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Capítulo 4

—¿De qué te ríes? —preguntó la pelinegra intentando mostrarse serena haciendo que la rubia se irguiese de nuevo sin parar de sonreír.

—Estás muy borracha, Lena.

—Te lo estoy diciendo en serio, Kara —nada más soltar eso, la rubia cambió sus facciones de su rostro, mostrándose sorprendida cuando Lena la miró ofendida—. Solo pensé que así te daría un empujón para que no sintieras temor la próxima vez que estuvieras a solas con un chico y que así pudieras experimentar con tranquilidad esas... —hizo una mueca para no sonar tan brusca— cosas que hacemos... sin pensar en si acabará bien o mal, que pudieras finalmente disfrutar de ello. Ya sabes, que pudieras practicar y controlar un poco tus nervios... conmigo —puntualizó retirando todo el aire de sus pulmones y vio la preocupación en los ojos de Kara.

—Pero... pero...

—Soy la única persona que conoce tu secreto a parte de tu familia —prosiguió explicando a pesar de sus balbuceos y la rubia apartó los ojos mirando la puerta cerrada—. Además, soy tu mejor amiga. Te conozco de hace mucho y eso ayuda porque no te voy a juzgar si algo sale mal, estando ahí hasta que salga bien. Por supuesto, no saldrá de aquí si eso te inquieta porque no soy así —exhaló tranquilamente mirando el perfil de la rubia—. En resumen: no me importaría ayudarte de este modo después de todo lo que has hecho por mí. Por no decir que también soy libre para hacerlo, ¿no? —bromeó soltando aquella frase para liberar un poco de tensión, aunque hizo una mueca cuando Kara ladeó la cabeza de un lado a otro, dubitativa.

—No sé, Lena... ¿No sería raro? —preguntó esta vez mirándola y Lena alzó la ceja, preguntando no verbalmente a que se refería—. Tú misma lo has dicho: somos amigas. No quiero que cambie algo entre nosotras. Me moriría si eso sucediera.

—No es nada raro y no va a cambiar nada —aseguró cogiendo su mano y estrechándola fuertemente—. Por eso te lo estoy proponiendo. Por supuesto, no te estoy obligando; eres libre en decir que no. Solo quería...

—¿Cómo estás tan segura de que no va a cambiar nada ni que será raro? —preguntó curiosa deteniendo sus palabras y Lena ladeó la cabeza de un lado a otro, comprendiendo.

—Bueno, para empezar, soy heterosexual y tú también lo eres —se echó a reír tontamente haciendo que Kara asintiera—. Lo segundo, creo que ya hemos pasado por algo importante —la miró a los ojos y Kara suspiró sabiendo que se refería a la pelea que tuvieron—, que comparado con esto me parece una tontería. Además, nos entendemos perfectamente. Si hay incomodidad, si algo está mal o no crees que esté funcionando, solo pararemos y haremos como si no hubiera pasado nada. Nos olvidaremos y nos ponemos a otra cosa —aseguró firmemente y Kara asintió lentamente, dándole la razón—. Tenemos al alcohol para disfrazarlo un poco ya que tu hermana ahora puede conseguírtelo cuando quieras, ¿no? —bromeó con una sonrisa haciendo que Kara dejara de tensarse y se alivió al sentirla más calmada—. Solo es un beso y, por supuesto, solo si tú quieres —finalizó tranquilamente agarrando más su mano y Kara apretó los labios agachando la cabeza, pensando unos minutos en la propuesta de su amiga.

No era una mala idea y, a decir verdad, era una idea tentadora. Era consentido; algo planeado y algo mutuo. Tenía mucha razón, al fin y al cabo: ellas se conocían de hace años, Lena conocía su secreto y podían manejarlo. Si salía bien, se despreocuparía un poco, consiguiendo su objetivo, y si salía mal, sabía que no la regañaría ni diría nada parecido y tampoco tendría que preocuparse para decirle que no era el momento e intentarlo en otra ocasión, confiando en que irían a otra cosa.

No sería algo para pensar en que fuese humillante y sabía que esto no saldría de aquí ni diría nada, simplemente queriendo ayudar. Finalmente, después de tantas vueltas, se dirigió a Lena que tenía la cabeza agachada.

—¿Ahora? —preguntó casi en un susurro rompiendo el silencio y Lena la miró.

