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Una gran sorpresa

ERIK

Después  de pasar una corta temporada con sus nuevos amigos, él y Charles  estaban en camino de vuelta a su residencia. Ambos necesitaban ocuparse de sus propios asuntos.

Su hogar a diferencia del de Steve y Tony se localizaba en un lugar tranquilo y bastante aislado de la ciudad.

Los dos habían decidido que sería un buen lugar para vivir, sobre todo por la paz y tranquilidad que emanaba de aquel lugar.

El camino era largo, y para ese entonces apenas iban a la mitad del trayecto.

Charles se asombró al sentir la presencia de otros mutantes cerca.

—Erik, ¿que hay más adelante?—señaló hacia los árboles que rodeaban el camino.

—Que yo sepa sólo hay unas chozas, no sé si alguien las habite. ¿Por qué?—despegó su vista del frente para mirar a su pareja.

—Es que hay otros mutantes por aquí, los puedo sentir.

—¿Será Logan?

El castaño negó.

—Deten el auto, están en problemas, no puedo leer con claridad sus mentes pero siento su angustia y desesperación.

Apenas terminó de hablar, Erik se  estacionó en un costado de la carretera.

Bajaron rápidamente mientras Charles los guiaba a los mutantes.

Conforme avanzaban entre la vegetación y árboles se hacían presentes unos lloriqueos que los dejó bastante desorientados.

Su sorpresa fue tan enorme que Charles miró a Erik con preocupación. Dos pequeños bebés eran los responsables de tales quejidos y sollozos.
Ambos permanecían escondidos entre el pasto mientras inútilmente trataban de incorporarse.

Erik levantó al niño cubierto en una manta azul y Charles a la niña con manta rosada.

—Son gemelos, al parecer llevan aquí mucho tiempo—informó Charles, mientras trataba de arropar a la pequeña que al entrar en contacto con sus brazos había dejado de llorar.

—Entonces... ¿Estos bebes son mutantes? —volvió a mirar al varón. Se encontró con unos pequeños ojos azules recorriéndolo con curiosidad. No entendía como alguien había sido capaz de dejarlos abandonados y sin la más mínima preocupación.

El telepata asintió sonriendo. Estaba encantado con los pequeñines.

—Erik, no los podemos dejar aquí. —conocía esa mirada de parte del castaño. Esa mirada que sólo  significaba problemas para él.

—Claro que no,—viró sus ojos como si fuera obvio—espero no estés pensando en que nos los quedaremos.

—¿Y por qué no? Erik, por lo que veo no tienen a nadie. ¿Quién los dejaría solos en este lugar? Y recuerdas que ya habíamos hablado acerca de tener nuestra propia familia.—la ilusión que le producía a Charles hablar de aquello era para su novio una sueño casi imposible.

Él no se sentía en la disposición de ser padre. No había tenido el  mejor ejemplo paterno y eso influyó mucho en su persona. Temía ser un mal padre, como el suyo, o tal vez peor.
Y por supuesto nunca  le había comentado nada a Charles, no quería acabar con su pequeña burbuja.

El menor se dio cuenta de la guerra interna que se cargaba la mente del rubio y sonrió en respuesta.

—Así que tienes miedo.

—Un poco. Charles yo no sé si estoy listo para una responsabilidad como ésta. Ser padre no es cualquier cosa.

—Lo sé, eso lo entiendo. —se fue acercando hasta quedar a su lado.—Pero también sé que serías el mejor papá.

—¿Cómo lo sabes?—se enfocó en menear al bebé para que se quedara quieto. Le llamó la atención el color de sus cabellos blancos.

—Simplemente lo sé.

—Eso no me convence.

—Si ya fuiste capaz de abrirle tu corazón a una persona, supongo no te importara compartirlo con dos más.—su mano buscó la de Erik y se entrelazaron.—Te aseguro que no te arrepentirás de ésta decisión, sólo intentemoslo ¿Sí?, además yo estaré contigo, no tienes nada que temer.

Tiene razón...

Como siempre.

Erik terminó abrazando a su pareja aún con los bebés en brazos. Amaba con cada fibra de su ser a ese hombre. Y si eso implicaba convertirse en padre, estaba dispuesto a hacerlo.

