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CAPÍTULO 8

Alexander caminó por la vereda poco iluminada del campus, ocultándose en las sombras. Ya era de madrugada, y a esa hora, todos estaban durmiendo, así que nadie notaría su presencia ni se percataría de nada. Estaba atento de las rondas del guardia de seguridad, el hombre tomaba un receso cerca de las tres de la mañana y volvía a su puesto alrededor de las cuatro. ¡Tenía una hora libre!

Acomodó su carga sobre su hombro y apretó el paso. La mujer pesaba poco, ya que era muy menuda y liviana. Había estado vigilándola por espacio de tres días; era una chica simple y rutinaria, por ello lo encontró muy fácil abordarla mientras salía del gimnasio. La treta del hombre en muletas no fallaba; al caer, ella corrió a auxiliarlo y él la golpeó con la muleta, noqueándola. La levantó y la acomodó en la parte trasera del auto.

Ahora caminaba con su cadáver a cuestas, buscando la casa de su fraternidad. La dejó recostada sobre la pared, cerca del jardín. De este modo, cuando las chicas salieran a sus clases la encontrarían con facilidad. Alexander lanzó un hondo suspiro mientras la miraba con devoción y amor. Acarició el rostro de la mujer, lo cubrió de besos y se sentó a su lado, lanzando un profundo suspiro. De pronto, a su mente regresó la imagen de Venus y del reportero, ambos se abrazaban y se besaban con pasión. Cerró los ojos y apretó los puños.

De pronto, la expresión en su rostro se transformó. Ya no mostraba dulzura y amor por Venus. Ahora estaba lleno de ira, de odio y desprecio hacia la chica. Volvió a mirar el rostro de la joven que yacía a su lado y lo abofeteó con saña. No importaba quien fuera o como lucieran, para él todas las mujeres eran iguales a Venus, ¡iguales a esa maldita puta!

-Esto y más te mereces, Venus - Suspiró y se cubrió el rostro con ambas manos - ¿Por qué? ¿Por qué me traicionaste? - Gimió y se echó a llorar - ¿Qué no entiendes que te amo? ¡No puedo dejar de amarte! He intentado de todo para olvidarte, pero es imposible - Sollozó - Me has dejado con el corazón roto - Lloró - Y ahora ¡eres feliz con ese reportero! - Dijo bufando y tomando el cadáver de la chica para sacudirlo con violencia - ¿Qué tiene él que no tenga yo? - le reprochó - Yo que me entregué completamente a ti, que te cuidé lleno de devoción y te di mi amor incondicional - Gruñó, poniéndose de pie de un salto - ¡Pero todas son iguales! Todas seducen, enamoran, traicionan y no ocasionan otra cosa que no sea sufrimiento - Exclamó y pateó el cuerpo de la muchacha - ¡Nunca voy a perdonarte, Venus! - Dijo mientras se daba la vuelta y guardaba las manos en los bolsillos - Y siempre vas a morir, una y otra vez - Murmuró al tiempo que se alejaba rápidamente del lugar.

Alexander iba llorando, su cabeza estaba llena de recuerdos. Sus fantasmas del pasado lo atormentaban. No podía superar su primera decepción amorosa, aquella que lo hizo sufrir de manera considerable, la que lo enloqueció y por la cual se había convertido en un asesino. El hombre subió a su auto y condujo a toda velocidad sin rumbo fijo. Detuvo su auto en un paraje solitario. Buscó en su bolsillo un cigarro que encendió rápidamente y le dio algunas caladas. Mientras hacía eso, recordó algunos sucesos de su pasado. Los momentos más felices de su vida, pero también los más amargos y decepcionantes.

Alexander tenía sólo tres años cuando su madre murió. Al poco tiempo, su padre volvió a casarse. Su madrastra era una mujer hermosa como bondadosa. Inmediatamente se ganó el cariño del pequeño, lo trató como a un hijo, entregándole su amor a manos llenas. Para ella, Alex lo era todo, su mundo giraba alrededor de su hijastro. ¡Lo amaba incluso más que a su propio esposo! Y el niño a ella la adoraba, entre ambos surgió una relación hermosa y maravillosa.