—Cuando tú quieras en realidad. Podemos quedar otro día las dos, beber como hemos hecho en esta fiesta y...

—No. Me refiero si te parece bien ahora —destacó haciendo que Lena abriese la boca soltando un 'oh' apenas inaudible—. Si te parece bien —repitió con una mueca sin saber cómo tomarse su respuesta, agarrando firmemente su mano sin apretar—. Estamos a solas, has dicho lo de al alcohol y ahora estamos un poco...

—Sí, sí, por supuesto. Tienes razón —interrumpió Lena más serena, quitándose estos estúpidos nervios e intentando que su corazón no latiera por encima de lo normal. Ni siquiera supo por qué se sentía así cuando era ella misma propuso este acuerdo, queriendo ayudar a su mejor amiga.

—Hum... —apartó su mano para girarse, aunque más bien para juguetear con su propia ropa, poniendo la rodilla sobre la cama y la enfrentó—. Entonces, ¿cómo...? —se mordió los labios un poco avergonzada, intentando no parecer idiota y le alivió de que fuera con su mejor amiga porque tenía razón; ella no iba a juzgarla cuando ésta le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Lena luego suspiró, intentando controlar la situación porque sabía que la rubia no sabía por dónde cogerlo.

—Oh, sí... Erm... Solo acércate y hazlo cuando estés lista. No hay prisa, ¿vale?

—¿Qué pasa si...?

—No pienses en eso —interrumpió sosegadamente dedicándole otra sonrisa—. Recuerda... No te voy a juzgar ni te voy a reñir si algo sale mal. Estaré aquí hasta que salga bien, ¿de acuerdo?

—Vale —exhaló calmando sus nervios y tragó saliva al mirar a Lena—. ¿Puedes... cerrar los ojos? —pidió tímidamente y Lena asintió mentalmente, bajando los párpados al momento—. Está bien, voy a hacerlo... —susurró levantando las manos para coger su rostro, pero se detuvo a medio camino cuando Lena se echó a reír—. ¿Qué? ¿He dicho algo malo? —preguntó arrugando la frente entre que bajaba los brazos y la pelinegra sacudió la cabeza, permaneciendo con los ojos cerrados.

—Nada, simplemente me parece gracioso que lo augures —abrió un ojo y rio más cuando vio el puchero de la rubia.

—Oye —se quejó Kara cruzándose de brazos y echándose hacia atrás con falsa indignación—. Solo quería...

—No tienes que anunciarlo cuando lo hagas —detuvo sus palabras sabiendo lo que iba a decir—. Simplemente hazlo como algo natural —enfatizó despreocupadamente y cerró nuevamente los ojos cuando Kara finalmente asintió con la cabeza, dándole la razón.

Exhaló de nuevo mirando a Lena y al fin se decidió, viendo como su mejor amiga estaba esperando sin meter ninguna prisa a pesar de estar tardando un poco. Apretó los puños, deslizando sus nudillos por sus vaqueros para calmarse y luego alzó los brazos para abrir sus manos y coger el rostro de su mejor amiga lo más suavemente posible.

Intentó no pensar en nada, aunque decir eso era fácil. Lo difícil era hacerlo. Se fue acercando lentamente, notando la respiración de Lena. Hormigueos. Calor. Tensión. Alcohol. Fiesta. Ambas en la habitación. Un simple impacto. Labios con labios. Latidos lentos. Latidos rápidos cuando más se iba acercando. Cosas simples. Cosas naturales.

Pero luego vino lo peor cuando estaba a milímetros de Lena. Kenny. James. Desliz. Miedo. Descontrol. Poderes. Humillación. Dolor. Decepción. Y, por último, golpe. Porque Kara, de lo nerviosa que estaba, de pensar tanto en lo malo, había chocado su frente con la suya de manera brusca y abrió los ojos de par en par cuando la pelinegra jadeó hacia atrás adolorida.

—Joder, lo siento —Kara casi chilló viendo como la pelinegra se tapaba el rostro, sobándose la frente y soltando algunos quejidos—. Lo siento mucho, Lena —repitió nerviosa, casi a punto de llorar, sintiendo como el alcohol causaba ese efecto en ella.

—Está bien, Kara —suspiró dejando de tocarse la frente y luego miró a su mejor amiga—. En serio, está bien. No pasa nada.

