Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15

Los días trascurrieron de manera fugaz llegando los últimos días de las vacaciones de primavera. Pensaron en la posibilidad de que alguna mañana, tarde o noche sería de descanso, pero no. Daba igual donde estuvieran, con quienes o que era lo que estaban haciendo; lo dejaban a un lado o se escabullían para estar a solas. Lena puso la excusa de que tenía que manejar todas las situaciones y claro, Kara no iba a decir que no cuando ella era la experta, dándole la razón y siguiéndola por detrás.

Lena realmente intentó no provocarla porque sus sentimientos iban creciendo, de que se estaba ilusionando cada vez que lograba escuchar algún que otro elogio acompañado de un orgasmo que llevaba su nombre; que estaba jugando con fuego porque sintió como todo se iba a desmoronar, que estaba yendo cuesta abajo y sin frenos y se repitió que todo lo estaba haciendo mal. Desde la sinceridad y seriamente pensó en decirle que era suficiente, que Kara ya lo tenía bajo control (y era verdad, la última vez lo hizo fenomenal), pero la kryptoniana era un imán y un fuego que avivaba la llama cuando Lena intentaba apagarlo.

Y tampoco era su culpa, aunque fuera todo culpa suya, sino que Kara últimamente también se animaba y lo pedía con amabilidad y tímidamente con esa mezcla de ojos de cachorro perdido y fuego intenso, no sabiendo si estaba bien o mal, si era el momento adecuado o no. Como si estuviera preguntándole con la mirada si lo estaba captando al igual que se lo preguntaba en susurros y eso era lo que derramó todo el vaso porque no sabría cómo decirle que no.

Encima la kryptoniana se lo pedía por favor y siempre le daba las gracias después de hacerlo donde Lena quería matarse por soltarle la mítica frase de "¿para qué están las amigas?". Al menos le aliviaba de alguna manera que no dijese nada sobre Andrea como hizo con James y que después de hacerlo, no hablasen sobre ello, sino que hacían otras cosas como ver una película, quedar con Kelly y Alex, dar un paseo con total normalidad o seguir con lo que estaban haciendo sin más, aunque casi siempre había alguien que las interrumpía nada más llegar al orgasmo.

En conclusión: al principio Lena siempre la buscaba y ahora la rubia también se animaba para preguntarle. Como pidió la rubia; quería experimentar hasta el máximo, exprimiendo todas las posibilidades para ver hasta donde tenía el límite y, por supuesto, quería probarlo todo: desde las posturas más simples a las más fogosas, más calientes o como queráis llamarlo. Incluyendo los juguetes sexuales.

Al pasar los días, Lena pensó que era necesario demostrárselo, al menos para que tuviera una ligera idea, pero imaginó que no había acertado cuando veía a Kara muy rígida, viendo cada cosa con ojos grandes y preguntando entre balbuceos y con mucha vergüenza para qué servía cada clase de juguete. Además, estuvo muy parada a la hora de utilizarlo. Lena, en pleno acto sexual pensó de quizá no necesitaban esto, que era suficiente lo que tenían, de que la rubia había conseguido lo que quería, pero Kara insistió y rápidamente hizo buenas migas con el arnés, poniéndoselo ella y no la pelinegra como había pensado y se sintió más a gusto cuando Lena cabalgó sobre ella.

Por supuesto, aunque esto estaba pasando, ni Lena ni Kara olvidaron que tenían un objetivo y era de que Lena le ayudase a Kara a controlar sus poderes para no hacer daño.

Al principio fue crudo; a pesar de que las primeras veces fueron más o menos bien, no fue lo mismo cuando cada vez subían un escalón. Unos simples roces no era lo mismo que una penetración o una lengua de por medio.

