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Capítulo 14

—¿¡Por qué no bajáis y hacemos la cena!? —gritó Eliza—. ¡Alex, ve a buscarlas! —pidió al no escuchar respuesta porque claro: ambas estaban en shock.

—Esto no puede estar pasando —chilló Kara nuevamente en un susurro sin apartar la vista de la puerta de la habitación. Lena tampoco podía pestañear, pero nada más escuchar como cerraron la puerta principal con fuerza, reaccionó y miró hacia ambos lados para ejecutar un plan lo más rápido posible.

—Kara —intentó llamar mientras se levantaba para coger su ropa—. Coge aquel póster grande de tu hermana y cubre la grieta.

—Están subiendo, Lena —habló casi sin voz y sin poder moverse por el pánico, no oyendo lo que estaba pidiendo.

—Escúchame, Kara —se puso delante de ella mientras daba saltitos para ponerse sus vaqueros. Vale, debería sentir vergüenza ahora mismo porque eso captó su atención. Kara bajó su mirada sin poder evitarlo para ver como sus pechos botaban y Lena vio como sus mejillas se cubrían de un rojo carmesí, pero no hubo tiempo para eso y realmente le bastaba—. Escúchame —pidió de nuevo viendo como conectaba sus ojos azulados con los suyos de manera rápida—. Usa tu super velocidad. Coge el póster de tu hermana, pégalo en tu pared, corre la cortina y vístete mientras yo también lo hago entre que me apoyo en la puerta para que no entre, ¿vale?

—Eh... Sí —intentó no gritar, haciéndole caso ipso facto.

Lena se giró mientras se ponía el sujetador, atándolo como pudo y cuando volvió a girarse para apoyarse en la puerta y ponerse la camiseta, vio a Kara ya vestida yendo de un lado a otro mientras se rascaba la cabeza. Eso le sorprendió.

Es decir, sabía que la rubia había manejado sus poderes alguna que otra vez, enseñándoselo también, pero no de manera tan eficaz como ahora y menos sin crear un desastre por el camino. Cuando se puso la sudadera quiso ver si había algo fuera de lo normal, pero no le dio tiempo cuando Alex abrió la puerta y empujó al notar el peso.

—¿Es que estáis sordas? —preguntó la pelirroja con un gruñido y ambas se giraron como también tragaron saliva—. ¿Qué está pasando aquí? —miró Alex a las dos con ojos sospechosos al verlas tan rígidas.

—¿Qué iba pasar? —cuestionó la rubia con voz de pitido sin poder controlarlo y la pelirroja cerró más los ojos.

—Vale, lo confesamos —soltó Lena de repente haciendo que Kara abriese los ojos de par en par, pero se calmó cuando su mejor amiga prosiguió—. Nos acabamos de zampar una pizza. Tu hermana tenía hambre y yo le dije que esperara a que vosotros llegaseis, pero igualmente llamó y yo caí en la tentación —explicó con tranquilidad. Menos mal que estaba en la carrera de negocios, tratando a Alex como si le hubiera tocado un empresario intimidante.

—¡Kara! —regañó su hermana incrédula y luego observó la pared de su cama para dirigirse a ella—. ¿¡Y qué haces robando mi póster!?

—¡También es culpa mía! —Lena corrió para ponerse frente a ella sabiendo que lo arrancaría de cuajo—. Es que le dije que me gustaba y pensó en que no te importaría. Además, así lo ves desde otra perspectiva.

—Alex, pensaba que habías dejado de ser gruñona y menos por tonterías —bromeó Kelly asomándose por la puerta al escuchar los gritos.

—Os voy a matar por hacerme quedar mal —susurró hacia Lena sabiendo que también lo escucharía Kara y ambas exhalaron aliviadas cuando se volvió hacia Kelly—. Es que odio que cojan mis cosas, pero tienes razón. Son tonterías —habló suavemente haciendo que su amiga sonriera—. Por cierto, ya podemos irnos porque estas dos no cenan.

—Espera, pero Lena... —intentó decir Kara preocupada, pero la pelinegra se puso delante. Sabía lo que iba a decir, pero si decía eso, Alex volvería a sospechar y no quería, sacrificándose por ello.

—Dile a Eliza y a Jeremiah que lo sentimos por haber cenado antes de lo previsto —sentenció la pequeña Luthor y Alex volteó los ojos después de asentir.

Cerraron la puerta y Lena se giró para mirar y suspirar junto a Kara. El corazón le iba a cien que su mejor amiga tuvo que sentarse en la cama y la rubia la acompañó a su lado. Y, sin embargo, a pesar de haber estado tan cerca de ser pilladas, comenzaron a reír sin motivos y sintieron como el aire volvía a sus pulmones.

—Rao, te agradezco tanto, Lena... —la miró de soslayo y sonrió sin poder evitarlo—. En serio, por todo... —susurró finalmente, sintiendo que eso sabía a poco.

—Bueno... Piensa que lo has tenido todo en uno —carraspeó avergonzada, pero no temiendo en decirlo porque realmente lo pensaba—. Has tocado, te has dejado tocar, has logrado un orgasmo, has llegado tú también y casi has sido pillada por tu familia y por Kelly. Piensa que estas cosas sucederán y más cuando lo vayas exprimiendo. Solo hay que saber actuar antes y después. O a lo mejor tienes la mala suerte de que te pillen, pero tampoco pasa nada. Solo vivirás con vergüenza durante algunos días —bromeó haciendo que la rubia se mordiese el labio y apartase la mirada, asintiendo lentamente—. Al menos sabes que solo te falta un poco para controlarte y así no robar el póster de tu hermana. Estoy segura de que en el siguiente encuentro lo conseguirás —ánimo casi en un susurro, aunque casi doliéndole en hacerlo porque sabía que era esto y ya está, de que se había acabado todo, aunque así podría continuar con su vida. Le costaría más olvidarse de sus sentimientos ahora, pero ya podría comenzar.

—Lena... —llamó su atención con su tono de voz y la miró alzando la ceja, instando a que continuase cuando Kara la miró—. Si te consigo la pizza vegetal que tango te gusta, ¿lo harías toda la semana conmigo como hicimos con las citas y los besos en las vacaciones de invierno?

Ese silencio se volvió a instalar. El corazón de Lena no se volcó; directamente ni latió ante la inesperada propuesta. ¿Se había desmayado y no se había dado cuenta? ¿Estaba soñando? ¿Estaba sorda y no había escuchado bien? ¿Kara le había propuesto seguir teniendo sexo a cambio de una mísera pizza que no costaba ni diez dólares?

—Si te dijera que no, ¿irías igualmente a por la pizza? —bromeó para calmar sus nervios.

—Eh... Sí, claro —frunció el ceño volviéndose a escuchar y abrió los ojos captando a lo que se refería su mejor amiga—. Oh, Rao, Lena, no quería sonar como una tramposa. Yo...

—Era broma, Kara —interrumpió casi sin aire al verla tan histérica y culpable. Odiaba ver esos ojos de cachorro y notar ese toque cálido cuando acariciaba el dorso de su mano. Kara no lo sabía, pero también tenía el super poder de hacer que se rindiera a sus pies—. Aunque me gustaría saber por qué... —no pudo evitar preguntarlo pensaba que todo estaba bien, que había sido suficiente y más cuando asintió a su explicación.

—Como tú has dicho, me falta un poco y no quiero repetir el desastre —señaló el póster con la mirada y la pelinegra hizo una mueca—. Y quiero experimentar más... Quiero... Como por ejemplo... Contigo o conmigo... —balbuceó avergonzada sin poder explicarse y solo levantó dos dedos. Lena al fin lo entendió cuando movió temblorosamente sus dedos hacia delante, soltando un 'oh' apenas inaudible—. ¡Solo si tú quieres! —repitió casi en un chillido como la anterior vez al no saber como interpretar el rostro de su mejor amiga—. Solo quiero estar bien preparada, hacer... posturas... y hacerlo en diferentes... situaciones —terminó pausadamente y cerró los ojos cuando sintió como el calor corría por sus mejillas, más avergonzada cuando Lena se quedó callada—. Mira, olvídalo. Tienes razón, creo...

—Está bien, Kara —interrumpió en un susurro. Ella tendría que matarse ahora mismo, pero como se decía siempre: no era capaz de decirle que no.

—¿En... en serio?

—Sí —insistió cogiendo su mano para dedicarle una sonrisa tranquilizadora.