—Esto no va a funcionar. Soy un desastre —se levantó de la cama intentando huir, pero la pelinegra le cogió del brazo.

—Eh, eh —deslizó su mano hacia abajo para coger la suya, apretando e intentando tranquilizarla y tiró suavemente de ella, indicando con la mirada que se sentase de nuevo, cosa que hizo al momento—. Está bien, te lo prometo —susurró con cautela para calmar su cuerpo agarrotado—. No pasa nada, ¿vale? Sé lo que estás pensando, pero recuerda que estás tratando con tu mejor amiga. Por lo menos no me has partido la nariz... Así que es un paso, ¿no? —intentó bromear soltando una pequeña risa, pero se calló cuando Kara sacudió la cabeza.

—Eso no me alivia, Lena. Al fin y al cabo, lo he estropeado como siempre hago... Te he hecho daño... —la miró otra vez con ojos de cachorro para luego agachar la cabeza, arrepentida y avergonzada.

—Kara, no pienses que has hecho nada malo, ¿vale? No te estoy juzgando y ni siquiera he pensado que lo has hecho adrede porque te conozco tanto que sé que te estás comiendo la cabeza con eso —entrelazó su mano con la suya y con la otra acarició su cabello, apartando los mechones—. Sé que estás nerviosa, pero para eso estoy aquí, para que aprendas a controlarte. Hasta que salga bien —finalizó tranquilamente, recordando sus palabras con una pequeña sonrisa cuando la rubia volvió a mirarla.

Se quedaron en silencio por un momento donde Lena puso un poco de distancia para no atosigarla, aunque las manos permanecieron entrelazadas para demostrar que estaba ahí. Luego la pelinegra le dio un pequeño codazo en el costado para que dejara fluir esta tensión o incomodidad tonta porque era lo último que quería; veía que Kara estaba en su mundo y quería mostrar que no pasaba nada. Realmente quiso arreglarlo, dándole otras salidas.

—Si quieres intentarlo de nuevo, estaré aquí, pero si quieres dejarlo porque te estás agobiando, no pasa nada. Podemos levantarnos, salir e ir a bailar, olvidarnos un poco de esto. O si piensas que es un error, que no quieres seguir con esto porque es una mala idea y...

—No —interrumpió Kara sacudiendo la cabeza y exhaló—. Tienes razón. Siempre estoy pensando en todo lo malo cuando tú me dices que no pasa nada e intentas hacer todo lo posible para que no me martirice tanto... Así que —titubeó un poco, ladeando la cabeza con una mueca y Lena alzó las cejas, instando a que continuase—, ¿puedo... intentarlo de nuevo?

—Claro que sí, tonta —sonrió con total complicidad y Kara al final le devolvió una sonrisa pequeña—. Pero... —acarició rápidamente el dorso de su mano al soltar eso, calmando a su mejor amiga cuando cambió sus facciones de la cara a uno preocupado—, no pienses que va a salir mal. Piensa en algo que te transmita paz, en algo que te calme, en algo que te haga sentir tranquilidad, ¿de acuerdo?

Kara asintió con la cabeza tomando su consejo y dándole las gracias con la mirada. Apartó su mano y la rubia le indicó a la pelinegra que cerrara los ojos de nuevo, cosa que hizo enseguida. Esta vez le susurró que tardaría un poco más para así poder controlar sus impulsos y no cometer ningún error de nuevo a lo que su mejor amiga contestó en un murmullo que se tomase el tiempo que necesitase.

Realmente estaba muy agradecida por todo lo que estaba haciendo la pelinegra por ella. Seguramente otros se hubieran reído y burlado o quizá otros la hubiesen regañado y culpado. Por no decir que sentiría pánico después porque no sabría cómo explicar de dónde vendría esa tremenda fuerza. Pero con Lena no. Ella estaba ahí cumpliendo cada palabra que dijo y se sintió afortunada de tenerla, de que fuese una amiga de verdad a pesar de todo.

La rubia esta vez guardó sus manos, agarrando su propia camiseta para calmar su cuerpo nervioso y tragó saliva al mirar a la pelinegra. Entonces recordó sus palabras; pensar en cosas buenas para mantener la mente despejada. Se acercó un poco, todavía insegura, mirando a Lena que tenía un rostro sereno con los ojos cerrados.

