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Un mundo diferente

EINARR

Su vida en Midgar era muy distinta a como la recordaba en Asgard.

El joven príncipe, admitía que extrañaba su hogar, a la gente, por supuesto a sus abuelos, Frigga y Odín, con quiénes compartió gran parte de su infancia, y a sus fieles y nobles amigos que lo acompañaron en tantas travesuras así como aventuras.

De todas formas, no se arrepentía de su estancia en la Tierra. Conocer a los amigos de sus padres fue muy divertido y más loco de lo que se llegó a imaginar.
Los vengadores eran todo un caso.

Pietro Maximoff era indudablemente con quién congeniaba mejor. Él suponía que era por la edad.
El chico había sido de gran ayuda, siendo paciente en orientarlo respecto a todo en cuanto desconocía.

Einarr sentía que podía confiar plenamente en él. No le pasaba con cualquier persona, pero el platinado tenía algo especial que lo hacía depositar toda su confianza en sus manos.

Dejó el bolígrafo y papel de lado, procurando guardar bien en una caja, los pensamientos plasmados en lo que él llamaba su diario cotidiano. Puede que fuera más sencillo conseguir un cuaderno pequeño, sin embargo aún estaba muy habituado a seguir escribiendo en hojas sueltas, reemplazando únicamente la tradicional pluma con tinta.

—¿Piensas en la propuesta de tu abuelo? —Su padre Loki llegó, interfiriendo con su acomodo.

El mayor tomó asiento frente a su hijo, mirándolo con suma curiosidad.

—Sí, cada día. ¿Tú que piensas que debo hacer?

El dios del engaño, sonrió pensativo.

—Es tú decisión, Eiannar, lo que dicte tu corazón será entonces lo que deberás hacer. Thor y yo siempre estaremos muy orgullosos de ti, no importa que eligas. Sólo mira el apuesto, valiente y gran príncipe en que te has convertido, yo sé que cuando llegué el momento harás lo creas mejor para Asgard.

Le devolvió la sonrisa, abrazándolo. Agradecía ser apoyado por sus padres en un planteamiento por el cual, todavía se sentía indeciso e inseguro.

Ante el decline de sus padres al trono, Einarr era el heredero legítimo a reinar.

Odín le había expuesto lo siguiente:
Al cumplir la mayoría de edad, tendría la opción de continuar con el legado y convertirse en sucesor del Padre de Todos, cumpliendo con sus respectivos deberes en Asgard. Eso implicaba una gran ceremonia, en donde además de ser proclamado rey, Odín le entregaría una de las míticas armas legendarias, similar al Mjolnir de Thor.
De no aceptar su derecho real, él sería libre de quedarse o irse, prometiendo ser leal defensor de su pueblo en caso de que así se requiriese.

Desde que tenía memoria, Loki y Thor siempre estuvieron allí para él. Guiándolo, cuidándolo, enseñándole el importante deber y papel que lo esperaba en un futuro.

Y no negaba que le emocionaba llegar a convertirse en rey; el poder cuidar de su pueblo, mantener la paz entre los nuevos reinos, ser un buen líder.

Tenía los conocimientos, no es que no fuera capaz de hacerlo, más una parte de su subconsciente, le vivía recordando la enorme responsabilidad que aquello implicaba.

¿Cómo estar preparado para llenar un puesto tan grande como el de Odín?

Temía decepcionar no solo a sus familiares y amigos, sino a toda su gente. Y eso era algo con lo que no podría vivir.

Irremediablemente, él sabía que todo cambiaría en unos meses.

—Gracias, padre. —suspiró.

—Anda, debes darte prisa, ese muchachito corredor llegará dentro de unos minutos.—lo animó, poniéndose en pie.

Lo había olvidado. Quedó de verse con Pietro para seguir sus lecciones de aprendizaje respecto a Midgar.

—Sí, gracias por recordármelo. Tenía la mente en otro lado que olvidé que vendría.—comentó, avergonzado.

Los dos bajaron a la sala de la mansión. Últimamente habían estado renovando ciertas áreas de la enorme residencia. En palabras de Loki, un toque victoriano, convinado con el estilo tradicional de Asgard, se vería maravilloso.

