Capítulo 2
Kara estaba andando entre algodones de azúcar con Alex, Maggie (su novia oficial después de tantas citas), Winn (compañero de clase) y Nia (compañera y su otra mejor amiga) Brainy (novio de Nia), Sam (compañera de la pelinegra y su otra mejor amiga) y Lena, disfrutando todos juntos de la feria de verano de Midvale.
La rubia no paraba de señalar cada puesto de juegos donde Alex y Maggie rodaron los ojos con ímpetu al verla tan infantil. Los años avanzaban y ella seguía comportándose como un cachorro. Sus otros amigos no paraban de reír, pero Lena le agarró del brazo para ir de todos modos, ignorando los quejidos de los demás.
Entre risas, Lena finalmente se sorprendió cuando Kara acertó en darle a los globos con los dardos sin titubear un poquito. Se sorprendió aún más que la rubia cuando insistió en que escogiera lo que quisiera. Todavía le sorprendía la facilidad que Kara le hacía sonreír con solo pestañear, con solo existir.
—Creo que voy a vomitar —se quejó Lena echándose encima de su hombro donde la rubia no paraba de reír.
—Eres una exagerada. Solo ha sido un sube y baja —se burló Kara cogiéndola de la cintura para ponerla derecha.
—Lo dices como si tuvieras poderes y estuvieras acostumbrada —bromeó golpeando su hombro, pero frunció el ceño al notarla tan tensa de un momento a otro—. ¿Kara? ¿Estás bien? ¿Quieres que vayamos a tu casa o algo?
—Hum... Eh... ¡Maggie! —gritó al ver como pasaba junto a su hermana delante de ellas y ambas se giraron para encontrarse.
—¿Qué pasa, pequeña Danvers? ¿Os habéis mareado? —se echó a reír al ver a las dos desastradas y con el pelo revuelto.
—Sí, exacto. Necesito hablar con mi hermana porque bueno... ella sabe cómo manejarme en estas situaciones.
—¿Qué? —Alex preguntó inocentemente sin saber a lo que se refería porque sabía que ella no podía sentirse mareada.
—Ahora, en serio —la miró con ojos muy abiertos dando a entender que necesitaba hablar con ella.
—Oh, cierto, sí. ¿Te ocupas de Lena, amor? —le preguntó a su novia que ésta asintió—. ¡Los chicos no tardarán en llegar, así que no os mováis de ahí! —gritó antes de desaparecer entre la multitud.
Recorrieron unos pasos más a pesar de que la pelirroja insistía en que ya estaban demasiado lejos. Kara finalmente la atrajo hasta estar entre furgonetas de feriantes y Alex jadeó cuando tiró de ella para esconderla también. Se quedaron mirando, Kara moviéndose un lado a otro y su hermana intentando coger aire de nuevo.
—Kara, ¿a qué viene tanto misterio? —todavía estaba totalmente confundida porque no entendía a qué venía tanto secretismo cuando la rubia era muy directa.
—Quiero decírselo a Lena.
—¿El qué? —preguntó frunciendo el ceño, pero su rostro se suavizó al ver sus ojos de cachorro—. Oh, no, Kara. Ya hemos hablado de esto. Sabes que no puedes. No es por ella porque sea un Luthor, sino por ti... Sería peligroso si alguien más se enterase y lo sabes muy bien. Mamá y papá te lo prohibieron por tu bien, entiéndelo. Se lo prometiste también a Clark. Ni siquiera lo sabe Maggie y sabes que es prácticamente de la familia —y claro que no era la primera vez que discutían sobre ello.
—Alex, en serio, necesito decírselo —insistió agotada rascándose los ojos y luego miró a su hermana—. No puedo más. Ella siempre ha sido honesta conmigo en todo, se ha convertido en mi mejor amiga con la verdad por delante después de haberme enseñado lo que nunca le había enseñado a nadie, y me molesta estar siempre mintiéndole o poniendo excusas tontas. Necesito que ella sepa la verdad, que tengo poderes. Que no soy humana, sino que soy una alienígena, por no decir que soy kryptoniana como Superman.
—¿Qué?
Ambas se miraron con los ojos muy abiertos y giraron sus cabezas al ver a Lena parada boquiabierta. Había seguido sus pasos porque la pelinegra estaba muy preocupada y, a pesar de que la novia de Alex insistía en que estarían bien, que esperasen junto a los chicos, ella fue de todos modos. Kara estaba taaaaaaaaan concentrada en medir sus palabras y en insistir, en lograr todo aquello que tanto ansiaba, que no se dio cuenta de que su mejor amiga había llegado ni que estaba ahí, de pie con un rostro atónito.