La miró detenidamente en realidad. ¿Algo que le transmitía paz? Eso pasaba solo con ver sus facciones. Esa piel pálida, bien cuidada y suave con poco maquillaje. No hacía falta ni pintarse los labios para aumentar su sensualidad.

Kara opinaba que era bonita. Qué decir de bonita. Ella era preciosa ponga lo que se ponga: con un vestido veraniego, con una chaqueta de cuero como ahora, con su sudadera de la universidad, con unos simples jeans o incluso en pijama con el pelo suelto o recogido y desastrado. Era preciosa esté como esté: riendo por algún chiste suyo, llorando por una película triste, sonriendo de todas las maneras, incluso gritando o enfureciéndose por cualquier estupidez.

Ella era paz para toda la guerra que estaba sintiendo por dentro.

Su corazón bombeaba rápido mientras se iba acercando, pero era un latido diferente. Era algo contradictorio porque era una mezcla de nervios y sosiego. No lo pensaba mucho porque era la misma Lena quien le transmitía esa calma con los párpados bajados y ella instintivamente cerró los ojos también.

Y esa tranquilidad... era ella. Antes, durante y después. Siempre había tranquilidad con Lena. Ya sea con sus palabras y su voz melosa, sus gestos suaves o toques delicados. Ahora no la veía por tener los ojos cerrados, pero seguía observándola porque tenía su imagen de su rostro sereno en la cabeza.

Pensó en todo lo que le dijo, pensó en cómo la había tratado y sintió su respiración pesada encima de sus labios al igual que aprovechaba para oler el perfume de su mejor amiga que tanto le gustaba. De esa manera sintió como su cuerpo dejaba de estar tenso, como cada extremidad de su cuerpo se relajaba y fluía como si estuviera volando, acariciando las nubes con sus propias manos y lo sintió aún más cuando finalmente unió sus labios con los suyos.

Era un beso casto, como si hubiera sido una pequeña caricia. Se separó lentamente, sintiendo como sus labios todavía hormigueaban, sintiendo esa sensación agradable y Lena abrió los ojos segundos después que ella. Inspiró con fuerza, cogiendo aire de nuevo de tanto suspense al igual que lo hacía la pelinegra y espiraron tranquilamente. Era un simple beso, uno diminuto y sin importancia. Nada especial en realidad de lo corto que había sido.

—¿Qué tal? —preguntó Lena en un susurro segundos después y Kara sonrió.

—Bien —contestó alegremente y se mordió el labio, todavía con esta sensación agradable—. No te he roto la nariz ni te he vuelto a golpear la frente, así que estoy feliz por haber progresado —soltó una pequeña risa haciendo que la pelinegra sonriese ampliamente—. Gracias, Lena.

—¿Para qué están las amigas? —le dio un codazo haciendo que Kara asintiese felizmente. Segundos después Lena sonrió y prosiguió—. Bueno, al menos cuando estés con James o con otro chico que te interese, ya podrás profundizar.

—¿A qué te refieres con profundizar? —borró su sonrisa de inmediato para fruncir profundamente el ceño y Lena ladeó la cabeza con una sonrisa sin comprender por qué había cambiado las facciones de su rostro, por no decir que no entendía a qué venía esa pregunta si era obvio.

—Bueno, ya sabes, después de un beso vienen otros más, y después de esos más vienen alguna mordida o lengua; también besos en conjunto por el cuello, el lóbulo de la oreja y después... ¿Kara? —detuvo su explicación al ver como su mejor amiga abría los ojos más y más con cada palabra que soltaba—. ¿Por qué estás tan sorprendida?

—¡Porque obviamente es diferente! —chilló dejando caer el cuerpo encima de la cama derrotada y Lena achinó los ojos, intentando comprenderla.

—¿El qué es diferente? —preguntó inocentemente, intentando captar sus pensamientos.

—Hablo de los besos, Lena. He conseguido manejar uno pequeño contigo. Imagínate a lo grande con otra persona. Solo con pensarlo siento que mi fuerza se va a mi cabeza y a mis manos —explicó alicaída entre que rodaba sobre la cama para ponerse de lado, dedicándole una mirada triste a su mejor amiga.

Claro. Ahora tenía sentido y entendía a la perfección a lo que se refería su mejor amiga. Lena no había pensado en eso. Es decir, sí que lo había hecho, pero pensó que un pequeño beso le haría ver que era suficiente para que supiera que podía controlar sus nervios y que así pudiera manejarlo con cualquiera cuando fuese a más.