Por desgracia, cuando Alexander cumplió quince años, recibió una terrible noticia: su madrastra estaba embarazada. La noticia fue acogida con emoción por parte de su papá, pero para el chico, fue lo peor que pudo haber sucedido. ¡Estaba demasiado celoso! En cuanto la niña nació, Alexander fue relegado a segundo plano, ¡todas las atenciones eran para esa estúpida mocosa! Quién para colmo, era el vivo retrato de su madre; pelirroja y de hermosos ojos cafés.

Alexander odiaba a su hermana y lo único que deseaba era desaparecerla para poder tener todo el amor y las atenciones de su madre sólo para él; tal y cómo lo era antes. Esperó pacientemente durante tres años, fingiendo amar y adorar a esa pequeña que lo miraba como si fuera un dios. Hasta que un día pudo llevar a cabo su macabro plan, aprovechando la ausencia de sus padres, condujo a la pequeña al parque para que jugara como solía hacerlo cada tarde y mientras la niña jugaba con unas ramitas, la golpeó fuertemente en la cabeza con una roca y después la arrojó a un foso.

Durante varios días, la policía, con ayuda de los vecinos, buscó a la niña. El testimonio de Alexander fue que, en un descuido, su hermana salió de la casa y por más que la buscó, no pudo encontrarla. Sus padres estaban muy angustiados, temiendo lo peor.

Unas semanas después, la policía encontró el cadáver de la niña flotando en un canal. El cuerpo estaba lleno de golpes y heridas provocadas seguramente por la caída. No hubo más investigación, el caso se cerró cuando los restos fueron encontrados.

Sin embargo, la relación entre Alexander y sus padres no volvió a ser la misma. Su padre lo culpaba y a menudo le recriminaba su descuido. Debido a ello el hombre se volvió alcohólico y un día lo encontraron muerto en su auto. La causa de muerte; un suicidio. Pero Alexander sabía la verdad, él lo mató. Le dio alcohol adulterado, lo encerró en el auto y lo encendió, dejándolo que se asfixiara con los gases que desprendía el motor.

Alex hacía de todo para devolverle la alegría a su madrastra, pero la mujer estaba sumida en una profunda depresión. Había perdido a su amado esposo y a su pequeña hija. Pasaba las horas encerrada en su habitación, olvidándose del mundo que la rodeaba y por supuesto, también de Alexander. Al chico no le agradaba ese comportamiento, él quería que todo fuera como antes; que su madrastra fuera la misma y que lo tratara como si él fuera todo su mundo. Pero ella sentía que lo había perdido todo y nada la consolaba.

Un día, en un arranque de locura y desesperado por todos sus fallidos intentos, Alexander irrumpió en la habitación de la mujer y la encaró. Ella sólo rompió a llorar y lo sacó de la alcoba, sin embargo, él no iba a darse por vencido. Sometió a su madrastra, la ató a la cama y le confesó su amor. Él estaba enamorado de ella y le pedía que formaran una familia, le suplicó que le entregara su amor. Pero su madrastra se negó, diciendo que eso era enfermo, que él estaba mal porque lo malentendió todo y ella sólo lo amaba como un hijo.

Cada vez más desesperado, se arrojó a sus pies y siguió suplicándole, pero ella continuó negándose hasta que, cansado de esa negatividad, Alexander explotó y la atacó de forma violenta. Le dijo que él la enseñaría a amarlo, no importaba que fuera a la fuerza, así que la violó hasta que se cansó, volviéndola a encerrar en la habitación.

Durante varios días, Alexander la privó de su libertad, sólo entraba a la habitación para someterla y abusar de ella. Sin embargo, la mujer continuaba negándose a todo hasta que el hombre no pudo más y la asesinó de una manera brutal; con torturas, violación y severas golpizas. Fue demasiado para ella, así que de cierto modo, la muerte fue lo mejor que le pudo haber pasado. Alexander ocultó el cadáver en la casa y la quemó. Nadie supo qué sucedió en verdad y creyeron que tanto él como la mujer habían huido para dejar atrás el dolor.

A partir de ese momento, Alexander comenzó una vida de crímenes. Cazaba a sus víctimas, siempre siguiendo el mismo patrón físico; todas ellas pelirrojas. Las estudiaba, buscando sus puntos más vulnerables, después las abordaba, las seducía y las asesinaba. Su método era meticuloso y limpio, no dejaba huellas y por eso, para la policía se volvía más complicado atraparlo.

La madrastra de Alexander era muy parecida a Venus en cuestión física. Ambas eran idénticas, parecían dos gotas de agua. Por eso, cuando él vio a la chica, de inmediato se dedicó a investigarla y a seguirla a todas partes hasta que ella cayó rendida a sus pies e hizo su voluntad. Durante un año la tuvo cautiva, haciendo con Venus lo que se le antojaba, sin embargo, su plan perfecto tuvo unas fallas y Venus logró escapar antes de que lo culminara. Por un tiempo logró esconderse, pero él era inteligente y no descansó hasta dar con ella. Y ahora, el momento de la venganza de Alexander había llegado.

§ § § § §

La joven abrió la puerta de la casa y bostezó sonoramente antes de salir y cerrar lentamente. ¡Detestaba las clases de las ocho! Siempre tenía sueño y cabeceaba mientras el profesor explicaba. Se rió y caminó con rumbo a la facultad, sin embargo, se detuvo cerca del jardín.

-¡Pero miren nada más a la borracha de Katty! - Exclamó y se echó a andar hacia donde la chica se encontraba - Sí que estuvo buena la fiesta de anoche - Rió y se acercó más.

De pronto, la joven retrocedió asustada, Katty no estaba ebria, ¡estaba muerta! No lo podía creer y se llevó las manos al rostro para comenzar a gritar, pidiendo ayuda. Las chicas que vivían en la casa de la fraternidad salieron de inmediato para ver que sucedía.

-¡Está muerta! ¡Está muerta! - gritaba la chica y abrazaba a sus amigas - ¡No puedo creerlo!

Las jóvenes se abrazaban y lloraban, rápidamente se reunió un grupo muy grande de estudiantes, tratando de saber qué pasaba. También llegaron las autoridades de la escuela y la policía. Todas las actividades fueron suspendidas y enviaron a los estudiantes a sus casas. El asesino de San Francisco ahora había llegado muy lejos.

§ § § § §

Venus descansaba sobre el pecho de Eddie, ¡había sido una noche maravillosa! Eddie la llevó al cine y miraron una película de comedia. Después fueron a cenar y estuvieron charlando durante un buen rato hasta que volvieron a casa y cerraron su velada perfecta con una gran dosis de sexo salvaje y apasionado.

La chica lanzó un profundo suspiro y llenó de besos el pecho del hombre, quién comenzó a reír. Eddie abrió los ojos y le dedicó una enorme sonrisa.

-¡Hola amor! - Suspiró Venus y siguió besándolo.

-¡Hola nena! - Exclamó Eddie y la abrazó con fuerza mientras olía su cabello - Me encanta tu aroma, es delicioso.

«¿Delicioso? ¿Cómo puedes decir esas cosas? ¡Realmente huele muy mal! Parece que la cena de anoche ya se echó a perder»

El Klyntar se carcajeó y Eddie también, ¡no pudo evitarlo! Pero, ¿qué carajos? Un pedo era lo más natural del mundo.

-¿Cómo puedes decir eso? - Murmuró Venus poniéndose colorada - Es que no pude evitarlo...

-¡Ya, ya! - Se rió Eddie y la besó con dulzura - Los pedos son lo más natural del mundo.

Venus estalló en carcajadas y abrazó a Eddie para besarlo con mucha pasión, mientras intentaba sentarse sobre su vientre. Él la sujeto de la cintura y la acomodó sobre él, lentamente deslizó sus manos sobre el cuerpo de la joven y la miró a los ojos.

-Te amo - Susurró él mientras le apretaba las nalgas.

-¡Yo también te amo Eddie! - Gimió la joven y se inclinó sobre su rostro - Nunca me había sentido tan feliz.

«¡Sí, sí! Qué bonito, ¡yo también soy feliz y nadie me lo ha preguntado! Eres medio egoísta, Brock.»

-Eres feliz, lo sé - Pensó Eddie - Ambos estamos conectados, usualmente tenemos las mismas emociones - Le dijo a su compañero - Últimamente no me has dicho nada malo respecto a Ve, no te quejas de ella y tampoco me dices que te la quieres comer - Continuó - Así que supongo que de momento estás feliz y satisfecho con ella, ¿no es así? - Preguntó - Creo que si yo soy feliz, tú también lo serás.

«Yo sólo sé que esta humana me encanta. Es muy graciosa, adorable y tiene mucho en común contigo. Creo que por eso la quiero.»