—Rao, Lena, no sabes cuánto te lo agradezco. Te prometo que te devolveré el favor como sea. ¡Es más, te encontraré a alguien que te trate como a una reina! —chilló casi emocionada y Lena sintió que le faltaba el aire—. ¡Voy a por tu pizza! —gritó para levantarse y dirigirse a la ventana para ir a por su cena

—Seguro —asintió con la cabeza para tumbarse sobre la cama.

—¿Y cuándo...? —intentó preguntar nada más abrir la ventana.

—¿Te acuerdas de lo que te dije en las vacaciones de invierno? —preguntó cerrando los ojos, sintiéndose agotada de repente y Kara ladeó la cabeza—. Cuando te apetezca y cuando surja. No tienes que preguntar —susurró tapando sus ojos con el brazo.

—Sí, tienes razón —asintió saliendo por la ventana—. No tardaré —dijo antes de marcharse.

Y Lena se sintió libre para llorar silenciosamente. Estaba cometiendo una locura. Antes era diferente. No la estaba ayudando con James, la ayudando con Andrea. Esto definitivamente se le iba a caer encima, pero ya no podía frenarlo. Es que... ¿cómo le explicaría todo a Kara ahora y más después de hacerlo? ¿Qué excusa pondría para decirle que no cuando ella siempre le ofrecía todo tipo de ayuda y le había asegurado de que no cambiaría nada? ¿Por qué está siendo tan gilipollas ahora mismo?

Lo único que le consoló es que esta noche se libraría de Kara y estaría con Kelly en su casa, que su nueva amiga le iba a despejar contándole su vida. Además, tenía una misión que hacer que le había pedido Alex: que era lo que pensaba realmente de ella.

.

A la mañana siguiente, Kara, Alex, Lena y Kelly se dirigieron al lago. Hacía un día espléndido y aprovecharon para hacer un picnic en el lago. Ahí se encontraban las cuatro jugando a las cartas después de comer, metiéndose unas con las otras de quién hacía trampa.

—¿Sabes una cosa? Brainy es el mejor jugador de cartas que he visto en la historia —explicó Kara hacia su nueva amiga. No habían tenido tantas reuniones con sus amigos como querían porque Kelly estaba casi siempre estudiando, pero le encantaba contárselo de todos modos y más cuando ella respondía con una sonrisa.

—La mejor jugadora soy yo —lanzó Alex la siguiente carta y ganó—. ¡Toma ya!

—Te mereces que te ahogue —Kara se levantó segundo antes de que Alex lo hiciera y la pelirroja corrió con burla.

—¡Eso si me atrapas, enana! —chilló alegremente su hermana yéndose hacia el puente.

—¡Sabes que lo haría perfectamente! —desafió Kara con un gruñido, pero solo consiguió enfadarse más cuando la pelirroja se echó a reír.

—Estas dos... —se echó a reír Kelly nada más ver a las dos saltando hacia el agua. Luego se levantó, alzando la mano y llamando la atención de la pelinegra que no apartó la vista—. Venga, vamos nosotras también.

Se dirigieron juntas hasta llegar al borde del puente y se sentaron para ver la pelea de aquellas dos. Kara claramente iba ganando, pero Alex se resistía o la rubia dejaba que lo hiciese porque sabía que tenía todas las de perder.

De un momento a otro pararon porque, aunque la rubia no se cansaba, la pelirroja sí lo hacía y se acercó hacia las piernas de Kelly para conversar con ambas después de rendirse ante su hermana. Lena, sin embargo, no escuchó nada porque su mirada no para de recorrer cada centímetro de Kara, viendo entrar y salir sus extremidades cuando nadaba de un lado a otro y como asomaba el cabello dorado mojado. Esa sonrisa que la enamoraba cuando se lo dedicaba especialmente a ella porque era la única que estaba mirando y eso le mataba.

Volvió a las noches sin dormir, pensando en lo que sucedió ayer. Parecía todo tan fácil que ni lo entendía. Se habían entendido perfectamente. Puede que al principio fuese tímido, pero lo habían manejado bien, al fin y al cabo. Era todo tan familiar y extraño a la vez... No sentía lo que sintió en las vacaciones de invierno, sino algo más fuerte porque se había entregado a Kara. No solo en cuerpo, sino también en alma. Le había dado su corazón sin que la rubia se lo pidiera y eso era lo que le ahogaba.