Se tumbó a su lado y vio sus ojos cerrados, nuevamente con esas facciones de niña perdida como al principio. Ella apretó los labios y pensó en qué hacer. Es decir, ella seguiría ofreciéndose porque realmente no le importaba ni le resultaba desagradable. Incluso le pareció tierno. Aun cuando le pegó el cabezazo le siguió pareciendo tierno al disculparse rápidamente con ese puchero. Seguro que eso a Lena le hubiera pasado con otra persona y habría explotado en el acto, pero con Kara era diferente, por no decir que la estaba ayudando.

Aunque estuvieran un poco bebidas y fuese una especie de pacto, no quería incomodarla ni quería que su mejor amiga se pasara todo el santo día pensando si estaba bien o mal, si habían llegado demasiado lejos o no, no queriendo estropear nada hasta que la rubia decidiera.

—Lena... —Kara interrumpió sus pensamientos y la pelinegra rodó sobre su costado sobre la cama para mirarla y atender. Alzó la ceja cuando su mejor amiga se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior—. He estado pensando y...

—Suéltalo, Kara —se echó a reír impaciente, viendo cómo se movía sobre la cama como si estuviera luchando con sus palabras.

—¿Te importaría que practicase eso contigo? —preguntó cogiendo aire fuertemente por la nariz entre que apretaba los labios al ver las cejas alzadas—. ¡Solo si te parece bien y, por supuesto, si tú quieres! —se apresuró en decir al ver cómo su mejor amiga se erguía sobre un codo para fruncir el ceño—. Solo pensé que me habías ayudado con esto y que no te importaría seguir si a ti... —titubeó con una mueca y Lena contestó con un 'oh' apenas inaudible, entendiendo. La rubia sintió un poco de pánico por si había llegado demasiado lejos cuando hubo silencio y rápidamente sacudió la cabeza arrepentida—. Mejor olvida lo que te he dicho. No quería sonar rara ni incomodarte ni...

—Está bien, Kara —calmó deteniendo sus palabras y se tumbó boca arriba, sintiendo como el alcohol llegaba a la cabeza al escuchar su propuesta—. Puedes hacerlo.

—¿En serio? ¿No te parece...? —Kara se irguió un poco, preguntando.

—Está bien —repitió en un susurro deteniendo sus palabras, dedicándole una sonrisa tranquilizadora y la rubia exhaló aliviada.

—Entonces... —murmuró rompiendo el silencio y la pelinegra la observó.

—Cuando quieras —interrumpió Lena sabiendo lo que iba a decir y la rubia asintió tragando saliva.

Cerró los ojos de nuevo antes de que su mejor amiga se lo pidiese porque ya sabía el protocolo a seguir. Kara había estado luchando una y otra vez con esto nada más pensar en lo que le había explicado la pelinegra sobre los besos y se sintió afortunada de que Lena le dijera que sí sin soltar ningún comentario más.

Se acercó con cautela, arrastrándose y poniéndose casi encima de ella, pensando nuevamente en lo mismo al mirar el rostro sereno de Lena con los ojos cerrados. Bromeó un poco también diciendo que iba a besar a la bella durmiente al estar tumbada para que no fuese incómodo esta situación a pesar de que Lena hubiera asentido para hacerlo, para que Kara hiciera comprender a su mejor amiga que solo estaba cogiendo su ayuda sin aprovecharse de la situación ni que se pusieran las cosas raras y sintió alivio cuando Lena asintió con la cabeza al igual que soltaba una pequeña risa haciéndole cosquillas en la comisura de su boca.

Con manos temblorosas, acarició su piel pálida y suave, arrastrando los mechones detrás de su oreja, y cerró los ojos, imaginándose a Lena y sintiendo cada tacto. Finalmente unió los labios con los suyos de manera delicada y se separó lentamente al igual que hizo antes para ver que todo estaba todo bien.

Entonces Kara comprendió que debía proseguir con lo que estaba haciendo cuando Lena permaneció con los ojos cerrados y su boca ligeramente abierta y volvió a besar sus labios una y otra vez con lentitud, disfrutándolo y haciéndolo de manera... natural, sintiendo como sus poderes abandonaban su cuerpo.