Eddie ya no pudo pensar coherentemente, los labios de Venus dejaban un húmedo camino de besos sonoros sobre la piel de su pecho. El descenso continuó hasta su vientre y un poco más abajo. Eddie dejó escapar un ronco jadeo al sentir el aliento de la chica muy cerca de su miembro. Ella dejó escapar una suave risa y levantó su rostro para mirarlo a los ojos...

Eddie jadeó, sin embargo, su móvil comenzó a vibrar sobre el buró, el sonido era molesto e interrumpía ese delicioso momento.

-¡No contestes! - Gimió Venus y lo miró de manera suplicante.

Eddie suspiró y le dedicó una sonrisa. Sin embargo, el móvil dejó de sonar y la sonrisa del reportero se volvió perversa. Los ojos de la chica brillaron con lujuria y... ¡el móvil vibró una vez más!

-¡Con un carajo! - Gruñó Brock y se incorporó para coger el móvil y terminar la llamada.

«Creo que debes responder, Eddie. Es muy importante.»

Su compañero tenía razón, la pantalla mostraba el nombre de su amigo que trabajaba en la policía de San Francisco.

-¡Perdón que te moleste, Eddie! - Se excusó el hombre - Pero hay noticias.

-No te preocupes - Comentó Brock - ¿Qué es lo que sucede?

-Hubo un nuevo asesinato, y el asesino ya sobrepasó los límites - Murmuró - Encontraron a la chica dentro del campus de la Universidad en el área de las casas de Fraternidad.

-¡No jodas! - Bufó Eddie y se pasó la mano sobre el pelo - ¡No me digas! Fue otra pelirroja...

-Desgraciadamente sí - Exclamó el hombre - Sabemos que es el mismo sujeto, repite el patrón una y otra vez, como queriendo dar una advertencia - Susurró - Pero es mejor que vengas, así que, ¡date prisa! - Y finalizó la llamada.

Venus escuchaba con atención la conversación de Eddie, mirándolo con sorpresa y con temor. Con lo poco que había escuchado, imaginaba que se trataba de un nuevo asesinato. Eddie se sentó sobre la cama y comenzó a vestirse.

-¿Te irás? - Preguntó con aire de decepción.

-Tengo trabajo qué hacer- suspiró el hombre y le acarició la rodilla.

-Murió otra chica pelirroja ¿no es así? - Preguntó Venus abrazándose las piernas - Te escuché mencionarlo y...

-La dejó dentro del campus de la Universidad - Suspiró Eddie y se dio la vuelta para abrazarla - Voy a estar fuera por unas horas, ¡pero regresaré cuanto antes! - Suspiró - No vayas a salir por nada del mundo, ¡ni siquiera a tu departamento! - Exclamó el hombre - Si quieres, puedo llevarte a casa de tu madre.

-¡Estaré bien! - Sonrió Venus y lo besó tiernamente en los labios - Aprovecharé el tiempo para adelantar un poco de trabajo y esas cosas - Dijo y volvió a besarlo - También te puedo preparar algo para la cena...

«Déjala en casa y que nos prepare algo para cenar. Va a estar bien, no debes preocuparte»

-No puedo evitar preocuparme por ella - Se dijo Eddie mientras tomaba su chaqueta - La amo y no quiero que nada malo le suceda - Suspiró y regresó con Venus, quién aún se encontraba sobre la cama.

«No has dejado de pensar en ese sujeto desde que ella te reveló su secreto.»

-¡Voy a encontrar a ese malnacido! - Le respondió Eddie - Y te juró que lo despedazaré con mis propias manos.

«¡Eso déjamelo a mí! Tú encárgate de dar con el sujeto.»

Ve se levantó de la cama y caminó al encuentro del hombre. Eddie la abrazó con fuerza para besarla con pasión, apretándola contra su cuerpo. Después abandonó la casa, cerrando muy bien la puerta.

§ § § § §

Eddie caminó entre el montón de policías hasta la escena del crimen y tomó algunas fotografías. El lugar estaba acordonado, los peritos entraban y salían, analizando el lugar, buscando algunas pruebas. El forense y su equipo aún no llegaban al lugar para levantar el cuerpo, así que el hombre pudo tomar otras fotografías para el periódico y quizá haría algunas entrevistas para el noticiario de la tarde.

-¡Ya basta de fotos! - Dijo el jefe de la policía y empujó a Brock y a un grupo de periodistas que trataban de conseguir toda la información posible - Les pido de la manera más atenta que sean respetuosos con la víctima.