Distraídos por todo aquel romántico momento ignoraron que los gemelos habían unido sus manitas entre ellos en medio de aquel abrazo.

—Vamos a casa.—indicó colocando sus manos en los hombros del oji-azul.



CHARLES

Se fue con ambos bebés en la parte de atrás para así vigilarlos mejor mientras Erik conducía.

—Nuestra casa está en la otra dirección, amor.—dijo al darse cuenta de que Erik conducía de vuelta a la ciudad.

El mayor suspiró y le dedicó una sonrisa ladina.

—¿Y con qué piensas alimentar a nuestros hijos? Tampoco tenemos ropa apropiada.

El sentimiento que Charles experimentó al escuchar nuestros hijos le ocasionó un cosquilleo en el estómago. Nunca creyó que dos simples palabras le producirían tanta felicidad.

—¡Erik se nos olvida algo todavía más importante!

—¿Qué es?—preguntó angustiado.

—No les tenemos sus nombres.—el castaño les acarició sus cabecitas con ternura.

—Es necesario pensar en eso ahora.—miraba por el espejo retrovisor lo adorable que se veía Charles con los dos bebés en sus brazos.

—¡Sí! Es vital que los bebés se acostumbren a escuchar sus nombres a esta edad.

—¿Y que edad tienen?

—Unos seis meses, son muy pequeños aún.

La conversación siguió entorno a qué nombres les pondrían. Y es que había tantos que no se podían decidir.

Charles descubrió que la niña portaba una pequeña cadenita en su cuello con el siguiente nombre: Maximoff.

Revisó al niño y vio que él también llevaba una.

Quiso saber más así que se aventuró a leer las memorias de los pequeños. Puede que fueran bebés pero eso no les quitaba mérito en sus pensamientos y recuerdos.

La niña se agarró de su mano y entonces comprendió un poco más.
En primer plano se apreciaba a una hermosa mujer corriendo con ambos bebés, parecía querer huir. Ella se encargó de esconderlos bien entre el césped y la flora de los campos.
La última imagen que la pequeña vio fue a la misma mujer besando su frente y la de su hermano. Los trató de calmar para que no llorasen y se fue corriendo en otra dirección.

Charles no podía salir de su asombro. Ella le había mostrado todo aquello y él ni siquiera tuvo que utilizar sus poderes.

Es telepata...

La bebé se reía mientras jugaba con sus manitas.

Y es muy linda.

La volvió a tomar de la mano y dejó un besito en ella.

Nunca más estarán solos, Erik y yo cuidaremos de ustedes. Lo prometo.

—Charles, ¿me estás escuchando?—la voz de su amado lo transportó de nuevo a la realidad.

—Sí, sí ¿qué decías?

El rubio exhaló, no le gustaba repetir las cosas, pero con Charles hacía sus excepciones.

—Qué si te parece que los llamemos Wanda y Pietro.—dijo mirándolo a través del espejo.

Wanda y Pietro Maximoff.

—Me gustan, son perfectos.—se unió a la enorme sonrisa que se había formado en el rostro del alemán.

Cuando llegaron al centro comercial no sabían por donde empezar sus compras.

Finalmente fueron a el área de bebés y cargaron en el carrito de compras toda clase de mamelucos y ropita que fuera de la talla de los gemelos. También se llevaron varios biberones, papillas y leche en polvo.

—Vamos a necesitar estos.—echó en el carrito un paquete de pañales.

Erik les quitó la vista de encima a los gemelos que se paseaban en la carriola doble y miró con repulsión los pañales.

—Me estoy arrepintiendo de ser padre.—bromeó, a lo que Charles le dio un codazo.

En otra sección de la tienda encontraron una especie de alfombras especiales para que los bebés gatearan.

—¿Deberíamos comprar alguna?—Charles las examinó.

—Veamos que piensan los gemelos.—Erik desabrochó el cinturón de Pietro y lo puso sobre la alfombra.

El niño empezó a gatear y los dos  hombres miraban atentos sus tiernos movimientos.

De un momento a otro sólo vieron una cegadora luz azul pasar a toda velocidad en línea recta.