Pequeños besos tontos que Lena recibía sin quejas cuando Kara lo estaba manejando muy bien; cuando lo hacía realmente muy bien. Nunca pensó que sus labios fuesen tan blanditos y suaves siendo una chica de piel impenetrable.

—¿Puedo morderte el labio? —musitó Kara cerca de su boca sin parar de darle besos y Lena susurró un sí, dándole luz verde para hacerlo.

Siguió besándola como si lo hubiera hecho siempre, de manera cómoda y familiar, y esta vez abrió un poco más la boca al igual que lo hacía Lena para que pudiera capturar su labio, pero Kara, de la emoción y de no pensar en poder controlarlo, hincó sus dientes con más fuerza de lo normal.

Inmediatamente Lena le hizo la cobra, moviéndose hacia un lado en un jadeo doloroso y poniendo las manos en su pecho para que frenase y Kara se echó hacia atrás, abriendo los ojos de par en par cuando miró los labios de su mejor amiga.

—Joder, Lena, lo siento —alzó las manos hacia la cabeza de la pelinegra, pero no la sujetó porque sentía que se estaba poniendo nerviosa y no quería rematar la faena.

—Está bien, Kara —susurró su mejor amiga tranquilamente, lamiendo sus labios en el proceso al igual que se los tocaba con las yemas de sus dedos.

—No, no lo está. Te he hecho sangre, te he vuelto hacer daño... Más daño —la miró con ojos de cachorro mientras se alejaba de ella asustada y Lena inmediatamente se levantó con ella porque sabía que iba a huir como hacía con todo.

—Hey, Kara —llamó, pero no le hizo caso, viendo cómo se dirigía a la puerta—. Kara, por favor, no ha sido nada —esta vez se puso enfrente y puso las manos en sus hombros para detenerla—. Kara, está bien. Ya te dije que estaría aquí para...

—No, no lo está Lena —interrumpió con ojos de cachorro haciendo que Lena la mirase apenada—. Gracias, pero está claro de que soy una inútil y que no sirvo para esto. No sirvo para besar ni para ir más allá. Así nunca...

El corazón impulsó a Lena a cerrar los escasos centímetros de distancia y besar sus labios para acallarla. Lo hizo con el cuerpo tenso y agarrotado, pero por el simple hecho de que se había preparado por si recibía algún golpe inoportuno que su mejor amiga no pudiese controlar por hacer esto inesperadamente.

Lo hizo también para viese que todo bien, que lo estaba manejando perfectamente como para echarse atrás por un par de errores tontos, que no se diese por vencida y demostrando de que iba en serio todo lo que decía, que lo estaba consiguiendo y que no tenía razón; ella no era inútil cuando, sinceramente, sus besos la mandaban a otro mundo.

Y lo logró cuando Kara recibió su beso tras otro al momento a pesar de la mezcla de alcohol y poca sangre, abriendo sus labios con un ritmo perfecto entre que agarraba su camiseta por los hombros como ella agarraba el borde su chaqueta de cuero. Kara capturó su labio, esta vez suavemente y arrastró los dientes hasta cortar el beso.

—¿Ves? —susurró Lena en sus labios, separándose lentamente—. Está todo bien —acarició la tela de su camiseta y miró sus ojos, pero frunció el ceño al verle con un rostro indescifrable. Sintió un poco de miedo por si había cometido un error, por si había sobrepasado los límites—. ¿Kara?

—Alguien viene.

Inmediatamente apartó suavemente a Lena para ponerla a su lado y agarró la manija para abrir la puerta. Justo en ese momento estaba su hermana intentando abrir y Kara abrió los ojos de par en par nada más observar sus vaqueros.

—Tenemos que irnos. Sam está... —comenzó Alex con una mueca mirando a la pelinegra y esta volteó los ojos con una sonrisa.

—Muy borracha que te ha vomitado en los pantalones —continuó Lena echándose a reír después como también lo hacia la rubia a pesar de los quejidos de la pelirroja—. Mi pregunta es, ¿qué ha pasado para que su vómito terminase...?

—¿Nos vamos? —interrumpió Alex y Kara asintió al ver su rostro, aunque la pelinegra todavía sentía esa curiosidad. Se marcharon sin mirar atrás, como si nada hubiera pasado. 

Pero después de esto todo cambió.


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