CAPÍTULO 7
¡Qué maravilloso es despertar así! Recién abrí los ojos y lo primero que contemplé fue el hermoso rostro de Eddie. ¡Duerme como un ángel! Tan tranquilo y sereno. Mirarlo así me llena de paz; no pude evitar besarlo y estrecharlo con fuerza entre mis brazos.
Junto a él me siento segura y a salvo. Me olvido de todo para concentrarme únicamente en su presencia. No sé cómo lo hace pero logra ahuyentar mis miedos; entre sus brazos, las pesadillas se fueron y después de mucho tiempo logré dormir profundamente y descansar.
Quisiera despertarlo con un beso y volver a hacer el amor con él... no puedo dejar de pensar en lo que sucedió ayer. ¡Eddie es un hombre muy ardiente! Creo que el mejor amante que he tenido hasta ahora. Con él todo fue tan diferente, no me llené de pena como en otras ocasiones. Me sentí liberada, atrevida, sensual. ¡Y no me voy a quedar con las ganas de probarlo de nuevo!
Porque no sólo fue sexo, fue algo más que eso. ¡Hubo amor! ¡Lo sé! Lo pude sentir. Entre él y yo hay una conexión fuerte, él me transmite su ternura, su cariño, sus atenciones hacia mí. Le he tomado cariño a pesar de llevar poco tiempo conviviendo de cerca. ¡Creo que estoy enamorada! ¡Sí, sí, sí! ¡LO AMO! ¡Amo a Eddie Brock! Y algo me dice que él también me quiere pero... ¡tengo miedo!
Hay una barrera que se interpone entre nosotros, la sombra de Alexander es muy fuerte y ese es mi mayor temor. Me aterra imaginar lo que puede suceder si él llega a aparecer. Porque cada vez está más cerca. Puedo sentirlo, esos asesinatos son como avisos, una llamada de atención para mí. Son mensajes y en ellos me dice qué es lo que me espera una vez que me encuentre. Sin embargo, también tengo miedo acudir a la policía... ¿y sí no es él? ¿Y si me equivoco? ¡Debí denunciarlo cuando pude! Cometí una estupidez y ahora estoy pagando caro mi error.
Me encuentro en un dilema ahora. Sé que si acudo con mi madre y le cuento mis temores, ella inmediatamente me encerrará, incluso puede internarme con tal de tenerme a salvo. ¡Yo no quiero eso! Quiero seguir disfrutando de esta nueva oportunidad, de tener a Eddie a mi lado; de disfrutar de nuevo lo que es ser amada... ¿y si se lo digo? Espero no me juzgue o se burle de mí por haber sido tan estúpida. ¡No, no! Él no es así, él es gentil, dulce, comprensivo y muy, muy sincero.
¡Me arriesgaré! Le diré la verdad y quizá él pueda darme algún consejo más sensato que lo que mi madre o mi padrastro puedan decirme. Aunque ellos sólo quieren protegerme, a veces exageran en su comportamiento.... ¡Se lo diré! Y que sea lo que el destino quiera.
Estaba a punto de levantarme de la cama para preparar el desayuno cuando Eddie despertó y se acomodó sobre la cama, tomándome entre sus brazos y apretándome con fuerza contra su pecho. No me dijo nada, sólo me sonrió tiernamente y comenzó a llenar de caricias mi cuerpo desnudo. Debido a la magia de sus besos y el suave roce de sus manos sobre mi piel, todo se borró de mi mente. Me olvidé de mis penas y congojas, entregándome a esos besos apasionados que me arrebataban el aliento.
La pasión de sus besos aumentó, sus caricias se tornaron urgentes y desesperadas que me perdí en ellas... en él.
-¡Buen día Eddie! – Gemí contra sus labios.
-¡Buen día cariño! – Respondió él volviéndome a besar – ¿Cómo amaneciste?
-¡Feliz porque desperté en tus brazos! – Sonreí, y esta vez fui yo quién lo llenó de besos.