—Lena... —Kara llamó cuando vio como su mejor amiga cerraba la boca, tensando la mandíbula en el acto, mostrándose enfadada—. Lena, por favor... ¡Lena! —gritó al ver que se daba la vuelta y la siguió por detrás.
—¡Kara! —gritó Alex porque era una mala idea ir detrás de ella.
Sabía que Lena acababa de enterarse de algo importante, algo que cambiaría sus vidas para siempre y, sabiendo cómo era la pelinegra después de descubrir los trapos sucios de su familia, lo que menos querría ella es que Kara estuviera persiguiéndola por detrás. Y, por supuesto, Lena la ignoró en todo el camino hasta llegar a su casa.
—Por favor, Lena, déjame explicarme... —intentó por última vez casi en un sollozo.
—¿Explicarte? —esta vez se giró con lágrimas en los ojos, haciendo que Kara se sintiese pequeña en el sitio y más cuando le empujó—. ¡Me has engañado durante tres años! ¡Me abrí a ti, confiando con los ojos cerrados y al final resulta que eres peor que mi familia! —chilló golpeando sus hombros, dando pataletas como una niña pequeña. A Kara ni siquiera le importó porque, a parte que no le dolía, sabía que tenía que desahogarse y, además, tenía algo de razón, aunque insistió en explicarse.
—Lena, por favor...
—No —sentenció dándose la vuelta—. Al final resulta que mi madre tenía razón.
Se marchó dejándola desconsolada donde Kara finalmente lloró, sintiéndose nuevamente como al principio: como un cachorro perdido.
.
Insistió unas semanas llegando a meses. Incluso Sam o Nia o Alex o Maggie, hasta Winn y Brainy que estaban más perdidos, intentaban lo que sea para reunirse todos juntos como siempre, pero la excusa de ambas fue siempre la de "hay mucho que estudiar o hay cosas más importantes que hacer". Sabían las buenas intenciones de sus amigos y, aunque lo apreciaban, también tenían que entender de que no deberían forzar las cosas y que no eran sus asuntos porque vaya a ser que salga mal.
Aunque la rubia no estuviese detrás de ella día tras día, se quería dejar ver que ella siempre iba a estar ahí, incluso en verano cuando ambas estaban en la otra punta del mapa; Kara siguiendo en Midvale y Lena yéndose finalmente a Metrópolis con su familia aquel verano.
Unas simples fotos en Instagram con alguna canción que les recordaban a ellas eran suficiente para tocar aquella fibra sensible. O un simple tuit recordando alguna que otra tontería, enviándole recuerdos a la cabeza de la pequeña Luthor.
Le apenaba la idea de ser tan amigas que se abrazaban nada más verse a ahora que parecían dos desconocidas cuando se cruzaban por el campus al comenzar el tercer año de carrera. Ambas en realidad se sentían perdidas porque no sabían qué hacer con esto; era obvio que se echaban de menos, pero lo único malo que Lena sacó de la familia Luthor era el orgullo. Lo tenía hasta con ellos.
Alex intentó incluso convencer a su hermana de que volviera al piso con Maggie, pero Kara ya estaba asqueada de lo amoroso de aquellas dos y, además, la residencia del campus realmente fue una escapatoria para dejar de pensar tanto en aquellas paredes que anteriormente compartía con Lena.
Entonces, con el paso del tiempo, Kara aprendió a dejar de martirizarse a sí misma. Si Lena no quería permanecer, ella tampoco iba a estar detrás. Por supuesto, antes de dejarle su espacio y tiempo, se enfrentó a ella un día en la salida de la universidad y le aseguró a Lena que, cuando quisieran hablar las cosas, ella estaría ahí, pero también sentía que debería tener un poco de compasión, que debería tener la oportunidad de explicarse y que no todo era por su culpa, aunque la pelinegra tuviera razón de que era decisión suya en contárselo.
Pero si Lena no quería nada, ella tampoco iba a estar amargada por sus decisiones y no iba a preocuparse por la espera, que ella también tenía derecho a vivir un poco de paz como ella se mostraba. En ese momento Kara le robó las palabras porque la pelinegra ni siquiera supo qué contestar cuando ella ladraba todo sin reparo.