—¡¿Qué fue eso?! ¡¿Dónde está Pietro?!—asustado miró hacia todos lados.

—No lo sé,—Erik se agarró de la carriola verificando que la pequeña estuviera ahí. Cuando lo comprobó, se unió a la búsqueda con Charles.

Corrían entre los pasillos, desesperados por hallar a su hijo. Y es que esa luz azulada no dejaba de pasar de un lado a otro, impidiéndoles avanzar.

A Erik no le importó casi arrollar a una anciana con la carriola. Estaba demasiado distraído buscando al gemelo.

—Lo siento, señora.—se disculpó un exhausto Charles al pasar a su lado.

Cuando volvieron a ver la luz Charles fue más rápido esta vez y pausó el tiempo.

No puedo creerlo.

Nunca se llegó a imaginar que tal alboroto fuera causado por el pequeño y travieso Pietro. Y es que había gateado excesivamente rápido a comparación de cualquier bebé en el planeta.

En una sección de la tienda se podía apreciar el montón de cosas que habían quedado tiradas tras el recorrido de Pietro.

—Ya te tengo.—lo alzó y volvió a correr el curso del tiempo.


Erik llegó agitado a su lado con Wanda.

—Por favor, por favor no me digas que esa cosa azul era él.

—Claro que era él, al parecer alguien es muy veloz.—le apartó con ternura unos mechones blancos de su carita.

Lo sentaron de nuevo a la carriola con su hermana y Pietro se tranquilizó. De ahora en adelante ese sería su punto clave para calmarlo.

Así sentaditos y con el constante movimiento de la carriola poco a poco fueron cerrando sus ojitos hasta quedarse completamente dormidos.

—¿Acaso no son lindos?—dijo llamando la atención de Erik para que viera a sus hijos.

—Efectivamente lo son, lo que me preocupa es que tras esos rostros angelicales se escondan unos auténticos diablillos.

A la risa de Charles se le sumó aquella enorme sonrisa de parte del castaño más claro.





TONY


—¡¿Tony, estás bien?!—su esposo venía bajando a el taller, el sonido de una fuerte explosión lo hizo alterarse.

Un muy sucio Tony salió de por debajo de los restos de un auto, por suerte no se lastimó tanto.

—Tranquilo Steve, no me pasó nada.—se sacudió un poco sus ropas que se encontraban aterradas.—Jarvis, ¿cómo salió?

—Logró una mayor propulsión, Señor, felicidades.

Igualmente eso no impidió que el rubio se quedara tranquilo y una vez que revisó que efectivamente estaba bien le dio su regañada por haberlo asustado.

—Ya te dije que fue un error, probaba nuevo armamento.—apreciaba que Steve se preocupara tanto por él pero a veces sentía que exageraba.

—Sólo ten más cuidado, no quiero que te lastimes.—Steve le dio un beso en la frente y sus brazos rodearon al menor.

Yo tengo el mejor esposo del mundo...

Ocultó su sonrisa en el pecho contrario.

Muchas veces se había planteado como sería el que él y Steve tuvieran un hijo. La sola idea le provocaba tantos sentimientos.

—Steve...—su dedo índice empezó a trazar círculos imaginarios en su fornido brazo.

—¿Sí?—le miró atento.

—Has pensado en que tu y yo fuéramos padres, es decir, ya sabes criar a un niño y que juntos formáramos nuestra familia.

A Steve se le iluminaron los ojos. No se esperaba que Tony le dijera algo así tan espontáneamente.

—Sí, sí lo he pensado. Siempre quise tener hijos ¿Te gustaría? —le levantó de la barbilla para encontrarse con esos hermosos ojos color avellana.

—¡Claro! Yo soy inmensamente feliz porque te tengo a ti, pero creo que si tuviéramos un hijo sería el doble de feliz. Sólo piensalo; nuestro hijo corriendo por cada rincón de la torre, él o ella sería tan inteligente como yo, por supuesto, y también sería noble y bueno como tú. —sonrieron entre la emoción de las palabras de Tony.