Eddie me cubrió con su fuerte cuerpo. Con suavidad, sus manos acariciaron mis muslos y mi trasero, mientras que yo le rodeaba la cintura con mi pierna. Reí y gemí ante el roce de su incipiente barba entre mis senos. Jadeé y suspiré con sonoridad cuando sus labios turgentes se apoderaron de uno de mis pezones y comenzó a succionar. Instintivamente, mis caderas se menearon de arriba hacia abajo frotándome contra su erección. Eddie gruñó y me tomó con fuerza de la cintura. Con un rápido movimiento él invirtió la posición, colocando mi cuerpo sobre el suyo. Mis cabellos cayeron sobre su rostro mientras ambos reíamos.
Eddie apartó los cabellos de mi rostro para mirarme a los ojos. Él me sonreía con candidez y ternura. Debo confesar que ese gesto me derritió y no pude evitar volver a besarlo de una manera salvaje y ardiente.
Mis manos le masajearon en amplio pecho y sus fuertes hombros. Lentamente, mi boca fue dejando un camino de besos húmedos hasta llegar a su abdomen. Lo escuché carcajearse con sensualidad y lanzar un gemido ronco cuando mordí su bajo vientre. También reí y comencé un ascenso por su cuerpo hasta volver a sus labios. Eddie me envolvió entre sus brazos, apretándome contra su cuerpo. Yo deseaba fundirme en él, ser uno sólo y así no sufrir jamás.
Luego de varios besos hambrientos que incrementaban nuestro deseo, nos apartamos, dedicándonos una sonrisa de complicidad. Mi mano lo acarició con suavidad, deteniéndose a escasos centímetros de su pene. Eddie gruñó, urgiéndome a seguir, pidiéndome que no me detuviera. Lo tomé con delicadeza, masturbándolo un par de veces antes de introducirlo en mi interior. Ambos gemimos y nos miramos a los ojos para comenzar a movernos rítmicamente.
Mis caderas trazaron suaves círculos sobre él o bien, subían y bajaban, cabalgando cadenciosamente sobre su pelvis. Las manos de Eddie soltaron mi cintura para colocarlas sobre mis senos, apretándolos y masajeándolos con ganas. No podía parar de gemir, el fuego de la pasión me consumía lentamente. Nuestro ritmo se aceleró y yo busqué apoyo sobre las almohadas, Mis senos se balancearon sobre sus labios y él no dudó en llenarlos de besos, de lamer, chupar y succionar mis pezones. Jadeé y estrujé las almohadas antes de lanzar un chillido de puro gozo. Sus acometidas eran intensas, veloces y profundas. Arqueé la espalda y eché la cabeza hacia atrás cuando Eddie me tomó con fuerza de las caderas, profundizando la penetración.
De pronto, ambos fuimos envueltos por el placer, dejándonos llevar por las emociones. Grité el nombre de Eddie al sentir la llegada del orgasmo. Él me abrazó con fuerza y me susurró algo ininteligible pero que a mí me sonó increíblemente erótico. En ese momento me di cuenta que era verdad, ¡estaba enamora de de Eddie! Me había enamorado irremediablemente de él y que la vida me estaba presentando otra oportunidad para comenzar.
-Te amo – Dije entre gemidos mientras se entregaba por completo a Eddie y nuestras almas eran envueltas por la llama del amor y la pasión.
Por respuesta, él me sonrió y me besó con infinita ternura. Juntos volvimos a alcanzar el clímax. Nos dejamos caer sobre las almohadas, exhaustos pero complacidos, como un par de guerreros después de ganar una ardua batalla. Eddie me envolvió de nuevo entre sus brazos y besó mi frente.
-¿De verdad me amas? - Preguntó y su voz traslucía su emoción.
-¡Oh, por supuesto que sí! - Suspiré y sujeté su rostro con mis manos para mirarlo a los ojos - ¿Tú me amas?
-¡Más que a mi vida! - Susurró y de nuevo volvió a besarme - ¡Te amo Ve! ¡Te amo!
