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Peter

BRUCE

Estaba casi seguro de que Tony causaría un agujero en el piso si no dejaba de caminar de un lado a otro de la pequeña recepción.

—Tony, todo va a salir bien.—vio como Steve le abrazó por detrás tratando de tranquilizarlo.

Sonrió por la escena un poco melosa de sus amigos.

En cierta parte entendía sus nervios. Era el día en que irían a recoger al pequeño Peter de aquel orfanato en el cual  llevaba  un mes entero.

El proceso no fue sencillo, les tuvieron que hacer un estudio muy detallado para evaluar si podían quedarse con el bebé o no.
Por el largo tiempo transcurrido, ambos súper héroes empezaron a desanimarse, más nunca cesaron de insistir.

Recientemente, habían recibido una llamada diciendo que su solicitud había sido aceptada.

Tony y Steve se volvieron locos con la noticia. Después de un eterno mes para ambos, tendrían a Peter con ellos.

Los demás compartieron su emoción.
Y es que también era novedad que Charles y Erik igualmente ya eran padres.
Inclusive ya todos, habían conocido a los pequeños gemelos.

Steve tampoco podía esperar más. La ilusión de formar una familia con Tony hacía latir su corazón más intensamente que antes.

—Lo sé, amor, es sólo que ya quiero verlo.—el moreno se dejó abrazar por los fuertes brazos.

—Yo igual, pero ya estamos aquí, eso es lo importante.

De sus amigos, sólo Bruce los estaba acompañando. Thor y Loki se habían tenido que ir a Asgard a arreglar unos asuntos, Natasha y Clint no habían llegado y obviamente Charles y Erik estaban muy ocupados con Wanda y Pietro.

Después de meditar mucho sobre si interrumpir tan romántica escena, Bruce decidió  entregarles sus respectivos vasos de cafés.

—Gracias, Bruce—el rubio le agradeció con una sonrisa.

—No es nada, la verdad se veían bastante cansados. ¿Han dormido bien?—los miró examinándolos.

Tony sonrió con malicia.

—Preguntale al capitán, no me deja pegar un ojo en toda la noche.

Steve carraspeó, incómodo. No le apetecía hablar de sus encuentros íntimos con su esposo frente a los demás.

Banner no hizo más que reír bajito. Esos dos no cambiaban.

Por fortuna la señorita que estaba encargada del papeleo de adopción hizo presencia en la recepción.

Les explicó que sólo hacía falta llenar y firmar unas cartas  para que legalmente Peter fuera reconocido como su hijo.

Como Steve y Tony se fueron con ella, Bruce se quedó al pendiente de la persona que los llevaría con el niño.

Empezaba a aburrirse hasta que un hombre le habló:

—Disculpe que le moleste, supongo que usted debe conocer a el señor Stark y Rogers—amablemente le preguntó.

—Sí, soy amigo suyo.—le costó despegar la mirada de aquel hombre tan bien agraciado. Sus ojos no pasaban para nada desapercibidos, y es que eran de un azul tan intenso que era imposible no observarlos a detalle.

—Mucho gusto, soy Matt William Johnson.—se presentó sonriendo.—Sabe si sus amigos tardarán mucho, ya tenemos listo a el bebé.

—Un gusto, Matt, pues...—echó un vistazo por el pasillo.—Acaban de irse a firmar unos documentos.—no sabía por qué se sentía tan inquieto frente a la mirada de ese extraño.

—Oh, bueno, entonces tendré que esperarlos para darles algunas recomendaciones.

¡¿Qué?!

—¿Recomendaciones?—no estaba entendiendo nada.

—Sí, verás soy médico, y durante este tiempo estuve al cuidado de Peter.

—Claro.—asintió.—Por cierto, olvidé presentarme, soy Bruce Banner.

Matt sonrió.

—Ya lo sabía.—confesó.

—¿A sí?—ahora él también se encontraba sonriendo como tonto. Le parecía tan raro que le conociera.