Kara le había hecho daño un par de veces cuando le agarraba del brazo con fuerza o le tiraba del pelo al llegar al orgasmo. Lo peor fue cuando llegaba su turno, penetrándola con sus dedos. De la emoción fue tan basta que le hizo sangre y comenzó a entrar en pánico, pero Lena siempre le animaba y le hacía ver que todo estaba bien, que podían volver a empezar. Por no decir que se le escapó que le gustaba duro solo para tranquilizarla.

Poco a poco Kara fue capaz de controlarse cuando la pelinegra la calmaba acariciando su cabeza o susurrando como se sentía y lo genial que lo estaba haciendo, llegando a no hacerle más daño.

Claro que tampoco le hacía daño físico a ella, sino que había daños materiales. Había destrozado el cabecero de la cama de Lena cuando Kara sintió como su clítoris rozaba encima del suyo; estaba tan excitada que temía moverse con rapidez que traspasó su fuerza a sus brazos y se enganchó al cabecero, rompiéndolo hasta correrse juntas. A la pelinegra ni siquiera le importó; ni eso ni los siguientes.

Había roto la esquina de la mesita de noche de Lena cuando por primera vez la pelinegra usó su lengua en vez de sus dedos y, para no agarrar su pelo con temor a tirar de él con fuerza, optó por lo más cercano. Había roto las sábanas cuando Lena también se deshizo en su boca. Había abollado la parte lateral de la camioneta cuando sintió por primera vez la penetración de los dedos de Lena. Y fue después de eso cuando se sintió verdaderamente culpable: cuando le hizo daño que de lo nerviosa que partió un árbol por la mitad.

Pero como siempre, eso fue al principio. Luego lo manejaron hasta controlarlo a la perfección. Ya sentía como todo su cuerpo fluía hasta lograr calmar esa emoción, incluso se permitió escuchar los orgasmos guturales de Lena en su oído.

Fue un poco diferente a las vacaciones de invierno. Con las citas y los besos fue también planeado, pero fue también surgió de manera natural. No era una sorpresa cuando Kara estaba en el sofá junto a Lena y giraba su cabeza para besarla o que le agarrase la mano mientras daban un paseo por Midvale y  que tirase de ella después para robarle un casto beso sin venir a cuento.

Eso era lo que le frustraba a Lena; que ahora Kara, a pesar de saber que tenía todo el derecho  para hacer lo que quisiera, dándole a entender de que esto era igual que aquella vez, siempre le pedía permiso antes de hacerlo y por eso no podía decirle que era suficiente.

Además, se quejaba por otro lado porque quería enseñarle de que esto también surgía sin decir ninguna palabra. A ver, le encantaba verla tan tierna y dulce preguntando siempre, pero quería que comprendiera que esas cosas sucedían porque sus cuerpos lo sabían y tampoco sabía cómo decirlo porque la veía como una niña perdida y educada que se sentía fatal solo con pensar en explicárselo.

Pero eso, como todas las acciones anteriores, también lo iba a captar por ella misma.

.

—Alex, ¿cuándo piensas en decirle a Kelly lo que sientes por ella? —preguntó cogiendo el tazón grande, esperando impaciente por las palomitas.

—No me agobies —gruñó la pelirroja empujándola hacia un lado—. Te he dicho que no es nada fácil. Sé lo que me ha dicho Lena y confío en su palabra, pero no estoy tan segura, ¿sabes? Esta mañana, cuando tú y Lena desaparecisteis de la cafetería, aunque sabía que lo hicisteis para dejarnos a solas, intenté acercarme a ella, pero siempre me esquivaba. Incluso cuando le ponía la mano sobre la pierna hablando de manera normal, se levantaba con la excusa de ir al baño —explicó frustrada mientras volteaba los ojos.

—Pues sé directa, miss tiquismiquis. Estará ansiosa por saber lo que sientes. Verás que has perdido un lujoso tiempo cuando ella siente lo mismo por ti —se burló Kara con una sonrisa mientras sacaba las palomitas y la pelirroja la fulminó con la mirada, pero luego rieron.

