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Feliz Aniversario

TONY

Había estado ensayando. Cocinar definitivamente no era su fuerte pero en verdad quería hacer algo especial por Steve esa mañana.

Él sabía que no superaría los altos dotes culinarios del Capitán, sin embargo, esperaba poder brindarle algo decente.

La realidad era que no cocinaba tan mal como todos solían creer, sólo fingía de vez en cuando no hacerlo bien para dejarle a Peter y Steve el trabajo en la cocina.

Acomodó toda la comida en la bandeja, procurando caminar con cuidado para no tirar nada en el trayecto.

Claro que no olvidó colocar una rosa roja en un pequeño jarrón a manera de adorno.

Tony Stark nunca hacía las cosas a medias.

Diecinueve años junto a Steve. Oficialmente se podría decir que ese día celebrarían su décimo noveno aniversario.

A comparación de años anteriores, no habían planeado nada elaborado. Tony bien sabía que eso no era impedimento para festejar felizmente junto a su amado esposo.

Entró a la habitación, encontrándose con el rubio durmiendo plácidamente en la cama matrimonial.

Ambos habían tenido un arduo día de trabajo, Steve fue el primero en caer rendido la noche anterior.

Dejó la bandeja en la mesita del lado de la cama del Capitán.

Tony podía jurar que su esposo era la reencarnación de uno de los ángeles más bellos de la creación.

Peinó los rubios cabellos, tomándose su tiempo para disfrutar de la sensación.

Sin barba o con barba, Steve lucía igual de hermoso.

No quería despertarlo. Se veía tan cansado que no sería capaz de interrumpir su descanso.

Él ya estaba cambiado y listo para irse a la compañía. Había ciertos proyectos que supervisar, obviamente ese tipo de cuestiones requerían su presencia. Además, todavía debía dejar a Peter de camino a la escuela. No siempre lo llevaba, pero justamente ese día era uno de esos.

Besó incontables veces el rostro de Steve antes de irse. Le tendría que dejar una grabación para que Jarvis se la presentara cuando despertara.

Apenas se apartó de su rostro, fue recibido por unos brillantes ojos azules.  Tony siempre se perdía en ellos. A pesar del tiempo, esa azulada mirada lograba causarle una intensa sensación en todo su ser que él mismo calificaba como indescriptible.

Steve lo atrajo en un fuerte y sofocante abrazo.

—¿Ya te ibas?—su voz aún sonaba adormilada.

—Es un poco tarde, amor.—alzó el rostro de Steve. —Feliz Aniversario, por cierto.—susurró antes de dejar un beso fugaz en sus labios.

—Feliz Aniversario, Tony.—y allí estaba esa maldita sonrisa que desde siempre provocaba una conmoción en el castaño.

Steve notó la bandeja con comida y le regresó la mirada a su esposo.

—Así que el gran Tony Stark me preparó el desayuno.—confirmó, sentándose en la cama como un niño orgulloso.

No era como si nunca lo hubiese hecho, pero el simple hecho de pensar en Tony cocinando le emocionaba y aterraba al mismo tiempo.

Tony se encogió de hombros.

—Ya ves lo que hace el amor. No te acostumbres, es sólo porque es nuestro aniversario.

Steve rió, asintiendo.

—Quedate un rato más.

Las palabras del rubio resonaron en su cabeza tentadoramente. En serio estaba considerando la propuesta.

Las caricias propiciadas en su cintura tampoco ayudaban mucho.

—Steve.—se mordió el labio, maldiciendo por lo provocador que lucía el ojiazul.—Peter está esperándome.

—Aún puede tomar el autobús.—las audaces manos contrarias se abrían paso con determinación por debajo de su camisa.

Tony se estremeció ante la calidez de su toque. Odiaba y amaba como reaccionaba su cuerpo con un simple tacto de parte de Steve.

Miró su reloj de muñeca, ya era muy tarde.

El menor se aferraba al cuello de su esposo mientras jadeaba frente a la invasión en sus caderas.

—Steve, por favor.

El rubio cedió a las suplicas del menor sin borrar esa extensa sonrisa de su rostro.

—Está bien, pasaré por ti cuando salgas del trabajo.—prometió, dejando un casto beso en su mano, haciendo que el multimillonario sonriera enamorado.

—Te estaré esperando mi amado principe. —proclamó con voz soñadora, guiñándole un ojo.—Ya debo irme o Peter llegará tarde, al igual que su padre.

—Con cuidado —advirtió, despidiéndose.