—Sí, admiro su trabajo doctor Banner, además, ¿quién no reconocería a Hulk?—los dos rieron.

A Bruce le pareció que Matt tenía una hermosa sonrisa. Obviamente era un hombre bastante guapo.

Se sintió apenado cuando Matt le encontró observándole.

Bajó distraídamente la mirada hacia su reloj. Ya no encontraba que más hacer para dejar de verle.
No quería parecer descortés por mirarlo tan descaradamente.

—¿Quisiera pasar a ver a Peter?—dijo como leyéndole la mente a el vengador.

Bruce volteó sorprendido con el hombre a su lado.

—¿Puedo?—dudó en sí debía hacerlo.

—Sí, no veo por qué no, sigame.
—fue imposible negarsele, él ya estaba caminando con el apuesto médico por un largo pasillo.

Entraron a la habitación marcada con el número 317.

Matt se encargó de hablar con el par de enfermeras que se encontraban cuidando del niño, así pues, las dos muchachas abandonaron el cuarto obedientes a su superior.

Bruce distinguió una cuna en una de las esquinas de la habitación y fue acercándose de poco a poco.
Se encontró con un regordete bebé de enormes ojos cafés, los cuales le miraban con curiosidad.
El pequeño parecía querer hablar, pero balbuceos y sonidos incoherentes era los únicos sonidos que lograba articular.

—Es muy lindo.

—Sí, es un bebé muy sano.—admitió.

—Me alegra, este niño lo es todo para mis amigos.

El médico dejó de observar al bebé para verle a él.

—Un niño siempre es la alegría de cualquier hogar.—de nueva cuenta Bruce se sintió perdido en la deslumbrante sonrisa de su acompañante.

—No dudo en que un hijo fortalecerá la relación de Steve y Tony. Serán una familia espectacular.—reconoció feliz.

—¿Usted ha pensado en adoptar? —claramente la pregunta lo dejó pasmado.

¿Adoptar, yo?  

Pobre criatura, posiblemente moriría bajo mi cuidado.

O al menos así lo veía él.

—Amm... No lo creo, es decir, no es como que no me gustaría, pero no sé si yo podría con algo así. Además de que no tengo pareja.—finalizó sintiendo sus mejillas adquirir un tono rojizo.

Matt notó la extraña reacción de el doctor Banner y en seguida se arrepintió de haberle preguntado aquello.

—Perdón, sé que no era de mi incumbencia.—sólo pretendía saber más acerca de Bruce. Y eso era algo que ni siquiera él mismo comprendía.

—No, no pasa nada, no tienes por que disculparte.—su mirada seguía fija en Peter. Temía que si le veía se sonrojaría más de lo que ya estaba.

—Es sólo que me parece demasiado incoherente que un hombre tan inteligente y atractivo como usted, aún no tenga pareja.—Matt había reunido todo el valor posible para decirlo.

Bruce sintió como su corazón se encogía. Nunca creyó  que alguien pensara eso de él.

Para empezar, nunca antes le habían dicho algo parecido. Y la razón era que él pocas veces demostraba lo que realmente sentía, claro está, por temor al rechazo. Justo como le pasó con Clint y ya más anteriormente con otros colegas científicos.

Bruce no sabía que responder. Jamás en su misera vida si quiera habían coqueteado con él, lo que lo hacía sentir más indispuesto e iluso.

Matt, de nuevo percibió el prolongado silencio del castaño y tosió un poco para aclarar su garganta.

—Lo siento, otra vez.—ya estaba pensando que tal vez el doctor Banner le debía estar odiando. Su mente le recordó que no todo el mundo era abiertamente homosexual como él.

—No te disculpes, por favor.

Ahora era Matt quien no se atrevía a cruzar mirada con él.

—Es evidente que lo he incomodado.

—No es así. —Bruce sonrió tímido. —Sólo que creo que no soy para nada atractivo.

Matt le miró incrédulo. Cómo era posible que alguien no fuera capaz de apreciar la belleza de Bruce.

—¿Estás bromeando?, eres un hombre muy guapo. Y no necesitas que alguien te lo diga para serlo, el punto radica en que tu lo creas, Bruce.

El nombrado, asintió completamente sonrojado.

Ese hombre le aceleraba el pulso tanto como si estuviera corriendo un maratón.

—Gracias por eso.

—No he dicho mas que la verdad. —el oji-azul le alcanzó un peluche al pequeñín, que desde hace rato trataba de tomarlo.

Los dos salieron de su pequeña burbuja en el momento en el que alguien llamó a la puerta.

Una enfermera les informó que Steve y Tony ya habían terminado de firmar y que esperaban a ver al niño.

—No hay que hacer esperar más a tus amigos, deben de estar muy desesperados.

—Estás en lo cierto.—recordó entre sonrisas las reacciones de ambos súper héroes.

Bruce decidió esperar con Peter a que Steve y Tony llegaran escoltados por Matt.

En menos de un minuto entraron en la habitación, acompañados también de Natasha y Clint.

—Con que aquí estabas.—Natasha le dio un codazo de saludo.

—Me dejaron entrar para ver a Peter.—se excusó.

La pelirroja no se conformó con la respuesta, pero ya lo dejaría para luego.

Los esposos corrieron al cunero a ver a su hijo. Steve lo cargó con cuidado y lo mostró a sus amigos.

Todos estaban fascinados con el bebé. A diferencia de otros niños de su edad, era bastante tranquilo.

Natasha no perdió oportunidad y también lo cargó.

Mientras disfrutaban del feliz momento, Matt aprovechó para dar sus instrucciones a Steve y a Tony sobre los cuidados del menor.

Igualmente los demás le oían atentos, sería una información muy útil, y más porque ninguno sabía absolutamente nada de bebés.

—Pueden llevarlo a mi consultorio en el hospital general, también trabajo allí, por si se les llega a ofrecer algo.—les sugerió Matt.

—No lo dudáremos, doctor, muchas gracias.—respondió un sonriente Tony.

Fueron abandonando la habitación y Bruce procuró ser el último. Era hora de despedirse de ese hombre tan peculiar.

—Fue un placer, doctor Banner.—estrecharon sus manos como despedida.

—Lo mismo digo, Matt, gracias por todo.—salió despavorido del cuarto y se echó a andar. Respiraba y exhalaba para calmar el terrible ajetreo de su corazón.

Una minúscula parte de él esperaba volver a ver al oji-azul. Lo que temía era que quedara todo en un simple encuentro.

—¡Bruce!—frenó en seco al escuchar su nombre siendo pronunciado por esa voz.

Matt llegó a su lado agitado.

—Ten.—le dio un papel arrugado. Lo abrió y vio un número telefónico anotado.

Sus ojos buscaron con sorpresa los azules del médico.

—Ojalá puedas llamarme pronto.—le dijo en un susurro muy cerca de su oído.

A Bruce lo azotó una corriente de aire caliente en su cuello, que lo hizo ruborizarse por completo.

—Lo haré. —guardó el papel con un poco de torpeza en su bolsillo trasero. Y es que todo su cuerpo se había tensado.

Matt sonrió victorioso y se despidió de él, desapareciendo por unas escaleras.

Natasha, que había regresado a ver por qué demoraba tanto, observó todo lo acontecido. Y una vez que Bruce se encontró solo, salió de su escondite.

—¡Bruce, eso fue estupendo!—chilló emocionada.

A Banner casi le da un mini infarto.

—¿Tú?...

—Lo vi todo.

—Pero no pasó nada.

—¡¿Cómo que no pasó nada?!—exclamó eufórica.—Acabas de conseguir él número un  médico guapísimo, ¿no te parece relevante?

Visto de ese modo hasta suena ilógico.

Pero fue real.

—Prefiero  no emocionarme   o crearme falsas ilusiones. —respondió meditando su situación.

—Pues dejame decirte que por como te mira, se ve le gustaste bastante.

—¿Tú crees?

—Sí, es muy obvio.—fue hasta él y se enganchó de su brazo para llevárselo.—¿Puedo ser madrina de bodas?

—¡Natasha! Eso no va a pasar.—negó apenado.

—Ya lo veremos.—caminaron a paso tranquilo, saliendo del orfanato.








STEVE

Tony manejaba con mucha precaución. No quería excederse y lastimar a sus dos más preciados tesoros.

Steve llevaba a Peter en sus brazos. El bebé descansaba muy tranquilamente en ellos, de vez en cuando se le cerraban los ojos y los volvía a abrir de golpe, víctima del sueño.

El rubio sonreía divertido por lo adorable que era su hijo.

—Steve, ahora que lo pienso, no podemos andar así con Peter cuando viajemos. Es peligroso.

—Lo sé, creo que se nos olvidó pensar en eso. En estos días compraremos unos de esos asientos para carros.

Posiblemente fue lo único que se les pudo haber escapado, ya que durante la ausencia del menor, habían gastado en un montón de juguetes, ropa y accesorios para bebé.

Al llegar a la Torre, el pequeño ya estaba profundamente dormido. Steve lo llevó hasta el cuarto que sería su habitación.

Él y Tony habían invertido mucho tiempo en decorarlo y adecuarlo para que fuera seguro para Peter. El moreno inclusive instaló un sistema de cámaras para mantenerlo vigilado.

Lo recostó en su cuna y prendió ese colgante  que Tony había escogido poner encima del cunero. Les exlicaron que eso les serviría para arrullar al niño.

Una dulce y melodiosa canción de cuna sonaba a un volumen considerable, mientras los objetos que colgaban del aparato se movían lentamente.

Sintió los brazos de Tony rodearle por la espalda hasta su pecho. De tan sólo imaginarse la diferencia de alturas entre él y su esposo quiso reír, porque seguramente Tony se estaba poniendo de puntillas para poder alcanzarlo.

Lo apartó sin ser brusco y lo giró de modo que pudo abrazarlo mejor.

—Dejemoslo dormir, Jarvis nos avisará por si llega a despertar o nota algo inusual.—el castaño bostezó cansado.

—De acuerdo.—acarició la cabecita del bebé y depositó un besito en su frente.—Descansa, pequeño.

Tony casi muere de ternura al ver a Steve hacer eso.

***********

Steve aprovechó que Tony cargaba a Peter para sacarle una foto, sin que éste se diera cuenta.

Cuando vio el resultado sonrió para sus adentros. Tony se veía el doble de adorable con su hijo en brazos.

Dejó la cámara y siguió preparando el biberón.

—¡Tony, no hagas eso!—despegó su vista de la leche que estaba hirviendo para regañar de nuevo a el moreno. Era la quinta vez que le decía que no levantara de esa manera a Peter, se podía caer.

—Amor, no le pasa nada. Sólo mira como se divierte.—pellizcó una de sus rosadas mejillas y volvió a levantarlo. El bebé reía y se movía inquieto como señal para que su papá siguiera haciendo eso.

—¡Si le pasa algo a mi hijo, te mato!—como última advertencia le gritó desde la cocina.

—Lo siento, Peter pero quiero vivir, tu padre  es un exagerado de primera—rodó los ojos y dejó de arrojarlo, el bebé por su parte, hizo un puchero sin entender por qué se había detenido.

—Me preocupo por él que es diferente. —se defendió, retando a su esposo con la mirada. Tapó el biberón y lo agitó un poco para que se mezclara bien la leche.
Regresó a la sala y se lo tendió a Tony.

—Muy bien, campeón.—Tony se lo acomodó mejor entre sus piernas para tenerlo en una posición en que no se fuera a ahogar. —¡Es hora de comer!—ambos se sorprendieron de que el pequeño tomara la iniciativa de sujetar su biberón.
Chupaba con desesperación de la mamila para conseguir más y más leche.

