— Buenos días.— susurró JiHyo, jugando con los mechones de pelo castaño de la otra chica mientras la instaba a despertarse.

— Mhmm, buenos días, Hyo.— Dijo Sana en tono grave, soltando un ruidito de placer cuando la mano de la muñeca empezó a masajearle el cuero cabelludo. — Dios, qué bien se siente.— Le dijo a JiHyo mientras inclinaba más la cabeza hacia la chica.

— ¿Mejor que nuestra aventura nocturna?.— bromeó la coreana. Sana tomó el brazo de la chica y tiró de ella hasta que se sentó a horcajadas sobre su regazo.

— Babygirl, nada podría ser mejor que eso.— Dijo mientras se inclinaba para capturar esos labios rosados con los suyos.

Los brazos de JiHyo la rodearon por el cuello, acercándola a medida que su beso se hacía más profundo. La mano de Sana se aferró a la mandíbula de la chica mientras se besaban, su pulgar acarició el labio inferior de la coreana cuando se separó, la muñeca abrió la boca y la lamió seductoramente un momento después, con una sonrisa traviesa en los labios.

— Oh, linda, eres una pequeña alborotadora, ¿verdad?.— Sana se rió mientras negaba con la cabeza. La chica se inclinó hacia la oreja de la castaña y le dio un beso antes de susurrar;

—Sólo para ti.

— ¿Lo dices en serio? ¿Que es sólo para mí?.— Preguntó la castaña, aumentando su ansiedad cuando la chica se calló y volvió a sentarse.

Sana quería a JiHyo para ella sola, pero tampoco quería presionar a la chica a una relación, sabiendo que el concepto de estar con alguien emocionalmente era completamente nuevo para ella.

— Bueno .. sí, lo sé. No... no funciona con nadie más. Aunque quisiera, ahora no podría estar con nadie más de ninguna manera.— Dijo JiHyo, un rubor rosado cubriendo sus suaves mejillas. La castaña sonrió suavemente, respirando hondo antes de formular su siguiente pregunta.

— Alguna vez te gustaría, querrías estar, sin presiones por supuesto, pero crees que tal vez...—

— Escúpelo, Sana.— interrumpió JiHyo.

— ¿Te gustaría ser mi novia?.— la nipona dijo extremadamente rápido, las palabras casi demasiado rápido para entenderlas. Pero la muñeca la había oído, alto y claro.

— ¿Hablas en serio?.

— Sí, bueno... estamos saliendo mucho, y sé que no hace tanto que te conozco, pero igual nos conocemos desde hace un buen tiempo y nos juntamos todo el tiempo.— La chica de ojos verdes divagaba, con el cerebro a mil por hora.

— ¡Sana, me encantaría!.— dijo JiHyo mientras volvía a rodear el cuello de la otra chica con los brazos, besándola profundamente antes de retirarse.

— ¿De verdad?.

— Sí, claro. Me da mucho miedo, pero tampoco se me ocurre nada que me apetezca más. No se me dan bien estas cosas, para nada, pero aun así quiero intentarlo contigo.— Dijo dulcemente la chica de pelo rosa.

— A mí también me da mucho miedo, la verdad. Nunca estoy segura de nada, pero sigo sintiéndome segura contigo.— la nipona respondió, tirando de JiHyo en un abrazo.

Permanecieron así un rato, disfrutando del calor de la otra y de la seguridad que sentían cuando estaban cerca la una de la otra. Pero al final se separaron, los gruñidos del hambre hicieron que su atención en el abrazo se desvaneciera.

— Iré a prepararnos algo de comer, puedes meterte en la ducha si quieres.— Sana dijo mientras dejaba la suave cama.

— Me parece bien.— Contestó JiHyo, pero antes de que pudiera levantarse la mujer de ojos verdes la detuvo.

— Espera, quédate ahí.— le dijo Sana antes de salir corriendo de la habitación.

JiHyo volvió a su posición medio sentada, medio tumbada, mientras esperaba el regreso de la castaña.

Sana entró en la habitación con una cámara polaroid y una vieja videocámara VHS. La chica de pelo rosa la miró confundida, pero no se resistió ya que confiaba plenamente en la mujer. La castaña ajustó cuidadosamente las piernas de la coreana, moviéndolas para que quedaran delicadamente tumbadas, y luego sus manos fueron a colocar los mechones de pelo de algodón de azúcar. También se aseguró de ajustar el edredón para que, aunque JiHyo estuviera desnuda, no se viera nada. De ese modo, la piel desnuda resultaba menos provocativa y creaba una encantadora vulnerabilidad.

