio con ella sabiendo que estaban a oscuras.

Aunque Kara no respondió, sino que directamente acarició su rostro, pasando el pulgar sobre sus labios para indicar que iba a besarla. Lena incluso se sorprendió de eso, intentando calmar su corazón tonto cuando esto ya lo habían hecho antes. Kara ya sabía qué hacer para calmarse y finalmente unió sus labios con los suyos. Una y otra vez sin reparo.

—¿Puedo...?

—No preguntes. Haz lo que quieras... Haz lo que sientas —musitó Lena en sus labios entrando en sus pensamientos y le devolvió otro beso.

Los besos se convirtieron en más besos con vehemencia, moviendo sus labios a la perfección; ya sabían cómo hacerlo. Kara se sintió un poco nerviosa cuando repasó tímidamente su lengua por sus labios un par de veces sin saber cómo hacerlo, pero Lena lo captó enseguida y abrió más la boca para concederle permiso y la rubia al final lo controló perfectamente sin cometer ningún incidente.

Los besos tímidos se volvieron un poco más apasionados y húmedos cuando sus lenguas entraron en juego. Sintieron que el corazón se les iba a salir del pecho cuando se acercaron más y más sin poder evitarlo donde Kara sujetaba su rostro y su otra mano estaba por debajo de su cuerpo para apretar su espalda, acercándola con ansias que casi ponía a Lena encima suya entre que la pelinegra agarraba fuertemente su camiseta mientras jugueteaba con su lengua.

La respiración pasó a ser una agitada y Kara se sintió... espléndida. Le hacía sentir muy bien y le hacía olvidar de todo, incluso se sentía feliz porque claramente había cumplido su objetivo gracias a Lena. Ni siquiera fueron conscientes de los pequeños gemidos que envolvían en sus bocas; estaban concentradas en dar y recibir el beso.

Pero la rubia decidió parar porque sentía que se iban ahogar en el acto y no quería que Lena se esforzase tanto. Hincó sus dientes en sus labios de la emoción, intentando no ser tan brusca, pero se calmó cuando Lena acarició con sus dedos finos su vientre por encima de la tela y arrastró su labio inferior para finalizar el beso.

—Gracias —susurró antes de acomodarla a su lado.

—Siempre —musitó apenas inaudible, aunque sabiendo que ella lo escucharía, abrazando su tronco. Antes de apoyarse o de que Kara volviera a hablar, le sorprendió dándole un casto beso—. También tendrás que manejar los de buenas noches —explicó brevemente sin saber muy bien por qué lo hizo, pero razonando su respuesta, y la rubia comprendió, sintiéndose nuevamente feliz porque aquel beso inesperado que no hizo que cometiese ningún error.

—Buenas noches, Lena —susurró Kara más feliz cuando recordó que en realidad lo había manejado a la perfección, esta vez sin infligir ningún daño a su mejor amiga.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro