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Regreso a nuestro hogar

TONY

El fresco y cálido paisaje estaba siendo reemplazo por el sofocante calor del verano, la primera llegaba a su fin.

Habían pasado dos meses desde la boda y sin embargo, los enamorados, seguían gozando en todo su esplendor de la ciudad del amor. No había día en el que no salieran; se tomaron fotos junto a la famosa Torre Eiffel, degustaron la comida de los restaurantes más conocidos, pasearon en barca, e hicieron el amor tantas veces como les fue posible.

Todo era maravilloso.

En el tiempo actual, Tony estaba siendo retratado por uno de los tantos artistas que vagaban por las calles de París. Ya los habían pintado a ellos juntos, pero esta vez, Steve, quería un retrato donde sólo saliera su adorado esposo.

El millonario era constantemente regañado por el pintor, este último insistía en que se dejara de mover o el retrato no quedaría bien.
Y claro, Tony, hacía caso omiso. Le costaba mucho quedarse quieto y más ante la mirada dulce de Steve. Temía porque sus mejillas se tornaran de un color carmín y el artista lo notara, sí lo hacía se evidenciaría y lo pintaría con la cara enrojecida.
Steve, por el contrario, disfrutaba bastante ver a Tony. Las rabietas que de vez en cuando se formaban en su rostro, sus manipuladores ojos chocolate, su sonrisa de rompecorazones, la sobre saliente barba en forma de candado; a sus ojos, Tony, era el hombre más guapo e inteligente que existía en el mundo.

El viento soplaba suavemente, y provocaba que los oscuros cabellos de Tony se movieran, dándole un aspecto bastante sexy para Steve.

J'al fini!—orgulloso, el artista, le enseñó el marco a el rubio.

—Vaya, ya me estaba quedando entumido.—Tony se levantó de la silla y fue corriendo con Steve y el otro hombre para ver el resultado.

Steve sonrió, estaba bastante satisfecho con la obra. La enmarcaría al llegar a la Torre.

Je le veux.—sacó de su billetera el dinero acordado y el artista lo aceptó gustoso. Mientras, Tony, se quedó asombrado de lo rápido que su esposo había aprendido a hablar francés.

Merci.—agradeció el joven haciendo una leve reverencia.

Los dos también le agradecieron y retomaron su camino por el parque. El capitán llevaba los dos retratos en un costado, y apreciaba con más determinación el de Tony.

—Veo que soy un excelente profesor de idiomas.—no perdió oportunidad en recalcar el excelente aprendizaje de Steve.

—Es porque tú eres el profesor. —soltó una risa discreta.—Si hubiera sido alguien más, no lo habría conseguido.

—¡Claro que lo hubieras logrado!—se detuvo ocasionando que Steve también se frenara.—Eres un hombre muy listo, amor, nunca lo dudes.—antes de que Steve pudiera reaccionar le plasmó un beso fugaz en los labios, disfrutando de la sensación de aquel contacto tan íntimo. El beso fue subiendo de tono a medida que las manos contrarias se colocaron en su cuello profundizando el beso. Tony se separó sólo para poder morder lenta y sensualmente el labio inferior de su rubio.

—Tony....—retrocedió de poco a poco, su voz se escuchó entre cortada.—volvamos al hotel.—más que una sugerencia sonó como una orden.

El moreno sonrió pícaramente.

—¿Por qué? Siempre he querido hacerlo en un lugar público, es una de mis tantas fantasías.—se humedeció los labios, pasando su lengua por ellos.

—¡Estás loco!—Steve escandalizó ruborizado.

—Sí, estoy loco por ti.—admitió sonriente causando que su pareja también sonriera.

Al final de cuentas, sí terminaron por ir al hotel. Steve no pudo permitir la descabellada propuesta de Tony, aunque muy en el fondo una parte de él, le hubiera gustado experimentar algo así.

La trayectoria al hotel fue corta, y claro, cómo no lo sería si Tony condujo lo más rápido que le fue posible. De tal modo, que el Audi del millonario llegó a un tiempo considerable al estacionamiento.

Steve, quien fue el último en entrar a la lujosa planta, cerró la puerta tras de si poniendole seguro para evitar interrupciones.
Inmediatamente atacó el cuello del menor. No importaba cuantas veces hiciera a Tony suyo, nunca se saciaba de él.

Lo cargó con desesperación y brusquedad, apretándolo de los muslos, ocasionando un jadeo en el moreno.

Entre besos y carias obscenas llegaron a su habitación. Steve lo depositó con cuidado sobre el colchón de la cama y siguió con su laboriosa tarea.

La ropa empezaba a estorbar entre tantas caricias y besos. Su mano viajó hasta la cremallera de Tony y la bajó exhibiendo un ya despierto miembro. El abazache se retiró la camiseta e hizo lo mismo con la de el rubio. Steve le desprendió de un jalón los molestos pantalones y comenzó a friccionar sus erecciones. Tony jadeaba, aún cuando Steve seguía vestido de la cintura para abajo podía sentir su abultado miembro palpitar contra el suyo. Quería sentirlo dentro de él de una vez por todas, pero a la vez también ansiaba disfrutar más de todas aquellas caricias propiciadas por su esposo.

—No vas a poder caminar por unos días.—la voz ronca de Steve terminó por excitarlo lo suficiente.

—¿Y-y... Qué esperas?—muy apenas pudo contestar a causa de la falta de aire.

Se deshicieron de su ropa restante quedando completamente desnudos. Steve seguía arriba, brindando besos y mordidas en la clavícula del oji-miel, mordidas que seguro al día siguiente se convertirían en marcas.
Bajó hasta uno de sus pezones y con su lengua se dedicó a saborearlo e incluso morderlo.

—Ummm.....Steve.—disfrutaba muchísimo de aquellas sensaciones por parte del capitán.

El rubio no paró hasta dejar ambos pezones enrojecidos. Trataba de menorizarse cada expresión realizada por el castaño. De esas escenas eróticas que sólo él conocía de Tony.

Con habilidad tomó entre sus manos la erección del menor, que agobiada, pedía por atención. Se la llevó a su cavidad bocal, y Tony gimió ante este acto.

Steve succionaba con esmero y a veces trataba de rozar con sus dientes la punta, sabía que eso enloquecía a su amado. Tony, lo estiró de los cabellos y así Steve pudiera metérsela toda.

El capitán se movía de tal forma que se producía un vaivén desesperado y sincronizado.

—¡Joder!...¡aahh!...¡eres increíble!—logró articular Tony entre gemidos.

Dentro muy poco sintió esa agobiante sensación por su pelvis. Se vino llenando la boca de Steve con su esperma, mordió su labio con fuerza al ver como el rubio lo tragaba todo sin apartarle esa mirada cargada de lujuria. El oji-azul liberó su pene y se relamió los labios, para después seguir limpiando el rastro del semen del pene de Tony. Presionó con la yema de sus dedos el glande empezando a dar un masaje en esa parte tan delicada.

—¡S-Steve!—el castaño se aferró a las sabanas.

El enorme pene de Steve ya estaba hinchado y preparado para adentrarse en él.
El mismo Tony humedeció tres de los dedos del rubio con su saliva y así comenzar con la preparación.

Cuando Steve los sintió bien lubricados los sacó de su boca y fue metiendo de uno en uno. Los movía haciendo tijeras, encorvandolos en forma de gancho y Tony no hacía más que controlar su respiración.

No resistió más.

—H-hazlo....., quiero que me partas en dos, Steve.—meses atrás se habría golpeado por sonar tan jodidamente pasiva, pero ahora estaba en un punto en el que ya le valía una mierda aquello. El placer que estaba experimentando era más importante.

Esas palabras de su parte, bastaron para que Steve perdiera el control.

Le separó las piernas y de un solo movimiento se adentró en él. Tony lo incitaba a seguir, moviendo sus caderas acorde con las embestidas.
Se agarró a morder y maldecir en el cuello del castaño en cuanto su hombría fue apretada por las estrechas paredes de el menor.

—¡Dios, Tony!....

—¡Aahhh!....¡Más!.....—gemía el moreno, igual disfrutando. Le encantaba sentir las bolas de Steve chocar contra su retaguardia.

Ambos se perdían en los ojos de el otro entre tanto placer. Steve obedeció e hizo que una de las piernas de Tony quedara reposada sobre su hombro. Comenzó entonces a penetrarlo aprovechando la nueva posición, permitiéndole llegar más lejos.

Los gritos y gemidos seguramente traspasaban los muros de la habitación, más les importaba poco si el hotel entero o incluso, toda París se enteraba.

Steve dio repetidas veces en el punto dulce de Tony al sentirlo rozar.

—¡Sí!...¡Steve!, ¡Justo ahí! —se arqueó gimiendo ruidosamente. El Cap, unió sus labios en un beso necesitado; temía que Tony se quedara ronco, o en el peor de los casos sin voz por tanto gritar. Mordió el hombro contrario, su orgasmo estaba muy cerca.

Un grito exhausto por parte de ambos además de el constante choque de sus cuerpos, terminaron por hacerlos alcanzar la gloria.

El Cap salió del interior de Tony y se dejó caer encima de él, sin llegar a aplastarlo. Aspiró el embriagante aroma que desprendía el cuerpo de su esposo. Mientras a unos les pudiera parecer asqueroso, para él, no había nada mejor.

—Aún no termino contigo.—susurró en el oído del menor y este se mordió el labio inferior al imaginarse lo que seguiría.

Lo hizo girarse de tal manera que quedó en cuatro.
No dejó que Tony alcanzara a tomar siquiera un respiro, cuando ya se encontraba introduciendo su lengua por la rosada y estrecha entrada del moreno, probando ambas esencias.

El castaño gimoteó suplicando por que siguiera. El sentir la fría y húmeda lengua del mayor en esa zona era para él un verdadero deleite.

Steve daba pequeñas embestidas con ella, metiéndola y sacándola por completo, torturando a su vez al moreno.

—¡Ahhh...S-Steve...aah!—mordió la almohada para acallar sus gritos.

Este hombre va a matarme de placer...

Rogers enterró más su rostro, abriéndose paso entre las nalgas del moreno. Amaba tanto darle un beso negro a Tony.

Su erección volvía a crecer notoriamente.

El vocabulario poco decente y en cierta parte vulgar del castaño, acompañado de sus gemidos terminaron por que Steve volviera a introducirse en tan placentero y estrecho agujero.

Sus cuerpos encajaban en una perfecta sincronía, moviéndose salvajemente cada vez que Steve arremetía contra la próstata del menor. El rubio aprovechaba para masturbar al ritmo de las embestidas al pene contrario.

Y así, entre gritos, gemidos, sudor y sobre todo mucho amor cayeron rendidos en el colchón, gozando en toda plenitud de su segunda liberación.

Tony se giró para ver a su esposo. Cuando los ojos de Steve lo vieron casi le da un derrame nasal. Tony tenía los labios rojos e hinchados, sus cabellos despeinados le daban un toque tierno y sensual, mejillas sonrojadas y pequeñas gotitas de sudor en su frente; todo esto hizo que el Cap tuviera que controlarse para no agarrar a violarselo. El castaño le sonrió dulcemente y Steve también le sonrió de vuelta sintiéndose hipnotizado por aquellos ojos tan deslumbrantes. Lo dejó pues, reposar en su pecho, de manera que entrelazaron sus piernas, quedando Tony abrazándolo.

—Cada vez que lo hacemos lo disfruto más.—comento Tony, suspirando.

—También yo, amor, también yo.—besó su frente.—¿Ya estás listo para la tercera ronda?—preguntó juguetón a lo que Tony abrió más sus ojos.

—¡Rogers, dejame tomar un respiro!

El mencionado rió.

—Creo que alguien no aguantará las ocho rondas.—dijo con burla.

Tony, miró alarmado a su pareja.

—¡¿Ocho qué?!

¡Dijo ocho rondas!.....

Señor, apiadate de mi culo...

Steve volvía a sonreír con malicia y satisfacción.

********************

STEVE

—Vamos, Tony, no te enojes conmigo, no soportó que estés así.

El castaño empacaba toda su ropa en la maleta. El vuelo a Nueva York saldría en unas horas.

—¡Rogers, no puedo caminar!, Y eso claramente es culpa tuya.—miró a el rubio con reproche.

—Oh, no, amor.—negó sonriendo. —¿Recuerdame quién suplicaba por más y más? —sus cejas se curvaron denotando superioridad.

Tony abrió la boca para defenderse, pero no dijo nada, sabía que Steve tenía razón.

Tan tierno como siempre...

El rubio lo abrazo por detrás comenzando a repartir besos por el largo del cuello de Tony.

—Admito....—beso.—que tal vez me pasé un poco...—beso—pero tú sabes que lo menos que quiero es hacerte daño.—dejó de darle besos para ver la reacción del menor.

Tony se dio la vuelta y lo miró directo a los ojos.

—Ya lo sé, pero no te perdonaré tan fácil.—le dio un besó rápido en los labios y le sacó la vuelta para ir por su demás equipaje.

Steve suspiró. Sabía que ahora tendría que comprarle algo.
Rió en su interior por lo bien que había llegado a conocer a el castaño.

Terminando de desayunar, salieron directo al aeropuerto.

El avión de Tony ya los esperaba puntual a su encuentro.
Abordaron y unos minutos más tarde el avión emprendió el vuelo.

—¿Puedes creer que ya vamos a regresar?—divagó Tony.—El tiempo se me fue en un abrir y cerrar de ojos.

Steve sonrió.

—Así es, pero tarde o temprano teníamos que regresar, además... ¿No me digas que no extrañas a los chicos, la Torre, a Jarvis?

—Claro que extraño todo eso, lo único que no me gusta de volver es que voy a tener que regresar al trabajo en la compañía.

Steve rió y entrelazó sus manos.

A él no le importaba dónde estuvieran, con que Tony permaneciera a su lado, con eso sería inmensamente feliz.

⭐ ¡He vueltooo!

¡Qué emoción!

Ya quería continuar con esta historia y compartirla con ustedes. 😊

Ahora si, agarranse porque damos inicio a la segunda temporada.

Posiblemente suba capítulo hasta dentro de dos semanas (ㄒoㄒ).

Ya saben..... (Exámenes for me)

Como siempre, les mando mushosss besos y abrazos, espero me acompañen a lo largo de este fic. ❤💋

Los quiere...

Atte: Missmarvel17. 😘💞

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