—Entonces es un hecho, adoptaremos.—volvió a abrazarlo sintiéndose tan malditamente bien en los fuertes brazos de el rubio. Si alguien le preguntara que cómo le gustaría morir, sin pensárselo dos veces diría que en los brazos de su Steve. Al separarse unieron sus labios en un  lento y romántico beso. De esos que sólo se veían en las películas pero que ambos agradecían vivir.

—Jarvis, haz una lista de los orfanatos más cercanos, iremos a hacerles una visita.—ordenó a la IA.

—En seguida, señor.

Su alegría fue interrumpida por los sonidos de las sirenas y disparos. Se oían algo lejanos pero aún así eran inquietantes.

—Jarvis ¿qué fue eso?—esta vez Steve fue el que preguntó.

—Hay una persecución a unos maleantes a unos tres edificios. Al parecer acaban de robar a un banco, registrando la muerte de dos personas.

—Eso es terrible, Tony, tenemos que ir a ayudar.

—Pero amor, la policía ya los está persiguiendo.—dijo despreocupado, ganándose que el rubio le soltase.

—Estamos prácticamente cerca, no me quedaré sentado viendo como mueren más inocentes.

Ese es el Steve que conozco....

No hizo más comentarios al respecto y mientras Steve se ponía su traje y buscaba su escudo, él se preparó con el nuevo diseño de su armadura.

Salieron volando de la Torre en menos de cinco minutos, y vaya que Tony disfrutaba de llevar cargado a Steve. Le recordaba su primera misión juntos en Rusia, Steve estaba tan asombrado por lo grandioso que era volar y él  no podía dejar de sonreír por eso. Por desgracia en esa misión también conocieron a Vlademir.
Pero ahora no quería pensar en eso, así que se limitó a disfrutar de volar por los aires en compañía de su esposo.

Tardaron menos en apresar a los ladrones. Bastó con que Tony estrellara el auto en el viajaban y que tras corretearlos por las calles Steve los dejara inconscientes.

Los oficiales a cargo de la persecución, les agradecieron su ayuda y los pusieron al tanto de la situación.

—Capitán, Señor Stark, fue un gusto conocerles.—el joven pero tenaz uniformado se despedía de ellos con especial emoción.—Disculpen que los deje pero tenemos que hacer una parada importante al hospital.

—¿Muchos hombres resultaron heridos?—preguntó Steve.

—No, bueno, casi no. Tenemos que ir al hospital general porque dejamos hospitalizado a un bebé, sus familiares fueron los que murieron en la escena del asalto al banco.

Auch.

No se imaginaba lo terrible que debía de ser para ese pobre bebé quedar huérfano siendo tan pequeño.

Él y el rubio intercambiaron miradas.

—¿Y sufrió algún daño grave?—temió por la salud del pequeño.

—No en su totalidad, sus padres prácticamente dieron su vida por salvarlo.—el policía se avergonzó de no haber podido hacer algo más. —Igual lo siento si los he  abrumado.—se disculpó mirando a ambos súper héroes.—Nosotros nos ocuparemos de el caso.

Dicho esto último se retiró con las demás patrullas y cuerpos policíacos.

Tony veía como se alejaban y por momentos sintió que debía ir con ellos. Quería saber que había pasado con ese bebé y si se encontraba en buenas condiciones.

Él más que nadie conocía lo que era tener que vivir solo. Todavía era un adolescente cuando sus padres murieron, y si a él le había costado trabajo afrontarlo suponía que a ese bebé le iría mucho peor.

—Me vas a tomar por loco, pero quiero ir al hospital para ver a ese niño.—tal declaración hizo que la sonrisa de Steve se ampliara.

—Yo también.

************

A diferencia de él, Steve seguía con su traje del Capitán América y eso llamaba mucho la atención para el personal del hospital.

Su botón de celos se encendió en el momento en el que una enfermera se le quedó viendo descaradamente a el rubio.

Obviamente no se iba a quedar de brazos cruzados y proclamando lo que era suyo le robó un apasionado beso a su esposo.

Al separarse vio como la chica apenada se retiraba del pasillo.

—¿Así que soy parte de tus experimentos sociales?—Steve miró la dirección por la que se había ido la enfermera.