Su adorado Capitán, lo amaba tanto.

Tony volvió a bajar, encontrándose con su hijo a mediación de la sala.

Peter llevaba una mochila más grande de lo que recordaba.

—¿Irás de excursión?—preguntó, arrojándole una manazana que fue atrapada con éxito por el adolescente.

—No, me quedaré con Harry posiblemente todo el fin de semana.

—¿Y con la autorización de quién?

Peter lo miró como esperando a que adivinara sus pensamientos.

—Papá, no pienso quedarme aquí, escuchando como tú y Pops follan toda la noche.

Tony palideció.

—Estoy trabajando en habilitar las habitaciones...

—Sí, bueno, mientras eso pasa estaré bien con Harry.

No iba a argumentar nada contra eso. Su hijo tenía razón.

—¿Qué le regalarás a papá este año?—cambió de tema, siguiendo al mayor hasta el ascensor.

—Te lo mostraré en el auto, es algo muy valioso para tu padre.



...



Su corazón latía ansioso por darle su obsequio especial a Steve. Había esperado mucho para dárselo.

Desde que estaba con Steve había adquirido esa costumbre de saludar y responder con cortesía a todo aquel que se encontrara trabajando y apoyándolo en sus labores dentro de la compañía, por lo que no era raro llegar a verlo inmerso en platicas y conversaciones con cualquier persona sin importar su puesto o rango dentro de la empresa.

Otra adición más de porque el rubio hacía de él una mejor persona.

Últimamente estaba interesado en la aplicación de becas y financiamiento para aquellas mentes brillantes en la juventud. La aprobación por parte del comité general no se hizo esperar, todos concordaban con las bien fundamentadas ideas de Tony. Dentro de uno días podría anunciar con entusiasmo a miles de jóvenes su nueva planeación, con el fin de ayudarlos en base a sus méritos y esfuerzos.

Sabía que no todos tenían la oportunidad de desarrollar su máximo potencial ya fuera por limitaciones económicas o por escasez de recursos. El tan sólo imaginarse las vidas que cambiarían con la noticia próxima a anunciar le llenaba de emoción y orgullo.

Happy, su fiel compañero, lo felicitó en lo que hacía su recorrido a la salida por haber conseguido la implementación de uno de los tantos proyectos que tenía en mente el castaño.

Tony agradeció el gesto, dejándose escoltar hasta las puertas principales.

Al salir, Steve ya se encontraba allí.

El empleado de seguridad, saludó al súper soldado a lo lejos, recibiendo esa sonrisa que ponía el mundo de Iron Man de cabeza.

—¿En serio, Rogers? ¿Tenías que traer la Harley?

Fue inevitable decirlo al ver detrás de su esposo la clásica motocicleta.

—Oh, vamos Tony, sé que te encanta pasear en ella. —en un ágil movimiento, lo tomó de la cintura para así sellar sus labios en un apasionado beso.

—Me conoces tan bien. —reconoció el menor al separarse.

—¿Cómo te fue?, cuéntamelo todo.

—Todo salió bien, estoy muy feliz por ello.—admitió, ganándose otro fuerte abarazo de parte del Capitán.

—Te dije que lo lograrías, cariño.

Steve se aseguró de brindarle un casco aunque Tony insistía en que no era necesario. Una vez bien sujeto de la cintura de su esposo, el rubio puso en marcha la motocicleta.

Steve tenía razón. Amaba tanto eso.

Las corrientes de aire fresco se restregaban una y otra vez contra sus rostros a medida que avanzaban.
Recargando su mejilla en el hombro de Steve y disfrutando de la adrenalina del momento, sentía que nada le faltaba.

—¿A dónde vamos?—se atrevió a preguntar al observar que no iban por el mismo rumbo de la Torre.

—Bueno, preparé tu comida favorita.

—Qué bien, porque muero de hambre.

—Pero antes quiero llevarte a un lugar especial para mí.

Conforme se aproximaban al cementerio supo a dónde quería llegar Steve, sus nervios incrementaron. No sabía como reaccionaría ante su regalo.

El más alto, lo ayudó a bajarse de la moto.

—¿Qué tienes? Luces algo inquieto.

Estaba sorprendido, ahora más que nunca en toda su vida. Era como si Steve y él estuvieran sincronizados, como si pudiera leer cada parte de su ser y entenderlo, complementarlo a la perfección.

¿Acaso era posible compartir con una persona tal conexión?

Nunca fue fiel seguidor de las creencias de las almas gemelas, el coincidir en la vida con esa persona que había sido literalmente hecha para la otra, era un pensamiento que ya no le sonaba tan descabellado.