—Puede... Espero que sí... Oh, por cierto, hablando de esto... ¿Cómo te va con Andrea? —preguntó curiosa mientras cogía las bebidas haciendo que la rubia se detuviese—. ¿Todo bien?

—Eh... Pues sinceramente...

—Oye, chicas —apareció Kelly seguida de Lena y Kara se giró y las miró con una sonrisa, pero luego frunció el ceño—. Decidle que se quede —señaló a la pequeña Luthor.

—¿Por qué quieres irte? —preguntó la rubia curiosa, pensando de que era una señal, pero esa idea se le fue de la cabeza cuando la pelinegra suspiró, sacudiendo lentamente la cabeza hacia su dirección.

—Realmente estoy cansada y quiero irme a dormir a mi cama —contestó Lena con simpleza. Lo que en realidad pasaba es que solo faltaban dos días para volver a National City y la dura realidad se había estampado contra su rostro. Tenía un nudo en el estómago e inmensas ganas de llorar, pero claro, tuvo que excusarse.

—Pero habíamos planeado noche Danvers para Kelly. Película, cena insana y fiesta de pijama. Además, está lloviendo y no has traído el coche y Eliza se ha llevado el de Alex para trabajar al igual que Jeremiah su camioneta —discutió Kara incrédula cuando esta misma tarde Lena fue quien propuso el plan.

—Tengo tu paraguas —se encogió de hombros insistiendo y rápidamente miró a Kelly sin que Kara tuviera la oportunidad de decir algo más—. Quédate a disfrutar de la película y a cenar y vente cuando hayas acabado o quédate a dormir si quieres. La cama de aquí es mucho más cómoda que las de los invitados de mi casa —bromeó enseguida viendo como su amiga apretaba los labios nerviosamente.

—Veré lo que hago —contestó Kelly más calmada y Lena asintió.

—Tienes la copia de la llave, así que lo que tu prefieras. Mi casa es tu casa al igual que esta también lo es, ¿verdad? —preguntó a Alex con una sonrisa y ésta asintió en de acuerdo con ella.

—Pues déjame acompañarte —Kara dejó de insistir cuando vio realmente que tenía el cuerpo agotado; tampoco iba a ser egoísta de acapararla todo el tiempo cuando hoy habían estado todo el día juntas y sacudió las manos de la sal de las palomitas, dejando el bol en la encimera.

—No hace falta. Vivo al lado —se quejó la pelinegra intentando no sonar desesperada, pero no lo consiguió cuando su mejor amiga pasó por su lado y fue directamente hacia la puerta principal.

—¡Ahora vuelvo! ¡Vamos Lena! —chilló cogiendo el paraguas y la pelinegra volteó los ojos al escuchar las risas de Alex y Kelly porque parecía como si fuera su mascota. Más de una vez se lo habían dicho y al final Lena tuvo que reírse también.

.

Salieron al porche y Kara abrió el paraguas. Su mejor amiga frunció el ceño al ver que solo había cogido uno y la kryptoniana ni siquiera la miró, sino que la rodeó de los hombros y se la llevó consigo. Entonces lo entendió y se aferró a ella. 

Esto le encantaba, de verdad que sí, pero quería alejarse un poco. Cada gesto, cada mirada, cada acto... eran dos pasos hacia atrás y Lena no veía nunca la meta, estando siempre cerca de la línea de salida. Se encontraba estancada y cada vez se hundía más, sintiendo como las emociones se les escapaba de sus manos. Antes era fácil, incluso había logrado un buen progreso, pero por culpa de esto... todo tan íntimo, tan secreto, tan profundo...

—¿En qué piensas? —preguntó Kara al sentir que cada vez se ponía más tensa, interrumpiendo sus pensamientos.

—Nada, en los exámenes —se excusó como siempre había hecho.

—No me digas que estás de vacaciones y, en vez de disfrutar lo que te queda, piensas en lo que te has dejado en National City —se detuvo haciendo que la pelinegra también lo hiciera.