Y no podía estar más de acuerdo.

—Thor y yo iremos a comprar algunas cosas, ¿se te ofrece algo?—tomó un abrigo del perchero. El clima estaba extraño a su parecer, el sol resplandecía, iluminando con sus potentes rayos, más, un aire helado estaba presente de igual forma en el ambiente.

—No realmente, estoy bien.

Despidió a sus padres, deseándoles buena suerte. Bien sabía de la poca paciencia de su padre Thor cuando acompañaba a Loki de compras. En defensa del rubio, confensaba que su padre Loki, solía exagerar y discutir por casi cualquier situación.

Optó por matar el tiempo en el enorme jardín frontal en lo que aguardaba a su amigo.

Loki era fanático de todo tipo de flores, cuestión por la cuál continuamente cuidaban con mucho esmero su jardín.

Regó todas las plantas, desde las pequeñas a las de mayor tamaño, cerciorándose de no desperdiciar más del agua necesaria.

El viento helado soplaba con fuerza, estampándose contra su rostro, haciendo que en ocasiones cerrara los ojos.

De a poco a poco, el olor a tierra húmeda comenzaba a inundar sus fosas nasales. Siempre le  había fascinado ese peculiar aroma. Simples pequeños detalles que no podía evitar amar y que lo hacían enamorarse de la naturaleza.

Apenas vislumbró por una fracción de segundo la conocida luz azulada.

Pietro apareció, recargado en un frondoso árbol.

—Buen día, príncipe.—sonrió, imitando una reverencia.

—Ya te he dicho que no te dirigas así hacia mí.—reclamó, haciendo una mueca.

—Es lo que eres, ¿no?

—Pero somos amigos, no es necesario todo ese protocolo.

—Sabes que sólo lo hago para molestarte. —confesó, moviéndose rápidamente a su lado.

Pietro se quedó observando a detalle las hermosas flores que adornaban el jardín, nunca antes les había prestado la debida atención.

—Wow, qué hermosas, jamás he visto este tipo de rosas.—se inclinó para olfatear las peculiares flores azuladas.

Eran las preferidas de Einarr. Con la majestuosidad de las rosas y el color azul vivo en sus pétalos, las convertían en un verdadero espectáculo para la vista.


—Son mis favoritas, por cierto, son muy difíciles de encontrar hoy en día, éstas en especial las he cuidado con mucha dedicación.

—Concuerdo mi amigo, son preciosas, deberías considerar ponerlas en venta, apuesto que habría muchas personas interesadas.

Miró a Pietro y negó.

—Sé que son muy codiciadas, pero jamás las vendería. Además, las estoy guardando para una ocasión especial.

—Ohh, ya entiendo. —dejó de acariciar los suaves y delicados pétalos.—Son para alguna chica.

—No lo sé.—Einarr habló con sinceridad.—Sabes, muchos dicen que representan el amor eterno y la esperanza de lograr un amor difícil o imposible. A mí me gustaría, que cuando encontrara a esa persona que me haga perder el aliento, y  que haga que mi corazón se acelere cada vez que la vea, sea dueña de cada una de esas rosas. Un obsequio único para la persona que amo.

Sonrió apenado, mirando discretamente hacia las flores.

—Puede sonar muy cursi y patético, lo sé, sin embargo, es algo que quiero hacer.

El velocista, apoyó una mano en su hombro, atrayendo su mirada de regreso.

—Eso es muy lindo, Einarr. Además las flores siempre son buenas con las chicas.—le guiñó un ojo.

—¿Y si no es una chica?

La pregunta hizo que su acompañante se sintiera extrañamente nervioso y eso lo pudo percibir con facilidad.

—¿Te gustan los chicos?

El príncipe evitó reírse en la cara de sorpresa de su amigo. Obviamente era algo que no se esperaba.

—No me he sentido atraído por ninguna chica, pero tampoco por algún chico. No es algo que me interese definir, yo sólo dejaré que mi corazón sienta, a veces sólo eso basta.

Pietro le dio la razón.

—Bueno, se nos hace tarde. Te prometí que te llevaría al parque de diversiones. Eso si aún te interesa ver cómo se entretienen los simples mortales de Midgar.

—Por supuesto, quiero conocer todo.


...


Jamás se hubiera imaginado lo asombroso que era un parque de diversiones.

Las personas podían disfrutar de todo tipo de entrenamientos y juegos, además de comida muy peculiar.

Los juegos mecánicos fueron su perdición. La montaña rusa, como la había nombrado Pietro, era una intensa carga de adrenalina y emociones. Casi como ir montando un dragón o animal fantástico, mientras el pasajero sentía su estómago revolverse.
Tanto le gustó que tuvo que convencer a su amigo de subir varias veces.

—¿Qué son esas nubes rosadas?—señaló el puesto con las extrañas figuras que gran parte de personas ansiaban por adquirir.

—¿Nubes rosadas? Oh, son algodón de azúcar. —explicó, conteniendo una risa.—Es un dulce, simple azúcar que con el debido tiempo termina pudriente los dientes.

—Quiero uno.

Pietro negó con la cabeza y lo acompañó sin refutarle nada. En ocasiones olvidaba que se encontraba con un príncipe asgardiano, el chico era tan impredecible como un niño y a la vez tan sabio y centrado que con sólo unas palabras de su parte lo dejaba sin habla.

A Einarr le gustó el sabor, jamás había sentido una textura así en un alimento. Ciertamente, parecía algodón.

—En definitiva volveré a este lugar.—mencionó fascinado.

—Sí, es genial para salir de la rutina de vez en cuando. —Aprobó Pietro.

Los dos muchachos habían pasado por desapercibido a cierto par de jovencitas que no les apartaban la mirada.

No fue hasta que Einarr tiró la basura de los restos de su comida que pilló a las dos chicas observándolos.

—Parece que captamos la atención de alguien.

Pietro, miró a su alrededor, pronto comprendió de que hablaba su amigo.

—Se ven agradables, aunque admitamoslo, de seguro sólo te ven a ti.

La confesión de Quicksilver lo desconcertó. ¿Qué quería decir con eso?

—¿De qué hablas?

—Vamos, Einarr, cada vez que salgo contigo por casualidades del destino siempre eres imán de chicas hermosas, incluso puede que también de chicos. Tienes la finta de todo un galán de película, eres un jodido príncipe, cómo no percatarse de tremendo partido.

Río sin poder hacer nada al respecto. Pietro tenía esa tan sincera manera de  expresar sus pensamientos que siempre terminaba sacándole una sonrisa o risa involuntaria. Admiraba esa capacidad, para él era primordial ser honesto.

—¿Y cómo estás tan seguro que es sólo por mí? También hay probabilidades de que llames la atención de alguien.

—Bueno, aunque sé que soy irresistible, no puedo compararme contigo.

—Yo sé que te equivocas. —dijo con seguridad.

El mutante sonrió discreto, clavó su mirar en el cielo, confirmando que dentro de poco anochería.

—¿Cómo son las técnicas de seducción en Asgard? ¿Hay alguna en especial que me pueda ser útil?

Qué pregunta tan peculiar...

—No creo que haya una manera de conquistar a una persona, o alguna forma de seducción.
Tal vez seamos muy tradicionalistas en Asgard después de todo, ya sabes, cuando te empieza a interesar alguien, lo presentas a tus amigos más cercanos, a tu familia en una cena o comida quizá, no puede faltar la invitación a un baile;  inconsientenmenete empiezas a demostrarles a tus seres queridos que esa persona te importa.

Pietro escuchaba con atención, asintiendo.

—En cuanto a la forma de cortejar, creo que cada quien tiene su esencia. El amor es algo espontáneo, no planeado. No puedes simplemente saber con exactitud si algo dará resultado.
Yo pienso que cada uno de nosotros sabe que recursos usar, y sobre todo, cuál es ese momento indicado para demostrar nuestros más sinceros sentimientos.

—Mis padres siempre me han inspirado a tener grandes expectativas en cuanto al amor se refiere. —reveló, jugando con el cierre de su sudadera.

—Los míos igual.

—Sí, bueno, sus historias son geniales, sólo ellos saben todo lo que tuvieron que pasar para poder estar juntos, pero, el ser testigo de un amor así, claramente me hace pensar que no todos podemos ser tan afortunados.

Por primera vez, Einarr estaba en desacuerdo con él.

—¿Y por qué no? Nada está escrito aún, deberíamos de pensar positivo y anhelar con todo nuestro ser que dicho amor nos llegue en el momento preciso.

—¡Oh, por Dios, eres un romántico a morir!—reveló Pietro, exagerando en su tono de voz. Los dos rieron.

—Mi abuela Frigga, ha sido responsable en gran parte de eso. —recordó, apreciando ese hecho.

—¿Ella metió todas esas ideas en tu cabeza?

—Fue parte fundamental de mi educación y crecimiento, de no haber sido por ella no sé qué hubiera sido de mí. Con su encanto y amor maternal, sus acertadas recomendaciones y consejos, ella se encargó a la perfección de sacar a relucir ese lado bueno y compasivo mío. Escucharla hablar siempre ha sido un deleite, incluso Odín se pierde a sí mismo cuando está con ella.
Mis padres la adoran, en un ser de tal benevolencia y respeto, que todo Asgard la estima y adora demasiado. Por eso no es raro que todos nos dirigamos a ella como madre.

—Vaya, eso suena increíble. —en un rápido movimiento se puso de pie.—Tal vez puedas seguir contándome más en lo que regresamos a tu casa, no quiero que nos tome por desprevenidos la noche.

El príncipe siguió al platinado, comprendiendo.

A veces le daba gracia cómo se invertían los papeles. Así como él era muy curioso y deseaba conocer más sobre la Tierra, había ocasiones en las que terminaba explicándole a Pietro sobre su cultura y tradiciones en Asgard. Era algo irremediable.

Su mente empezó a recordarle que tarde o temprano debería de explicarle sobre su actual situación.

Seguramente él podría aconsejarlo de igual forma y expresarle sus ideas.

—Qué dirías si te comentara que me iré a Asgard por un tiempo.—soltó de repente, prestando atención a la reacción del chico a su lado.

Pietro detuvo su caminar. Aún les faltaban unas cuadras para llegar a la mansión.

—¿Lo dices en serio?

—Muy en serio.

—Bueno, pues, supongo que te echaría de menos.—admitió, sonando casi con un tono indiferente.—Eres unas de las pocas personas con quién me puedo abrir y relacionar sin tener que pretender ser alguien que no soy.
Te has convertido en buen amigo, así que posiblemente estaría aburrido de nuevo la mayor parte del tiempo.

Einarr sonrió. Él también apreciaba a Pietro.

—Veo que es verdad, sí te irás.—declaró con voz apagada.

Retomaron el paso en un lento caminar.

—Sí, debo de dar una respuesta a Odín, aunque para eso todavía faltan unos meses. —intentó animar.

—Me imaginaba que tendría que pasar así. Fue simple lógica si te soy sincero. Por un tiempo me estuve preguntando si algún día tendrías que rendir cuentas para con Asgard.

—¿Ya lo sabías?—comentó, perplejo. Una parte de él estaba asombrado, la otra no tanto. Pietro solía ser muy analítico y atento a comparación de lo que muchos creían.

En el rostro del mayor apareció una sonrisa socarrona.

—Lo suponía, y ahora ya me lo has confirmado.

—¿Y cuál es tu opinión?—preguntó, ansioso.

—Oye, no lo sé amigo... Yo creo que esto está fuera de mi alcance.

—Sólo quiero escuchar tu punto de vista, por favor. ¿Debería hacer lo que todos esperan de mí?, ¿rendirme ante la presión?, todo es tan confuso que temo defraudar a los que más me importan.

—Veo muy imposible que defraudes a alguien, Einarr. Ten confianza en ti mismo, has crecido con ideales, conocimientos y todo lo requerido para llegar al trono de Asgard. Si algo me recuerda constantemente mi padre Charles, es que nosotros moldeamos a la persona que queremos ser, y para eso debemos ser fieles a nosotros mismos, sin prejuicios ni engaños; dedicarte a ser tal cual eres puede ser el reto más arduo a superar.