Eso es lo que hacían las verdaderas amigas. Y claro, con el tiempo y con el enfrentamiento que le hizo Kara que sonaba más a despedida, los pensamientos y las cosas cambiaron y cada una se da cuenta de lo que estaba bien y de lo que estaba mal, de quién tenía razón y quién no, de quien se echaba más de menos (eso les pasaba a las dos).
El dolor se agrieta y Lena se da cuenta de que fue una estúpida testaruda con esa actitud de orgullosa que no la llevaba por ningún lado. Y es que de verdad que no fue para tanto; incluso recordó esa noche en la feria que Kara ansiaba contárselo, pidiéndole permiso a su hermana. Había actuado por rabia, la ira le cegó absolutamente que había comparado a la rubia con su familia cuando no tenía ningún punto de comparación.
Porque Kara era aquella belleza en la luz y veía horrores en la oscuridad cuando no estaba cerca de ella.
El primer paso fue aceptarlo; se había equivocado. Disipó su orgullo, se arrepintió y la verdad es que agradeció que Kara la hubiese enfrentado de aquella manera directa porque así se había dado cuenta de que se estaba comportando como una cría estúpida inmadura que había perdido todo lo que más quería; una amiga que siempre había estado ahí para ella a pesar de todo. Ha mentido, claro, pero eso no significaba que su amistad no hubiese sido real. El segundo paso fue la decisión; quiso disculparse, buscando el momento para hacerlo.
.
Estaban a mitad de semestre de tercer año, casi llegando a las vacaciones de invierno. Solo habían pasado pocas semanas, pero fueron semanas clave para que Lena dejase de golpearse contras las paredes y por fin decidiera hacerlo.
Kara estaba caminando junto a Alex y Nia por el centro comercial. Estaban buscando regalos para Navidad para sus familias y parejas. La rubia se encargó de los de los Danvers mientras su hermana y su otra mejor amiga buscaban detalles para sus medias naranjas.
Pero se detuvo al coger un cojín cuando escuchó la voz de Lena. Miró hacia un lado y ahí estaba con una media sonrisa, aunque parecía más bien una mueca, con su novio Jack, el chico más atlético de la universidad que conoció nada más entrar en tercer año (porque la chica más atlética, por no decir quien superaba a todos por encima, era Kara y gracias a eso entró en la misma universidad para estar con Lena) y también con su otra mejor amiga Sam, aunque ella también era amiga de los suyos.
Kara nuevamente se giró para dejar el cojín en su sitio y suspiró pesadamente, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta beisbolera deportiva de la universidad, queriendo salir de ahí porque no quería vivir un momento incómodo como otras veces.
—Anda mira, es Kara. ¡Hola, Kara! —saludó Sam con ímpetu y la rubia detuvo sus pasos frunciendo el ceño, mirando por encima de su hombro—. Hey, ¿qué pasa? —se acercó con una sonrisa, sujetando su brazo para que se girase—. ¿Buscando regalos para alguien especial en Navidad? —le dio algunos codazos mientras Lena y Jack también se acercaban.
—¿Si tuviera alguien especial le regalaría un cojín? —preguntó en broma mostrando una sonrisa y Sam se echó a reír, aunque Kara tragó saliva cuando escuchó como el corazón de Lena estaba a punto de estallar nada más acercarse y estar a tres pasos.
Realmente no comprendía nada. Es decir, no era la primera vez que se encontraban, eso estaba claro; el destino era tan perverso que, a pesar de que la universidad fuese grande, se cruzaban por el campus o por la biblioteca de dos pisos.
Pero ese no era el caso; más de una vez había oído a Lena que les decía a los suyos de que quería desaparecer del lugar antes de que se cruzasen para que no fuera tan incómodo. Y ahora, que había dejado de escuchar conversaciones ajenas porque sabía que iba a ser lo mismo de siempre, se sorprendió de que hoy no fuera así.
—Hey, hola —apareció su hermana junto a Nia con el ceño fruncido, incapaz de estarse quieta cuando vio a Kara rodeado de los amigos de la pequeña Luthor—. ¿Qué tal? ¿Pasa algo?
—No, que va —Sam respondió rápidamente mientras se arrastraba y la cogía del cuello—. Hace mucho tiempo que no quedamos juntos, ¿no es verdad, Lena?
—Eso es porque ella... —Nia intentó hablar inocentemente señalando a la pelinegra, pero Sam se deslizó hacia el otro lado del hombro de Alex para coger también a la otra chica.