Yo me sentía en la gloria al escucharlo pronunciar esas palabras. ¡Eddie me amaba! En ese momento era la mujer más afortunada del mundo. Pero algo dentro de mí me decía que también era momento de decirle mi secreto. Tenía que revelarle a Eddie el motivo de mis miedos y mis crisis. ¡Ya no tenía porque seguir ocultándolo!
-¿Recuerdas que ayer te dije que no podía hablarte del hombre al que temo? - dijo Ve cambiando el tema de conversación de manera drástica.
-¡Claro que lo recuerdo! - murmuró Eddie y besó mis manos - Pero si no quieres hablarme de él, lo entenderé. - susurró y continuó besando mis manos.
-Creo que debes saberlo - le dije y me solté de su agarre para llevar las manos a mi rostro e intentar contener los sollozos.
El sólo hecho de mencionar a Alexander me aterraba, pero tenía que superar esa crisis. Eddie debía saber la clase de monstruo con el que estuve involucrada y además, tenía que darle a conocer mis sospechas acerca de que Alexander era el asesino de San Francisco.
-¡Tranquila, mi amor! - me dijo y se acercó a mí para abrazarme con todas sus fuerzas - Podemos dejar el tema para otro momento, ¿quieres?
-¡No! - le dije con fuerza - Este es el momento, ¡ya no puedo seguir ocultando mi pasado! - grité - ¿Recuerdas que también te dije que estuve muy cerca de morir? - pregunté y el asintió - Hace aproximadamente dos años comencé una relación amorosa con un hombre - dije de golpe.
-¿Y qué fue lo que sucedió? - Preguntó con interés - ¿Fue algo muy malo? ¿Te maltrataba?
Suspiré y asentí. Pero yo sabía que mi relación con Alexander no fue sólo mala. Fue lo peor que pudo haberme pasado en la vida. Apreté mis manos y él me abrazó con fuerza, besando mis mejillas.
-Yo creí estar enamorada de ese hombre - Suspiré - En ese entonces yo creí en él, creí en sus palabras, en sus mentiras y en su actitud de ser humano ejemplar - Bufé - ¡Alexander era un hombre intachable! - Dije mientras comenzaba a hablar de su carácter y su falsedad.
-No es posible ser así de perfecto - Murmuró Eddie esbozando una ligera sonrisa - No puede ser humano... ¿nunca sospechaste nada?
-En ocasiones pensaba cómo tú - Le dije - Que era demasiado perfecto para ser real. Pero creí estar enamorada - Exclamé ocultando mi rostro en el pecho de Eddie - ¿Sabes? Tengo imán para las malas relaciones. Y en ese entonces mi autoestima y mi carácter estaban por los suelos. Con mi mente débil fui blanco fácil para Alexander quién supo aprovecharse. ¡Me manipuló! Jugó conmigo y me hizo cometer locuras.
Eddie me miró a los ojos y asintió, escuchándome atentamente. Sabía que él no iba a interrumpirme hasta que yo terminara de hablar, así que continué narrando. Le hable de mis problemas con mi madre por culpa de él, de cómo me alejé de la gente que me amaba, quedándome sola y sin auxilio de nadie.
-Lo peor fue cuando acepté a mudarme con él al campo - Sollocé - Al ver la horripilante casucha en dónde viviríamos, los castillos que yo había construido en el aire se derrumbaron y fue entonces que comenzó la terrible pesadilla.
-¡Era un sociópata! - Exclamó Eddie lleno de ira - El hijo de puta era un maldito loco psicópata.
-¡¡Alexander es el asesino de San Francisco!! - Grité sin contenerme.
Eddie me miró a los ojos, estaba demasiado sorprendido como para decir algo. Mucho menos esperaba que yo reaccionara de esa forma y dijera esas cosas. Lo noté muy confundido y sin poder procesar lo que acababa de decirle.
-¿Qué? - Preguntó meneando la cabeza - ¿Cómo estás tan segura? - Volvió a cuestionarme - No lo entiendo, ¿cómo es qué...? ¿Por qué no lo denunciaste o...?