Esto era demasiado. Tenía tantos sentimientos contradictorios que al final dejó de luchar. No quería volver a sentir este vacío ni tirar por la borda todo lo que había progresado estos meses, pero era inútil. Así que iba a dejarse llevar, iba ayudarla a pesar de que sabía que todo iba a caer en picado porque pensó en que, si nunca lo haría, se arrepentiría por esa parte, de que moriría sin sentir este placer. Puede que sonase egoísta, pero ya lo estaba siendo desde antes y no iba a martirizarse más.

—Oye —Kara llamó su atención. Otra vez había perdido la mirada, mirando un punto fijo del agua—. ¿Vienes? El agua está deliciosa.

—Hum... No... No me apetece.

—Venga, no me obligues a tirarte como a mi hermana —se echó a reír y Alex le golpeó el hombro.

—¡Oye! ¡Nos hemos tirado las dos! —se quejó la pelirroja y Kelly se echó a reír con aquellas dos—. Tú no te rías y métete también —Alex le hizo un puchero, pero la pequeña Olsen negó.

—La verdad es que prefiero tumbarme y leerme un libro —se separó de ella para levantarse—. Disfrutad y no os metáis en líos que como os escuche os regañaré desde lejos —bromeó mientras se daba la vuelta y Alex suspiró.

—Ella actúa con cautela —interrumpió la pelinegra sus pensamientos sabiendo a qué venía ese suspiro y la pelirroja la miró con un puchero—. No me lo ha dicho, pero está claro de que le gustas.

—¿En serio? —preguntó Kara en su lugar, metiéndose en la conversación y saliendo del agua para tomar el sitio de Kelly.

—¿A qué te refieres con que actúa con cautela? —cuestionó la pelirroja en un susurró mirando a la pelinegra.

—Alex, has salido de una relación dolorosa. Puede que no haya durado ni tres meses, pero fue intenso porque os conocíais desde hace mucho y te afectó bastante. Eso ella lo sabe porque se lo has contado y, aunque anoche no me dijese nada, me dio la sensación de que tenía la cabeza en ti. Por eso pienso que actúa así porque no sabe realmente cómo tratarte y porque teme en ilusionarse para que luego le digas que no. Pone una cierta distancia para no agobiarte, pero sobre todo para no hacerse daño. Por eso sé que le gustas —explicó con una sonrisa genuina y Alex asintió lentamente, comprendiendo.

—Pero a mi... Ella me gusta de verdad. No es algo temporal ni precipitado. Es verdad que Sam me caló hondo, pero desde que la conocí...

—Pues déjaselo claro, idiota —se quejó Kara empujándola con el pie y Alex gruñó, pero sabía que tenía razón—. Es más, ¿qué haces aquí? Ve solo para hacerle compañía y ve poco a poco, ¿no?

Y nada más decir eso, Kara se echó a un lado, casi echándose encima de Lena para darle espacio a la pelirroja para salir del agua. Alex se marchó dando las gracias por sus consejos y Kara luego miró a su mejor amiga con una sonrisa de emoción, pero frunció el ceño al verla con la mirada fija en el agua.

—Oye...

—Creo que tienes razón. El agua se ve deliciosa —y se zambulló sin pensárselo dos veces y sin que Kara pudiera formular la frase.

*.

Nadó un poco para alejarse y respiró de nuevo. Kara no se había dado cuenta de lo que había hecho, pero la había encendido como una moto. Joder, no pudo parar de pensar en lo buenísima que estaba nada más verla en bikini y ahora la había tenido pegada a su cuerpo. Y no solo eso, sino que mojada se veía más excitante. Se sintió hasta enferma.

Se hundió para enfriar su cabeza, pero en cuanto salió del agua, sintió como le fallaba cada extremidad porque Kara estaba delante suya con una sonrisa burlona. Podía ser una arrogante y sin intenciones, pero le ponía más cachonda. De repente, la rubia la cogió y la acercó para hacerle una ahogadilla, pero sobre todo para luego abrazarla. Como siempre había hecho cuando iban al lago; definitivamente era diferente.

La rubia se giró y miró por encima de su hombro para darle a entender lo que debía hacer, lo que siempre hacían. La pelinegra exhaló y se enganchó a su espalda como un koala segundo después. Pensó que podría funcionar al no ver su rostro, pero no sirvió. Fue un grave error cuando miraba cada dos por tres como su trabajada espalda sobresalía un poco al andar. Ahora mismo odiaba hasta el maldito lago de que no fuese hondo.