—¿Sabéis qué? Creo que debemos ponernos al día todos juntos, ¿no? —insistió Sam mirando hacia la pelinegra que tenía la cabeza gacha y a la rubia que tenía el ceño fruncido. Entonces Alex y Nia rápidamente captaron el truco cuando miraron que Jack observaba de soslayo a Lena y a Kara y finalmente asintieron, diciendo de que era una genial idea, cosa que hizo que la rubia arrugase más la frente y la pelinegra agachara más la cabeza—. Jack, ¿vamos...?
—Sí, al sitio de los batidos —asintió rápidamente mientras se dispuso a andar hacia la salida seguida de las chicas.
Kara, la pobre tonta, realmente estaba confundida cuando observó como todos se habían marchado de la tienda sin mirar atrás ni compartir otra palabra; siendo muy directos y dando por hecho de que se iban todos juntos.
No sabía muy bien que estaba pasando, abandonando el lugar con tanta rapidez que superaban su poder de velocidad, pero luego lo entendió cuando nuevamente escuchó su corazón latir, a punto de salirse de su caja torácica. Era claramente una encerrona ya que le habían dejado a solas con Lena.
Lo que no entendía era el por qué si Lena siempre la había evitado, si siempre la había ignorado, incluso después del enfrentamiento parecía que estaba más a las sombras. Incluso llegó a pensar que todo estaba perdido después de haberse dirigido a ella de aquella manera.
Quizá hoy fue diferente y no se dio cuenta por no escucharlo. Y acertó porque fue así al no oír la conversación que tuvo antes con Sam; regañando a su mejor amiga de que era una oportunidad, que era una casualidad ver sola a Kara cogiendo un simple cojín, que el destino lo había puesto en su camino cuando justamente ayer Lena decidió que haría lo que fuese para hablar con ella y recuperar su amistad.
Estaba harta de que su mejor amiga se excusara diciendo de que no sabía qué decir cuando no quiso admitir que lo que realmente sentía era miedo por haber perdido a Kara y, si la pelinegra no iba hacer algo, Sam la empujaría un poco porque ella sabía perfectamente de que lo iban a arreglar después de todo, después de presenciar el cariño que Kara siempre tenía por ella, a pesar de no saber el motivo exacto de su discusión.
—Esto... —titubeó la rubia con una mueca mirando a Lena.
—¿Podemos hablar? —preguntó la pelinegra casi ahogada, todavía sin poder levantar la cabeza.
—Sí... —Kara se mordió el labio girándose de nuevo para coger nuevamente el cojín y Lena hizo lo mismo, cogiendo otro.
—Te lo agradezco... —susurró la pelinegra, pero se quedó quieta como una estatua.
—¿El qué? —preguntó la rubia rompiendo el silencio, viendo como Lena dejaba el cojín.
—Que me hayas dado la oportunidad de disculparme —exhaló y sacudió la cabeza para dejar de ser tan tonta, conectando luego con los ojos azulados—. No es una excusa, pero estaba enfadada y me cegó la ira —comenzó con una mueca, admitiendo lo que pensaba—. Debería haberte escuchado al igual que debería haber escuchado a Alex... Y me alejé con mi orgullo como si fuera un cachorro lastimado cuando eso te lastimaba a ti. Se suponía que éramos mejores amigas y no me comporté como tal.
—Lena, yo también...
—Lo sé —detuvo sus palabras sabiendo lo que quería decir—. Claro que lo sé, Kara. Me lo has dicho una y otra vez. Me lo has dicho al principio de todo con tus palabras que fingía que no escuchaba. Lo has dicho incluso sin decir una palabra cuando miraba tus publicaciones y me lo has dicho con tus gestos después de enfrentarme. Me di cuenta de que estaba siendo injusta y debería haberte dado la oportunidad de explicarte cuando te convertiste en mi único refugio seguro de la tortura que sufrí en el instituto —contuvo las lágrimas cuando la rubia asintió, dándole la razón.
—Entonces... —susurró segundos después, mirándola con un rostro apenado—. ¿Me dejas explicarme por qué...?
—No —sacudió la cabeza mordiéndose el labio inferior, dejando escapar algunas lágrimas y Kara ladeó la cabeza sin entender, preocupada de que fuera una disculpa y ya está, pero se calmó cuando la pelinegra prosiguió—. Comprendí finalmente por qué no lo hiciste. Era simple: porque no podías hacerlo. No era algo que podías manejar y lo supe al recordar que deseabas y le suplicabas a tu hermana para que pudieras contármelo aquella noche. Y, aparte de eso, tampoco deberías explicarme nada porque para eso están las amigas: para no preguntar cuando no es necesario porque confías totalmente en ella y yo confío en ti, Kara. Confío en nosotras —exhaló finalmente mientras se limpiaba las lágrimas y apartaba la mirada avergonzada—. Y confío en que podamos arreglarlo... —susurró finalmente agachando la cabeza, jugueteando con sus manos nerviosas.