-¿Podría hacerle unas preguntas respecto a...? - Preguntó Eddie.

-¡Que sea rápido Brock! - Comentó el hombre - Tengo trabajo qué hacer.

Eddie hizo un par de preguntas al jefe de la policía, pero no aclaraban sus dudas. Trató de ahondar un poco más, pero el sujeto se negó a dar algo más de información al respecto. Eddie sabía que la policía no quería dar más detalles porque no tenía ni idea de quién fuera el asesino. Tampoco tenían un sospechoso o una posible pista que los llevara con el asesino. Brock se despidió del jefe de la policía y continuó haciendo su trabajo.

Para su suerte, pudo hablar con la chica que encontró el cuerpo de Katty, así como con sus compañeras de fraternidad. Todas coincidían en que la chica era tranquila; que cómo a todo el mundo le gustaba divertirse, ir a fiestas y tomar uno que otro trago, pero que era una chica pacífica, buena amiga y que jamás tuvo problemas con nadie.

-¿Sabían si ella tenía novio o salía con alguien? - Preguntó Eddie.

-Katty era un alma libre - Comentó una de sus amigas - No tenía una pareja, salía tanto con chicas como con chicos - Suspiró - ¡Pero le aseguro que ninguno de ellos se atrevería a hacerle algo tan terrible como esto! - Gimió - ¡Ella era amiga de sus ex parejas! Nunca terminaron mal.

-¿Algún pretendiente? ¿Algún acosador? ¿Alguien que la molestara? - Continuó preguntando Eddie.

Las chicas se miraron unas a otras y negaron con la cabeza. Eddie estaba a punto de despedirse y agradecerles su ayuda, cuando una de ellas lo tomó del brazo e hizo un comentario al respecto.

-Hace un par de días, Katty nos comentó que sentía que alguien la vigilaba - Susurró un poco nerviosa - Sin embargo, nos aseguró que sólo se trataba de su imaginación, paranoia causada por los recientes eventos, usted sabe, ¿no? - Exclamó mirando a Eddie, quién asintió y continuó haciendo anotaciones - De hecho también nos dijo que creyó ver a alguien rondando por los alrededores de la casa, así como una sombra que se paseaba debajo de su ventana.

-Entiendo - Murmuró el hombre - ¿Ustedes no han visto nada extraño o alarmante? - Preguntó y las jóvenes dieron una respuesta negativa sobre esa pregunta - ¡Deben tener cuidado! - Continuó Brock - Sabemos que hay alguien detrás de todo esto ¡y se trata de la misma persona! - Suspiró - ¿Hay alguna otra pelirroja en su grupo?

-¡Sí! - Murmuró una joven - ¡Olivia! - Suspiró - Pero ella no es pelirroja natural, como Katty, sólo que les gusta teñirse el pelo de ese tono...

-¡Está bien! - Comentó Eddie - ¡Todas tengan cuidado porque...

-¿Y qué hay con el monstruo negro? - Preguntó otra joven - ¡No ha aparecido! - murmuró - ¿Acaso él no nos protegerá?

Eddie suspiró y se rascó la cabeza. Era complicado, ¡Venom tampoco tenía una pista! Mucho menos a alguien a quién perseguir. ¡Deberían esforzarse más para encontrarlo! Debían proteger a Venus y a las otras chicas, ¡todas estaban en peligro! Pero, ¿dónde buscar? Ni siquiera sabían quién era ese sujeto. Venus sólo le dio una vaga descripción de Alexander, ¡y ni siquiera estaba seguro que el asesino era ese sujeto!

-Seguramente Venom está detrás de ese tipo, ¡sólo denle un poco de tiempo! - Murmuró Eddie antes de despedirse de las mujeres - Les aseguro que él lo va a encontrar y acabará con su asquerosa existencia - Dijo el hombre y se alejó.

§ § § § §

¡No lo sé! Pero creo que pronto van a dar con esa rata asquerosa llamada Alexander. Y creo que también el muy desgraciado se va a arrepentir del todo el daño que ha causado.
En este capítulo pudimos conocer un poco más de él y las causas que lo orillaron a ser como es.
¿Qué les pareció el capítulo? En el siguiente les prometo más acción.
No olviden dejar sus comentarios y votos.
Y gracias, muchas gracias por su apoyo.
Maria Decapitated

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