Ella estaba ardiendo y como no hiciese algo ya, le iba a dar un ataque. Sin poder controlarse, aunque sabiendo muy bien que estaba haciendo, apartó su cabello hacia un lado y comenzó a acariciar y masajear el cuello, provocándola. Sentía como sus músculos se movían sobre sus dedos cuando la rubia ladeaba la cabeza de un lado a otro entre que gemía del gusto y eso ya era la gota que derramó el vaso que no pudo evitar acercar su boca a su oído.

—Kara... —susurró haciendo que la rubia mirase por encima de su hombro—. Si estás de acuerdo te voy a follar ahora mismo.

La rubia detuvo sus pasos, abriendo los ojos de par en par al igual que su boca. Al menos no la soltó ni la ahogó del susto, era un paso. Pero no podía emitir ningún sonido de lo sorprendida que estaba.

—Recuerda que estas situaciones también sucederán —se excusó en un murmullo al notar como su cuerpo se ponía rígido. Observó segundos después como la rubia dirigía su mirada hacia dónde estaría su hermana y Kelly y Lena lo captó—. Estamos en el agua. No lo podrán ver con claridad y si vienen, mis dedos saldrán tan rápido cómo han entrado —ronroneó mordiendo su lóbulo y Kara sintió como su lujuria se pegaba—. Así que... ¿Me dejarás follarte? —preguntó sensualmente, deseosa de tomarla.

Finalmente exhaló y asintió con la cabeza porque tenía un poco de vergüenza que no lo pudo hacerlo con palabras, dejándose llevar como le había aconsejado su mejor amiga. Lena era la experta y no iba a decirle que no.

A cualquiera podría resultarle hasta asqueroso en hacerlo en un lago, pero a ellas no les importaba en absoluto de lo fogosas que se encontraban. Lena se alegró de ello y empujó a Kara hacia abajo, indicando para que solo asomasen sus cabezas sobre el agua para disimular.

Sintió como Lena salpicaba mordidas sobre su oreja mientras una de sus manos se movía por encima de la parte de arriba del bikini para jugar con su pezón mientras la otra acariciaba su vientre para adentrarse a la parte de abajo.

La rubia no pudo resistirse y cerró los ojos, agachando el cuello y hundiendo su rostro en el agua para contener los gemidos nada más sus dedos se encontraron con su clítoris. La mano de Lena pellizcó los pezones para mantenerlos erectos y firmes mientras sus dedos comenzaron a hacer movimientos circulares.

—¿Te gusta esto? —ronroneó sobre su oído y Kara levantó la cabeza, saliendo del agua para contestar.

—Sí...

Sin poder contenerse, quitó las manos de Lena para girarse. La pelinegra frunció el ceño, pero no tuvo tiempo a preguntar cuando la rubia cogió su cabeza conquistó su boca. Se sorprendió de que hiciera esto porque no estaban a solas, pero pensó que su super oído se encargaría de lo demás. Ya había demostrado de que la rubia podía hacer varias cosas a la vez y no dudó en introducir su lengua y en reanudar lo que estaba haciendo.

Las manos de Kara vagaron por su espada y agarraron su culo sin titubear mientras Lena acariciaba rápidamente su clítoris, sintiendo como se hinchaba más y más entre que hincaba sus uñas en su espalda. Sus lenguas estallaron en una guerra, conquistando la de la otra de manera desesperada. Se sentía exquisito cuando Kara gemía contra su boca.

—Lena... —llamó la rubia con un hilo de voz nada más separarse para coger aire.

—¿Sí?

—Yo también quiero... —pidió tímidamente, pero de manera exasperada.

—Nadie te lo impide —ronroneó Lena con voz ronca y Kara asintió satisfecha.

Una de sus manos abandonó su culo para recorrer su cadera. Acarició su pubis y se adentró en la parte baja de su bikini con cautela mientras otros dedos agarraban su trasero, notando como la pelinegra se estremecía contra ella. Lena no se pudo contener y gimió cuando sintió sus dedos acariciando su clítoris sin titubear, haciéndolo sorprendentemente bien.

—Rao, Lena... Eres tan buena enseñando... —elogió sin poder evitarlo, cerrando los ojos en el proceso cuando juntó su frente con la suya, concentrándose en cada movimiento circular de manera delicada, aunque Lena sí que miró su rostro, queriendo ver como temblaba con cada toque.