—Come muy rápido. —observó Tony perplejo.

—Debe ser porque tenía hambre.

En menos de cinco minutos Peter ya se había terminado su ración de leche.

—Tenemos que hacer que repita. —recordó Steve.

—¿De verdad?

—Sí, acuerdate de lo que nos dijo el doctor. Después de cada biberón los bebés deben repetir ya que se pueden ahogar cuando regresan la leche.

—Oh, sí, sí, ya recuerdo. Bueno te toca ese trabajo, no quiero que manche mi playera. —Steve puso los ojos en blanco y aceptó cargarlo.

—Para eso se supone que te pones un trapito en el hombro por si al repetir sale con leche.—daba golpecitos ligeros en la espalda de su hijo.

—Pero Steve, ese no es mi estilo. —sonrió arrogante.

—¿Y sólo te importa tu estilo?—arqueó una ceja divertido.

Ambos rieron. Les recordó un viejo momento del pasado, justo cuando se empezaron a conocer.

Peter por fin repitió y Steve lo pudo bajar un rato a su área de juegos. Consistía de un corral alto y acojinado de las orillas y bordes. El espacio no era muy grande, pero para un bebé pequeño era perfecto.

Tony le había prestado aquellos peluches que Steve una vez había ganado para él en juego de la feria.
El bebé no se separa de ellos, le gustaba mucho jugar con esos peluches de  Iron man y Capitán América.

—Espera, debo tomarle una foto.—Steve regresó con la cámara en manos.
Le tomó varias fotos a Peter y se las enseñó sonriente a su esposo.

—Es muy lindo, por eso se parece a mí. —Tony dijo con aires de grandeza y él sólo pudo reír.

—¿Acaso te atreves a contradecirme? Porque si lo haces, te juro que duermes en el sillón.

Mi pequeña diva...

Rogers rió y lo tomó por las mejillas.

—Sí, cariño, eres igual de hermoso que él. Eso siempre lo he pensado.

Tony se sonrojó y besó a el rubio en los labios.

—Cuida a Peter, iré a preparar el desayuno.— Dejó otro beso en sus labios y se dio la vuelta en dirección a la cocina.

Amaba ser el causante de los sonrojos del castaño.

Se disponía a sacar de la alacena unos guisantes cuando Tony gritó.

—¡Steveeee! ¡Peter está trepado en el techo!

—¡¿Queeé?!

Corrió a la sala y efectivamente, Peter estaba en el techo. El infante gateaba como si nada por todo el largo del techo.

¿Pero qué mierda?

—¡¿Qué pasó?!—le dijo a Tony.

—¡No lo sé, estaba jugando tranquilo y de repente le salió algo de la mano y se adhirió al techo!

—Hay que bajarlo de allí, se va lastimar si cae desde esa altura.—miró preocupado hacia arriba.

—Iré por la armadura.

—¡Apresurate!

—¡Ya voy!—Tony se fue a su taller.

Steve como medida de precaución trataba de estar justo debajo de donde se encontraba Peter por si caía.

Tony reapareció con su traje de Iron Man y de inmediato bajó a niño.

Steve suspiró aliviado una vez que vio como Tony lo tenía.

—Por Dios.—el millonario se lo pasó a Steve. —Estuvo cerca.

El bebé veía con asombro la armadura, la reconoció de su peluche.

Steve mientras tanto lo checaba buscando alguna herida, pero Peter estaba completamente bien.

—Hay que llamar a Fury.










Hellooo everyone!!!!

He vuelto (/^▽^)/

Como ven Bruci siempre si va a tener novio 😉
Sé que varios lo querían con Bucky pero tengo otros planes para él.
(No quiero hacerles spoiler, ya lo verán)

#Sorrynotsorry

No me he olvidado de esta historia 😢😅 sólo que cada vez me es más complicado actualizar.

Gracias por comentar y leer. Ustedes son la razón de que yo siga escribiendo❤

¡Los quiero!

Atte: Missmarvel17💕

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