-¡Déjame explicarte! - Gemí - Por favor, no te alteres - Murmuré y lo tomé de las manos - Como te lo dije, yo estaba cegada primero por un supuesto amor al que me aferraba y después estaba el miedo, un miedo terrible que se apoderó de mí y que él se encargó de alimentar.
Suspiré y comencé a narrarle todas mis desgracias, de cómo mi sueño de amor se convirtió en una horrible pesadilla. De los castigos que Alexander aplicaba cada vez que lo desobedecía o cuestionaba sus órdenes. De sus golpes, gritos y amenazas.
-¡Ay Ve! - Suspiró Eddie y su mano acarició con suavidad mi espalda - ¿Por qué lo permitiste? ¿Por qué...?
-¡Yo era su prisionera! - Gemí - Yo... yo no sabía qué hacer o cómo escapar. Él jugó con mi mente, haciéndome creer que era una inútil, alguien bueno para nada... ¡un cero a la izquierda! - Susurré - Y así me sentía, después de sus constantes abusos, de sus ultrajes, ¡yo creía que era menos que basura! Pero... - Sollocé.
Eddie me acunó entre sus brazos, me dio consuelo y siguió escuchándome. Le dije cómo fue que descubrí que Alexander era un asesino y que yo no era su primera víctima. Le dije que él pensaba matarme, que tenía su plan trazado meticulosamente y que el conocerlo no había sido una casualidad. También hablé de cómo fue que decidí escapar, porque ese descubrimiento me quitó la venda de los ojos, haciéndome ver la realidad en la que me encontraba.
-Lo importante es que pudiste escapar con vida e ilesa y ahora estás aquí, conmigo - Exclamó Eddie besándome por enésima vez - Yo voy a cuidarte, ¡vamos a protegerte! Y nadie, ¿me oyes? ¡No dejaremos que nadie te haga daño! Porque si se atreven siquiera a tocarte uno sólo de tus cabellos, ¡los destruiremos y no tendremos piedad!
-¡Gracias cielo! - Susurré - Pero él me ha encontrado - Le dije abrazándolo con fuerza - Yo... ¡no lo denuncié! ¡No dije nada! - Murmuré echándome a llorar - No dije nada y él sigue libre, ¡por mi culpa han muerto mujeres inocentes! Yo.... ¡yo también las asesiné!
-No, no, no - Dijo él tomando mi rostro con sus manos - ¡Tú no tiene la culpa! Estabas asustada y el miedo nos nubla la mente, nos hace actuar de manera errática - suspiró y limpió mis lágrimas - Además no estamos seguros de que hay sido él...
-¡Es él! - Aseguré - ¿Notas la similitud? - Grité - ¡Todas nos parecemos! Tenemos algo en común - Murmuré y le mostré mi cabello - ¡Todas somos pelirrojas! - Suspiré - Las anteriores también lo fueron. Él tiene un patrón, y si no logramos detenerlo, ¡seguirá matando! Y yo - Volví a llorar con más fuerza que antes - Nunca podré vivir tranquila.
Eddie no dijo nada, permaneció callado y reflexivo. No dejó de abrazarme con fuerza, acunándome y acariciando mis brazos y mi espalda. Suspiré; me sentía más relajada y liberada después de haber hablado con él. Sus palabras me reconfortaron un poco. No me juzgaba y tampoco me culpaba, y lo más importante, no sentía lástima por mí.
-Lo investigaré - Murmuró Eddie luego de un momento en silencio - Tengo que dar con ese bastardo y cuando lo encontremos... ¡lo haremos pedazos!
-¡Es muy peligroso, Eddie! - Exclamé levantando el rostro y mirándolo de manera suplicante - Sólo... ¡denunciémoslo!
-¿Cómo dices que se llama? - Preguntó ignorando mis ruegos - ¿Tienes alguna fotografía o...?
-Se llama Alexander Davis - Murmuré como autómata - Y... por desgracia, no tengo ningún retrato o...
-No importa, ¿puedes describirlo? - Preguntó con convicción.