El peso de las palabras de Pietro fue abrumador. No había contemplado las cosas desde esa perspectiva.

Lo que más le resonaba es que precisamente tenía razón.

Sabía que no se equivocaría al pedir su opinión.

—Gracias, Pietro. —respondió de todo corazón, sintiendo alivio en su pecho.

El nombrado se limitó a sonreír, mientras seguían a pasos lentos su camino, de vez en cuando provocándole con empujones para dar inicio a una carrera.

—No sería justo, tú eres potencialmente más rápido.—argumentó insatisfecho.

—Me contendré, correré como una persona ordinaria. —prometió, tirando la manga de su chaqueta.

En otras condiciones, se negaría, pero Pietro insistía siempre en lo mismo y no se rendiría hasta que terminara dándole el gusto. Puede que una vez habiéndole vencido, dejara de fastidiarlo con eso.

Aceptó sin más rodeos.

Ambos se posicionaron y a la cuenta de tres, salieron disparados corriendo por la banqueta como dos completos locos.

Él presumía de buena condición, era parte de su entrenamiento diario, aunque, contra la persona más veloz  que conocía, igual eso no servía de mucho.

La brisa helada le estremecía todo el cuerpo, era un hecho que hacía más frío que en la tarde, prueba de aquello, era su respiración que dejaba un rastro de humo con cada exhalación que daba.

Pietro cumplió con su palabra, nunca utilizó sus poderes y ese fue un gran factor para que terminaran llegando al mismo tiempo.

Cuando estuvieron de frente al enorme portón, sabían que era momento de despedirse.

—Te veo después, Einarr, quedé de pasar por Wanda y no quiero que mi preciosa hermana me asesine.

—Claro, no queremos que eso suceda.—bromeó y posterior insertó el código de seguridad para poder abrir las rejas. A comparación de su amigo, él se veía tan sólo un poco agitado.

—Fue divertido.

—Sí, y te agradezco por todo.

—No hay de que.—se encogió de hombros.—Para eso estamos los amigos.

—Te haré llegar una invitación.

—¿Qué?, ¿una invitación de qué?—su rostro reflejó incertidumbre.

—Quiero que vengas conmigo a Asgard. Cuando llegue el día en que tenga que ir de regreso junto a mis padres, deseo que me acompañes, todos mis amigos estarán allí, no puedes faltar tú.

—Bueno, yo... Tendría que hablarlo con mis padres, es que ya sabes, me siento muy halagado, pero no creo que les agrade mucho la idea.

Einarr posó ambas manos sobre sus hombros, clavando su mirada en los azules ojos contrarios.

—Me gustaría que me acompañaras, piensalo bien, lo hago porque te has convertido en alguien importante para mí. No tienes que sentirte obligado a hacerlo si no quieres, pero prometeme que por lo menos lo hablarás con ellos.

—Lo haré, lo haré.—se deshizo de su toque.—Hablamos mañana, hace frío. —lo vio soplar en sus manos en su intento por mantenerlas tibias.

Ahora se sentía como un completo desconsiderado, su amigo quizá moría de frío y él seguía entreteniéndolo.

Casi juró observar que las mejillas del corredor estaban más rosadas de lo normal. Adjudicó tal efecto a la luz del farol arriba de ellos; la poca visibilidad y oscuridad de la noche no ayudaban mucho.

—Descansa, Pietro. —se despidió, haciendo una reverencia, la cual fue correspondida antes de que el muchacho saliera dejando un rastro azulado que desapareció en un par de segundos.

Ya se preocuparía por el futuro luego, mientras tanto, seguiría disfrutando y gozando de su visita en el mundo que tanto amaban sus padres. Mundo que ya lo estaba cautivando a él también.





























Último capítulo del año💙

Tenía planeado subirlo como regalito de navidad, pero faltaban detalles que corregir, así que finalmente aquí está.

Gracias por estar allí a pesar de todo y darle su amor a esta historia.


Les deseo un feliz año nuevo, lleno de mucha felicidad.

Los amo❤

With all my love,



—Missmarvel17


PD: Durante el capítulo estuve pensando en esta canción, y cómo se relacionaba con mi Einarr😍❤

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