Cuando estuvo contenta con su aspecto, fue a buscar una vieja pipa de metanfetamina rota y algunos frascos de pastillas vacíos, que había guardado para recordarse lo difícil que le había resultado dejar de fumar. Colocó los objetos alrededor de la coreana, un frasco de pastillas junto a la mano abierta de la chica, la pipa junto a su cabeza, apuntando hacia sus deliciosos labios, y otra botella junto a sus pies.

JiHyo se dio cuenta entonces de que se trataba del proyecto artístico de Sana, y sintió que la invadía una oleada de amor al ver cómo la castaña creaba su visión mediante cuidadosos ajustes.

— ¿Te parece bien?.— le preguntó Sana, sabiendo que la había metido en aquella situación de repente.

— Sí, todo está bien. Es que es fascinante verte trabajar.— admitió JiHyo, lo que hizo que la mujer de ojos verdes se sonrojara un poco.

La nipona tomó primero unas cuantas polaroids. Una junto a los labios relajados de la chica, el aspecto puro e inocente del cabello y los labios rosados que contrastaba con la tubería rota y mugrienta que yacía a su lado.

— Cierra los ojos.— Le ordenó la castaña, con voz apenas susurrante. JiHyo no tardó en cerrar los ojos; sus largas pestañas y su estado de relajación la hacían parecer aún más etérea, realzando de nuevo el contraste.

A continuación, la chica de ojos verdes sacó unas cuantas fotos en las que se veía más el torso de la chica, las polaroids resaltaban las hermosas curvas del cuerpo de la muñeca. Luego tomó un primer plano de la mano abierta junto al frasco de pastillas, las delicadas puntas francesas que apenas alcanzaban el objeto de destrucción. Luego otro primer plano del frasco de pastillas junto a sus pies. Y por último una foto de cuerpo entero, mostrando todos los detalles en una sola.

Sana tomó la cámara de vídeo y pulsó el botón de grabación antes de recibir instrucciones. Hizo un paneo sobre el cuerpo de la chica, centrándose en los mismos lugares que en las polaroids.

— Muévete como si estuvieras soñando conmigo, cualquier tipo de sueño, dulce o sensual, no importa. Intenta mantener los ojos cerrados.— Sana dijo, sin preocuparse de que las instrucciones fueran filmadas ya que no planeaba usar el audio de todos modos.

JiHyo siguió su petición de inmediato, moviéndose lentamente mientras imaginaba algún tipo de sueño. Sus manos se aferraron a las sábanas, como si buscara a alguien. Luego, una de ellas subió por su muslo, agarrándolo ligeramente. Estiró la espalda, echó la cabeza hacia atrás y su boca hizo una pequeña "o" por un momento. Entonces, el sueño imaginario debió de volverse más intenso, ya que la chica se dio la vuelta y empezó a apretar lentamente las caderas contra el colchón, con una mano peinando los mechones de pelo de algodón de azúcar.

— Toma una de las botellas, sujétala con fuerza en la mano.— Sana susurró, casi habiendo olvidado por qué estaban haciendo esto mientras observaba a la hipnotizante chica en la cama.

Las manos de la muñeca de pelo rosa buscaron un momento antes de encontrar el frasco de pastillas, agarrándolo con fuerza, sus nudillos casi poniéndose blancos, a lo que la nipona enfocó la cámara antes de detener la grabación.

— Perfecto, gracias. Es un gran comienzo.— Sana le dijo a la chica, levantándola hasta sentarla e inclinándose para picotearle los labios.

— De nada, en realidad no hacía falta mucho.— JiHyo soltó una risita tierna. — Pero, ahora que he hecho esto por ti, creo que deberías ir a prepararme el desayuno que me prometiste.— Añadió la muñeca de la forma más adorable.

— Lo haré princesa.— La castaña respondió dramáticamente con un falso acento británico, haciendo una reverencia para causar impacto.

— Genial, en quince minutos habré terminado con mi ritual de lavado.— la coreana respondió de forma similar, inclinándose para robarle otro beso antes de salir corriendo hacia la ducha.