No con Steve. No cuando cada día que pasaba a su lado, su amor se fortalecía.

—No es nada, es que te ves tan bien vestido así.—elogió, sonriendo sinceramente.

—Tú no te quedas atrás, Tony.—besó su mejilla con ternura.

Entraron tomados de la mano.

Había pocas personas merodeando por el lugar, siempre había odiado los cementerios. Tenían esa aura triste y fría, digna de la representación de la muerte.


Finalmente, Steve los guió hasta una inscripción con el nombre de Sarah Rogers.

—Aquí descansa mi madre, o más bien sus restos, yo creo que ella ya está en un mejor lugar. Fue la persona más influyente en mi vida, gracias a ella soy en gran parte la persona de hoy en día.

Tony comprendía su sentir, su madre también había sido una persona muy importante en su vida. El único pilar que lo mantenía cuerdo, hasta la llegada de Steve.
De no ser porque sostenía la mano contraria, estaba seguro que perdería el equilibrio.

—No tengo dudas de que fue una mujer ejemplar.

—Lo fue, realmente lo fue. Supo sacarme adelante después de la muerte de papá. Recuerdo muy bien sus palabras, "Siempre te levantas". Sabes, por el contario de mi padre que no fue el mejor de todos, ni el mejor ejemplo a seguir, mi madre siempre me enseñó a ser fuerte.

Había tantos recuerdos y emociones que Tony no podía descifrar en su mirar.

—Sé que puede parecerte ridículo, pero estoy seguro que le hubieras encantado, igualmente sería imposible que la hubieras conocido, es decir, ya sabes, tú ni siquieras habías nacido. —se contagió de la pequeña risita que soltó el Capitán.—Lo que quiero decir, es que aquí hoy frente a lo que simboliza este lugar para mí, quiero recordarte el enorme compromiso que tengo contigo. Porque te amo demasiado, y no creí que algún día existiría alguien que fuera capaz de comprenderme tal y como lo solía hacer mi madre.

Steve lucía muy tranquilo y sereno a comparación de él, que estaba con el corazón golpeteando frenéticamente contra su pecho.

—Yo... Tengo algo para ti, no sé cómo lo haces, estuve trabajando varios años en ello y aún así logras adelantarte un paso a mi sorpresa, como si ya lo supieras.

Del interior de su saco, reveló un portafolio amarillo tamaño carta sellado de los lados.

Steve ahora denotaba confusión, frunciendo su entrecejo.

—¿De qué hablas, cariño?

—Ábrelo.— le tendió el portafolio.

Así lo hizo.

Steve miró incrédulo el contenido.




Dos fotografías de su madre.

Tan hermosa como la recordaba, los recuerdos lo inundaron, tomándolo desprevenido.

"Dentro de ese pequeño cuerpo hay un gran y fuerte corazón. Un buen hombre."

"Un corazón fuerte te llevará más allá que cualquier fuerza física."

"Un corazón fuerte significa que nunca te rendirás... Siempre mantendrás el optimismo de esta gran nación."

"La vida es muy corta para permitirte quedar atrapado en un capítulo"

"Aprende lo que puedas, levantate y muevéte hacia adelante."

"Mi amor está en ti, ángel. No importa donde vayas."

Steve sentía sus ojos aguarse. Tony estuvo allí para limpiar sus lágrimas.

—Tony... ¿cómo?...

—Fue muy difícil he de admitir, pero no imposible. Mandé a hacer una investigación de los lugares dónde trabajó, casi no tenían registros, ni nada relacionado a ella y su familia. Finalmente con ayuda de Jarvis, encontramos que como sabrás, ella provenía de Irlanda. Contactamos a algunos conocidos y gente que se relacionó con ella antes de venirse a vivir a Estados Unidos, así fue que obtuvimos como resultado las fotografías. Una la tuve que mandar restaurar, era ya muy antigua.

Lo próximo que sintió fueron los fuertes brazos de Steve rodeándolo.

—Gracias por eso. —susurró contra su oído, provocando en él un ligero temblor.

—Yo haría cualquier cosa por ti, Steve. Te amo, y sé que tu madre está orgullosa del fuerte soldado, esposo y padre en que te has convertido.

Steve casi nunca se mostraba frágil, era raro verlo débil y sin ánimos. Ahora entendía en parte a que se debía.