—No hay nada de malo pensar en tu futuro —se encogió de hombros, restándole importancia.

—Pero hay que vivir el presente, Lena —se quejó Kara girándose hacia ella y la pelinegra volvió a encogerse de hombros—. Deberías estar disfrutando de Midvale con nosotros y conmigo y dejar la universidad a un lado. Además, eres tan inteligente que das hasta asco. Dices que te ha salido mal el examen y luego me restriegas que yo tenía razón de que no era para tanto cuando me dices que has sacado la nota más alta de tu clase —se burló poniendo la mano sobre su cabeza y la agitó para despeinarla.

—Para de hacer eso —se quejó con un puchero peinando su cabello con sus dedos y Kara se echó a reír.

—¿Por eso querías irte a casa? ¿Por qué estás preocupada por unos dichosos exámenes que serán aprobados? —preguntó la rubia segundos después con burla, abrazándola de nuevo por los hombros y reanudando los pasos con la pelinegra.

—Quizá. Pensar tanto también te deja hecha un asco, ¿no crees? —cuestionó lo más convincente posible, disfrazando su verdad, y suspiró de alivio cuando su mejor amiga asintió—. Sinceramente... solo pienso en las prácticas o en trabajar... que no me van a contratar por mi apellido, ¿sabes? —prosiguió intentando no pensar en nada más, pero fue un grave error cuando vio el rostro enfurecido de la kryptoniana.

—Eh, frena ahí —discutió la rubia deteniéndose de nuevo y se puso delante de Lena—. Cada puesto de trabajo siempre hay una entrevista y sé que lo bordarás tan bien que mirarán por encima de todo. Nunca te menosprecies por un apellido que no te merece ni pienses que no tienes una oportunidad porque todos lo tienen.

—Kara, lo dices porque me conoces y eres mi mejor amiga, pero ellos no lo son y estoy segura de que conocen el historial de mi familia. Hasta algunos de la universidad me miran raro, pero va a pasar lo mismo de siempre: me acabaré acostumbrando —puso los ojos en blanco, sacudiendo la cabeza, pero se detuvo cuando la rubia sujetó su brazo.

—Y los que juzgan sin saber se arrepentirán de lo que habrán perdido; te lo aseguro como cuando te digo que vas a aprobar —se acercó a ella y con su brazo libre abrazó a Lena mientras sujetaba fuertemente el paraguas—. Rao, eres una persona increíble, Lena —susurró con cariño mientras acariciaba su espalda—. Siempre fuiste luchadora, fuerte, brillante, gentil... Lo fuiste y lo sigues siendo a pesar de todo. Tienes un alma puro y eres preciosa en todos los sentidos, ¿vale? Recuerda eso siempre.

El corazón de Lena sufrió un vuelco. No era la primera vez que le decía cosas bonitas, pero nunca lo sintió tan en serio. Siempre pensó que era para animarla y hacerle sonreír, pero la forma que soltaba cada palabra... era muy distinto. Apoyó su frente en su pecho, cerrando los ojos en el proceso y sus brazos bailaron hasta abrazarla, fundiéndose con ella en un profundo abrazo.

—Sé que esto no te va a convencer de que vuelvas a casa porque te conozco y se nota que estás sin ganas, que necesitas un poco de espacio... —susurró separándose de ella y le dedicó una sonrisa genuina que Lena correspondió de la misma manera, asintiendo—. Y puede que me mates, pero me gusta hacer cosas para que dejes de pensar en ello —quitó el paraguas de sus cabezas, cerrándolo en el acto y haciendo que Lena se sorprendiera cuando notó las gotas de lluvia—, y te vayas feliz a la cama —y echó a correr entre risas en dirección de su casa—. ¡Vive el presente! —gritó con alegría saltando en los charcos y agitando las manos hacia las nubes como si pudiera coger cada gota de lluvia.