—¿Te encanta esto? —preguntó sin poder contenerse, sintiendo ser una Lena totalmente diferente de lo cachonda que se encontraba—. ¿Te encanta follarme y que te folle, que sea a la vez? ¿Sentir como los dedos de la otra hacen trazos perfectos y se hunden cada vez más? ¿El saber que podríamos ser perfectamente pilladas? —preguntó y preguntó con voz seductora donde la rubia asintió con la cabeza—. Dime, Kara, ¿contendrías los gemidos cuando llegues al orgasmo? —ronroneó contra sus labios.

Kara no contestó con palabras, sino que sorprendió a Lena cuando la rubia jadeó hacia atrás, elevando la voz e indicando que acababa de llegar al clímax al coger su muñeca y la pelinegra rápidamente subió su otra mano para coger su cabeza y besó sus labios para acallar sus ruidos.

Por suerte, no fue tan escandalosa y exhaló de alivio cuando la rubia se tranquilizó. Luego pensó en que frenaría un poco, pero se olvidó de que estaba tratando con una kryptoniana y, aunque tuviera su clítoris sensible, no estaba cansada en absoluto, reanudando los movimientos sobre el suyo.

Lo hizo con rapidez y de manera salvaje, controlando perfectamente sus poderes, sintiendo como abandonaban su cuerpo con cada trazo circular que daba. Quizá la clave era esa, de hacer que Kara se corriera primero para debilitarla un uno por ciento.

Solo pasó unos pocos minutos donde Lena se movió encima de ella de manera desesperada y ardiente, sintiendo como sus dedos casi la penetraban. Y el que estuviera a punto de hacerlo, tan cerca, pero a la vez lejos de hundir sus dedos dentro de ella, le hizo temblar hasta explotar en un orgasmo que rápidamente buscó la boca de Kara para acallarlo.

—Joder... —exhaló felizmente, pero en cuanto abrió los ojos para enfrentarla, vio el rostro serio de la rubia.

—Solo vamos a fingir que estamos jugando.

No tenía que decir nada más porque sabía lo que significaba. Era el mismo que puso en aquella fiesta, sabiendo que se acercaba alguien y más cuando soltó esa frase. Solo hizo lo que le pidió. Nada más apareció Alex por el puente, Kara sujetó a Lena y ésta gritó antes de ahogarla. Luego la pelinegra emergió y le dio golpe suave en el hombro mientras reía.

—Ya sé que puedes conmigo —exhaló Lena cansada. Realmente lo estaba y más si le hacía una mini ahogadilla.

—Chicas, Kelly me ha preguntado si os apetece merendar en la cafetería de Midvale —luego miró a Kara y susurró—. Por favor, sino querrá ir a casa de Lena para descansar si no vamos todas...

—Está bien. Solo si me invitas a unos donuts —contestó Kara felizmente agarrando a Lena.

—Trato hecho —le guiñó el ojo con una sonrisa y Lena entrecerró los ojos porque todavía le costaba leer los labios, aunque Kara se lo explicaría luego—. Gracias —volvió a susurrar antes de marcharse y Kara borró su sonrisa para expulsar todo el aire de sus pulmones, aliviada.

—Rao, eso estaba cerca...

—¿Y te arrepientes? —preguntó Lena sin saber cómo tomarse aquello.

—Para nada. Tendré que acostumbrarme a estas cosas, ¿verdad? Seguro que me pasará más veces, ya sabes —preguntó entusiasmada mientras encogía de hombros y la pelinegra asintió lentamente—. Gracias de nuevo, Lena. Y lo siento, pero creo que vas a escuchar decirme gracias todo el rato —se echó a reír antes de irse hacia el puente y Lena suspiró, siguiéndola por detrás.

Sintió nuevamente ese vacío porque, aunque no lo hubiese dicho, esas cosas pasarían con un nombre y un apellido. Y esa no era ella. Estaba jugando con fuego y Kara ardía. Lo acaba de comprobar, pero también acaba de descubrir que era adicta y ya no podía controlarlo en absoluto. ¿Dijo que la tenía a su merced? Eso le causaba risa a cualquiera cuando Kara solo tenía que chasquear los dedos para tenerla arrodillada.

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