Tony le prometió a Sarah que seguiría cuidando y amando a su hijo, también le agradeció desde lo más profundo de su corazón por traer al mundo a un ser tan especial como Steve.
Dejando de lado su gran aportación al país y al mundo entero como el Capitán América, Tony reconocía que sin ese hombre de noble corazón que lo cautivó desde el primer instante en que lo vio, estaría perdido y a la deriva. Roto, incompleto en todos los sentidos.

Permanecieron en silencio unos minutos más para después partir a su hogar.

Ambos estaban más que felices.

Para cuando regresaron, Tony se quedó con la boca abierta.

Steve tenía preparado en el interior una mesa para dos. La comida a simple vista se observaba deliciosa, casi podía saborearla. Las velas rojas, hacían juego con mantel perfectamente distribuido. Como último detalle, una suave melodía acompañaba el ambiente romántico de la Torre.

Los muebles de la sala también estaban acomodados de manera diferente, de modo que quedaba un enorme espacio en el medio.

Steve, tan caballeroso como siempre, lo hizo sentarse primero para acto seguido hacer él lo mismo.

Tony no sabía ni por dónde comenzar, la pasta se veía y olía magnífico, por otro lado, la carne jugosa en su plato demandaba ser probada lo más pronto posible.

—Ni se te ocurra empezar sin antes haber degustado el vino.—de nuevo, como leyendo su mente, Steve amenazó, levantándose de su lugar para traer consigo una botella.

—Usualmente te golpearía por darme órdenes.—se mofó, mientras el rubio servía la bedida en sus respectivas copas.

La risa de Steve fue sonora.

—¿Me puedes recordar quién te enseñó a pelear? De repente, lo he olvidado por completo.

—Un anciano amargado, bastante sexy para mi gusto. Todo un clásico, tiene los ojos más hermosos que haya visto, él es un anticuado de primera, ¿le confieso algo, Capitán Rogers?

—Adelante, prosiga.—Steve siguió su juego, sonriente.

—Lo amo, esperé mucho tiempo por él.

—No tanto como él esperó para conocerlo a usted, Señor Stark.

—Coincido con en eso, Cap.—levantó su copa a manera de brindis.—Por que su amor duré por siempre.

—Por que así sea.

Después de aquel sonido del cristal haciendo contacto, ambos bebieron un trago del dulce vino.

Pasaron un momento agradable, recordando el pasado, riendo, conversando y finalmente disfrutando de la deliciosa comida, que en palabras de Tony, no tenía comparación con la de los prestigiosos restaurantes a los que solían ir.

Una vez terminada la cena, Steve decidió que era momento de bailar una pieza con su pareja.

Jarvis cambió la música a un ritmo más lento.

Para Tony podrían pasar mil años y seguiría cayendo embelesado en la manera que Steve coordinaba sus cuerpos al danzar.

Quién diría que su Capitán lo superaría en la pista de baile. Lo reconocía, Steve era más que bueno.

Sus manos reposaban alrededor del cuello de su esposo, sintiendo como éste reafirmaba con firmeza el agarre en su cintura.

—Hace diecinueve años, bailábamos así en nuestra boda.—recordó, dejándose llevar por los movimientos.

—Dios, estaba tan nervioso.—reconoció, negando hacia los lados.—Me alegra que todo resultará bien.

—¿Qué cruzaba por tu mente en esos instantes?

—¿Qué?, ¿al bailar contigo?

El menor asintió.

—Lo mismo que pienso ahora, que tenía entre mis brazos al hombre más apuesto e inteligente del mundo.

En un giro, Steve aprovechó para atarerlo más, apresando sus voraz mirada.

Tony se maldecía por sentir sus mejillas sonrojarse, maldijo aún más al notar la pícara sonrisa de Steve.

—Deberías sentirte privilegiado de ser la única persona en este planeta que tiene el poder de destruirme y a la vez brindarme vida.

—Lo estoy, agradezco cada día por tenerte.—volvieron a conectar miradas, perdiéndose en su propio mundo.

Tony siempre quería hallar una explicación para todo. Y de las muchas cosas que aún no podía entender era precisamente el transcurso del tiempo mientras su mirada se fusionaba con la de su esposo.

El tiempo parecía ir más despacio, como viajar a un propio universo en donde sólo existían ellos dos.

—Tengo una teoría.

Steve trató de prepararse mentalmente para lo que diría su amado castaño.

—¿Sobre qué?

—Nosotros.—sonrió.—Es muy simple a decir verdad.

—Explicame.—demandó, mirándolo con suma curiosidad.

—Es obvio que existen universos aleternos, realidades distintas conectadas entre sí pero nunca compartiendo el mismo tiempo. Sería interesante crear algún artefacto que nos permitiera avanzar o viajar a alguna de ellas, ¿no te parece?

—No sé si sea buena idea, podrías alterar lo que ya está establecido.

—Tienes razón, de todas formas ese no es mi punto fuerte.—negó, divirtiéndose por las expresiones de incertidumbre del rubio.— Volviendo a los otros universos, pienso que por cada uno existente hay un tú y un yo. Un Steve, un Tony, y así consecutivamente.

—Suena lógico.—Steve lo hizo dar un giro de nuevo, regresando a su cercanía en menos de dos segundos.

—Sí, y he llegado a una conclusión. —posicionó su mano en el pecho contrario.—Si un Tony está sin su Steve, sólo se puede desatar el caos. Piénsalo como engranes funcionando para una máquina o reloj, si dos piezas que se necesitan para trabajar juntas se separan, el objeto deja de funcionar correctamente.

Steve abrió mucho sus ojos, sorprendido.

—Eso es cierto.

—Lo es.—Tony recostó su cabeza en el pecho de Steve, sintiéndose protegido—Por fortuna en esta realidad, nosotros estamos bien.

—Sería bueno que escribieras un libro.—recomendó con cierta burla.

—Mmm... Lo pensaré, aún no sé si añadir el título de escritor a mi amplia gama de papeles a desarrollar. Ya son demasiados; héroe, millonario, filántropo, genio, padre, esposo, vengador... Uff, y la lista sigue.

—Qué te parece si pones en práctica el de adorado esposo justo ahora.

—Sólo si tomas un baño conmigo, estoy un poco exhausto.—abrió sus ojos para observar como el mayor, besaba su frente.

—Trato hecho.

Steve lo cargó con suma facilidad, dirigiéndose a su dormitorio.

Dejó que él preparara la tina, asegurándose de que tuviera el suficiente jabón para crear la espuma necesaria, a la vez que el agua caliente caía de poco a poco hasta llenarla por completo.

—¿Recuerdas el año en que fuimos a patinar sobre hielo? —Steve dejaba besos en su cuello, mientras se despojaba de toda su ropa.

—Claro que lo recuerdo, me caí como unas mil veces.—el menor lo miró con reproche.

—Igual no hubo de que preocuparse, amor. Lo bueno es que caíste sobre un muy buen amortiguador.—tocó con total libertad el ahora descubierto trasero de Tony.

El castaño sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Steve tenía sus manos tibias y el roce con su piel sólo lo encendía más.

—No es gracioso, dolió mucho. Pero la recompensa lo valió.

A su mente vino la imagen de Steve masajeando su adolorido trasero, untándole una crema relajante, para concluir con una sesión de besos en toda la zona.

—Descarado.—el Capitán, lo tomó de una vez entre sus brazos para depositarlo con cuidado dentro del agua. Él se situó detrás de Tony, haciendo que éste volviera a recargarse dejando su cuello expuesto.

Los dos realmente disfrutaban de compartir esos momentos. La tranquilidad y paz, acompañada de caricias y besos esparcidos en sus pieles mojadas, no hacía más que volver mejor el cálido ambiente.

—Estás muy tenso, amor.—Steve pasó sus manos por la espalda de Tony hasta llegar a los hombros, donde comenzó a hacer suaves movimientos con ayuda de sus pulgares.

—Ah, se siente muy bien eso, Steve.

—Descuida, bebé, te haré sentir bien.

Siguió con su masaje, sabiendo exactamente donde tocar, provocando que los músculos del menor se relajasen.

Jugó con los castaños cabellos mojados, pasando sus manos por todo el cuero cabelludo.

Tony sentía que si Steve seguía haciendo eso, caería ante el cansancio y se quedaría dormido.

Finalmente, Steve los lavó a ambos, cerciorándose de que el agua retirara todos los rastros de jabón.

De no ser por los constantes besos en su cuello, ya estaría rendido en los brazos de su esposo.

Sus dientes aprisionaron con fuerza su labio inferior al sentir la mano de Steve, explorando su miembro.

—Me gusta escucharte, Tony.—su voz sonó ronca en sus oídos, ocasionando que jadeara necesitado.

Sus toques no eran bruscos, sino por el contrario, lentos y muy estimulantes. Tony juraba que ya estaba más que erecto.

Con su otra mano libre, Steve presionó uno de los rosados pezones del menor.

Tony se removió en el agua, gimiendo. Ladeó su cabeza unos centímetros para ver a su esposo.
Quería besarlo, probar sus labios hasta saciarse. Aunque claro, sabía que eso nunca sucedía, nunca tenía suficiente de él.

—Vamos a la cama, amor, el agua ya se está enfriando y no quiero que te congeles.

Apenas salieron de la tina, Tony se lanzó a sus brazos, enroscando sus piernas por la cintura de Steve.

—Bésame. —exigió, capturando entre sus manos las mejillas del otro.

Steve sonrió como si hubiera ganado otra gran victoria, así que sin oponerse a nada, unió su boca con la del moreno.

Sus respiraciones se volvían mas irregulares a medida que continuaban con el beso.

Steve lo sujetó debidamente por los muslos, encaminándose hasta la cama. Una vez que estuvo de pie al borde del enorme colchón, lo dejó caer sin llegar a ser brusco, desde su perspectiva Tony lucía tan encantador y provocador.

Su boca viajó desde las clavículas del castaño a su abdomen, dejando besos con adoración por cada porción de piel. Tony no pudo evitar reír cuando Steve simuló devorar la parte superior de su vientre. Esa zona era muy sensible para él.

Abrió desesperado sus piernas, buscando un mayor contacto. Su rostro entero ya se sentía abochornado.

Ya no hacían falta las palabras con Steve. Ellos ya se comunicaban con una simple mirada, con un toque, en su propio lenguaje de amor, porque Steve lo conocía mejor de lo que él se conocía a sí mismo y visiversa.

Exhalaba pérdidamente por aire ante la intromisión en su interior. Los dedos contrarios, se abrían paso, buscando ese punto que lo hacía perder la razón.

De su broca brotó un gemido ahogado ante la sensación de vacío. Veía a Steve tan inmerso en su propio placer que gritó nuevamente de anticipación cuando el mayor se adentró en él de una sola estocada.

Sus ojos no pedían el contacto con los claros de Steve. Sus cuerpos no estaban del todo secos por el agua previa, remarcando pequeñas gotitas, que se mezclaban con las del sudor. Su esposo figuraba como todo un dios griego sobre él, los rubios mechones de cabello, cayendo empapados contra su frente, la forma en que los músculos de sus brazos se contraían y remarcaban, la potente mirada azulada, clavándose en lo más profundo de su alma; Tony estaba teniendo demasiado.

Como podía se apoyaba de la ancha espalda contraria, hundiendo su cabeza de vez en cuando, en el espacio entre el cuello y el hombro del rubio.

—Te amo, Tony.—lo tomó desprevenido a la vez que se impulsaba con mucho más ímpetu.

Quiso responder, más le fue imposible hacerlo. Su visión se volvía borrosa mientras su cuerpo caía totalmente rendido a la merced del Capitán. Ni siquiera se sentía capaz de articular una oración coherente, ya que se encontraba muy ocupado gimiendo a todo volumen y sin pena alguna.

Su liberación finalmente llegó acompañada de la de Steve. Intensa, gloriosa, gratificante, en resumen, perfecta.

Sufría los efectos de los espasmos, recorriendo su anatomía.

Los besos propiciados en su cuello, mejillas y labios, lo hicieron recuperarse pronto.

—También te amo, Steve.—atrapó sus mejillas, contagiándose del calor en ellas.

Y Steve sabía que no hacía falta que Tony lo dijera. Porque se lo había demostrado en todos los sentidos posibles en que se puede amar a alguien.

—Lo sé, amor. —se acomodó mejor para poder abrazar al menor por la espalda, quedando Tony, en la posición de la cuchara pequeña.

Cálida era aquella noche. Aquella en que dos hombres que siempre estuvieron destinados, se demostraron una y otra vez lo verdadero y puro de su amor.




















¡Hi, amores!

De ante mano disculpenme por tardar tanto en subir actualización.

La universidad consume mi tiempo completo, y sólo en mis ratos libres me dedico a escribir.

✴Vídeo en multimedia, dedicado con especial amor para mis stoners de corazón. Lo pueden encontrar en mi canal de youtube.

El nombre de la actriz que tomé como modelo para representar a la mamá de Steve, se llamaba María Schell.

Aunque en el UCM, se le dio otro enfoque a los padres de Steve Rogers, en los comics, su madre fue de gran importancia para el personaje, de hecho cité exactamente algunos de los diálogos.

¡Nos leemos en otra ocasión!


Los quiero y gracias por su paciencia. ❤







With all my love,


—Missmarvel17

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