La pelinegra la observó y no pudo contenerse; miró hacia las nubes y tuvo la oportunidad de liberar un par de lágrimas para mezclarlo con las gotas que caían en su rostro. Porque no era por estar mal, sino porque Kara lograba hacerle sentir también bien sin saberlo o aunque no tuviese nada que ver.

Entonces decidió que después de estas vacaciones empujaría sus sentimientos hacia un lado de manera oficial, que intentaría conocer a alguien porque ella definitivamente no quería perder a su mejor amiga y que lograría alegrarse cuando la rubia oficialmente tuviese novia; estando ahí como la rubia estaba para ella. Kara la llamó por su nombre preocupada, pero se esfumó cuando la pelinegra se echó a reír y la amenazó con matarla.

*.

Llegaron a casa de Lena entre risas y empapadas. Se quedaron en la entrada mientras la pelinegra sacudía la cabeza incrédula, no sabiendo como pudo haberse dejado llevar por sus tonterías de crías siendo ya mayorcitas, aunque eso tenía fácil respuesta. Habían jugado un rato más como pequeñas adolescentes; cantando y derrapando en los charcos. Incluso jugaron al pilla-pilla hasta llegar a su casa.

Se echó a reír por las bromas de Kara donde le echaba la culpa de que había perdido su paraguas y no tenía como volverse a casa como también bromeando de que ahora iba a pillar un resfriado, cosa que era imposible. Finalmente Kara se apoyó en el marco para despedirse mientras la pelinegra se apoyaba en el pomo.

—Bueno, al menos me has hecho caso y estoy segura de que ahora vas a dormir como un bebé —bromeó Kara con una sonrisa vacilante y Lena puso los ojos en blanco, aunque esbozando una sonrisa también entre dientes.

—Creo que sí, pero por tu culpa también me has dado trabajo. Ahora tendré que quitarme esta ropa mojada, tirarme en la ducha horas hasta calentarme y secarme mi precioso pelo para poder dormir —se burló arqueando la ceja y conectó con sus ojos.

Las sonrisas se fueron apagando, solo sintiendo como el iris verde se mezclaba con el azul de una manera inexplicable y sin que ninguna pudiera apartar la vista. Lena se relamió los labios y quiso acercarse para despedirse, pero sentía una aurora cargante alrededor de su cuerpo que le impedía moverse. Kara también lo intentó, mordiéndose el labio, pero sintiendo también este ambiente pesado, solo escuchando las gotas de lluvia caer sobre su porche.

Había pasado largos segundos donde las dos se miraban mutuamente en silencio y, poco después, lograron mover sus pupilas para ver cada trazo; sus pelos revoltosos y mojados, su ropa entumecida y empapada, como Kara estaba descansada y como Lena seguía respirando un poco fuerte.

El viento hizo que Lena reaccionase, sintiendo como el frío invadía por su cuerpo. Se tambaleó de atrás hacia delante, cogiendo la puerta y abriendo la boca para susurrar un adiós, pero no lo consiguió. No lo hizo porque Kara avanzó y se abalanzó sobre ella para besarla.

Aunque Lena debería estar sorprendida, no lo hizo en absoluto porque comprendió que estaba pasando y más cuando la kryptoniana violó su boca con urgencia. Tampoco quiso interrumpir ni decir nada cuando por fin Kara había atacado sin preguntar.

Correspondió con la misma efusividad nada más su mejor amiga repasó sus labios de manera desesperada donde Lena le concedió permiso. Solo empujó a la pelinegra hacia dentro y ella cerró la puerta con el pie sin tener que decir ninguna palabra más y sin provocar siquiera.

Se guiaron hacia el baño a ciegas donde cada una despojaba la ropa de la otra hasta desnudarse entre besos húmedos y ardientes. Traspasaron la habitación, chocando con los muebles y las esquinas hasta llegar a la mampara, corriéndola hacia un lado y Kara empujó suavemente a Lena hacia dentro, haciendo que chocase con la pared.