—Eso es que... —Kara se acercó y Lena intentó no llorar cuando la rubia le cogió las manos, mostrándose serena y gentil como solía ser y la presión que sentía en el pecho se desvaneció cuando levantó la cabeza y observó cómo la rubia soltaba una sonrisa genuina—, ¿me perdonas?
—Sí... —exhaló agachando la cabeza con el corazón aleteando, vulnerable y sensible como se podía mostrarse ante ella sin ningún miedo—. Si tú también me perdonas a mí.
Finalmente, Lena lloró cuando Kara la atrajo para abrazarla.
.
Retomar los lazos de su amistad fue sencillamente fácil. Después de aquella resolución, Kara y Lena aparecieron juntas en el puestecito de batidos del centro comercial, donde los chicos gritaron "aleluya" al ver que la pelinegra abrazaba a la rubia de la cintura al igual que ella la cogía por los hombros como siempre habían hecho, dando a entender que se habían perdonado.
Después de eso, todo fue creciendo. Lena le juró que no había contado nada acerca de su identidad a pesar de que Kara no le había preguntado sobre ello, pero quería que lo supiera de todos modos al pasar el verano con su familia después de la discusión y la rubia se lo agradeció eternamente.
Nada más hablar de ello, Lena cortó la relación con los Luthors, aunque ellos la vigilaban de lejos, pero no se metieron porque tenían otros asuntos más importantes. Además, vieron que la pelinegra estaba ganándose la vida con algunos trabajos sueltos y con la ayuda de Kara y sus compañeros, aunque también tenía bastante dinero guardado de lo que le daban sus padres adoptivos al mandarla tan lejos.
Se pusieron al día, aunque no había mucho que desvelar porque sabían una de la otra por sus amigos o por las publicaciones e indirectas que se tiraban. Por supuesto, Kara le enseñó felizmente sus poderes y a Lena le resultó increíblemente maravilloso. A decir verdad, tenía envidia, pero una envidia sana porque Kara le resultaba más increíble que antes, teniendo la suerte de que permaneciera a su lado y, aunque solo surgieron dos veces y Lena deseó que no fuesen más porque le realmente tenía pánico hasta de recordarlo, le fascinó cuando Kara la agarró y volaron juntas sobre el lago de Midvale y sobre los edificios de National City.
Habían logrado recuperar el tiempo perdido e incluso habían estrechado más su conexión. Quedaban casi siempre que podían para hacer cualquier cosa, aunque fuese para pasear por un parque de National City. Y en verano volvió a quedarse en su casa en Midvale para disfrutar el verano con los suyos donde Eliza y Jeremiah recibieron a la pequeña Luthor con los brazos abiertos, como si nada hubiera pasado como también lo hicieron en todas las navidades y fin de año.
Se iban juntas con su hermana, sobre todo cuando a finales de verano, antes de empezar el último año de carrera, Maggie y ella lo dejaron porque su relación se volvió un poco tóxica con tantos celos y peleas sin sentido; ninguna querían lo mismo, deshaciéndose de ese estancamiento por el bien de las dos.
Al comenzar último año de carrera, Lena, Alex, Sam y Kara querían irse juntas como compañeras de piso, pero Jack le hizo puchero a Lena. Kara como las demás la entendieron, pero eso no quería decir que la rubia no fuera a su apartamento ya que Jack realmente le cayó bien que no se sentía como una 'sujeta vela' al estar con los dos o que la pelinegra no se quedase alguna que otra vez a dormir a escondidas en la residencia del campus como a veces también lo hacía con Sam. Alex siempre protestaba por las dos porque era su compañera de cuarto y se quedaban despiertas hasta tarde, aunque no se quejaba tanto cuando Sam también se unía a la diversión nocturna.
Se iban de fiesta con sus amigos donde ahora sí que podían disfrutar todos juntos. Siempre había algún plan, algo qué hacer todos para salir por ahí, aunque sea para conversar en un parque o cenar en un restaurante de comida rápida donde volvían las bromas, tiradas de patatas y la rubia abrazaba a la pelinegra para llenarle de mayonesa toda la cara y ella respondía con kétchup.
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