Escuetamente le hablé de sus rasgos, su complexión y esas cosas. Honestamente, no quería recordarlo, me daba miedo, la sola idea de pensar en Alexander me daba miedo. Aunque estando en brazos de Eddie, mis temores eran más llevaderos y ligeros.
-Voy a dejarte un rato - Murmuró él poco después - necesito hacer unas cosas y...
-¡Pero! - Gemí aferrándome a sus brazos.
-Tengo que trabajar - Suspiró y me besó la frente - Pero si te sientes más segura, vamos a mi casa y ahí te quedas, ¿estás de acuerdo?
Asentí y me levanté de la cama para vestirme, preparé una maleta con algunas cosas, tomé mi ordenador y mi teléfono móvil antes de dejar mi departamento.
-¡Aquí estarás segura! - Exclamó Eddie antes de marcharse - Te estaré llamando para saber cómo estás y, si necesitas algo o tienes miedo, ¡llámame! Me reuniré contigo cuanto antes - finalizó y me besó con pasión.
Suspiré al quedarme sola en el departamento, pero ahora me sentía mucho más segura y me dispuse a trabajar un rato. Y fue a partir de este momento que Eddie y yo nos volvimos inseparables hasta que... ¡casi lo echo a perder!
§ § § § §
El hombre golpeó con fuerza el muro que se encontraba frente a él y volvió a apretar los puños para lanzar un nuevo golpe sobre la pared de concreto. Golpeó una y otra vez hasta que sus puños sangraron. La sangre hervía en sus venas y su respiración era agitada. ¡No podía creerlo! El sujeto apretó los dientes y volvió a dar otro fuerte golpe sobre la pared, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Su corazón estaba hecho pedazos y se sentía el ser más miserable sobre la tierra.
Lanzó un fuerte sollozo y cayó de rodillas frente al muro, golpeando suavemente con la palma de su mano la pared de concreto y repitiendo que lo que sus ojos estaban viendo no era más que un espejismo o una horrenda visión.
-¡No es real! - susurraba - ¡No es real! - decía el sujeto y su cuerpo temblaba de ira.
El hombre giró el rostro para continuar observando a la pareja que ahora había detenido el paso y se besaban de manera apasionada. Cerró los ojos para no continuar observando esa horrible escena, ¡eso era demasiado para él! Respiró profundo y lentamente abrió los ojos. Esperaba no volver a encontrarse con esa imagen aterradora, pero desgraciadamente este continuaba ahí, la pelirroja y el rubio continuaban fundidos en un beso que le provocó arcadas.
-¡Eres una zorra, Venus! - murmuraba - Una verdadera puta. - exclamó y se levantó lentamente - ¿Cómo pudiste traicionarme de esta manera? ¡Yo te amo! - susurró y apretó los puños con todas sus fuerzas - He movido cielo, tierra y mar para encontrarte y... ¿me pagas con esto? - dijo lleno de ira.
¡Ella iba a pagar por su traición! Pensó el hombre sin despegar sus ojos de la pareja. Venus Carter iba a sufrir, haría que se arrastrara a sus pies y suplicara perdón por todo el daño que le había causado. No iba a permitir que se siguiera burlando de él y mucho menos con ese mamarracho que la acompañaba.
Alexander respiró profundo y su mirada se posó de nuevo en Venus y Eddie que caminaban tomados de la mano rumbo al edificio donde vivían. Parecían muy felices y enamorados, que todo a su alrededor era perfecto. ¡Pero él no iba a permitir esa felicidad! Iba a matarlos a ambos y lo haría esa misma noche.
§ § § § §
Venus le ha abierto su corazón a Eddie y le ha contado la verdad sobre su pasado. Ahora Eddie sabe cuál es el mayor miedo de la chica y a quien se enfrentarán más adelante.
Por su parte, Alexander sigue planeando su venganza. ¿Qué hará ahora? Dice que va a matarlos a ambos, ¿podrá hacerlo? Eso vamos a saberlo en el siguiente capítulo.
¿Qué les pareció este nuevo episodio?
No olviden dejar sus comentarios y muchas gracias por su apoyo a esta historia.
Maria Decapitated
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