Se miraron de nuevo, viendo sus pupilas dilatas y ojos escurecidos por la morbosidad y deseo, como sus cuerpos desnudos ardían. Lena giró el grifo de la ducha y Kara, nada más sentir el agua, la buscó de nuevo para atraerla y besarla. No era un beso bajo la lluvia como aquel invierno en Midvale, pero este sin duda era mucho mejor. Era de manera inexplicable como se sentía hacer esto mientras notaban como las gotas de agua caliente salpicaban en sus cuerpos.

Lena no aguantó más cuando escuchó los pequeños gemidos que se envolvían en sus bocas y rompió el contacto para empujar a Kara hacia la mampara y estamparla suavemente contra ella. Reanudó los besos con desesperación, de manera frenética como si la rubia tuviese la culpa de provocarle esto.

Bajó sus manos, recorriendo cada trazo de su piel impenetrable; desde sus clavículas, pasando por sus pezones donde jugueteó un poco hasta su pubis. Separó sus piernas con su pie y se adentró en ella sin reparo. Kara gimió más y más cuando la pelinegra no perdió tiempo en penetrarla con sus dos dedos e hizo que se restregase contra ella cuando la rodilla de Lena sirvió como punto de apoyo.

—Rao, Lena... Me vas a hacer venir —jadeó contra su boca, mordiendo sus labios y la pelinegra le lanzó una sonrisa arrogante.

Estaba tan, pero que tan excitada que no podía contenerse. Kara rompió el beso para abrazarla, escondiéndose en su cuello, agarrando su espalda y culo para atraerla, sintiéndose orgullosa cuando Lena no paró de introducir y sacar sus dedos dentro de ella con facilidad, sin escuchar ningún quejido de su parte de que se estaba pasando con su fuerza; Lena tenía razón, ella lo había hecho fenomenal la última vez que esto ya estaba bajo control y eso la encendía más.

Su boca se acercó a su cuello y oreja, salpicando besos entre gemidos hasta que arqueó hacia la mampara empapada de vapor y explotó en un orgasmo gutural, deshaciéndose en sus dedos y frenando tanto sus movimientos como los de la pelinegra en el proceso.

Solo exhaló y no perdió en buscar los labios de Lena que correspondió con el mismo ímpetu. Como se decía antes; ella es kryptoniana y, aunque tuviera el clítoris sensible, no se cansaba nunca. Empujó a la pelinegra hacia un lado hasta la esquina de la ducha, evitando el chorro de agua caliente que caía sin parar.

Los besos se volvieron lujuriosos donde Kara no paró de masajear todo el cuerpo de la pelinegra. Pellizcaba sus pezones como si estuviera reclamando sus gemidos, agarraba su culo con fuerza como si fuera de su propiedad y empujaba su cuerpo contra el suyo como si quisiera eliminar cada partícula de aire que se cruzaban entre ellas.

Se despidió de la boca de Lena cuando arrastró sus dientes por el labio inferior, esparciendo besos y lamiendo con obscenidad cada trazo de piel hasta ponerse de rodillas. Separó sus piernas, cogiendo una de ellas para ponerlas encima de su hombro y Lena se agarró al grifo y a la pared como pudo antes de asentir cuando la rubia se lo preguntó con la mirada, aunque más bien era de advertencia.

Introdujo su lengua sin reparo y ya fue la perdición de Lena. Gimió nada más sentir su aliento cálido junto con su lengua, sintiéndose también ardiente entre estas paredes húmedas y cerró los ojos para disfrutar.

—Por favor, Kara —gimió minutos después, acariciando su cabello dorado y la rubia miró hacia arriba, pero no se despegó preocupada porque ya conocía a Lena excitada. No paró de lamer, viendo como la pelinegra la miraba lujuriosamente—. Lo haces de maravilla, pero necesito tus dedos también. Por favor —pidió nuevamente entre gemidos—, los necesito dentro.