—Ella se lo ganó, nadie te mira de ese modo a excepción mía. —le guiñó un ojo juguetón.

—Eres un celoso de primera.—rió de las locuras que llegaba a hacer su esposo. Y es que todavía tenía muy presente aquella vez en que Tony terminó insultando a un hombre en el hotel que se hospedaron en París. El moreno hizo todo  un show sólo porque ese señor se acercó a tomarse una foto con Steve.

—¿Acaso es mi culpa tener un esposo tan guapo?—se recargó en su hombro, mientras esperaban para ver al bebé.

Lo único que sabían del caso era que el señor Parker, padre de el niño, y su esposa  estaban visitando el banco en busca de un mejor sustento económico cuando sucedió lo del robo.
Lamentablemente nunca terminaron su trámite.

El mismo oficial con el que habían hablado salió de un cuarto y les sonrió en aprobación para que pudieran entrar.

Los dos saltaron cual resorte del banco y dándole de nuevo las gracias al policía pasaron a la habitación.

Lo primero que vieron fue a un regordete bebé recostado en un cunero.

El niño al ver a los dos hombres de pie y a un lado suyo, levantó sus manitas en señal de que lo cargaran.

Qué tierno es...

Steve fue quién terminó por levantarlo. Lo movía con delicadeza procurando no ser demasiado brusco.

Tony juró no haber visto algo tan perfecto y encantador a la vez. Y es que su corazón había saltado de alegría en ese preciso instante.

Steve aún cargándolo se lo mostró para que lo contemplara más de cerca.

Su cabello era de un castaño claro y sus ojos color chocolate radiaban ternura por cualquier ángulo que se les viese.

Mentiría si dijera que no sintió henchido el pecho  cuando ese pequeñín le sonrió.

Steve también se dio cuenta e igualmente sonrió emocionado.

—Tony... Crees que podamos....

—Adoptarlo.—terminó la oración con una sonrisa.

Steve asintió.
—Sí, quiero que sea nuestro hijo.

—No debería ser un problema, hay que hablar de esto con el oficial.

Una enfermera entró al cuarto para checar los signos del bebé. Aprovechando la revisión salieron en busca del policía. Éste les dijo que el niño ya estaba registrado con el nombre de Peter Parker. Pero que al morir sus padres debían firmar unas cláusulas dónde ahora se les atribuiría como los responsables del menor.

—¿Y cuánto tardará este proceso? —esperaba no fuera demasiado.

—Unas semanas cuanto mucho, hasta entonces el niño será asignado por parte del gobierno a un orfanato.

—¡Pero nosotros lo vamos a adoptar, eso no es necesario!—se mostró inconforme.

—Lo siento, Señor Stark, es lo que dicta la ley. No dudo en que cuidarán bien del niño, pero no podemos hacer más.

El castaño suspiró. Lo que menos quería era esperar.

Steve tomó su mano y seguido habló:

—Lo entendemos, y queremos hacer las cosas bien. Es por eso que haremos lo que sea necesario para quedarnos con Peter.

El moreno apretó su mano en señal de apoyo.

El policía asintió conmovido. Trataría de poder ayudarlos en lo que pudiese.

—Voy a hablar con mis superiores, les informaré de su decisión.

La pareja volvió a quedar a solas y entonces Tony se giró de frente para ver a Steve.

—Vamos a ser padres, amor.—anunció sonriente.

Steve besó su mano sin despegarle la mirada lo que le provocó a Tony un inesperado sonrojo.

—A mi también me entusiasma.—lo atrajo a sus brazos.—Peter Rogers-Stark no suena tan mal.

—¿Qué?—se apartó.—¿De qué hablas? —lo miró confundido.—Suena mejor Peter Stark-Rogers.

El rubio rió.

—Ni lo sueñes, Tony.

Se cruzó de brazos mostrando su rechazo a la idea de Steve. No cedería tan fácilmente.

Esta conversación no ha terminado.....





❤💋 ¿Que tal mundo?

Pues vamos avanzando cada vez más xD

Quejas, sugerencias, cartas de muerte para la autora.... Dejarlo todo aquí 😂😂😂


Nos leemos en el próximo capítulo.

Atte: Missmarvel17😘💕

























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