La rubia asintió, despegando su boca para que su mano se adentrase y la penetró donde acto seguido Lena arqueó hacia los azulejos empapados en un jadeo. Miró hacia arriba para estar segura de que estaba todo bien, solo viendo como Lena cerraba los ojos y se estremecía contra ella.

Y, gracias a eso, se dio cuenta de una cosa: de que siempre lo habían hecho mal, de que esto no era lo correcto, de que recordar los días anteriores y pensar que así no era como debía ser, de que esto no era lo que tenía que suceder; estaba siendo todo del revés y, por supuesto, ella se encargaría de hacerle saber, pero ahora era tarde.

Así que cerró los ojos y su lengua volvió a su clítoris mientras introducía y sacaba sus dedos al mismo ritmo. Un ritmo que aumentaba de manera salvaje, sin temor a pasarse. Escuchó los gloriosos gemidos pornográficos de Lena hasta que llegar al clímax donde casi salto hacia arriba.

Kara jadeó hacia atrás cuando la pelinegra empujó su cabeza y se levantó donde ambas exhalaron satisfechas. Vio como Lena tenía una sonrisa pintada en el rostro con los párpados bajados, aquella que ponía casi siempre después de correrse, pero la rubia se mordió el labio. Ella tenía otra cosa en mente, no podía evitarlo y quería hablar con ella, quería decirle que estaba pasando.

—¿Lena...? —susurró Kara rompiendo el silencio de las voces y la pelinegra abrió los ojos para encontrarse con los suyos, pero justo la rubia apartó la mirada hacia la puerta—. Kelly está llegando. Voy a recoger antes de que se dé cuenta.

—Vale... —exhaló calmadamente porque ya sabían que no debían ponerse nerviosas cuando Kara podía hacer varias cosas en un abrir y cerrar de ojos—. Coge lo que sea del armario, ya sabes —le dio vía libre para acceder a su ropa.

—De acuerdo —abrió la mampara y la miró por encima del hombro, deteniéndose—. Por cierto, de nada.

—¿De nada? —frunció el ceño al verla con la ceja alzada, confundida de no escuchar su mítico "gracias".

—Sí... Ahora vas a dormir como un bebé —se echó a reír antes de despedirse que Lena no tuvo la oportunidad de hacerlo al estar sorprendida.

.

Tampoco pensó mucho en ello cuando Kelly gritó de que acababa de llegar. La pelinegra salió en cuestión de minutos, viendo como la ropa mojada ya no estaba en el suelo. Fue hacia su cuarto para cambiarse y observó su ventana abierta; la rubia había salido con discreción por ella como siempre.

—Alex se ha quedado dormida y Kara estaba tardando —explicó Kelly nada más Lena apareció en el salón y ésta asintió.

—Es mi culpa. Estuvimos jugando y nos quedamos un rato hablando... ¿No te la has encontrado por el camino? —disimuló acercándose a ella.

—No... —exhaló encogiéndose de hombros—. Lo siento si molesto —la miró a los ojos y Lena se detuvo frunciendo el ceño, preguntando no verbalmente a qué se refería—. A lo mejor preferías estar sola. No sabía cuándo venían sus padres y no quería invadir su espacio sin permiso, así que pensé que lo mejor era venir hacia aquí.

—Eres muy educada, respetuosa y genial, Kelly. No me extraña que le gustes muchísimo a Alex —dijo sin pensar nada más sentarse a su lado y luego miró a su amiga como tenía los ojos abiertos de par en par como ella.

—¿A Alex le gusto? Es decir... ¿le gusto en serio de ir en serio? —preguntó con una mueca avergonzada y la pelinegra se alivió al saber de qué la pelirroja fue demasiado obvia—. A ver, no es que sea muy sutil. Me di cuenta cuando me invitó en venir aquí y más cuando ha pasado estos días, pero siempre pienso que se le va a pasar y...

—Kelly —interrumpió Lena y le dedicó una sonrisa genuina—, creo que deberías vivir el presente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro